viernes, junio 04, 2021

MARIELA RUIZ TAGLE participa en FIP PALABRA EN EL MUNDO

Natalia Espinoza, en el FIP PALABRA EN EL MUNDO

viernes, mayo 28, 2021

Natalia Espinoza, en el FIP PALABRA EN EL MUNDO

jueves, mayo 27, 2021

CECILIA PALMA PARA EL FIP PALABRA EN EL MUNDO

miércoles, mayo 19, 2021

Pajaros - Alejandra Basualto

Alevi Peña, poeta de La Serena, Chile, para FIP PALABRA EN EL MUNDO

martes, mayo 18, 2021

MATÍAS HERMOSILLA, poeta chileno, participa en FIP PALABRA EN EL MUNDO

jueves, mayo 13, 2021

ALFREDO LAVERGNE, PARA FESTIVAL FIP PALABRA EN EL MUNDO

martes, mayo 11, 2021

Ana Rosa Bustamante para FIP PALABRA EN EL MUNDO, 2021

Miriam Leiva en el Festival Internacional: FIP PALABRA EN EL MUNDO 2021

viernes, agosto 03, 2018




Athena Farrokhzad
Suecia

Poeta, dramaturga, traductora, crítica literaria, activista, sueca nacida en Teherán, vive desde temprana infancia en la ciudad de Gotemburgo. Su poemario Suite en blanco (Vitsvit, 2013) sitúa varias voces poéticas en contextos relacionados con el exilio, el racismo, la blanquitud, los lazos entre lengua e identidad, la escritura como un arma que deconstruye el orden jerárquico en que estas voces poéticas existen. Athena Farrokhzad ha publicado junto a la poeta rumana, Svetlana Cârstean, la obra Trado (2016).


Suite en blanco


Mi familia arribó a este sitio envestida con las ideas de la tradición marxista

Apenas llegamos mi madre rellenó la casa de duendes de jardín
Sopesando el mejor o peor sitio dónde plantar el árbol de navidad plástico
como si el problema fuese de ella

Pasaba los días diferenciando entre vocales cortas y largas
como si los sonidos que salían de su boca
pudieran quitar el aceite oliva de su piel

Mi madre permitió que el cloro corriera a través de la sintaxis
Tras los signos de puntuación se hicieron sus sílabas más blancas
que un invierno del norte de Suecia

Mi madre edificó para nosotros un futuro no de calidad de vida sino de
cantidad
En la bodega del sótano de nuestra casa de los suburbios alineaba tarros en
conserva
como ante una guerra

Pasaba las tardes buscando recetas y pelando papas
Tal si su propia historia estuviera cifrada
en típicos platos de pescado como La tentación de Jansson.

Pensar que chupé de esos pechos
Pensar que ella vació su barbarie en mi boca

 ________________________



Mi madre dijo: parece que nunca ha pasado por tu mente
que tu nombre es la cuna de la civilización

Mi madre dijo: La oscuridad de mi vientre es la única oscuridad que dominas

________________________________________________

Mi madre dijo: Eres una soñadora nacida para transformar
miradas rectas en bizcas

Mi madre dijo: Si pudieras considerar las circunstancias como atenuantes
permitirías fácilmente mi inocencia

___________________________________________

Mi madre dijo: Nunca menosprecies el sacrificio que hacen las personas
en formular verdades para ellas posibles de sobrellevar
Mi madre dijo: Ni siquiera al comienzo tu vida era viable

_______________________________________________________

Mi madre dijo: Una mujer arrancó los ojos de su madre con los dedos
para que la madre se salvara de ver la ruina de su hija

___________________________________________

Traducción: Alejandro Urrutia

viernes, marzo 23, 2018

LANZAMIENTO LIBRO "GRITO" DE CECILIA PALMA


Cecilia Palma, poeta y editora, nacida en Santiago de Chile, ha publicado los poemarios, A pesar del azul, 1992; Asirme de tus hombros, 2002, Piano bar, 2007; Vuelvo de Siberia esta Tarde, 2011 y 2015; Confesión Vertical, en 2014 en México.

Traducida al alemán, italiano, rumano, inglés y ucraniano.

viernes, septiembre 08, 2017



En la Confitería Torres, con el poeta peruano Arturo Corcuera y con Theodoro Elssaca. 
(creo que esto fue más o menos el 2012)

jueves, septiembre 07, 2017

Se vende humo

Libro de Joaquín Escobar que reúne 12 textos, ligados como una columna vertebral por el concepto que da el título a la obra publicada por Narrativa Punto Aparte (2017).  Este joven talento tiene la gracia, así creo, de apartarse de los motivos e historias a las que nos tiene acostumbrados -y por qué no decirlo- aburridamente acostumbrados, gran parte de la narrativa actual. Y es que los relatos de Escobar con su lenguaje identitario nos revela la intensidad existencial de una parte de la sociedad, desde un escenario principal con historias comunes aunque auténticas, que nos llevan desde amoríos, carretes, una chica que colecciona ejemplares de La Náusea o gemelos ladrones, hasta a una estudiante de literatura que trabaja en un call center; historias que poseen originalidad tanto en su factura como en el desarrollo del nudo.
Los personajes, creíbles todos, generalmente muestran más que el tópico corporal, el psicológico; la mayoría -sino todos- los cuentos, contienen citas o aluden a algún escritor esencial, por lo que el libro se convierte, de alguna manera, en un cosmos narrativo intelectual que obliga al lector a estar atento al devenir de los personajes y a la razón por la cual se está aludiendo a tal o cual. Otra de las características de Se vende humo, es que los protagonistas de los relatos son siempre jóvenes con cierto cuestionamiento de la realidad; en general son historias que podríamos llamar “negras” en el sentido de que en el trasfondo de éstas, casi siempre existe un conflicto social importante que obliga al personaje a posicionarse en uno de los flancos.
El traslape de los relatos logra componer un imaginario único con un ambiente narrativo en el que la crítica a la sociedad no está ajena; muy por el contrario, de manera inteligente, el autor mezcla la cotidianeidad con una impronta realista. El concepto de vender humo que -ya se mencionó- es transversal a las historias, es consecuente con la falta de fe, la promesa inútil, la idea que se vende y que no es cierta; la certeza de aquello por lo cual no vale la pena luchar. Es el humo, la nada, lo volátil en un mundo de concreciones y realidades. Notable conjunto de cuentos.

