Se cuelgan de una forma las hilachas de charla
el recurso del agua donde la imagen rompe
cipreses estampados
que son como estampillas repetidas
el paisaje se envía a todas partes.
La multiplicación de los sentidos del lenguaje poético:
por qué decir dos cosas si quiero decir una?
Ese humito
ya casi consumido
es lo que soy.
Lo que soy agregado a los que me plantaron
los que quemaron yerba y el tiempo que pasó
para limpiarla, para hacer del terreno una abertura
donde el ánimo crezca una segunda vez.
En los ojos de alguien, en algunas botellas,
una densa llovizna le lleva su energía
a la copa del árbol y del tronco
se abre un laberinto: los amigos, el mozo,
las mesas circundantes,
adensan un tejido que hace blanda la escucha
y la condensa en frases pesadas como ésta:
tú no resolver contradicciones, tú sólo vivirlas.
el recurso del agua donde la imagen rompe
cipreses estampados
que son como estampillas repetidas
el paisaje se envía a todas partes.
La multiplicación de los sentidos del lenguaje poético:
por qué decir dos cosas si quiero decir una?
Ese humito
ya casi consumido
es lo que soy.
Lo que soy agregado a los que me plantaron
los que quemaron yerba y el tiempo que pasó
para limpiarla, para hacer del terreno una abertura
donde el ánimo crezca una segunda vez.
En los ojos de alguien, en algunas botellas,
una densa llovizna le lleva su energía
a la copa del árbol y del tronco
se abre un laberinto: los amigos, el mozo,
las mesas circundantes,
adensan un tejido que hace blanda la escucha
y la condensa en frases pesadas como ésta:
tú no resolver contradicciones, tú sólo vivirlas.
Vuelvo al campo de dar y corto
los larguísimos tallos de amapola.
Un evento se abre y vuela raudo
y su pregunta no lo sobrevive.
los larguísimos tallos de amapola.
Un evento se abre y vuela raudo
y su pregunta no lo sobrevive.
Me duermo sobre el tedio
de ese campo de acciones que incansables
invitan a participar.
El embrutecimiento aflora
camposanto de nichos renovables
de ese campo de acciones que incansables
invitan a participar.
El embrutecimiento aflora
camposanto de nichos renovables
trapitos veleidosos implorando
una remarca urgente de singularidad.
Llego al lecho profundo
donde los pies descansan.
En esa incertidumbre audible demorada
la brisa bate palmas con el pulso preciso
de un director de fuerzas cuyo
vaivén sufrimos
y cuya intención desconocemos.
Pregunta de esa nocheAdónde iba la última vez que me senté.
Vi unos palitos verdes. Apagados. Y troncos
apilados en el rótulo incienso que arderá tal vez.
Mi hermana se cayó con el triciclo
al fondo del canal vacío de la quinta
se rompió la cabeza y se volvió sensible
inteligente. Un día se fue a España.
Ahora que conversamos cortamente
-más hermanos que nunca-
un grito funerario como el de un gallo ronco
nos devolvió sucesos donde un fuego perdido
sube hasta nuestros días de una hoguera
en perpetua extinción.
De "El paso de una nubes", segunda
parte de El proceso de fotografiar, Viajera, 2014.