Mostrando entradas con la etiqueta Vida en Escocia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Vida en Escocia. Mostrar todas las entradas

11 mayo 2021

Estais todos locos y ya encontré el cable.

¿Cuanto tiempo ha pasado? Debió de ser una buena siesta. Lo último que recuerdo que se cayó el ordenador y no volvió a funcionar sin el cable. El cable iba justito y acababa en un enchufe escondido en una esquina polvorienta. Para escribir con el portátil tenía que moverme menos que la cadera de Echenique. Y así, de un porrazo, se me acabó la vocación bloguera. Bueno, también porque en las Highlands somos cuatro gatos y no me apetecía perder el anonimato.

Pero a veces, a minúsculos males, enormes remedios. Cambié de casa y ahora el enchufe está más cerca. La nueva peste hace que el motivo por el que empecé (no olvidar mi lengua) vuelve a existir. Para colmo de bienes, entre Netflix, Facebook, Twitter e Instagram, por aquí no queda nadie. Nunca me encontraréis. 

El caso es que me voy un rato y se va Trump, se va Pablo Iglesias, Bill Gates se divorcia y Miguel Bosé está muy ido. Solo queda la Reina de Inglaterra. Los talibanes ya no son los malos, ahora son los chinos, que es peor, porque son más. Debe de ser este mundo de liquidación por cierre que nos hemos hecho más conformistas. Antes la gente hacía maratones, ahora se bajan la aplicación para contar pasos. Gracias a la fulminante revolucion tecnosanitaria, cada vez más gente abandona la triste existencia de casa-coche-trabajo-coche-casa por la triste existencia de salón-cocina-retrete-salón-cama.

Me voy a dormir, a ver qué queda en pie cuando me despierte.

29 julio 2018

Cuando calienta el sol

He hablado varias veces (cuando hablaba) de la primera nevada del invierno en Escocia. Nunca hasta ahora de lo que pasa con una ola de calor, más que nada, porque no habíamos tenido una de verdad.

Llevamos un par de meses de sol y calor inauditos. Playas llenas (al menos veinte personas). Lugareños color salmón. Inflación de 20 peniques por bola de helado en la heladería local. Un olor a crema solar que debió llegar hasta los satélites Galileo. Después, un par de semanas de nubosa normalidad. Pero el Jueves, a traición, el norte británico volvió al calor. Sudan hasta las moscas y yo, absorta en la acaparación de latas para la apocalipsis post-Brexit, sobrevivo el trabajo sin reservas de café helado. En las esquinas, algunos colegas vuelven a cuchichear sueños de invasión del congelador de Quimioterapia.

Al fondo a la izquierda está la marabunta.
Llega la noche (bueno, la hora de la cena, que si espero a que el sol baje nos da la madrugada). Un ruido seco anuncia la muerte súbita por achicharramiento del transformador de electricidad local. Se fundieron los plomos, de verdad. Kitboy y yo salimos al jardín y lo que vemos es al contingente de vecinos mayores saliendo a sus jardines a ver que pasa. Uno de ellos nos cuenta la historia de los apagones en el barrio en los últimos treinta años. Es majo, pero en ese momento extraño mucho Internet. Después, una vez decidida la táctica de acoso a la compañía de la luz, nos dispersamos.

Kitboy había llamado al servicio técnico nada mas oír el ruido del transformador. Le dijeron que enviarían a alguien pronto y que, una vez llegado el electricista, la reparación tardaría unas dos horas. Me pareció mucho tiempo para darle a una palanca pero, una vez llegado el coche, entendí la razón. Antes de empezar a trabajar, el hombre tiene que dar y recibir parte a media docena de jubilados. El tiempo que duró el apagón salimos a la calle, paseamos, hablamos, cogimos libros de papel para leer... fue como la infancia que relatan los vídeos de pedagogos del BBVA, pero sin aprender nada. Una cosa que me resultó extraña es que fuimos los únicos vecinos no jubilados en salir a la calle andando. El resto de nuestra generación o más jóvenes lo hizo en coche, aún no entiendo por qué.

El viernes siguió la tónica climatológica. Encontré en el armario un vestido de algodón de los que me pongo en verano en España y me convertí en "influencer", aunque sin regalos. Después de más de un año, por fin se materializó el fulano que arregla aires acondicionados. Los gemidos de placer que generó su visita son demasiado explícitos para describir en un blog para todos los públicos. No soy capaz de salir del edificio para comer y en la cantina me encuentro el panfleto que me indica que, a lo mejor, se acerca el fin del mundo:


Hoy todo es recuerdo. Justo cuando llegaba la luna roja se apuntaron varios nubarrones a la fiesta y de ahí, todo cuesta abajo. Pero aún queda el recuerdo del día en que las Tierras Altas de Escocia llegaron a los 27℃.

08 febrero 2018

Empiezan los Juegos de Invierno

Nunca me ha interesado el deporte de competición. La última vez que participé en un evento deportivo fue de traductora y la última vez que vi uno debió de ser Barcelona 92. Hoy espero impaciente al principio de los Juegos Olímpicos de Invierno. La culpa es mía, por haber parido, y de Javier Fernández.

Con cinco años llevé a Jueves a patinar sobre hielo por primera vez. No me soltó la mano, no dejó el bordillo, las pasó canutas. Pero nunca la vi tan triste como cuando se tuvo que sacar los patines. La siguiente vez aprendí y fuimos en el horario del club de patinaje artístico. Nos apuntamos juntas a las clases. Con el tiempo, la pista le ha dado seguridad, amistades y una medalla de oro.

Las competiciones deportivas se viven de una forma bastante irritante en estas tierras. Mientras que España es un país que se regodea en sus derrotas y miserias, el Reino Unido (y muy en especial, Inglaterra) mira al pasado y sólo ve victorias. Siempre es un ultraje cuando la selección inglesa pierde un mundial (y otro, y otro) de fútbol. Así, no aspiran a ninguna medalla en patinaje, pero hasta los medios más "neutrales" se llenan la boca con las que ganaron la pareja de Torvill y Dean hace más de veinte años, mientras animan a los medianamente decentes Coomes y Buckland. Aunque Javier Fernández quedó cuarto en las últimas olimpiadas, al hacerlo en una disciplina en la que los británicos no tienen nada que rascar (individual masculino), no existe.


Fernández con la rutina preferida de Jueves, por ser "técnicamente difícil, pero también divertida".

Pero Javier no es un atleta cualquiera y mi hija lo puede entender. La pista a la que va Jueves se reparte entre sesiones para los tres equipos de curling, tres de hockey, cuatro de patinaje sincronizado y las de patinaje artístico (junior y senior), así como las sesiones abiertas al público. El hielo se acondiciona de forma diferente para cada disciplina y eso cuesta tiempo y dinero. Por todo lo anterior, a Jueves sólo le quedan dos horas semanales para practicar. Además, el día en que tenga que pasarse a los patines profesionales tendremos que ir a la tienda especializada más cercana, que está a dos horas en coche sólo ida. Fernández empezó en una de las apenas ocho comunidades autónomas con pistas de hielo permanents (Madrid, cinco, la mitad que en Escocia con dos millones de habitants menos). Aunque ahora entrene en Canada, compartir podio con canadienses, rusos o japoneses con tan pocos medios (a saber cómo consiguió el tiempo de entrenamiento, los patines, los trajes, etc) demuestra un talento y un tesón descomunales.