Cecilia Palma
Poeta y editora


miércoles, marzo 01, 2017

YA NO SOMOS VÍRGENES, de Ingrid Odgers

Terminé de leer hace unos días, Ya nos somos vírgenes de Ingrid Odgers, Ediciones Orlando. Versátil escritora y poeta que nos sumerge esta vez en un mundo interno, muy privado, muy íntimo con la historia de esta mujer, Erika, avecindada en la ciudad de Concepción, separada, con hijos y una difícil sobrevivencia. La novela está escrita en primera persona y tiempo presente en la mayor parte y posee un lenguaje liviano, claro y conciso, sin adornos que entorpezcan el hilo de la historia.  

Ya no somos vírgenes se divide en capítulos cortos que corresponden a experiencias diarias de Erika y su lucha por vivir, por ser, por levantar el rostro frente al mundo, a su familia, a sus padres –aún vivos-, a la sociedad, e incluso, a esos (as) amigos (as) que dieron vuelta el rostro al enterarse de su orientación sexual.

Me parece una apuesta valiente la de Ingrid pues pone sobre la mesa el tema homosexual en nuestro país; y eso es, aunque ya no un tabú, una acción de rebeldía. Y es que estamos inmersos, a estas alturas de los años y siglos, en una cultura hipócrita y hostil frente a la aceptación de aquellos que viven una sexualidad diferente. Posee la novela episodios eróticos muy bien escritos, sin ningún atisbo vulgar; y recalco esto porque tiende a pensarse que si un trabajo literario trata de la homosexualidad, es, necesariamente grotesco. Abajo con los prejuicios de una vez por todas. Ese es mi llamado. En Chile son pocos los escritores que han desarrollado estos temas, pienso, por ejemplo, en Jorge Marchant Lazcano, Pablo Simonetti, Carlos Iturra… entre otros (as);  la mayoría, varones. En poesía, sin embargo, son las mujeres las que se atreven a tocarlo con más frecuencia; y, la verdad es que en toda la literatura gay que he leído de nuestro país, tanto las historias como los versos, son reflejo del amor, de la búsqueda, de la atracción que cualquier ser humano puede sentir por otro, ya sea del mismo sexo o no.

Erika a través de su historia va dejando en claro su propia lucha, sus sentimientos, su tristeza y, a veces, desesperanza; las dificultades que enfrenta por la cesantía y la dependencia económica de su ex esposo; el desgano de no encontrar su propio sitio en el mundo, el juego que significa mentirle a todos y tener que ocultar los sentimientos que la embargan. El amor que nos relata –a María Belén- es conmovedor. No dejo de pensar en mis propios sentimientos cuando he tenido pérdidas amorosas o dudas frente a mis experiencias y no veo ninguna diferencia entre aquello que relata el personaje y yo. El amor es amor, eso es todo. No hay más vuelta que dar al tema.

Ya no somos vírgenes es una novela para conversarla, para tratarla, para hacerla pública; para que la sociedad atienda y desarrolle la inteligencia emocional necesaria y vernos, por fin, a todos por igual con iguales derechos. Las opciones son muchas en la vida, nosotras (os) tomamos los naipes que deseamos asir. Lo demás es la propia aventura y búsqueda; y, por tanto, un camino personal que ha de ser respetado.
Cecilia Palma

Santiago, marzo 2017

jueves, enero 16, 2014


JUAN GELMAN O EL POETA ELEGIDO


Por Cecilia Palma
XX Feria del Libro
Córdoba-Argentina
(Septiembre, 2005)

“Nací en Villa Crespo, en Buenos Aires. Nací ahí porque en un momento tan delicado como un alumbramiento, quise acompañar a mi madre” (1). Esta curiosa poética de vida nos devela el calibre de un poeta como Gelman. En él hasta lo más sorprendente fluye con una naturalidad digna de ancestrales sabidurías. El poeta nace en 1930. En su juventud formó parte del grupo “El pan duro” compuesto por amigos escritores que al calor del entusiasmo  se autoeditar sus primeros trabajos.

 El Pan duro fue un grupo bastante heterogéneo, sin embargo, entre sus miembros existen una serie de rasgos comunes que los hacen participar de un imaginario colectivo: el rescate de la urbe como protagonista de lo cotidiano,  los giros y la atmósfera de la poética del tango, el uso del lenguaje coloquial y la mancomunión de lo estético con lo político. Todos estos creadores eran parte de una juventud rebelde e inconformista que tuvo por escenario grandes hitos de la historia, en una época políticamente convulsa:  La Revolución Cubana, la intervención norteamericana en Santo Domingo, Vietnam, Argelia, etc.

