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miércoles, 27 de febrero de 2013

Faltaba González Pons

El PP está haciendo el ridículo sin parar en el caso Bárcenas. El espectador tiene la sensación, dadas la chulería y la agresividad con la que se comporta el ex tesorero del PP, de que éste va a acabar mal.
Pero el espectador también tiene la sensación de que el PP le teme. No se puede pensar otra cosa de la dubitativa manera de actuar de este partido, que cree tener la sartén por el mango, pero ignora si queda algún cabo suelto.
Para acabar de enredar el asunto, ha aparecido en escena Esteban González Pons, no sé si llamarle Piquito de Oro o reírme. Este hombre, cuando tenía la posibilidad de aparecer diariamente en la prensa, tenía todas sus facultades intelectuales dirigidas a pensar titulares e inventar chascarrillos graciosos. Se conoce que conserva esas habilidades. Ha dicho esto: "El PP tiene la credibilidad que tiene y Bárcenas tiene la credibilidad que tiene, ustedes pueden elegir a quién creer". González Pons está totalmente confundido. La fe forma parte de la religión, pero él cobra un sueldo como político. El sueldo se lo pagan los contribuyentes. Debería ser honrado con ellos.
No es la única burrada que ha dicho. Hay que hacer constar, además, que en las fotos se le ve que aprieta los dientes en su intento de convencer. "Ahora ya estamos donde tenemos que estar el señor Bárcenas a un lado y el PP, a otro, en los tribunales de justicia", ha explicado el sin par paladín de la justicia ciudadana, obviando el hecho de que ha sido el propio Bárcenas quien ha puesto la demanda. ¿No le da vergüenza al PP? ¿No le da vergüenza a González Pons?
Habría que hacer hincapié también en que el concepto de la honradez, a la que ha aludido este político en otras de sus frases incluye el respeto al prójimo.

domingo, 17 de mayo de 2009

La recomendación de Pedro J. Ramírez

Según publicó su propio diario, El Mundo, el día 15 de los corrientes, en una conferencia que dio en la Universidad de Navarra, Pedro J. Ramírez dijo las siguientes palabras: "Por encima de todo, un periodista debe ser buena persona y estar dispuesto a que la realidad le estropee el titular. Hay que saber jugar limpio". Hace notar Periodista Digital la similitud de esta recomendación con aquel “los cínicos no sirven para este oficio”, de Ryszard Kapuściński.
Los cínicos no sirven para el periodismo, pero tampoco para el oficio de panadero, ni el de anestesista, notario o camarero. Y ahí están. Un periodista que sea buena persona jamás trata de manipular a nadie, ni escribe lo que sus lectores quieren leer, sino que es sincero consigo mismo y con ellos. Un periodista que sea buena persona necesita lectores que también lo sean y que, aunque no estén de acuerdo con lo que dice, aprecien su honradez.
Por otro lado, no hay nadie que se vea a sí mismo como mala persona. Los hay que perpetran todos los días la misma canallada, en perjuicio de alguien, lo que no les impide considerarse buenas personas. Lo hacen muchos, todos juntos, se arropan unos a otros, se miran a la cara y se quedan conformes. Lo hacen por cobardía, por comodidad, por envidia, o por oportunismo. Y eso les parece correcto.
España, desgraciadamente, no es un país en el que la ética importe mucho. La pitada de Mestalla, las reacciones que ha suscitado, en los medios y en la clase política, así lo ponen de manifiesto. Si hubiera una intención general de actuar correctamente lo ocurrido hubiera merecido el repudio general incluso en el País Vasco y en Cataluña.
Lo que se percibe en la calle es que la corrupción política está generalizada, que los editorialistas escriben al dictado y que las buenas personas se llevan los palos.

martes, 5 de mayo de 2009

La suerte de Patxi López

Puede decirse sin titubeos de ningún tipo que Patxi López ha tenido una suerte tremenda, dado que los cobardes y los pusilánimes, los egoístas al fin, se han autoexcluido de su gobierno. De este modo, quienes han decidido aceptar han demostrado su espíritu de sacrificio y su afán por servir a sus conciudadanos.
Es sabido que para el desempeño de los cargos políticos además de la preparación específica que pueden requerir, e incluso de ciertas habilidades innatas, se requieren otras condiciones de idéntico valor, como puede ser, por citar una, la honradez. De poco sirve, por ejemplo, que un político sea un fuera de serie en el campo de la economía, o en cualquier otro, si en cuanto tiene oportunidad no puede resistir la tentación y mete las manos en la caja.
Los políticos han de ser honrados, y eso es lo que tendría que mirar el votante antes incluso que las siglas del partido por el que se presenta. Si las listas fueran abiertas, se favorecería mucho esta opción. Y han de ser valientes, porque para defender los intereses de los ciudadanos hace falta valor.
Patxi López ha tenido suerte también porque dada la actitud cerril del PNV no tiene más remedio que sacar lo mejor de sí mismo. Ha de dejar atrás el sectarismo, con el que no podría llegar muy lejos, y ha de comportarse con toda la magnanimidad y toda la generosidad de la que sea capaz, para dejar sin sentido cualquier tipo de justificación que puedan inventar los fascistas.
No le queda más remedio al nuevo lendakari que aceptar la ayuda de todos los que se la ofrezcan de buena fe. Puesto que no le queda más camino que la ejemplaridad, puede incluso servir de ejemplo y estímulo a Zapatero, con lo cual todos saldríamos ganando. Ojalá acabe con ETA rápidamente.

domingo, 25 de febrero de 2007

Teoría para votar

Lo que debería importar al potencial votante que medita el sentido de su voto es, en primer lugar, la honradez del candidato. Y debería fijarse primero en este punto porque las prioridades de un político deberían ser: En primer lugar, el interés de los ciudadanos; en segundo: el de su partido; y por último, el suyo propio. Como son tantas las presiones que reciben los políticos, quienes no son capaces de resistirlas invierten por completo el orden de esas prioridades.
Si dos de los candidatos parecen igual de honrados y capaces de resistir las tentaciones, conviene fijarse entonces en su eficiencia. Una persona eficiente con un programa malo, es mucho mejor que otra menos eficiente con un programa bueno. Lo que importa, más que el programa, son las ganas de servir a los ciudadanos y la capacidad y preparación de quien lo vaya a hacer. Alguien indolente o mal preparado, de esos que llegan a la cima dando codazos a los demás, poco podrá hacer. Y por último, en el caso de que haya dos o más candidatos que den la misma sensación de ser honrados y tener la preparación y la predisposición suficientes, llega el momento de fijarse en las siglas bajo las que se presentan. Con el sistema que se emplea en España es más difícil seguir esta pauta, puesto que son los partidos los que seleccionan e imponen a los candidatos y luego los someten a su disciplina. Queda pues restringida a los cabezas de lista, en quienes viene a recaer toda la responsabilidad. Quizá este método induzca en alguna medida al sectarismo, a que la gente vote a un fulano en el que no confía sólo porque lo presenta el partido de sus simpatías.

Terapia contra el cáncer

Sandra Correa León, encarcelada

`Matemagia´,