En resumen. Estos Juegos Olímpicos no son sólo la oportunidad de estimular a mi hija viendo a los mejores en su deporte favorito, es una lección de cómo el tesón nos puede llevar a alcanzar lo imposible y de cómo la humildad o el orgullo de un país (o persona) no siempre se corresponde con su auténtica valía.


Este equipo no es especialmente conocido, ni practica una disciplina olímpica, pero son algunos de nuestros héroes locales.

08 junio 2017

Elecciones Generales en el Reino Unido

Si Tusk comparaba la política isleña con una película de Hitchcock, las elecciones me parecen como ver la carrera entre liebre y tortuga sin saber el final. Hoy, como no hay jornada de reflexión en el Reino Hundido, voy a hacer un resumen de mis notas sobre los principales partidos y sus manifiestos.

Partido Conservador
Imagen general
El Partido Conservador es Theresa May y acólitos. May es, para la mayoría de escoceses, londinenses y población internacional lo mismo que para el resto de Europa: Racista, autoritaria, volátil, falsa... Trump con tacones. Para la Inglaterra profunda es una líder fuerte, de ideas claras y una verdadera patriota, osea... Trump con tacones. Abandera la ruptura completa con la UE, que será ampliamente compensada con tratados con países de la Commonwealth, EEUU, Arabia Saudí y China. Privatización gradual de Sanidad y servicios sociales para que la clase media no pague por la pereza de las bajas y que la alta no pague por nada. Mano dura y desprecio hacia los opositores de la unidad territorial. Discurso simple, belicoso y triunfalista.

Programa electoral
Intento ser objetiva, pero no puedo. Es nauseabundo. Hasta la estructura del panfleto recuerda a un texto religioso. Patrioterismo rimbombante que da por supuesto una realidad totalmente falsa para justificar la venta del país pieza por pieza.

Partido Laborista
Imagen general
De nuevo, se compone de un solo hombre. Jeremy Corbyn tiene pinta de profesor jubilado y es más rojo que las amapolas. Su cercanía, sencillez e inusual izquierdismo en un país de naturaleza conservadora y belicosa la ha valido los epítetos de utópico y payaso, incluso desde su partido. Además ha sido duramente criticado por no oponerse al Brexit y ser ambiguo en el asunto escocés. Sin embargo, la marea está cambiando. Corbyn es la salida de quienes están hartos de divisiones. Los conservadores quieren romper con Europa, los Liberal Demócratas deshacer lo andado, Corbyn sugiere una vía intermedia -el Brexit blando- que, si no convencer del todo a nadie, al menos no aliena. De la misma forma, su federalismo alivia la tensión del debate escocés.

Programa electoral
Largo, muy largo. Ha sido descrito entre una lista de deseos irrealizables y una copia del del partido nacionalista escocés. Yo lo dividiría entre sugerencias de medidas aplicadas ya en Escocia, leyes calcadas de otros países europeos y medidas que ya existen en el Reino Unido. Me ha parecido de lo mejor que he visto (y tengo práctica, leo los españoles). A pesar de la reputación "radical" del líder, la mayoría de las medidas vienen de la mejor tradición socialdemócrata europea. En general, ha sido una grata sorpresa.

Liberal Demócratas
Imagen general
El líder, Tim Farron, es un evangelista vegetariano padre de cuatro hijos, muy sonriente y con los ojos saltones de un beato pasado de avemarías. Los LibDem son el último reducto de los "remoaners", o aquellos que se resisten a aceptar la ruptura con Europa. La campaña gira en torno a conseguir un referéndum ratificatorio cuando finalicen las negociaciones con la UE, de modo que sea posible volver a ella.

Programa electoral
Como europea, quería que me gustase. Está bien escrito y estructurado, con párrafos diferenciados e inglés sencillo que permiten ver que, además de querer un referéndum al final de las negociaciones del Brexit, no tienen planes concretos sobre nada más. Es el que más se parece a los españoles en forma y -falta de- fondo.

Partido Nacionalista Escocés
Imagen general
Fuera de Escocia, unos rompepatrias encabezados por una bruja embaucadora. En Escocia, el SNP es el partido que protege de los recortes en Sanidad y servicios públicos de los conservadores de Westminster mientras respeta la identidad europeista de la mayoría. Sturgeon es la madre de ademanes tranquilos que siempre sabe qué hacer. Acusan desgaste, pero nadie les hace sombra.

Programa electoral
El más corto (la mitad que los demás) y el más embrollado. Un revuelto de planes para el futuro, acciones del pasado, historias personales de parlamentarios y... vuelta a empezar porque, además, es repetitivo.


Pero poco importa todo esto. Temo que, igual que los votantes americanos no vieron la diferencia entre Trump y Clinton, en las distancias cortas los ingleses tampoco distinguen a May de Corbyn. La suerte está echada. En unas horas, sabremos la magnitud del desastre.

31 marzo 2017

Pero el Brexit a ti no te afecta

Ahora que Theresa May ha hecho oficial que no sólo los japoneses pueden ser kamikazes, toca descargar frustraciones.

En Glasgow
En los últimos meses, una de las frases que más me ha irritado ha sido la que da título a este artículo. La primera vez que perdí la paciencia contesté "No tanto como a ti cuando necesites un anestesista". La última fue ayer, con un persona mucho más amable a la que expliqué la situación algo mejor.

La impresión general en este país es que, si eres británico o trabajas aquí desde hace mucho, todo será "business as usual". Un poco más pobres, si acaso, pero nada más. A alguien como yo, con familia y un trabajo, la dejarán quedarse. Además, si llevo décadas en este país será porque estoy a gusto en él. Lo dicho, circulen, que aquí no hay nada que ver.

Estas afirmaciones son insultantes.

Para empezar, decir que a los europeos se nos "permitirá" quedarnos ya es de por sí ofensivo. Somos cientos de miles los que llevamos años cotizando, trabajando en trabajos que los nativos no quieren. No se nos tiene que "permitir" nada. Quienes está haciendo el favor somos nosotros.

Como tantos, me he quedado en el Reino Unido porque estaba a gusto, cierto, pero eso era gracias a una posición económica relajada, unas condiciones laborales buenas y una actitud de la sociedad abierta. Esto está en peligro.

En los próximos días espero ver un ligero remonte de la Libra, seguido por un despeñe inexorable hasta que los chinos vengan de compras. Esto afectará al punto número uno, la posición económica. Pero no sólo la mía. Demasiados médicos, enfermeros, farmacéuticos y radiógrafos que estaban aquí con contratos temporales o recién llegados se han ido o están a punto, a sabiendas de que su plan de ahorrar para luego volver no se materializará. Hace unos días descubrí que un colega con contrato fijo y salario de seis cifras no conseguido una hipoteca porque acaba de llegar de un país comunitario. Si se va, no será reemplazado, porque el saldo migratorio ya es negativo. Los médicos extranjeros superan el 50% en algunas plantillas y en los sitios en los que he trabajado los físicos de fuera somos 30-40%. Sin repuestos y sin un Amancio que nos eche un cable, sólo queda echar más horas de trabajo. Punto número dos -condiciones laborales buenas- al garete.