            Desde el comienzo el discurso poético de Gelman fue subversivo, a pesar de las consecuencias que pudiera traerle. Violín y otras cuestiones  fue el primer libro que “El pan duro” publicó en 1956, con un prólogo entusiasta de Raúl González Tuñón. La obra se instaló inmediatamente en el escenario literario de la época. González Tuñón, a quien Gelman conociera en un recital en el teatro “La máscara”, se habría maravillado con su poesía y muy especialmente con “El caballo de la calesita”, que consideró magistral.

Trajin, ciudad y tarde Buenos Aires
Aire de plaza ruido de tranvía
(Galopando una música de tango
gira el caballo de la calesita)”...

Gelman tenía entonces 26 años; e irrumpe con su poesía en el círculo de las letras. Poseedor de una voz ágil, fresca, variada en tonos y matices donde prevalece el verso libre, sin embargo,  demuestra que también puede escribir sonetos de buena ley.

Para nadie es un misterio que la vida de Gelman no ha sido fácil. Al decir de Vallejos; “él sabe en carne propia que hay golpes en la vida tan fuertes...” Este sino trágico queda de manifiesto en gran parte de su obra:

Cuerpo que me temblás entrado al alma/
frío que me enfriás/ manito tuya
manando sombra/ sombra/ sombra/ sombra
¿paro tu deshacerte en algún lado?/

Sin duda Gelman es un sobreviviente a pesar de sí mismo, y su poesía está inserta en la otra historia de Latinoamérica; su voz ha asumido múltiples formas en lo poético. Sus desdoblamientos le permiten escribir como  John Wendell, Yaminokuchi Ando, Sydney West y otros que develan otras particularidades de su escritura. De estas singularidades nos habló a su paso por Santiago donde recibió el Premio Iberoamericano Pablo Neruda. Gelman nos explicaba que esos poetas inventados por él, le permitieron  realizar una suerte de catarsis para salirse de sí mismo. De paso, estos poetas constituían una provocación a las corrientes populistas que sostenían que la poesía tenía que ser nacional, de esta manera Gelman invierte la proposición populista al proponer con los “traducidos”, que podían ser tan argentinos como cualquier otro, y que el idioma es una manera de entender el mundo, de enfrentarlo, de padecerlo.

Gelman, transita de una tradición poética a otra y crea un lenguaje personal que en general se caracteriza por la ausencia de puntuación; la proliferación de barras diagonales al final y entre sus versos; la aparición de neologismos; que expresan lo que de otra forma no podría ser dicho; la repetición de palabras, la profusión de interrogantes en las que hay que detenerse un instante por su profundidad y cuyas respuestas dejan en silencio; el uso recurrente del diminutivo que convoca ternura, compasión, sin tener que redundar en la imagen.

La poesía de Gelman en muchos casos se vuelve determinante, es en sí misma una certeza, una verdad poética insoslayable; por ejemplo: en la conclusión del poema “Límites”, nos dice:

Sólo la esperanza tiene las rodillas nítidas.
Sangran.

“El tema de la poesía es la poesía”; ha dicho Gelman. “Ella  no tiene temas prohibidos, aunque jamás, agrega, escribiría un poema a Hitler; ni siquiera para putearlo”; y nos dice –“escribir no es una mera cuestión de voluntad. Cuando me toca me toca, y no hay vuelta”.

La nueva poesía debía negar a la poesía establecida para existir como tal. El tema de cambiar el mundo desde la literatura, y en particular desde la poesía, es un concepto que abrazan las llamadas Vieja y Nueva Poesía;  la diferencia radica en los modos de ejecutar el proyecto y a riesgo de qué. En la Nueva Poesía, el poeta ya no cantará desde su escritorio sino desde la trinchera; la suya será un alma más que comparte el peligro y las vicisitudes de la vida. Un participante activo de la historia que se teje.

En Gotán por ejemplo, se muestra claramente la voz diferente que se apodera del discurso poético. Ya no más metáforas ni ritmo perfectos, sino un discurso cotidiano, que va desde una fuerte proclama a la ternura máxima. Así mismo suele cambiar los tiempos del hablante. Por ejemplo:

Ha muerto un hombre y están juntando su sangre en cucharitas,
querido juan, has muerto finalmente.

En el primer verso se identifica una imagen fuerte indicando que ha muerto un hombre; como si fuese un anuncio o un titular de periódico; en el segundo el muerto es nombrado en primera persona: Juan;  que podría ser cualquier persona, incluso el poeta. Se juega a la ambigüedad, ¿quién es el hablante?, ¿un hombre, una mujer, un padre?; y sin embargo, en el transcurso de la lectura sabemos que es una protesta desde el amor. Es en sí mismo un mensaje de denuncia y de impotencia. Deja entrever que Juan es un asesinado político; sobre todo en los dos últimos, haciendo una alusión simbólica de la inmortalidad de las ideas:

Vigilemos a ver dónde brotan sus manos
empujadas por su rabia inmortal.

