2019 ha sido un año raruno.
ha habido cosas fantásticas y algunas no tan buenas:
demandé el plagio de una traducción mía.
decidí dejar mi blog profesional porque me causaba cierto estrés.
me he planteado dejar las redes.
me agobié y pasé malos ratos.
pero también:
viajé a las Azores y volví a enamorarme de una isla.
heredé un montón de ropa maravillosa.
visité Berlín.
vidas de mercurio casi ha cumplido la década.
he organizado un «perdidos en un buen libro» navideño.
despediré el año en Londres.
me dejé crecer el pelo, seguí cocinando poco, decidí que la familia adoptada es la que hace que la vida merezca la pena y no cumplí, me temo, ningún propósito.
el resumen es, en realidad, bastante decente.
y, bueno, 2020, a ver si vienes cargado de cosas locas y estupendas.
por supuesto y pese a lo mala que soy cumpliéndolos, volveré a hacer propósitos: este año quiero reír mucho y a gusto, vestir como una francesa (no creo que deje de tener este propósito jamás), seguir leyendo mucho y buenos libros (¿será la lista de Bowie por fin o los mejores del siglo XXI hasta ahora?), conseguir hacer sopa los domingos por la noche, besar más, escribir en serio y volver definitivamente al yoga.
{y, por supuesto, empezaré el año con una mudanza y pasando la primera mitad en Viena}.
¿y los vuestros? ¿me los contáis?
en cualquier caso, os deseo un 2020 hojaldrado, dulce y bien calórico.
y espero que sigáis acompañándome aunque pase poco por aquí.
xo, itziar