Sólo los ciegos voluntarios pueden negar
que los nacionalismos han hecho mucho mal. En el caso concreto de
Cataluña, una región a la que se admiraba, sin duda más de la
cuenta, ha deshecho familias, ha roto amistades, y con ese presidente
de la Generalidad, esa alcaldesa y esos obispos, mueve a risa. Son
tan ridículos todos esos…
Colau ya ha dado muestras de lo que es
capaz de hacer. Si le dan tiempo puede convertir Barcelona en algo
que se podría calificar perfectamente como propio de la España
profunda. Sonríe de un modo que hace pensar que se cree en posesión
de la verdad y la razón y mientras tanto encadena disparates y
barbaridades. Que esta mujer haya obtenido tantos votos demuestra el
desplome de los valores sociales, que han sido sustituidos por
subproductos del pensamiento bobo.
Y mientras Cataluña sufre un declive que
amenaza con hacerse más pronunciado cada vez, puesto que la cordura
ha abandonado a buena parte de la población, y ha sido sustituida
por la locura, al haber dado por buenas estas personas las patrañas,
mentiras, tergiversaciones históricas, tergiversaciones actuales,
inventos, etc., con que unos pocos intoxican a la mayoría, con el
fin de poder manejarlas a su antojo y sacar provecho de la situación.
La vida de los españoles ha empeorado
mucho por culpa de estas necedades, pero la de los catalanes ha
empeorado bastante más.
Pero a algunos catalanes las cosas les
van mejor que antes y es improbable que sin la locura nacionalista de
por medio hubieran podido mejorar tanto. Es el caso de Rahola. El
catalán promedio se ha empobrecido, y lo que viene puede ser peor,
pero ella se ha enriquecido, y si sigue este estado de cosas aún
puede enriquecerse más.
Queda la duda de que si cuando en casa
repasa los vídeos en los que aparece enojada y fuera de sí le da la
risa.
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