El lector es el encargado de construir la realidad desde los versos, en ellos sólo se insinúa, no la aborda ni transcribe;  quien lee, se  transforma casi en cómplice del poeta rearmando la realidad a medias. Gelman trabaja con la intertextualidad, mezcla lo literario y lo ordinario o distintos niveles expresivos dentro de un mismo discurso.
Ángel Rama expresa : “A pesar del celebrado imperio de la novela en América Latina, sigue siendo la poesía, como fue desde los orígenes, el ágil instrumento de búsquedas y encuentros, la audaz y voladora vanguardia de las letras...”; y uno de sus exponentes máximos es sin duda Juan Gelman; cuya obra delata una ambiciosa búsqueda de un lenguaje trascendente, ya sea a través del realismo crítico y el intimismo, primeramente y luego con la apertura hacia otras modalidades, la singularidad de un estilo, de una manera de ver el mundo, la conjugación de una aventura verbal que no descarta el compromiso social y político, como una forma de templar la poesía con las grandes cuestiones de nuestro tiempo.  Antes del Premio Pablo Neruda; recibió en el 97 el Premio Nacional de Poesía y a principios de este año también el Premio Reina Sofía en su versión decimosexta, fallo que sería difundido por la Universidad de Salamanca, indicando que es “autor de títulos imprescindibles para la poesía Argentina y contemporánea”. A este imprescindible he tenido la suerte de conocer en su reciente visita a Chile en el mes de julio, con motivo de recibir el Iberoamericano Pablo Neruda. “El gran vínculo de su obra con la cultura popular y el carácter original, riguroso y conciso de su creación fueron las razones fundamentales que esgrimió el jurado de honor del Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, para otorgar el galardón en su versión 2005”; con estas palabras el Ministro de Cultura de mi país, don José Weinstein, hizo pública la información de que el favorecido para recibir el galardón que otorga por segundo año consecutivo el Ministerio de la Cultura, era el poeta argentino Juan Gelman; justo el año en que el mundo entero celebra los 400 años de la primera edición de El Quijote de la Mancha, y que en nuestro calendario nacional estamos conmemorando a los poetas Jorge Teillier, Rolando Cárdenas, Gabriela Mistral, y a Óscar Hahn que cumple 50 años desde la publicación de su primer libro. Todos ellos, y también Gelman, entre otros;  poetas indispensables que han entregado a nuestras letras  una obra que sin duda permanecerá para las futuras generaciones de América Latina y el mundo.

Cuando nos adentramos un poco en la vida del poeta Juan Gelman y encontramos pasajes en los que cuenta su vida, donde narra, por ejemplo, que en una época enloquecida escribió 9 libros, pasando noches en vela, en las que se le encontraba por la mañana dormido sobre su máquina de escribir, recordamos en el Quijote la cita “se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio”... ambos tocados por la misma locura de la palabra, de la fertilidad creativa del verbo y pareciera que esta coincidencia de fechas, los premios de Gelman y los 400 años del Quijote;  no fuera casual.

A don Alonso de Quijana, las lecturas le poblaron el seso con sus obsesiones, a Gelman, incansable escritor, autor de una treintena de libros de poesía, dos óperas y libros de prosa; ha dejado en su obra, todas las obsesiones de una vida. Las suyas, nos dice; han sido la infancia, el amor, la mujer, la muerte, el otoño y la revolución. Así en su texto “Estos poemas”, nos dice:

estos poemas esta colección de papeles esta
manada de pedazos que pretenden respirar todavía
estas palabras suaves ásperas ayuntadas por mí
me van a costar la salvación

y la estrofa final:

y no me quejo ya que
ni oro ni gloria pretendí yo escribiéndolas
ni dicha ni desdicha
ni casa ni perdón


Hay que destacar que Gelman a pesar de su dura experiencia, no se dejó llevar por la derrota, al contrario siguió  buscando el milagro de vivir y su persistencia tuvo frutos: su poesía ha tenido múltiples reconocimientos a nivel mundial, pero sin duda, el hecho más importante en esta etapa de su vida, ha sido el encuentro con esa joven (su nieta) que lleva en sus ojos, los ojos de su hijo y de su nuera. Él mismo dice: “El poeta se atará al palo mayor de su ignorancia para no caer en sí mismo, sino en otro país de aventura mayor, muerto de miedo y vivo de esperanza”.


En lo personal, solo me queda decir que siento una gran satisfacción de haber compartido con Juan Gelman con ocasión del recital que ofreciera en la Sociedad de Escritores la tarde del 12 de julio del presente año. En esa oportunidad, la Casa del Escritor, allá en el Barrio Plaza Italia, era una fiesta, y la voz del poeta calaba hondo entre las más de trescientas personas que brindaron por la humanidad de su poesía.

NOTAS:
1- (Extracto de “El pibe Juan”, Revista La Maga)

jueves, febrero 10, 2011

HALCONERO

JAIME HUENÚN, poeta chileno


Si cada forastero se detiene
en la sombra del árbol sobre el agua,
yo me detengo en la lámpara de aceite,
en el pan mojado por la niebla
y en la alta ventana de la niña
que juega con su anillo en las alcobas.
Yo soy el hombre del bosque, el halconero
nocturno, embozado, cabizbajo
que olfatea al venado y a la luna
y se embriaga en los muelles de madera.
Veo el salto de los peces en las islas
que han nacido de los ahogados,
y es un fulgor de muerte que me alegra,
un cruel destello de oro en el silencio.
Los rapaces han comido de mi oreja,
de mis manos y de mi memoria;
hambrientos de sí mismos, ya no vuelan
si no sacian su apetito en mi carne.
Los boteros que ya pasan por el río
me cancelan el peaje entre las sombras:
sal marina, alcohol, tabaco de hojas,
mujeres de ordinaria contextura.
Aquí veo amanecer la luz del río
y a las aves que cantando se marchitan.
Aquí vengo a navegar por la locura
donde todos los demonios se reúnen.
Veo lejos la cara de mi padre
escuchando al sacerdote envuelto en pieles
y los libros donde escribe el polvo
el destino de los cuerpos luminosos.
Ebrio palpo el pelaje de tigrillos
que me acechan la sangre y la simiente,
animales que extraviados me padecen
y olisquean mi mirada en los reflejos.
Yo soy el hombre del monte, el pajarero
que desgarra con sus águilas el campo,
el que habla sólo con las uñas
y los picos de sus aves asesinas.


