El circo emergía cuando el verano angostaba. Aparecía
sin música ni elefantes. No había magia, tampoco equilibristas. El público
acarreaba sus propias sillas hasta la plaza y, como no tenía carpa ni pista que
montar, la función se representaba en la calle. Los vecinos participaban
facilitando los animales: una cabra, un conejo y un par de gallinas. Tío
Anselmo, el gaitero, se soltaba con alguna salmodia, y Marcial, el
alguacilillo, relataba historias tristes de otros tiempos. Nadie oficiaba de
maestro de ceremonias y nunca se escucharon risas ni ovaciones. Decían que el
mejor número era uno protagonizado por fantasmas, pero ningún ser humano pudo
verlo. Las campanas tañían a muerto y, finalizada la función, la compañía se
evaporaba. Sin música, sin aplausos, sin nada, y marchaban por el mismo camino
por el que nunca vinieron.
Todo depende del color del cristal con el que se mira. Blog personal de Xavier Blanco. Reflexiones, ideas, impulsos, pequeñas cosas, microrrelatos, versos, sensaciones...
martes, 29 de noviembre de 2011
215 El Circo de los recuerdos.
Etiquetas:
CIRCO,
MICRORRELATOS,
PUBLICADO EN QUIMICAMENTE IMPURO
26 comentarios:
Este Blog se alimenta de tus comentarios. Si dices algo, sabré que has pasado y me sentiré acompañado. Gracias a tod@s por leer estas páginas.Este blog forma parte de la ABLACC (Asociación de Blogs Literarios que Aceptan Crítica Constructiva). Así que critica sin piedad, pero comenta tus razones, es la mejor forma de aprender.
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Xavi,
ResponderEliminarMe ha gustado mucho este Circo.
La melancolía y la tristeza que transmiten esos recuerdos. A veces, los recuerdos son así, y la realidad y la ficción se confunden, y ese Circo que fue y no fue, que vino y no vino es como la vida, y uno ya no sabe si el pasado fue lo que ocurrió o lo que que nos hubiera ocurrido que pasara.
Un abrazo
Supongo que en todos los angostos veranos sigue habiendo circos de estos en los pueblos, sobre todo en los pueblos abandonados, las sillas son movidas por el viento y los fantasmas hacen sus números y se aplauden unos a otros.
ResponderEliminarMe ha encantado el texto, tiene un aire muy melancólico, muy de recuerdos del pueblo.
Un abrazo
Qué bueno , Xabier, un circo de recuerdos, pero los recuerdos anclados en la nostalgia nunca son buenos, por eso tañen a muerto. Muy buenos textos veo por aquí. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn circo imaginario en el que los mejores números son aquellos que no puedes ver, qué triste! De todas formas, con esos animales que trae la gente aún algo se podría haber hecho, ya sólo con oir a la gente del pueblo hablar, esos sí que son verdaderos circos.
ResponderEliminarUn beso!
Quejica
http://soyquejica.blogspot.como
Olé Xavier, me gustó mucho el toque nostálgico, las campanas y el camino por el nunca vinieron... sí señor.
ResponderEliminarUn abrazo
Mira Xavier, no sé qué comentar en tu blog. Mi teoría es que estamos los microrrelatistas que con mucho trabajo y tesón, algo de inspiración, mucha suerte y mijita de imaginación conseguimos de vez en cuando escribir algo decente. Y luego estáis "Los Otros", unos pocos, que os movéis en OTRA DIMENSION. Magnífico. Un saludo nostálgico.
ResponderEliminarFabuloso relato de fantasmas y recuerdos, escrito con maestría y cerrado de forma antológica. Yo estaba allí, pero me fui corriendo en cuanto me crucé -literalmente- con el primer muerto ;-)
ResponderEliminarAbrazos.
Estos artistas circenses me transportan por un lado a unos espectáculos rurales o antiguos y por otro a ese mundo onírico tan difícil de lograr y que tú dibujas con lápiz, magistralmente.
ResponderEliminarUn abrazo
Un hermoso espectáculo, mezcla de realismo y magia. He vivido (de pequeñín) la primara parte de tu relato, y espero poder vivir la segunda parte dentro de unos años. En este relato el título es clave. Ahora probaré lo de la verificación de palabras (jeje).
ResponderEliminarAblacclaro: Vigila los "aba" iniciales.
Me ha gustado que te definan como "los otros".
El final es estupendo... y el principio.
ResponderEliminarMe gusta el organizado grupo de fantasmas que has creado.
Un saludo, Xavier.
Fabuloso, Xavier. Tu circo tiene dentro todos los recuerdos y fantasmas. Me parece memorable ese final.
ResponderEliminarBesitos
Juan Luis, gracias por pasar. Los recuerdos son así, pero no importa si son lo que son o lo que nos hubiera gustado que fuera.
ResponderEliminarAna, intenté darle ese aire de melancolía, intentando crear una niebla baja que confundiera verdad y sueños, realidad y miedos.
Manu, esa era la idea de las campanas, matar los malos recuerdos o recordar a los muertos, a gusto del consumidor.
Quejica, los recuerdos están llenos de fantasmas, de lo que no fuimos, de los amores que pudieron ser, de los caminos que no escogimos, de...
Gracias por pasar
Rocío, el final era importante, porque ese circo de los recuerdos nunca viene, ni siquiera se va, está ahí, permanece indefinido en nuestra memoria.
ResponderEliminarMar, esas palabras, viniendo de ti, son excepcionales, pero no coincido, no hay "Los Otros", hay "TODOS" los que disfrutamos escribiendo y compartiendo lo que escribimos. Y ahí estoy yo, y tú y todos nosotros.
Odys, puedes huir, pero vuelven, como las olas del mar que baten en el acantilado.