Guerra mediática: May firma la activación del Art.50 y Sturgeon pidiendo el referendum de independencia.
Queda la sociedad, un ente abstracto, cambiante, difícil de definir. Por un lado está el país del "Make Britain Great Again". El que ha llevado el balconing a las urnas. El de las clases medias con ínfulas de aristocracia aria y las clases bajas resentidas. La que cree en la BBC, The Times y The Sun. El de Theresa May. Por otro, el país de mil sangres que se siente europeo primero, británico después. Que no creen en la justicia del sistema de clases. La de los que leen The Guardian, NYT, El País, Le Monde... y no se tragan ninguno entero. La de quienes sienten vergüenza de un gobierno que llama "democracia" a traicionar el Acuerdo del Viernes Santo norirlandés, los compromisos del referéndum escocés y la voluntad de cuatro de cada cinco gibraltareños. La de Nicola Sturgeon.

No sé qué ocurrirá. Me siento como un preso que sabe que su vida depende del carcelero, pero paladea cada derrota que éste recibe a manos de los aliados. Si la tierra en la que vivo no gana la lucha contra el aislacionismo, si mi hija no puede crecer con los mismos derechos que yo, tendremos que hacer lo primero que aprende un expatriado a hacer: la maleta. Por otro lado, si Escocia se levanta, en lo que pueda, estaré con ellos. Aunque sea con una hipoteca al 15%. Porque mi familia, como tantos millones, no es británica, escocesa o española, es europea. Y a mucha honra.

23 marzo 2017

Sintiendo las Tieras Altas

Una tierra no son solo su economía, su sociedad o su arquitectura. Es olores, sonidos, sabores, sensaciones. En el poco tiempo que llevo en las Tierras Altas de Escocia, he aprendido algunas de sus idiosincrasias.

Si tuviese que definir Glasgow, diría que es una ciudad abierta, obrera, cosmopolita, socialdemócrata, luchadora y, según qué zonas, independentista (sé que el último adjetivo en España parece contradecir los anteriores, pero recordemos que aquí la alternativa al independentismo es el aislacionismo xenófobo de Theresa May). Las Highlands aún se me escapan. En el trabajo no hay población autóctona. En el colegio de la niña los de fuera somos raros. En mi entorno, tengo la sensación de que la gran mayoría de las mujeres viven entregadas a la maternidad y las labores domésticas, pero una amiga ama de casa me dice que, calles más abajo, una mañana de semana no hay nadie por las aceras. Tampoco sabría decir cual es la ideología dominante, aunque tengo la sensación de haber sido mejor arropada tras la resaca del Brexit que mis amigos de Glasgow.

Así pues, mi nuevo hogar es aún un cúmulo de pequeñas cosas y sensaciones abstractas.

El cambio de las estaciones es brutal. La noche más larga del año empieza a las tres y media de la tarde. Seis meses después, el ocaso es pasadas las once. La primavera es una carrera vertiginosa hacia la luz. El otoño, un descenso hacia la oscuridad. El verano son cenas de barbacoa, granjas de fresas, frambuesas, arándanos y paseos por costa o montaña hasta bien entrada la noche. El invierno los perros pasean por el parque con collares luminosos, salen los esquiadores y aparecen los "aurora catchers", o cazadores de auroras boreales, armados de compases, apps, trípodes y la última tecnología en prendas de abrigo. Cada día es distinto del anterior, cada estación, un espectacular y brusco cambio.

Para seguir este clima cambiante, no se sigue el parte meteorológico de la BBC, sino a Windy Wilson. Wilson es un tipo corriente con un trabajo y una familia normales que vive en Perthshire. No tiene ningún título relacionado con la meteorología pero, gracias a su entusiasmo en la materia y las redes sociales, se ha convertido en una celebridad y la mejor fuente de información si quieres saber qué tiempo hará mañana en las Highlands. Como dicen sus seguidores, aquí arriba, "In Windy We Trust".

Una vez Windy decide si es tiempo de guiso o ensalada, hay que llenar la despensa. Eso se hace contando con dos nombres: Harry Gows y Fishbox.

Harry Gows es una pequeña cadena de panaderías. Nada más llegar fui instruida en las cualidades "orgásmicas" de sus napolitanas de manzana y los secretos de hacer un picnic para una familia de seis personas por menos de diez libras con sus bocadillos y pasteles de carne. Para mi significa extrañas pero irresistibles tartaletas de queso sin queso y pasteles con el mejor chocolate negro de una panadería industrial. Porque esa es otra. Harry Gows es la cadena más extendida, pero para rozar el cielo se va a Cromatry Bakery - del mismo pueblo que las mejores pizzas del país-.

Fishbox es un negocio donde la pesca tradicional se mezcla con investigación puntera. El cliente entra en su web, dice con qué frecuencia quiere recibir pescado, qué día de la semana lo quiere y para cuanta gente. Luego clasifica una lista de más de treinta pescados, mariscos y algún alga según le guste mucho, poco o nada. La información se archiva en una base de datos creada por investigadores de la Universidad de Aberdeen. El día marcado, Fishbox va a la lonja y, con ayuda del sistema informático, diseña un envío según la oferta que en precio y preferencias se ajuste más al cliente. Se prepara la mercancía y, en menos de dos horas, una caja sorpresa está lista para llevarla a la puerta de casa. Si hay excedentes en la lonja, envían un correo a los clientes por si quieren pedir algo a mayores.

Para fruta, verdura y huevos están las granjas locales, que venden tanto en mercados callejeros como en sus propias puertas. Para experiencias más espirituosas hay incontables destilerías de whisky, ginebra y cerveza. Digo incontables porque cada pocos meses oigo de una nueva.
Test de agudeza visual: en esta foto se me han escapado dos seres humanos, encuéntralos.
Una vez atendidos los sentidos de vista, olfato y gusto, queda el oído. La banda sonora de las Highlands es MFR, o Moray Firth Radio. Una de las cosas que me envidiaron cuando dejé España fue la música. Había la impresión idealizada de que aquí la radio sería como la patria pero sin Bisbales, Pitbulls o Pantojas. Nada de "suavesitos", ya tú sabes. La realidad es que los "canis" o "jichos" aquí son "chavs" o "neds" y también escuchan politonos de tres minutos. Ante esto quedan dos opciones: tirarse de cabeza a Internet o poner la radio del coche en MFR. MFR se especializa en música que alegra el día. No importa de qué década, género o autor, si es fácil de escuchar, ahí está. En un día normal se pueden encadenar en el mismo viaje Johny Cash, Adele, Brian Adams, Justin Biever y Queen. Poca publicidad, alguna noticia y el resto es tiempo para relajarse canturreando estilo ducha.

