Las decepciones se acumulan, irónicamente, como la nieve. Me pregunto si alguien sospecha lo que hay debajo de ese manto blanco...
Poco a poco siento más peso, pero no hago nada por ello.
Poco a poco.
Poco a poco... ¡vaya mierda!
Si lo digo, soy un cabrón.. Si no lo digo, tres cuartos de lo mismo porque falto, curiosamente, a mi seudónimo. ¿A alguien le importa?
Poco a poco lo he ido viendo de otro modo. Resulta que Veritas proyecta un modo de ser que luego, los otros, se lo toman como el pito del sereno...
Si soy amable con todo el mundo me acusan de querer complacer.
Si no hago nada, resulta que proyecto una imagen de indiferencia que a nadie gusta.
¿En serio? Hay que joderse.
No digo nada. Mi boca está cerrada, pero cuando la abro y digo algo, soy un hijo de puta.
Y por ser un hijo de puta, una voz como una ráfaga de aire me habla de un tal San Martín.
Que se vaya a tomar por culo Martín y la madre que lo parió, porque eso ya lo pagué hace años y no estoy dispuesto a repetirlo, pero veo que poco a poco me están forzando a pedir un segundo plato.
Puede que no sea lo mejor, o sí. Pues mira, me importa una mierda. Paso de ser consecuente, por lo visto no lo he sido desde entonces. JAJAAJAJAJA.
Mira, toma papel y boli, escribe tu opinión y como un mulero, te la metes por el culo, te subes al tren, y cuando no queden más vías que recorrer, se la entregas al gilipollas de turno que te espere en el anden.