Como un buen representante del tercer piso, de por si ya no me entusiasman tanto las fiestas de Quito. Hice muy poco, por ahí par tragos, par de pasitos, un cuarenta aislado y la plena lo mejor fue verla a Café Tacuba grateche. Pero he venido escuchando varias voces que hablan que estas han sido "las peores fiestas de Quito de la historia".

El tema de los toros me vale escencialmente un rábano. Al ser un tipo al que no le interesaba ni por ahí la "fiesta brava", no me había afectado mucho esta "infausta noticia", hasta que decidí pasearme por la otrora concurrida Jipijapa en la primera semana de diciembre y observar un paisaje desolador. Recuerdos de borracheras y escándalos venían a mi mente como si se trataran de un animal extinto. Bueno, así es la vida, las cosas cambian, a veces se gana, otras se pierde y todos somos la selección ... (?)
Viene lo segundo, algo que si me conmocionó, porque, voy a ser sincero, a mi me encanta beber: en la esquina, en la vereda, en los parques, miradores y de hecho, era normal que me veas dando un paseo con una clubcita verde en mis manos. Es una especie de fin abrupto a un estilo de vida que hasta ahora me tiene sacado de onda.
Esto, estimados conciudadanos, es lo que ha hecho que nos parezcan flojas las últimas celebraciones de nuestra "carita de Dios". Ahora, quisiera que se cuestionen un poco. Si básicamente una fiesta para nosotros es beber, ¿no se han puesto ha pensar que somos una sociedad increíblemente aburrida, predecible, que se plantea pocas cosas nuevas y demás?. Porque si te quitan una vía de diversión, bien puedes apuntarte a otras, pero nos empecinamos en nuestra alcohólica forma de ver la vida y ahí ya no estamos tan bien.
Respecto a los toros, no sé si se han dado cuenta, pero mientras más joven es el sector demográfico del habitante de Quito, menos gusto tiene por la tauromaquia y en esa contra a dicha celebración, van desde quienes lo ignoran (como yo), hasta quienes se oponen radicalmente haciendo gala de un discurso animalista / ecologista y demás. Frente a este creciente desapego a una tradición, básicamente la Feria dejó de programarse por cuestiones comerciales.
Nuevamente nos metemos con "Augustito", el una la entrevista de ayer domingo en El Mercio, señala que en Quito "hay un cambio cultural". Bueno en teoría
En el 2012 asistimos a un punto de inflexión como sociedad ya que una parte importante de la misma, la fiesta, ha cambiado para siempre. Como todo en la vida tendremos que acostumbrarnos, adaptarnos y sacar adelante la cosa, pero tendremos momentos para sufrir, tal como sufrimos unas abombantes fiestas de Quito debido a nuestra falta de imaginación principalmente.