En fin, disfruten del inminente fin de semana. Windy dice que hará sol.

01 enero 2017

Navidad en las Highlands

Ya sé, llego tarde para hablar de esto. Pero es que la Navidad y el Año Nuevo en las Highlands son intensos.

Las tradiciones son las mismas que en el resto de Escocia. Los días festivos son 25 y 26 de Diciembre y 1 y 2 de Enero. Cena con pavo en Navidad, sobras al día siguiente y lo que pida el cuerpo en Año Nuevo. Seguimos con la incomprensible costumbre de salir a la calle en la época de peor clima del año para hacer fuegos artificiales fiesta en la calle la noche de año viejo que se prolongan hasta el día 2.


La diferencia está en detalles. Tenemos minúsculas cabalgatas de navidad el día que se encienden las luces en las calles, lo que permite ver a Papá Noel gratis. Es costumbre que bajen los renos de la reserva de Cairngorm para ayudar con el trineo. Estos renos pasarán el resto de Noviembre y Diciembre saludando a niños en diversos puntos de Escocia, pero son mucho más fáciles de ver en las Highlands.

Una o dos semanas antes de Navidad llega el Winter Wonderland. Es lo que se ve en las imágenes. Un parque bañado en luces de colores, con atracciones de feria, Papá Noel sacándose fotos con transeúntes (de nuevo gratis) y pequeñas fogatas encapsuladas para calentar a quienes se aventuren en el paseo. Seguimos teniendo centros comerciales donde se cobra por ver al barbudo tripón, pero la mayoría de las veces las ganancias son para una fundación contra la pobreza infantil en la zona.

Conforme se acerca el día, aumentan los jerséis navideños. Deben ser, cuanto más llamativos, mejor. Este año uno de los más admirados en mis círculos tenía un flamenco pegándose una torta mientras esquía. En el caso de las mujeres, la cosa se amplía a vestidos y complementos. Tras años sin saber ni dónde se compran esos jerséis, ahora soy la sosa del trabajo por no tener al menos uno. Una visita de urgencia al supermercado suplió mi falta de bisutería.

Finalmente, cuanto más se acerca el día de Navidad, más se multiplican las apuestas sobre si será un día nevado. El clima es muy cambiante y el terreno montañoso, así que es casi imposible saber qué va a pasar, incluso en Noche Buena. Este año, como en tantas otras cosas, no hubo suerte. Quizá en el 2017.

08 septiembre 2016

¿Qué fue del Brexit?

Han pasado dos meses y medio después del referéndum sobre la salida del Reino Unido de Europa y lo único que pasa es que no pasa nada. ¿Qué está pasando? Pasen y vean.

Nada más saberse el recuento final, la primera ministra escocesa -Nicola Sturgeon- dio un discurso en el que decía (entre otras cosas) que Escocia voto mayoritariamente por quedarse. "Remain means remain". Al cabo de unos días, la nueva ministra británica -Theresa May- dio un discurso igualmente decidido y claro que terminó con un ya famoso "Brexit means Brexit". En aquel momento, la frase quedó muy bien. Hoy sabemos que fue una machada. La realidad es que nadie sabe qué demonios significa "Brexit".

El parlamento británico se ha metido en uno de los mayores embolados de su larga historia. Se estima que entre un 60% y un 85% de las leyes del Reino Unido vienen del parlamento europeo. Más de cuatro mil documentos que deben ser escritos de nuevo. Imagino que muchos tendrán que ser una copia exacta de los acordados en Bruselas pero ¿Cuales? Porque hay quien exige volver a debatir hasta el color del pasaporte. ¿Qué va a pasar con los documentos que necesitan ser alterados? Esta es la discusión que tiene empantanado el proceso. Pongamos como ejemplo los que son vistos como mayores escollos: los acuerdos de libre comercio y libre circulación de personas. La mayoría del Reino Unido quiere libre comercio, pero en cuestión migratoria pide una situación fronteriza semejante a una cuarentena. Un imposible.

Luego esta el problema escocés. Los escoceses quieren Europa. Su población autóctona envejecida necesita mano de obra europea para que las instituciones sigan funcionando. Según los términos del referéndum de independencia del 2014, un cambio significativo en el estado de la nación les da derecho a la repetición del sufragio. O hay libre circulación de personas, o cogen el andante.

Por otro lado, pocas veces en la historia moderna ha tenido un gabinete ministerial tanto poder para cambiar un país, pero este no es el gabinete que fue elegido en las últimas elecciones, con lo que cualquier intento de reforma medianamente radical sería terriblemente impopular y podría desencadenar unas elecciones anticipadas. De hecho, si el principal partido en la oposición (los laboristas) no estuviese hecho unos zorros, seguramente ya se estarían desempolvando las urnas.

Simplificando, si se cierra el grifo a la inmigración, Inglaterra (menos Londres y otras ciudades grandes) se regocija, pero Escocia y -posiblemente- Irlanda del Norte y Gibraltar pueden forzar su secesión. Un desastre sin paliativos. Si todo sigue igual, el gobierno será visto como antidemocrático y penalizado duramente en las próximas elecciones. Otro desastre. Y dejo fuera otros tratados controvertidos como el programa de armas nucleares, los acuerdos de pesca, los derechos humanos...
Carta de los congresistas escoceses a los extranjeros de la UE en Escocia.
Una posible salida sería redactar un documento con las lineas maestras del "Brexit" según lo que quiere el gobierno y ponerlo a votación popular. Es decir, la repetición encubierta del referéndum. Pero esto tiene el peligro de que, si se rechaza, hay que cambiarlo otra vez y someterlo a votación otra vez, pudiendo entrar en un bucle infinito. Algunos políticos lo han llamado el "Neverendum", que viene a ser como una versión cara del limbo actual.

Así que en esas estamos, poniendo a insensatos como Boris Johnson a cuadrar círculos. Mientras, la prensa intenta evitar el descuajeringamiento del país pregonando delirios propagandísticos sobre una futura Gran Bretaña que será aun más grande en aislamiento.

En resumen, que dejéis ya de decirme cuánto queréis un presidente en España, que aquí tuvimos uno con mayoría absoluta y la lió parada.

20 julio 2016

Crema solar

En estos momentos estamos pasando una ola de calor en las Highlands. Hemos llegado a unos sofocantes 24 grados. Gracias a los larguísimos días nórdicos, hemos cenado en la playa. Hay que aprovechar, porque esto no dura.

La ola de calor me ha recordado una costumbre autóctona que me irrita especialmente: la obsesión por las cremas de protección solar. Entiendo que la lechosa piel de los aborígenes se quema más fácilmente que la mía, pero esto es un despiporre que roza la histeria colectiva.

Las cremas faciales vienen, en su mayoría e independientemente de la época del año, con factor de protección 15, por aquello de que en Diciembre anochece a las tres y media de la tarde y a lo mejor alguien pilla un melanoma. Si buscas, puedes encontrar alguna sin protección, pero hay que buscar.

