Oigo de fondo unos chupetazos (es alucinante, puedes estar dormida profundamente, pero cualquier ruido que hace abres los ojos de par en par), miro el reloj, son las 9:00 de la mañana, asomo la cabeza despacito por encima de su minicuna, pienso: "no puede ser que tenga hambre, acaba de comer hace una hora, voy a ponerla el chupete, a ver si se duerme un ratito más"arrimas el chupete a su boca y suelta una sonrisa ¡vaya, que buen despertar!....y yo estoy que me caigo de sueño "Vega, 5 minutitos más, por favor", pero ella tira el chupete, se lo vuelvo a poner, vuelve a sonreír, así un par de veces más; lo tiene claro no quiere dormir!!!....y a mí con sus sonrisas me ha convencido para que no lo haga, así que no me queda otra que decirla: Buenos días Princesa!!
Nos levantamos y vamos a sacar a Homer, aprovechamos para dar un paseo con nuestro perro, aquí empieza la odisea, para salir a la calle tenemos que atravesar 4 puertas ¡Joder, esto parece una prueba del Gran Prix!...entre puerta y puerta miro a los lados por si aparece Ramonchu con su capa y nos dice: ¡Bienvenidas, sois el equipo amarillo y tenéis que pasar esta prueba: abre la puerta de la calle, empuja el carrito, cierra esa puerta y abre la de contraincendios, pero antes no olvides atar a Homer por si la puerta del portal está abierta y sale disparado, colocas el carro para que salga por la puerta, pero Homer tira de la correa y el carro se tuerce, mientras lo enderezas metes un berrido al perro para hacerle ver que no es él quien te saca de paseo a ti! y mientras Ramonchu: ¡venga estáis en la mitad de la prueba, os quedan otras 2 puertas!La puerta del portal es la más fácil, simplemente abres, te giras de espaldas a ella y metes un empujón con el culete, sales hacia atrás y aquí comienza la recta final, que es la más difícil (ni que decir tiene que Homer es la vaquilla de la prueba, si algo es sencillo como andar en línea recta, él te lo complica, llegar a la última puerta no es tarea fácil, en una mano tienes la correa y en la otra el carrito, desgraciadamente no van a la misma velocidad, así que cualquier día se me sale el hombro.)
Estamos a punto de llegar a la meta, aquí hay dos opciones, puedes usar el comodín del portero, consiste en que el portero de la urbanización esté cerca, te abra la puerta y sales relajadamente, si no, saldrás por ti misma (esto supone otros 10 minutos más, recordad que no es una puerta cualquiera, es la puerta final, así que tiene una dificultad mayor) abre la puerta, Homer tira impaciente, gírate, sujeta la puerta (tiene un sistema que hace que se cierre sola), pero...¡espera!tengo una mano en el carro, otra en la correa ¿cómo sujeto la puerta?...sencillísimo, mantén el cuerpo recto pero el culo pegado a la puerta, y en un movimiento rápido subes el carro (encima tiene un peldaño) y tiras hacia tí, Homer te ayudará yendo a mear al coche de enfrente que está a 3 metros, recuerda que sois un equipo, mientras tanto Vega intentará dormirse, pero está ansiosa por pasar la prueba, así que te dirigirá una mirada de apoyo, la rueda se queda enganchada en el peldaño, vuelves a tirar enérgicamente y ¡¡¡por fin estamos fuera!!!, a mí ya no me quedan fuerzas ni para pasear.
Volvemos a casa para desayunar, primero lo hace Vega, se toma su bibe y cuando echa su eructito está tan feliz que te dedica otra sonrisa, la hablo durante un rato (como si me entendiera) pero la tengo que aburrir porque después de varias sonrisas, se queda frita.
Yo aprovecho para desayunar (algunas veces me dan las 12:30 de la mañana o más), después recojo un poco la casa, limpio sus bibes y los pongo a esterilizar, lavo su ropita o incluso me quedo las horas muertas mirándola mientras duerme.
Como es un reloj, se despierta para comer y se vuelve a quedar dormida, después de la siguiente toma sacamos a Homer otra vez (ahora somos el equipo azul) pasamos con éxito, aunque con mucho esfuerzo las 4 puertas y paseamos.
Después, hablamos, reímos, escuchamos música y jugamos, así hacemos tiempo mientras viene papá, que entonces ¡ llega el momento del baño !, como si de una lotería se tratara, unos días disfruta mucho en el agua y otros, prefiere un buen biberón que un chapuzón, así que lo que se supone que es relajante se convierte en un suplicio, pero sabe que después tiene su recompensa.
Una vez cenada, hace lo propio: ¡Buenas noches princesa!