(Reducciones, Editorial del Aire, Temuco)

miércoles, febrero 09, 2011

Ventana Abierta [escrito por Christian González Díaz ]


¿Qué hacer? Caminamos, los que podemos hacerlo. Se arrastran otros. Vuelan los más afortunados. Más a la altura de nuestros ojos siempre se divisa una Ventana Abierta. Encontré primero lo que señala Cristián Gómez O. de The University of South Dakota, sobre la antología de estos veintiocho poetas de la generación que cruza los paralelos; se desfila por ellos desde los E.E.U.U. hasta el sur de la isla de Chiloé en el Chile contemporáneo, lejano y propositivo de lo realizado por las generaciones que siguen a esta, que nos presenta Julián Gutiérrez en Fin de Siglo, nueva poesía chilena de los 80. Gómez dice “que de acuerdo a lo que él mismo (Gutiérrez) señala en el prólogo, pertenecen a la generación del '87, aquella que tendría ciertas coincidencias no sólo etáreas (todos nacieron en la década del sesenta, salvo Isabel Gómez, 1959), sino también, tal como lo plantea el propio Gutiérrez, citando a su vez a Jesús Sepúlveda, una “cierta pertenencia a una visión de mundo, una sensibilidad, un lenguaje y una formación relativamente similares”. Luego leí el aporte que señala la poeta chilena de San Bernardo Anita Montrosis, que nos dice: “que toda antología sin duda es un aporte ineludible para la memoria de las letras. De Armando Roa a Víctor Hugo Díaz, de Isabel Gómez a Leo Lobos, el antologador une a 28 autores de la promoción Post-87, nacidos entre 1959 y 1967, que comienzan a publicar a partir de 1987. Este libro es una muestra poética situada en la posmodernidad”. Anita abarcó otro segmento que aparece en la antología, dando valor a las letras de presentación del libro que ahora navega entre mis horas.
Después de leer lo expuesto y comprender que, de todo, por más lejano que parezca en la retórica, podemos encontrar una ligazón que permita unir lo que en principio se dice no unido. Voy a comenzar por establecer que los comentarios que se vienen, responden a dos arbitrarias conclusiones que se han ido formando entre conversaciones, los paseos por el barrio Lastarria ahí donde se emplaza la sede de la Editorial Ventana Abierta en busca de este libro. La Editorial y el trabajo sistemático de Gutiérrez permite a los lectores, a los amigos interesados en las letras que emergen del Chile literario, formarnos desde este universo a la realidad que percibimos y situarnos en el escenario de los poetas que anteceden la generación a la que pertenezco. La primera conclusión responde a las críticas de Cristián Gómez y Anita Montrosis, que se refieren arbitrariamente, como la antología y en general las conclusiones que uno desarrolla en la vida, a los aspectos que logran encajar de manera cariñosa en el mundo adquirido por las horas de lectura, el recorrido y el encuentro con estos personajes que forman parte de la antología.

Ellos, han elegido mencionar a una parte de los poetas, por las razones que a cada uno le corresponden de acuerdo a su experiencia. Yo buscaré, y con ello aparece la segunda conclusión, mencionar la poesía de aquellos que han compartido conmigo el viaje, entregándome un portal al universo que ellos componen y dándome notas claras respecto a la búsqueda y la presencia. Señalo entonces que la razón de esta crítica, busca aumentar la invitación a la lectura de esta obra antológica, y en lo general, potenciar y espaciar de manera armónica la presencia de estos autores en la referencia que poseen las generaciones que siguen laborando en el legislar del universo.

Es así como comprendo, vivo y recuerdo. La voz del poeta transforma direccionalmente las sensaciones hacia un orden, orden en el cual “la Palabra” gobierna al pueblo, y es ella, y no el discurso quien interfiere en el pensamiento humano. Conversas en silencio. Algo fluye desde tus pupilas. Tal vez lo infinito de mi lenguaje. Así comienza el primer recuerdo del tripulante pasajero Francisco Véjar, (1967). Su poesía que es también la palabra, señala desde el comienzo de CAPÍTULO DE NOVELA, su pertenencia, su búsqueda, el conocimiento de un estado no real, el cual no podemos alcanzar para confirmarlo. Pertenezco también a esta ciudad, creo en la ficción que encarna, el sueño de alguien que no se reconoce y se busca incesantemente en los espejos… Pertenezco a esta ciudad, mas algo nos une y separa del abismo – de cuartos vacíos y sombras que se encuentran un instante en lo que está más allá de nosotros. Posee Francisco Véjar, un incalculable archivo de imágenes y experiencias que hacen de su poesía una estación permanente para los lectores que han de encontrarse con su obra. Los lugares son comunes para quienes se encuentran con sus letras, el metro, el autobús, el Austin-Mini, van situando un viaje que nos permite estar presente en su historia. La estación Leopoldo María Panero, nos hace presente el viaje, el poeta que se recuerda en su necesaria reflexión, en sus necesidades, en la cordura y la locura señalada por los espectadores y pasajeros. Aquí dejamos lata de cerveza, colillas que se acumulan en ceniceros, cenizas que se acumulan en cementerios.

Observamos el funcionamiento del camión de basura mientras el dipsómano vuelve urgente a la estación a beberse el crepúsculo Nevermore. Es tan bella la ruina, tan profunda que ni siquiera el tiempo nos puede destruir. Niebla en la calle Miguel de Cervantes, niebla en la estación Leopoldo María Panero. Disfruta Véjar del recorrido con sus personajes, les brinda homenaje a los que han de mantenerse distantes de los mercaderes de la inocencia, de la pobreza, de la hipocresía, de la falsa moral, común a todas las culturas tras el silencio de casi toda la humanidad. Mas del silencio rescata la posibilidad de platicar libremente con los vivos y con los muertos que ama.