Definición gráfica del verano escocés.
En la guardería de Glasgow, llegado Marzo nos exigían que llevásemos crema de protección para la niña, por si salía al patio veinte minutos. Se sabía en seguida cual era nuestro bote porque era el único con factor menor de 50. En la nueva guardería es peor, ya que la ponen ellos y los padres no tenemos la opción a decidir qué factor queremos. Ademas interrumpen el juego cada dos horas para echar más, no vaya a ser que ocurra un accidente y metabolicen algo de vitamina D en horario lectivo.

Supongo que leer esto en España en Agosto suena raro. Si estuviésemos allí ahora, nos echaríamos protección. Pero es que hoy es el único día del año que hemos superado los veinte grados y la posibilidad de que sea el ultimo es bastante grande. Ademas, los rayos solares caen mucho mas oblicuos. Mi tolerancia al sol no es especialmente alta y ni echando una siesta en el jardín consigo quemarme.

Cuando voy a Galicia, mi familia y yo reímos de como la gente ve lo que consideramos "cuatro gotas" de lluvia y actúa como si fuesen ácido clorhídrico. Cada vez que sale el sol aquí, me quejo de que el país entero se comporta como si esto fuese Sevilla en Agosto y a mediodía.

No son las Crónicas Vampíricas, sino el anuncio de una crema solar británica

Mañana ya llueve. Tocará ir a las redes sociales a participar en las quejas sobre Boris Johnson o Rajoy, según me lleven los malos vientos. Supongo que esto es la cara oculta del multiculturalismo: poder protestar por el doble de motivos.

24 junio 2016

Brexit desde Escocia

Durante los últimos meses las televisiones británicas se han llenado de debates sobre las posibles consecuencias de una salida del Reino Unido de la Unión Europea, sin embargo, en Escocia los veíamos como un entretenimiento. Incluso cuando los sondeos daban empate a las dos opciones, vivíamos en una burbuja europeísta que confiaba en que al final reinaría la unidad.

Ayer por la tarde hice mi particular encuesta en el trabajo. No encontré indecisos y sólo una persona admitió votar por la salida de la UE. Pero Escocia apenas suma el 10% del electorado.

Esta mañana, antes de que me diese tiempo a desayunar, David Cameron ya había dimitido y Nicola Sturgeon (la presidenta del parlamento escocés) había hablado con el presidente europeo.

Cuando llegué al trabajo, el ambiente era cercano al pánico. Mi compañera respiraba aliviada porque compró euros para unas vacaciones la semana pasada. Los jefes temblaban contando mentalmente cuantos extranjeros tienen en plantilla. La secretaria que ayer practicaba español conmigo en preparación para retirarse a Andalucía guardaba silencio en ambos idiomas. El que votó por el Brexit está desaparecido y alguno que en el referendum sobre la independencia de Escocia apostó por la unión comentaba que, de haber una segunda oportunidad, cambiaría el voto.

Mi primer pensamiento fue que se encontraría alguna forma de declarar el resultado nulo, como se hizo en los setenta cuando en Escocia ganó la independencia.

Con el tiempo la incertidumbre se disipa. Mi idea de anulación no es válida. El tiempo para negociar los términos de la ruptura es de dos años. Nicola Sturgeon ya tiene cita en Estrasburgo. Entre todos se empezaron a recordar detalles de los debates.

Poco antes de comer, la presidenta de Escocia hace unas clarificadoras declaraciones de menos de diez minutos. Su primera frase es hacia los emigrantes europeos, aseverando que somos apreciados en su tierra. A continuación, comenta que ha empezado conversaciones con Juncker, Londres y los empresarios del país para que sepan que defenderá los intereses económicos y sociales de su electorado. En los próximos días se entrevistará, uno por uno, con los dirigentes de todos los países comunitarios para dejar claro que no queremos la separación y debatir sobre la mejor solución para Escocia. Reconoce los esfuerzos de David Cameron durante los últimos años recordando la dificultad de su labor. Finalmente, confirma que considera que los términos en los que se acordó la unión con el Reino Unido (válidos mientras no haya “un cambio significativo y tangible en las circunstancias en las que se produjo el voto”) quedan invalidados y espera una repetición del referendum antes de dos años.



Mi impresión de momento es que hay dos caminos: un acuerdo que deje al Reino en una situación parecida a la de Noruega o Islandia, o el acuerdo tácito entre las partes de empantanar la negociación del divorcio hasta que se pueda justificar la anulación de este resultado. Viendo que los términos de separación se tendrán que aprobar en Westminster (donde el partido nacionalista escocés tiene representación y más del 65% de los diputados se oponen al Brexit) y que una de las primeras llamadas de Sturgeon ha sido al europeísta alcalde de Londres (con amigos en el congreso), sospecho que esta será la estrategia.

30 mayo 2016

Historia del voto emigrante

Elecciones. Otra vez. Calvario para el votante exterior. Otra vez. Llevamos así años, pero parece que a los medios les suena a nuevo.

Me acuerdo del día en que todo cambió. Era el verano del 2005. La radio anunciaba que el recuento de los votos en el exterior había decidido que Manuel Fraga no volvería a ser el presidente de la Xunta de Galicia. Parece algo intrascendente pero, por entonces, cada vez que había elecciones, los panfletos electorales se dirigían a mí como si fuese un jubilado que se fue a hacer las Américas en los cincuenta y cuya única preocupación es que sus hijos pudiesen retornar a la Madre Patria. Un conservador de pura cepa. El resultado gallego mostró que el perfil del emigrante medio ya no se podía corresponder con lo que se creía hasta entonces. El pánico cundió.

Dos años después, mi derecho a votar empieza a perder popularidad a pasos agigantados. La ley de memoria histórica, que daba la nacionalidad española (y derecho a voto) a nietos de emigrantes fue empleada por los medios para propagar la idea de que los expatriados éramos unos desarraigados que votábamos sin saber. También se nos veía como aventureros de Españoles en el Mundo que nadaban en privilegios o tramposos empeñados en votar hasta después de muertos.

Al año siguiente llego la debacle económica y el comienzo de la hemorragia migratoria. El colectivo emigrante es cada vez mas grande, heterogeneo e impredecible, con gente de todas las clases sociales marchandose en todas direcciones. El voto exterior se convertía en una caja negra de cada vez mayor tamaño. En el 2010, el Bloque Nacionalista Gallego aprovecha una reforma electoral para intentar quitar el voto a los emigrantes. Principio y desenlace fueron comentados ya en este blog. El resumen: IU y Coalición Canaria señalaron la inconstitucionalidad del apaño y sólo perdimos el voto en las municipales. Pero se nos complicó el ejercicio electoral lo más posible con el sistema de voto rogado.
Esquema de Marea Granate para rogar el voto.

