Era una de mis preferencias, cuando este verano puse rumbo a Galicia. La Torre de Hércules, desde siempre me había llamado la atención. En un extremo de la ciudad de A Coruña y a unos 60 metros sobre el nivel del mar, ahí estaba esperándome, desde que la construyeran los romanos por el siglo I.
Desde luego mucho ha cambiado la Torre y su entorno desde aquella época, quizás el hecho de haber sido declarada “Patrimonio de la Humanidad”, precisamente en Sevilla, sea uno de los motivos por lo mucho que gusta visitar este enclave coruñés.
No olvidemos que estamos hablando del faro más antiguo del mundo en funcionamiento y que sigue emitiendo cada 20 segundos sus destellos visibles a 24 millas, lo que facilita la navegación y la entrada al puerto de A Coruña.
Sobre este gigantesco edificio muchas han sido las leyendas que le han acompañado, pero a pesar de ser solo eso, leyendas. Hay leyendas que atribuyen el faro a los celtas, pero seguramente son eso, leyendas. Según ella, Mil, sobrino de Ith divisó Irlanda desde lo alto de una torre en España construida por su padre Breoghan o Breogán y decidió viajar en su nave para conquistar esa lejana tierra. Una estatua de Breogán nos da la bienvenida a la llegada al monte del Faro.
Añadir también la impotencia que siento no poder transmitir las sensaciones que se viven en este bello lugar y contemplar y oír el mar desde este lugar, cuando el sol se va apagando.