Del mismo año, quien partió con “Piedras rodantes” en el mil novecientos ochenta y ocho. Malú Urriola (1967) denota en sus textos el placer que le provoca escribir. La realidad se hace lamentable pues estamos asistiendo, ante el silencio del mundo que no lee, a una masacre masiva, estamos siendo cómplices de la colonización del mercado, de la mundialización de los errores, y es la poesía que nace de la palabra de Malú Urriola la que coacciona para que esto se revierta y deje de ser el presente una película a la cual asistimos. Soy un sueño aberrante. Y por cargar este deforme destino he aprendido a desprenderme de las gentes como se desprenden las plumas de los pájaros, las palabras de las palabras y las hojas del viento. En el hablarse a sí misma como primera lectora denota su conciencia sobre lo infinito, su preocupación por los débiles y su mirada sobre lo trágico de su destino. Los gatos chicos a veces mueren apretados en el hocico de una perra y parece que juegan y mueven la colita pero se están muriendo. Hacen globitos con la sangre mientras la lengua arranca y el sol lúdico tironea su sombra. Vibrante participe de la ciudad y de sus recovecos. Malú nos entrega una fotografía certera de lo necesario y apunta deslices sobre lo que no debería preocuparnos. Cierro los ojos y me abandono al batir de sus alas, yo que no tengo, me conformo con escuchar el ruido del vuelo.

¿Escuchas? Son olas. Olas que se alzan para fundirse en un océano infinito, algunas se levantan como cabezas humanas en mitad del horizonte, si cierras los ojos puedes escuchar a una india cantar en mitad del desierto, y sin embargo la pasión bruta del alma enjuaga este aburguesado deseo de nombrar miserablemente hasta las cosas innombrables, el nombre del nombre, y amanece. Fui arrojada del infierno para adorar la belleza.

Punto aparte para referirme al poeta Sergio Rodríguez, (1963), que ha hecho de la pedagogía su campo de aprendizaje; las aulas, los recreos y las reuniones sus escenarios y experiencias. La manifestación de las letras de Rodríguez Saavedra urbaniza la imagen, haciéndola apta para todo público y a disposición de los transeúntes de ambas veredas. El poeta Raúl Zurita, Premio Nacional de Literatura escribió refiriéndose al libro Tractatus y mariposa, sobre la literatura de Sergio Rodriguez Saavedra: “Sencillamente magistral…,renueva la tradición del poema entendido como historia, como crónica, como testimonio, señalando un nuevo rumbo y una nueva mirada”. Decisión, cojo el lápiz como una abeja extraviada de la flor y me pregunto si el aguijón será de tinta o veneno. Sabe bien de ciudad y expresión artística, sabe de espacios y de necesidad, recorre la historia por las calles y pasajes, deja las avenidas para quienes disfruten del ruido, el smog y las multitudes. Reconoce cercana a su piel la indiferencia y restriega sobre su cuerpo la historia para desprenderse. Escribo memoria en este embarcadero cuando sus redes traen más frío del que podemos recordar. Queda solo el tejido de las barcas, el grito de Ulises llamando en vano a este perro ahogado en otro siglo. Rostros que hace tiempo parecen condición del pasado observan sospechando que trafique el vino amargo de los naufragios. De alto sentido y cadencia, Rodríguez Saavedra se muestra ante el espectador de sus letras en calma, desprendido de toda molesta interferencia al sentido, a la razón. Dejándonos conocer sus expectativas, entregándonos silencio en el minuto adecuado para permitirnos viajar con él en su conmovedor transito. Y PREGUNTAS QUIÉN SOY, el mismo que se desviste y descalza cada noche para amarte, que anuncia su llegada con el correo perdido, ese que tiene muchas cicatrices en el cuerpo y algo de sangre en el alma, que enseña a leer y escribir con mensajes de agua, el que solo aprende los rostros que quiere, guardándose los odios para otro día, que gusta del futbol y los libros, la mesa servida para los ausentes, que no te habla mucho porque siempre, quiere escuchar como rompes el silencio, un hombre formal, yo, Rodríguez Saavedra, Sergio.

Mirarse en el espejo y no ver por detrás, presentir que afuera anda libre un túnel que se tragó esta historia. La vieja pared de los conjuros, el tiempo olvidado en la caverna, al revés de esta imagen, como un hueco entre dos sitios. Sergio Ojeda Barías, 1965. Conoce el frío de Puerto Natales. Yo conozco de sus letras “Pedazo de mundo” que aparece en el fin y en el principio, como su primer libro. El valle agradece su nombre propio, no vaya a ser que después le cierren los candados del paraíso y todo sea una mariposa de neblina. Su brillante colaboración en revistas literarias ha sido quizás resultado del encuentro en sus años mozos, entre otros que no recuerdo o aún no conozco, con los poetas Mario García, Sergio Rodríguez, Leo Lobos a principios de los años ’80 en la facultad de humanidades de la Universidad de la Serena. Desde ese centro de estudios de filosofía y educación, Sergio Ojeda nos baña de su poesía, de rock, de su descontento y nos muestra un sinfín de iconos imposibles de confundir. De madrugada las palabras van mordiendo café, se aferran al mundo, son cristales que vuelven al líquido. La historia del hombre trae restos de verdad y llenamos la copa de recuerdo en desuso… En un acto de fe construimos diálogos acerca de todas las cosas y jamás dejamos traer la noche a nuestro dormitorio. Que sería del poeta si no luchara contra el entorno mezquino que lo rodea, que sería de él, si dejase la noche muda de lamentos, sin la música, sin las copas, sin el brillo de la botella vacía. Y más aún, como equilibrar ese mismo grito con el deseo mudo de las noches y en ese equilibrio acarrear multitudes, pedazos de vida que se apegan al cuerpo como una maldición. Sabemos que no existe nada peor que la indiferencia, retomamos una y otra vez las imágenes, las noticias, los colegas que llegan al cuarto piso ahí en la calle Amunátegui en el centro de Santiago de este Chile que acompaña. Sabemos por las letras de Ojeda que la ciudad no duerme, siempre está despierta esperando los oídos, los ojos y el palpitar de nuevos corazones.

