Aún cuando tiempo hacía que no trasladaba mis sentimientos
a este blog, hoy no podía fallar. Antes que nada, comenzaré por la consabida,
tradicional y comercial felicitación para todos los papás que se completará y
extenderá a todos los José. Como está feo que yo me felicite a mí mismo,
deciros que yo me quedo al margen.
Realmente el sentido del artículo no es otro que ensalzar
lo que, a efectos legales, se nos otorgó hace hoy dos siglos. La consabida
Constitución de 1.812, la popularmente denominada “la Pepa” y de la que hoy
concelebramos el segundo centenario, otorgaba en uno de sus artículos un cambio
sustancial en la denominación de quienes amparaba. Los hasta ese momento
considerados siervos del rey pasaban a tener la consideración de ciudadanos,
regulándose múltiples derechos hasta ese momento irreconocibles. Si cabe, el de
más importancia, era el derecho político para ejercitar e intervenir en el
gobierno del País, relegando a la monarquía a una figura institucional y
separando, de forma clara, los poderes fundamentales del Estado.