Pero, si el número de emigrantes dobla el de hace una década, si cada vez es más costoso ganar nuestro voto ¿Por que ahora los partidos dicen que quieren arreglar la deliberada chapuza? Además de por la lucha sin cuartel que lleva a cabo la Marea Granate (el principal colectivo de expatriados españoles), por el mismo motivo por el que dicen que, desde el ama de casa en Estonia al celador en Estocolmo, pasando por el investigador de Ciudad de Méjico o la empresaria de Camberra, ellos tienen un cómodo paquete de medidas para que todos los dos millones de expatriados volvamos a "casa". Porque, como se ve en el anuncio de campaña que pongo más abajo (en esto nada importa el partido político que lo firma), no buscan nuestro voto, sino uno más manipulable. Buscan el de las familias de quienes nos fuimos. Los líderes políticos desean que nuestros padres, hermanos, primos vean sus caras y piensen "mira que chico más majo, que quiere que vuelva mi niño". Por lo que veo, de momento, esta gran mentira también funciona.

23 abril 2016

Cruzando Escocia en coche

Al menos una vez al mes me toca volver a mi antigua casa en Glasgow. Es un viaje largo que hacemos por obligación, así que no pienso en él más que para prepararlo. Pero en la última bajada, a más de medio camino de este recorrido de casi cuatro horas, descubrimos que las llaves de una casa se habían quedado en la otra. Para no perder el tiempo gastado, después de dar la vuelta me llevé, además de las dichosas llaves, la cámara de fotos.


El viaje es uno de los más comunes entre los turistas que visitan Escocia. Para quienes quieran ir desde Glasgow o Edimburgo al salvaje norte, hay dos opciones: la larga y bonita por Fort William que suele acabar en la Isla de Skye, o la más directa y menos atractiva que pasa por Perth y el Parque Nacional de Cairngorms hasta Inverness. Lo normal suele ser subir por una y bajar por la otra. Nosotros vamos siempre por la segunda.


Además de informar de lo que implica este viaje, este artículo va a ser una experimento para testar una teoría personal: que cuando pongo fotos atractivas nadie se lee el texto.


Si te gustan las emociones variadas y superar obstáculos en la conducción, estás de suerte, ya que se trata de la carretera con más accidentes del Reino Unido. La lista de motivos es larga, la de soluciones, de momento, corta: tramos en obras de ensanchamiento y un completísimo muestrario de los modelos de radar más común.


La ruta no carece de atractivos que, además, se puede paladear con tiempo, porque los camiones tienen un límite de velocidad inferior a los coches, con lo que si te quedas atascado detrás de uno (o dos, o tres o, como nos ocurrió en una ocasión, cinco) pasarás bastante tiempo comulgando con la naturaleza. Gracias a esta comunión he descubierto cual es la criatura más estúpida de la Creación: el faisán. Hay tramos donde puedes encontrarte media docena atropellados en la cuneta y otro a punto de cruzar como si la masacre no fuese con él.


Según la estación del año, se puede elegir entre nieve y hielo o turistas que no tienen claro a qué bordillo les conviene arrimarse.


Finalmente, los sitios para tomar algo o ir al baño son escasos, así que hay que ir con las paradas planeadas o un buen GPS.

Eso sí, el viaje, ser es muy bonito.

04 abril 2016

Una perla en la Isla Negra

Llevé la cámara de casualidad. Por aquello de conservar el recuerdo de un día de sol.

La familia salimos de casa con la única intención de comprobar si era cierto que la mejor pizza del Reino Unido se sirve en un pueblo de menos de ochocientos habitantes perdido en las Tierras Altas de Escocia. Llegamos hambrientos y, aún así, saqué la lente antes que el tenedor.

Esto es Cromarty, en la Black Isle, o Isla Negra, que en realidad es una península no particularmente oscura. Lo que se ve al fondo son pozos de petróleo olvidados. Tan olvidados que lo único que he conseguido averiguar salió de la charla de un cliente del restaurante, un antiguo ingeniero que los recordaba funcionar.

Fue una sorpresa descubrir un pueblo anclado en otro tiempo. Armonioso. Oliendo a salitre. Donde ni siquiera las olas rompen el silencio.

Desde que llegué a las Tierras Altas me llama la atención la cantidad de estampas que, fuera de contexto, no sabría si son escocesas o gallegas.

El Mar del Norte acaricia casi cada curva de este pequeño pueblo.

He de volver. Han quedado muchas imágenes en mi recuerdo que la lente no pudo guardar. La fama de la pizza es justificada, así que no ha de ser difícil.

17 marzo 2016

La escuela bosque y la disciplina positiva, una historia personal

No creo en las recetas de educación, así que esto no va a ser una. Solo es un relato de lo que he aprendido con el cambio de escuela infantil de mi hija.

Jueves empezó la guardería en Glasgow, donde recibía una educación tradicional dentro del método Reggio Emilia que se aplica en toda Escocia. Clases de idiomas, baile, lectura, acceso a ordenadores, actividades con pantallas táctiles, etc. En cuestión de disciplina, aplicaban lo que en España llaman "rincón de pensar". Aquí le dicen "time out", o tiempo muerto. Consiste en que, si un niño causa problemas, le explican lo que ha hecho y lo llevan a una habitación sin ruidos ni distracciones hasta que se calme.

Cuando llegamos a las Highlands, la niña acabó en lo que se ha dado en llamar "forest kindergarten" o escuela bosque. No hay tecnología, ni actividades programadas a no ser que los niños las pidan y se pasa el mayor tiempo posible al aire libre, a veces en un bosque cercano donde han hecho fogatas, cabañas de palos, etc. En cuanto a la regulación del comportamiento, tienen un cuadro donde, cada vez que hacen algo bueno (ayudar, atender, etc), ascienden. Del arco iris al Sol, del Sol a las estrellas y, si llegas a las estrellas, te imprimen un certificado. Cuando un niño se porta mal, se da una charla a todos para explicar por qué no debe repetirse.

Cuando conocí la escuela bosque, casi me emocioné. Era como si hubiesen hecho una lista con todas mis fantasías de infancia y las hubiesen hecho realidad. Las profesoras eran muy agradables y con años de experiencia en el centro. A la niña también le gustó. Seis meses más tarde, la impresión es distinta.

En general, veo varios problemas. El primero es que tanto aire libre y juego libre acaba en una barra libre de microbios y suciedad que deriva en bastantes más enfermedades. Esto es algo común a todos los centros de este tipo.

Aunque la niña tiene un mayor interés por jugar en la calle, pintar y las manualidades que antes, se aburre. Si en la otra escuela jugaba diez veces al pilla-pilla y después iba a hacer dibujos para aprender los colores en español, en esta juega al pilla-pilla treinta veces y (si quiere) hacen un dibujo que nadie mira si no lo trae a casa. La niña (a la que le encantan los libros) llegó a las Highlands con varias letras aprendidas, gracias a un uso responsable de la pantalla táctil del aula. Ahora, a pesar de un enorme interés, apenas sabe escribir su nombre sola, pero por memoria, no entendimiento. Sus nuevas maestras creen que es extraordinario. Entiendo que no hay prisa en que un niño aprenda a leer y que da igual que lo haga a los tres que a los seis años, pero este caso es alguien que quiere y a quien no se le facilita el aprendizaje. Sospecho que "juego libre" es otra forma de decir que las cuidadoras trabajan menos.

