Todos sabemos que el calor afecta el comportamiento de las personas y teniendo en cuenta el que estamos soportando estos días, ese debe haber sido el caso del presidente del F.C. Barcelona, Joan Laporta, que protagonizó un curioso incidente en el aeropuerto de El Prat, al emular a Enrique Iglesias (¿o simplemente tendría calor?) quedándose en calzoncillos antes de pasar por el arco de seguridad para asombro y disfrute del público y personal de seguridad del aereopuerto (la única diferencia es que no tuvo que tumbarse en la cinta transportadora)

El presidente del Barcelona, Joan Laporta, habrá tenido suerte si nadie le ha grabado en vídeo o le han hecho alguna foto en el aeropuerto de El Prat. Allí varios pasajeros fueron testigos de una escena, cuanto menos curiosa, Laporta acabó en calzoncillos delante de todo el mundo

Antena 3
Pero no debemos atribuirle toda la culpa al calor, porque lo cierto es que los aeropuertos en sí ya son capaces de sacarle a uno de sus casillas. El estress y la ansiedad ya comienzan en el mostrador de facturación, primero con la incerteza de si tus maletas decidirán viajar al mismo destino que tú, ya que a veces no sólo no te acompañan, sino que acaban una en Sydney y la otra en Toronto (que tu dices "¡pero si les pusieron una etiqueta así de grande!" pero eso es algo que yo siempre he visto absurdo ¿para qué tanta pegatina, si luego las maletas no saben leer?) y a sus ansias de independencia, sumémosle el tema del peso, que como sean un poquito más grandes y/o pesen un poco más de lo normal, te sale más barato pagarles un asiento a tu lado que facturarlas como equipaje.

Inmediatamente después, tenemos el control de seguridad. Con esas desesperantes colas en forma de serpentín, que de tan lentas que son le harían perder la paciencia incluso al camarero de un restaurante chino (pase lo que pase siempre sonríen, son inmutables) que por cierto ¿quién será el gracioso que las inventó? ¿un adicto al come-cocos? ¿acaso no sabía que la distancia más corta entre dos puntos es la linea recta? Además, alguien tendría que haberle dicho que, con los miles de años que llevamos haciendo colas, si los serpentines no se habían inventado antes por algo será...

Pero el verdadero problema viene cuando tienes que pasar por el arco de detección de metales, como el pobre Laporta. El dichoso arco es como los controles de alcoholemia, como le de por pararte estás perdido; empiezas a sacarte cosas de los bolsillos: las llaves, el móvil, los bolígrafos... mientras los guardias te miran como diciendo "¿pero de verdad esperabas pasar con eso?" y como es natural, la maquinita una vez empieza a pitar se entusiasma (¿para qué está ahí si no?) y ni con esas, al final te apartan de la cola para pasarte el detector por todo el cuerpo mientras tú levantas los brazos, dudando entre si preguntarle al guardia si estas detenido o ruborizarte debido al interés que muestra por tu anatomía...

¿Acaso es de extrañar que Joan Laporta perdiese los pantalon... la compostura?