Foto tomada de Internet
Hace poco asistí a un magnífico y simbólico encuentro titulado “ConCierto diálogo”, dedicado a Frida Kahlo, su biografía y su obra. El propio título del encuentro desconcierta. Hace referencia a una actividad comunicativa y sensorial relacionada con un concierto, pero también alude a un cierto sentido distinto, a expresión y sentimientos. Esa sensación de que todo es confuso, que nos arrolla la interpretación, y que no sabemos exactamente el significado porque el significante nos confunde es la misma sensación que me produce la obra de Frida y su propia vida. La obra de Frida me produce cierto rechazo porque me deja confusa ante sus significantes y no sé muy bien qué significados he de relacionar e interiorizar. Diría que el rechazo viene de la mano de la inquietud que la obra me produce. Como el juego de palabras del título del encuentro, admiro profundamente la genialidad de los términos, pero me siento profundamente desguarnecida de mis propios significantes y significados. Esa inquietud me hace responder a la pregunta de si elegiría un cuadro de Frida para mis espacios íntimos y la respuesta es no. La pintura de Frida nos hace buscar múltiples explicaciones, y aun encontrando muchas, ni siquiera es posible saber si las hemos encontrado todas ni tan siquiera si las que hemos encontrado son las correctas. De ahí el gran valor de la obra, pero también la gran inquietud de su contemplación. En su obra Frida presenta como nadie lo que fue su vida tórrida, atormentada, en la búsqueda constante de algo que jamás pudo encontrar. La misma inquietud y el mismo tormento que me produce a mí como espectadora, que no encuentra el sosiego en su contemplación, porque ella tampoco lo encontró expresándose a través de su pintura. Esa convulsión interior choca frontalmente con sus retratos, donde aparenta estable y fría. Y me planteo que hubiera entresacado Freud ante la visualización y estudio de sus pinturas. De su mundo, de su subconsciente, de su realidad psíquica, de sus fantasías y de su personalidad sugestiva, polémica... Su atormentada vida me produce una enorme ternura, pero ver su pintura me hace enfrentarme y afrontar el resultado de una vida atormentada, tormentosa y torturada. Por eso no es una pintura amable, ni fácil de mirar ni de interpretar. Porque detrás de su pintura hay tormento, tormentas y tortura. Y esto, aunque profundamente vital, es doloroso. Y lo rechazamos, aunque está ahí, como una herida abierta de la que procuramos quitar los ojos, porque nos duele sentirla, pero también verla. Por eso las sensaciones encontradas que siento con Frida, casi de com-pasión, de compartir sus pasiones, que en realidad fueron penas. Y por eso lo cuento, porque “las penas contadas, son aliviadas”, que diría nuestra gente. Y cuando usted, amigo lector, lea estas letras serán un poco menos mis penas sobre la obra y la vida de Frida. Y si ella viviera, también se sentiría, seguramente, aliviada.
Foto tomada en vivo en el Espacio Teatro Guimerá "ConCierto Dialogo"
A la memoria de Frida.
También a la de Chavela Vargas y a la de una estrella ateada que vibran y brillan allá en el firmamento. Ambas cumplen hoy dos años de su partida.