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Aunque sabemos que Venecia es única e irrepetible, muchos rincones intentan buscar paralelismos a sus singulares canales. Existe en la región Rhone-Alpes una deslumbrante ciudad que la llaman " la pequeña Venecia". Esta ciudad está llena de canales que, a su vez, desembocan en el lago que le da su nombre. Es la ciudad de ANNECY en Francia. Tiene esta bellísima ciudad canales pequeños que embellecen el lugar y en dónde se pueden encontrar danzando armónicamente coloreados patos, esbeltos cisnes blancos y negros y algún ave que no atino a recordar. Los barcos también le dan un aspecto más pintoresco, si se quiere, al lugar. Es obligatorio el almuerzo o comida en alguna terraza de algún restaurante que está situado junto a alguno de los conocidos canales.
Fui invitada, por una amiga, a conocer y disfrutar esta ciudad y sus alrededores, hace pocos años. Y tuve ocasión de deleitarme con una comida a la orilla del lago, en este paraje paradisíaco, convidada por esta amiga conjuntamente con su familia. Siempre los recordaré y recordaré este escenario. Fui bien agasajada. La tranquilidad que se respiraba y el maravilloso paisaje, hacían que no quisiéramos levantarnos de la mesa que disfrutábamos ese día. Desde la terraza se podían ver los bellos barcos que hacían su recorrido por el lago y también las montañas que rodeaban el mismo. El menú, ofrecido en tan singular espectáculo natural, fue justamente pescado sacado de aquellas aguas dulces.¡Todavía siento su paladar, su finura y frescor!. Annecy es uno de esos lugares que tienen magia particular, es un lugar que te deja encantado y maravillado. Con buen paladar diría yo. Nada más poner tus pies en esta ciudad, quedarás prendado en cualquier época del año, todo es naturaleza alrededor; no en vano el lago de Annecy está considerado como el más puro y limpio de toda Europa. Y en cualquier época del año recibirás sorpresas naturales de esta ciudad de Los Alpes franceses.
Pero me vale este grato y buen recuerdo, a modo de introducción, para referirme a una pequeña y particular Venecia que tuve la suerte de disfrutar en esta entrada del año 2009. Fue ésta una pequeña Venecia familiar, imaginada, inventada, creada a imagen y semejanza de quienes con mucho amor y creatividad se pasaron largos días trabajando y decorando para dar luz a un escenario de teatro, luz y vida . Esa noche, la casa a la que fui invitada era toda una representación de aspectos que tuvieran que ver con esa ciudad elegida y planeada: Venecia. Se decoraron paredes, muros y vigas con el estilo propio romántico, se pusieron luces y velas para la recepción de los invitados, se repartieron números confeccionados artesanalmente para cada comensal y cada participante en la pasarela de las máscaras venecianas.
En este lugar y esa noche del 31 de diciembre, los únicos requisitos que se pedían eran: llevar una máscara confeccionada, en dónde demostraras tus artes de ingenio y creatividad; y asistir con alegría y ganas de pasártelo bien al evento. Amén de llevar tus ganas de comer. Porque todo hay que decirlo, en esta casa siempre que se ha hecho esta participación, se ha hecho a manos llenas y con mucha generosidad. Nada a cambio. Los que asistimos, hemos sido del todo invitados y agasajados con viandas que nada tienen que envidiar a los más exquisitos y reconocidos restaurantes de la isla.
Así iban llegando poco a poco al centro de "la pequeña y particular Venecia 2009". Cada uno, ataviado con su máscara, utilizaba su número para una posterior votación, que además recibiría premio a la máscara más votada democráticamente. No hubo "tongo", aunque alguno-as de los asistentes lo corearon con gracia y espontaneidad en un principio del escrutinio. Todas las máscaras estuvieron a la altura de una imaginación y de un trabajo inusitado.
Pero sólo una se llevó el premio. Premio al ahorro de materiales con la que fue confeccionada, dada la crisis; y al aprovechamiento y reciclaje de los recursos que nos ofrece la madre naturaleza. Estaba realizada con hojas secas de platanera, gajos de palmera canaria y algún plumacho de hojarasca añadida. Resultó una máscara extraña, rara y algo esperténtica. Pero como tal, fue la que se llevó el premio, quizá haciendo honor a toda una gama de calificativos que acreditó. Por supuesto hubo un segundo y un tercer premio en dónde la creatividad, el trabajo y el esfuerzo fue valorado positivamente.
Posteriormente, y mientras saboreábamos la comida, la anfitriona de la casa hizo un recibimiento a cada persona en particular, recitando en un "peculiar" italiano unas palabras de cariño y bienvenida. Todo y mucho más en un festival mágico-lúdico-teatral de fin de año. Si la risa es contagiosa, yo me contagié esa noche más de lo que yo misma esperaba. Creo que todos salimos contagiados de una placentera y especial velada, de una generosidad exquisita, de un compartir amistoso y de un sano y vocacional amor. Eso fue lo más elevado de nuestra grata y feliz reunión.
Las risas, la alegría, el buen yantar, los juegos participativos, las adivinazas, los regalos ganados por los acertantes, los villancicos cantados y participados entre todos, el reparto de las uvas, el brindis con las mistelas de la tierra (canela y ruda), los besos y los abrazos quedarán en el recuerdo de cuántos participamos de esta entrada de año.
Y yo lo guardaré todo como un bello y entrañable tesoro en mi corazón, y como a sorbos los iré saboreando y sacando poco a poco para que me duren los 365 días del año. Mi recuerdo e imaginación se encargarán de suministrármelos a medida que avance el año. Sólo me queda algo por decir: gracias por habernos hecho un poquito más felices a los que allí tuvimos la suerte de coincidir para compartir.
Venecia Sin Ti - DyangoCome E Triste Venezia (Venecia Sin Ti) - Enrique Chía