Destapo el abismo bajo la cama, la frialdad entra buscando refugio. Cecilia Palma, (1962). Viaja por la ciudad con documentos, llega a sus lugares y deja su protección sobre la mesa para decirnos que tiene movilidad propia. Sabe de carretas y de la textura del cemento, escribe la tristeza de esta ciudad para propiciar nuestra conciencia. En una esquina deslumbrando a la muerte, observa las figuras que como sombras pasean por calles padeciendo de vida, vida fortuita y cansada, congelada en algún juego de la niñez. Enfrentada al miedo, escapa de los pisotones y de las circunstancias, para abrir un canal de comunicación y una estancia para sus letras. Calla dictador de la mordaza fecundo hacedor de censura, escapo de las paredes a buscar las últimas estrellas que no se rinden al sol, salgo a recuperar la pupila suspendida en el aire, a mi risa perdida en una esquina cualquiera. En su recorrido habla a las gentes, a los que ha conocido y ya partieron, a los que quisiera que estuvieran ahí, junto a ella, junto al manto blanco de la noche. Vendrás este invierno, lo sé, vendrás al final de la noche al acecho, tu obsesión de esa escritura, en esa imperfecta intención mencionada a la hora del té, persistirá, arrancará soberbios recuerdos en la clausura. Su preocupación por la historia, por los personajes que han sido importantes en su vida, clama con fluidez en sus versos, en su prosa, en su investigación, no dejando tiempo para que se apresure la noche. La pérdida es un abismo sobre la conciencia, un girasol que se deja vencer en invierno y la muerta un insondable al acecho de su propia fuga. El hombre sepulta sus escritos a la espera de su última noche.

A pesar de que es fácil encontrar referencias poéticas de Leo Lobos, (1966). me permito dedicarle este párrafo a mi amigo, un artista integral que viaja en la misión de reintegrar a las artes, en un nuevo lenguaje, en una nueva técnica. Constructor de lápiz de tinta, de carbón, de sueños; de pinceles de oleo, acrílico y de sangre; de acordes en mi mayor, en sol y en la. Su presencia no es extraña en esta Antología, tampoco en otras, Leo Lobos no es un extraño para el mundo, sus versos nacen en varias lenguas y su pluma hace los versos de otros en nuestra lengua, para comprender un poco más, para viajar. …mis dedos escriben en el aire hoja tras hoja en el árbol de mi vida, mis dedos escriben un sin nombre en el aire de estos días. Sus letras acampan a la orilla del camino, atentas a los paseantes que se deslizan por la arena y se quedan allí. el automóvil está poseído por la fuerza de los animales que le habitan como un carruaje tirado por caballos, sobre piedras húmedas de un pasado verano, Río de Janeiro aparece de repente como la secreta forma que el atlántico deja ver desde sus colinas de azúcar. Conocedor de la necesidad del nuevo hacer, inventa tiempos para los encuentros, para los resultados. Leo Lobos construye puentes que cruzan los océanos, invierten la tierra, invita a participar de la ronda indispensable. Un idioma a la vez fascinante, a la vez misterioso y conocido, oír e ir en su música, en sus luces y propias y universales sombras, fotografiar, por tan sólo un segundo, fotografiar con su mirada los perfiles de ser posible, flotar dentro de la sala como un pájaro en la tormenta. Referente de las nuevas generaciones por su interés en integrar a los artistas con las artes, a los amigos con los más amigos, a la historia con la verdadera historia para cultivar nuevos sueños y presentarlos en el escenario de la ciudad, de esta ciudad y el resto de las ciudades. Leo Lobos es un acuñador de esfuerzos, de anhelos e inquietudes sobre el futuro de las galaxias. Las palabras son puertas que abren y cierran sus alas, las palabras son múltiples y contradictorias y poseen el ritmo del trote de un caballo en el pastizal. Sonido perpetuo, interminable llamado al infinito que resiste ante la indolencia de una sociedad injusta y se instala pues no dan lo mismo los futuros. Un día viene después de otro día, y para mí, un día nunca es un día cualquiera, son estas las responsabilidades de ser en un paisaje desierto de humanidad.