Albada, esos dos planos era lo que quería conseguir, realidad y sueños, si lo has visto, objetivo cumplido.
Un abrazo
Ximens, título y final van unidos, porque los recuerdos permanecen, siempre están, sólo hay que ir a buscarlos. Y el mismo recuerdo es uno u otro dependiendo de nuestro estado de ánimo.
ResponderEliminarTienes razón con los -aba, le di una vuelta, pero ya ves.
Con lo de la verificación no me aclaro para quitarla. Lo vuelvo a intentar.
Alberto, a veces los recuerdos los vemos desde el tejado, como gato misterioso.
Elysa, lo que ya he comentado sin ese final el relato sería otro muy diferente.
Gracias a todos por pasar.
Muy buena puesta en escena, Xavier. Si la memoria consiste, por lo general, en levantar castillos en el aire, ¿por qué no iba a poder ser también alzar un circo sin carpa?
ResponderEliminarUn abrazo
Mi estimado Xavier:
ResponderEliminarLeerte es -déjame ponerme fino y académico- una gozada. Incluso cuando un tema pueda -como es este en mi caso- resultarte espinoso.
El circo siempre me ha parecido triste, opaco, denso. ¿Qué te voy a decir de este?
El micro, sin embargo, me parece formidable.
Un abrazo.
Me gusta la aportación que hace cada cual al circo. Como una gran familia. Dicen que el mundo del circo lo es. Aquí también lo son los espectadores. Cuando marchan por el camino que nunca vinieron, quiero imaginarme que siempre van más de los que llegaron.
ResponderEliminarPreciosa ambientación también, Xavier.
La atmósfera, Xavier, es la atmósfera lo que creas.
ResponderEliminarNo historias o argumentos. Es lo que menos me interesa.Quiero decir que son un pretexto , pero al fin y al cabo son el discurso inteligente que sirve de soporte.
desde Bilbao......Nieves
Coincido con Ximens, en que el título es la clave de tu micro, y ese aire nostálgico nublando la figura desmaterializada de los fantasmas de los recuerdos, se entremezcla de una forma muy inteligente con los personajes de carne y hueso, con el conejo, la cabra, las gallinas y el gaitero. ¿Sabes?. ¡Me ha encantado !, y no sigo escribiendo porque haría en este corto espacio un relato de tu micro, y no es plan en estos momentos.
ResponderEliminarUn abrazo Xavier.
Recuerdo un tiempo de escuela donde se repartía leche y queso a los mocosos que en su hogar no tenían un desayuno suficiente.
ResponderEliminarAhora veo largas colas de adultos, en parroquias y centros sociales, esperando un reparto de alimentos para el sostenimiento de sus familias.
Y el recuerdo se me hace presente.
Gemma, Bienvenida al Caleidoscopio, la memoria y los recuerdos pueden con todo.
ResponderEliminarPedro, yo también asocio el Circo con la tristeza, con el blanco y negro, este de los recuerdos también es un poco así.
Miguel Ángel, buena apreciación, por ese camino de los recuerdos transita demasiada gente, algunos se convierten en olvido.
Nieves, la atmósfera es la historia, los fantasmas, las campanas, la no carpa, el no circo, la vida que viene y un día se va.
Laura, sí, el título y la frase final son un todo. Puedes escribir lo que quieras.
Gorka, el recuerdo vuelve, como si la vida fuera un círculo que gira sin parar.
Un abrazo
Este también es un ejemplo de tu sello inconfundible. Lo leo sin firma y sé que es tuyo. Grande.
ResponderEliminarMe imagino rodando una secuencia en la plaza del pueblo, cámara fija. Diez horas de rodaje y luego montarlo todo a fragmentos de personajes "circenses" que viven la calle y que se funden en el plano, como espectros que van y vienen, semitransparentes en sus vidas y en nuestro recuerdo. ¿Sería un plano Berlanga? Jaja, no sé.
Por cierto, no sé si Ximens se refiere a eso pero, al leer la primera frase me tropecé en el final. Paré medio segundo y luego seguí.
Tal y como dice Xesc, este micro tiene tu sello.
ResponderEliminarLo leí cuando publicaste, ahora lo releo y comento... Cosas del estrés profesional, que a veces no da cuartel.
Buen relato, muy visual, haciéndonos llegar esa calidez que sólo los pueblos pequeños tienen o encierran.
En manos de ablacc: a mí la palabra "angostaba" de la primera frase me rechina un poco dentro del conjunto, pero en todo caso reconozco que se trata de una apreciación demasiado subjetiva, Es una opinión no basada en la técnica, sino en mi percepción particular.
Fernando, empiezo contigo. Le di vueltas a esa palabra, pero "agostaba" utilizado como sinónimo de estrechar, ahogar, representaba lo que yo quería transmitir. Cuando el verano angosto, representa el ocaso del buen tiempo, el crepúsculo, el fin de la diversión. Y en la vida los recuerdos duelen cuando la vida se acaba, y todo es recuerdo, los que se fueron, los sueños no vividos, los fracasos. Veo que no se ha conseguido esa idea.
ResponderEliminarXesc, gracias por lo de tu sello, a veces veo que sigo demasiados caminos, demasiados registros, es un pequeño triunfo empezar a definir una forma de escribir...
Un abrazo
Xavier, después de todo lo dicho, para mí sobresale la atmósfera del relato, ese tiempo circular, que ni empieza ni se acaba, es decir, es una repetición eterna de la nostalgia de vivir, sobre todo cuando ya va faltando futuro y esperanza. Saludos
ResponderEliminarPoco puedo agregar a lo ya dicho sobre este fantástico texto. Qué cada día lo haces mejor :-)
ResponderEliminarUn abrazo.