Pero la mayor diferencia entre centros está en la disciplina. El método no es igual en todas las escuelas bosque, pero merece mención porque no me esperaba la diferencia. Cuando Jueves iba a una guardería con el sistema de tiempo muerto, había un niño que causaba problemas. Si surgía un conflicto, Jueves, si no lo resolvía sola, sabía que una cuidadora ayudaría. Ahora, con menos de la mitad de niños, sé el nombre de al menos tres jíbaros. La niña muchas veces no va a las profesoras porque no siente que eso resuelva nada. Hace unos días, dos niños la insultaron y, en lugar de ir a una cuidadora, hizo campamento junto al guardarropa para hablar directamente con las madres. Afortunadamente se cansó antes de que llegasen. Con respecto al cartelito de arco iris, ya me explicó ella: "Si te ven compartir un juguete eso sube uno. Ayudas a ordenar la clase al final del día y es otro (pero sólo al final del día porque sino no te ven y no cuenta). Después te sientas quieta mientras la profesora lee un cuento y ya son tres cosas y te dan el certificado". Así, como una máquina expendedora. Un juego que pronto aburre.

En resumen. Creo que es bueno que mi hija tenga la experiencia de ir a una escuela bosque, pero por lo que ha aprendido de sí misma por contraste con la anterior. Si no la he cambiado de centro es porque cuando llegamos a la ciudad no había plazas en la otra y ahora queda poco para que empiece el colegio. Sólo recomendaría una escuela bosque para niños muy inquietos a los que no les guste ninguna asignatura académica ni sean enfermizos.

03 febrero 2016

Cazando monstruos agitados y con hielo

La cosa empezó por la nueva guardería de mi hija Jueves. Parte del plan de estudios es la Educación para la Ciudadanía -va en serio-. Para ser un ciudadano escocés hay que entender qué es Escocia. En Glasgow lo hacían llenándose la boca de haggis, Irn Bru sin azúcar y galletitas de mantequilla "shortbread". Pensé que en las Highlands sería lo mismo, pero me equivoqué. Primer día en clase y el título es "El monstruo del Lago Ness ¿Realidad o ficción?". Y Jueves sin saberse la lección. Llega el Sábado.

- Kitboy, hay que ir al Lago Ness, que mi niña no puede ser la única de la clase que no se ha formado una opinión sobre el terreno.
- ¡¿Pero tú sabes el frío que hace?!
- ¡Que no puede ser la única, hombre!

Bienvenidos al Lago Ness.

El Lago Ness es un nido de turistas, con caravanas de autocares casi todo el año. Pero en Enero a -1 grados, sólo quedamos los más insensatos. Sé lo que digo. Camino al castillo de Urquart -una de las paradas más famosas-, en medio de una curva cerrada, antes de una cuesta abajo empinada y con cuneta llena de hielo, vemos un grupo de turistas en todo su esplendor, palo de selfies incluido, a un volantazo de ganar el Premio Darwin.

Castillo de Urquart
El castillo será bonito, pero esto es lo máximo que nos pudimos acercar porque la encargada decidió que vender entradas a temperaturas negativas no era lo suyo y cerró el kiosco pronto. Al salir volvimos a ver al rebaño de turistas. Esta vez Jueves los oye.

- ¡Mamá! ¡Hablan ezpañol!
- Sí, dejando el pabellón nacional alto, hija.
- ¡Hablan ezpañol como loz abueloz! Zi loz abueloz viniezen ¡podrían hablar con elloz!
- Dudo mucho que los abuelos quisieran acercarse...

Había dos asiáticos, pero esos sólo sacaban fotos y hablaban bajito.

El museo del Lago Ness también estaba cerrado por helaciones. Fue una pena, porque Jueves necesitaba repasar conceptos. Mirando la estampa de abajo, le preguntamos dónde vivía Nessie.

-¡Ahí!
-Eso es la montaña. Nessie vive en el lago. A ver, prueba otra vez.
-¡Ahí!
-A ver, que es el monstruo del Lago Ness mujer, el Lago Ness.
-¡Que no! ¡La profezora me enzeñó una foto y tenía una montaña!
-¡Con un lago debajo!
-No

Al final la convencimos de que mirase al agua y, cuando encontré una ola un poco movida le pregunté si creía que eso sería Nessie nadando. Se dio por satisfecha.

Sé que hay niños en la guardería que no creen en Nessie, que lo científico y honesto sería admitir que sólo hay pruebas de su no existencia. Pero ¿Y lo que farda decir que eres vecina de uno de los monstruos más famosos del imaginario popular junto con el Yeti y Bigfoot? Eso a Jueves no se lo quito. Además, hacía demasiado frío para volver a casa con las manos vacías.

12 diciembre 2015

Todo es bajo en las Tierras Altas

Mi nueva casa está a 270 km de Glasgow. Por poner las cosas en perspectiva, en Coruña conduces eso y acabas en la frontera con Portugal o en Gijón, según por dónde tires. Desde Barcelona acabas en Carcassonne, Huesca o Castellón de la Plana. Sal de Madrid y llegas a Burgos o Albacete con algo de cambio en el cuentakilómetros. En resumen, la distancia es suficiente para ver un cambio claro.

Desde el comienzo del invierno (marcado por un vendaval que de un golpe dejó los árboles sin hojas), toda la familia hemos sentido la llamada de las matas, o la imperiosa necesidad de no salir de la cama hasta Febrero por lo menos.

Para mí, lo peor de Diciembre no son las bajas temperaturas (aún no hemos visto temperaturas negativas) o que a las tres y media sea de noche. Las fotos que muestro fueron sacadas a mediodía. El solo está tan bajo que parece a punto de ponerse. Las flechas señalan al sol.
Haga buen tiempo o no, vivimos en un anochecer continuo. La lluvia no se evapora, la gente no se despierta y mi reloj de pulsera solar se recarga con la lámpara de la mesilla de noche. Mientras que más al sur pedimos jornadas cortas en verano prometiendo recuperar la productividad en los meses fríos, en las Highlands el sueño es echarse a dormir hasta que el sol vuelva a ponerse a las once de la noche.

Barómetro
No sólo los días son más pequeños que en la cálida Glasgow, la gente también. En contra del tópico de que los europeos del norte son todos torres, llegar a las Highlands ha supuesto que, por primera vez en dos décadas, no me sienta pequeña. Además no es sólo mi impresión. Algo que nunca ha faltado en mis trabajos ha sido un viejo barómetro de pared. Antiguo y coñazo, pero tan sólido que ni en la era digital se tira. Para leerlo hay que poner los ojos a la altura de una gotita de mercurio, así que suele colgarse con ésta a la altura del trabajador medio (o del jefe). En mis destinos anteriores he sufrido el choteo de mis compañeros cada vez que leía el trasto subida a una banqueta. Aquí no hay en qué subirse, ni hace falta.

Otro cambio que he notado es que la gente aparenta más joven. En mi primera salida al pub con los compañeros de trabajo las pintas dieron paso a las preguntas indiscretas. Una compañera de Londres se puso a calcular a ojo las edades de los asistentes. Yo coincidía en silencio con sus impresiones. Siempre fallamos en al menos seis años. Supongo que la falta de sol retrasará las arrugas, pero lo que ya no veo es por qué nadie (ahora ni siquiera yo) tienen bolsas bajo los ojos.