Antes de terminar esta reseña deseo insinuar a una parte de mi pueblo, la lucha incansable de los tiempos ancestrales, pues está presente en la poesía de Jaime Huenún, (1966). Un baluarte de los tiempos y los espacios más desconocidos, más enriquecidos por la historia y a la vez más abandonados por el mercado y los caprichos. La poesía es lo que escribo, el agua sobre el agua, me dije contemplando el rocío de las hojas. Huenún nos entrega las ceremonias del amor, el fogón encendido, los pasos del purrún, y toda esa desconocida que se hace conocida con sus letras. Como sombras de lluvia hemos pasado por la amarga tierra de los brujos. La luna se enlutó sobre la nieve como sangre de Dios en las alturas. Y nosotros veneramos las alturas, es por eso que subimos a este monte. Cierra su hermano la serie e inicia el despertar de un nuevo espacio, al que están invitados todos ustedes, los lectores de este tiempo. He tenido la oportunidad de conocer a Jaime, he escuchado su protesta contra la barbarie de los gobernantes y sus fuerzas, hemos bebido café frente a la cordillera y hemos vaciado copas en compañía de otros amigos, gracias a la invitación del músico de Killa Antay, Patricio Pizarro que ha dado acordes a sus letras, las ha transformado en una nueva expresión de arte, un disco de poesía musicalizada e interpretada desde la plástica. Allí se encuentran los poetas José María Memet, Sergio Rodríguez Saavedra, Cecilia Palma, Leo Lobos, Jaime Huenún y quien escribe, haciendo al ritmo de este siglo, con la experiencia, sabiduría y tecnología de estos días.

Todas y cada una de las letras vienen marchando para decirnos algo, todas provienen de una misma tierra aunque de lejanas galaxias del inconsciente consciente, contienen su sonido curioso de oídos que las escuchen, me quedo corto y creo también asumiendo el riesgo, que he dejado arbitrariamente fuera a otros con lo que me encontrado, no por astucia ni envidia, sino por el deseo de descubrimiento que viaja en este texto, que pretende dejar abierto el puente que entremezcle a los lectores con el cuerpo total de la visión de Julián Gutiérrez y está Ventana Abierta Editorial que contribuye al mismo fin, que se transforma en principio.


Christian González Díaz. Poeta, narrador y activista.
Más información del autor en: http://christan.gonzalez.googlepages.com/home

martes, enero 11, 2011

Rafael Courtoisie


Diario La República, Montevideo 9/1/2011

LOS MAS CRUCIALES DILEMAS
por Hugo Acevedo

Rafael Courtoisie es una de las plumas referentes de la literatura uruguaya contemporánea, que ha transitado, con singular éxito, virtualmente todos los géneros literarios.

A su sabiduría narrativa el autor compatriota suma su reconocida sensibilidad poética y una fina intuición para reflexionar sobre los temas más cruciales de nuestro tiempo.

Su obra "Santo remedio" fue elegida, en 2006, por algunas editoriales españolas y la Fundación Lara, como una de las seis mejores novelas publicadas en español.

La producción narrativa del autor incluye títulos tan emblemáticos como "Cadáveres exquisitos" (Premio de la Crítica), "Vida de Perro" (Premio Nacional de Narrativa del Ministerio de Educación y Cultura), "Tajos" y "Caras extrañas".

El autor también ha descollado en poesía: "Contrabando de Auroras" (1977), "Tiro de Gracia" (1981), "Orden de Cosas" (1986), "Cambio de Estado" (1990), "Las jaulas de la paciencia" (1995), "Estado sólido" (1996), "Umbría" (1999), "Instrucciones para leer ceniza" (1994) y "Palabras de la noche" (2006), entre otros títulos.

Courtoisie, que ha cosechado premios y reconocimientos internacionales, es un creador inteligente y versátil, que seduce por su erudito manejo del lenguaje, su originalidad, su osadía y su inteligente utilización de la ironía.

Su escritura suele abundar en metáforas, que respaldan una construcción estética caracterizada por la sutileza y por la intuición propia de un avezado creador.

En su extensa carrera literaria, Rafael Courtoisie ha corroborado su intrínseca cualidad de atento retratista de la condición humana, mediante una literatura perceptiva y profundamente reflexiva.

En "Tiranos temblad", el polifacético escritor construye una obra sólida, profunda y consistente, que discurre entre la meditación de naturaleza filosófica y un análisis de las más inquietantes incertidumbres contemporáneas.

El trabajo reúne un extenso tramo de la producción más reciente del autor correspondiente al período 2004-2010, que confirma, una vez más, una madurez creativa en permanente evolución hacia niveles de real excelencia.

El libro, escrito en estructura poética y de prosa poética, impacta por la acerada calidad literaria, la diversidad temática y la profundidad de sus planteos.

El texto inicial es el inédito "Tiranos temblad", que reflexiona sobre la naturaleza misma de la violencia y el autoritarismo, ambos fenómenos intrínsecos a la condición humana.

De algún modo, esta primera aproximación a las tribulaciones del autor anticipa el ulterior desarrollo de una obra caudalosa y contundente, que impacta, remueve e interpela.

Rafael Courtoisie teje pacientemente la compleja trama de su creación literaria, que es fácilmente extrapolable a nuestra peripecia de seres sentipensantes, siempre poblada de apoteósicos triunfos y desoladoras derrotas.

La escritura del poeta y narrador está impregnada de metáforas y simbolismos, en un discurrir que no teme desafiar a las convenciones, los dogmas y las verdades absolutas.

En sus permanentes alusiones a la naturaleza, que es el hábitat natural del ser humano, el autor toma al caracol como una suerte de paradigma de la paciencia y de la perdurabilidad, aunque no soslaya su cualidad de predador.

"Tiranos temblad" interpela y nos interpela, en torno a los más cruciales dilemas de la sociedad contemporánea, sus intolerables frivolidades, sus agudas disfuncionalidades y hasta sus dramáticas contradicciones.

En un tiempo histórico de ausencia de debate y discursos habitualmente vacíos, Rafael Courtoisie confirma su cualidad de fino y acendrado creador e intelectual de fuste.

(Edición Ministerio de RREE)

domingo, junio 27, 2010

La única película que no hemos visto CECILIA PALMA POETA

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