Él mismo, al referirse a las patatas a las que, según dice, enfrenta el Estado, se cataloga como bellaco.
Forma parte del Estado y con toda la cara dura, o de tormento, porque da pena verlo, lo trata como enemigo y disfruta incordiándolo.
Es lamentable que estas maneras de actuar se hayan normalizado en el Parlamento y se acepten como normales.
Los diputados hablan de cosas que no entienden. La palabra dignidad surge fácilmente en las bocas de la mayoría de ellos. Pero no saben lo que es. Se lo diré: dignidad tiene quien está dispuesto a pagar un precio por ella. La tienen, pues, todos aquellos diputados que cuando se cerró el Congreso a causa del virus chino, renunciaron a cobrar las dietas.
La tienen también todos aquellos que dejaron de apoyar al PSOE en vista de que no tomaba medidas contra el virus chino, a pesar de que el 23 de enero de 2020 los eurodiputados socialistas preguntaron a la UE qué medidas estaba tomando o pensaba tomar para defender a la población.
No es el único este Aitor al que le falta formalidad, porque lo suyo es la seriedad asnal, sino que hay muchos que más o menos son como él. Hay un rufián, cuyo apellido es Rufián, al que le ríen las gracias, aunque no tenga ninguna.
Están esos enemigos del Estado, que son muchos, del que cobran y no perdonan ni un céntimo, que dicen burradas, o sea, cosas propias de los burros, como es el caso del tal Pachi López, que en compañía de otro como él, Pablo Iglesias, le montó un numerito a Iván Espinosa de los Monteros, y ninguno de los dos se ha dado cuenta todavía de eso que hicieron es infame. Ahora dice el lerdo que ETA fue derrotada hace 12 años.
Las patatas calientes las tienen los nacionalistas, no el Estado, cuya obligación es cumplir la ley y esperemos que a partir de ahora se haga. ETA ha envilecido a España, pero sobre todo a buena parte de los vascos. La gente vil no puede darse cuenta.
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