Finalmente, aunque siendo española me he acostumbrado en seguida, al venir de Glasgow he notado que donde faltan estatura y arrugas sobran palabrotas.

En fin. También hay diferencias en la arquitectura, el idioma o la comida, pero por hoy ya llega. Las mantas me reclaman. Al menos se acerca el solsticio de Invierno.

01 noviembre 2015

Highland Halloween

Si hace diez años me hubiese visto en esta esquina del mundo, quizá hubiese querido darme cabezazos contra la pared. Aún no sé si dentro de un tiempo no acabaré haciéndolo. De momento, mi impresión es que las Highlands tienen mucho que ofrecer a los niños y con eso me conformo.

Ayer fue Halloween y llevamos a Jueves a una fiesta en las Ness Islands, un parque semi salvaje situado entre dos islas conectadas en el río Ness.

Sleepy Hollow
Esta celebración es parte del Festival de Invierno de las Highlands, que engloba Halloween, la noche de Guy Fawkes, el encendido de las luces de Navidad y Año Nuevo.

La fiesta es una mezcla de luces, música y lo que se les ocurra a los grupos de teatro de la zona. Este año el hilo argumental era la leyenda de Sleepy Hollow y el jinete sin cabeza.


Ir a las islas es gratis y se estima que unas diez mil personas lo hacen cada año.
Foto sacada por Jueves
Aunque había mucha gente, el paseo guiado se hizo ameno. Los artistas consiguieron recrear escenarios de terror sin asustar a los más pequeños (había niños en carritos).
Actor saludando a unos visitantes.
Una buena parte de quienes asistimos añadimos al ambiente nuestros propios disfraces.

Las fotos representan más o menos la mitad de las atracciones.

Definitivamente, una experiencia a repetir, con o sin niños.

09 octubre 2015

Y no estaba muerta, no, no, que estaba cargando cajas.

Últimamente mi ritmo de publicación en el blog ha bajado sin prisa ni pausa hasta niveles comatosos. Ha sido fruto de una larga y cansada aventura que ha terminado con mis huesos y los del resto de mi clan cazando auroras boreales por la ventana de un nuevo hogar en las Highlands de Escocia.

Aun no entiendo cómo hemos acabado aquí. La sensación es que de una gran garra nos ha llevado de un lugar a otro sin apenas decidir.

Cuando recupere las fuerzas y yo misma lo entienda, intentaré contar cómo ocurrió esta repentina despedida de Glasgow, la ciudad que fue hogar lejos de mi hogar durante casi una década. También iré descubriendo si soy capaz de ser feliz cambiando metro por zapatillas, avenidas de álamos por jardines con frutales, teatros y cines por parques naturales, el gran oncológico por el pequeño hospital rural y descubriendo a nuevas gentes mientras me aferro con todas mis redes sociales a quienes llegué a conocer y querer como si fuesen familia.
Ahora sólo espero limpiar el olor a maleta de mi piel, el de viejo inquilino a mi nueva casa y descansar.

26 abril 2015

Elecciones paralelas

El Jueves 7 de Mayo se celebrarán elecciones generales en el Reino Unido. Es curioso ver que dos países tan distintos como el Reino Unido y España parecen estar pasando por similares circunstancias.

El sistema electoral británico está diseñado para favorecer el bipartidismo pero, incluso aquí, parece que se acaba.

Hasta ahora, el panorama político estaba dominado por los partidos Conservador (actualmente en el poder) y Laborista (equivalente a nuestro PSOE). Para hacer bisagra teníamos a los Liberal Demócratas, que cambian de programa según sople el viento.

A finales de los 90, Tony Blair decidió que la ideología de izquierdas no ganaba elecciones y, como el PSOE en España, su partido (Labour) viró al centro.

Con la crisis económica, los británicos se dieron cuenta de que sus líderes ya no servían. Llegaron las reyertas.

El cambio de política de los laboristas los despojó de identidad propia y llevó a la familiar situación de elegir entre Guatemala y Guatepeor según quien diese menos asco. En este caldo de cultivo de apatía y abstención, adelantando por la derecha, llega el populismo de UKip.

UKip empezó con un discurso simple (salir de la UE) pero, según el voto del cabreo los hacía medrar, expandieron su ideario. Ahora su carismático líder promete según lo que cree que los más pobres quieren oír. “Trabajos británicos para ciudadanos británicos”, o reducir la entrada de inmigrantes y sus derechos, es la idea que ha calado. En las últimas elecciones europeas consiguieron 23 escaños.

Cuando ya nos habíamos hecho a la idea de un gobierno en coalición entre conservadores y UKip, hace unas semanas se descubre una nueva opción. En el debate electoral televisado arrasa la nueva líder de un partido local, la izquierdista Nicola Sturgeon, del SNP, o Partido Nacionalista Escocés. Las redes sociales arden con ingleses que preguntan si pueden votarle y las encuestas predicen un salto de seis escaños a cuarenta, incluso cincuenta.

A diferencia de UKip, el SNP tiene experiencia de gestión y un proyecto definido. Tras perder el referéndum sobre la independencia en Escocia, no quieren ruptura, sino reforma. Piden el cumplimiento de las promesas de los grandes partidos (promesas hasta ahora ignoradas) y abogan por un estado federal dentro de la UE. Si estos objetivos vuelven a obviarse, pedirán otro referéndum. Pero esto es sólo parte de su programa. Su aspiración más inmediata es el fin de la austeridad a través del pacto con los laboristas, a los que pretenden forzar a un regreso a sus raíces socialdemócratas.

Así que, en el Reino Unido como en España, parece que los gobiernos de mayoría absoluta se acaban. También que el electorado no quiere “tirar con todo”, simplemente nuevos gestores para sacarlos de una situación nueva como es la crisis que vivimos.

21 enero 2015

¡Por fin nieve!

En Escocia este ha sido un largo invierno de días asquerosamente oscuros, de vendaval y de lluvia. Uno de dos inviernos con una niña obsesionada consecutivamente con The Snowman, Frosty el muñeco de nieve y Frozen (la película de Disney, esa que acaba con la cantinela "Sueltalo, sueltalo, hija, suelta el DVD; Sueltalo, sueltalo, te lo voy a esconder").

Cuando oímos los primeros rumores, los amantes del esquí parecían muñecos de cuerda a punto de ser soltados. ¡Oh, climatología puñetera, danos de una vez tu maná!

El viernes, tras varios amagos infructuosos, un tímido manto blanco:
No era mucho, pero un amigo me habló de una colina cercana que prometía, así que allá que nos fuimos.

Claramente el sitio no era un secreto.

Un Stonhenge perecedero.

A esta oportunidad la pintan blanca... ¡A trabajar!

Unos metros más arriba le completamos la familia con una madre y un perro.

El lunes aún había restos de la nevada en las calles, pero ni gota de zumo de naranja en las tiendas. Los desmadres del fin de semana han dejado las gargantas en tal estado que hasta las mujeres me recuerdan a Constantino Romero, pero mereció la pena.