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viernes, 30 de diciembre de 2016

Carl Frode Tiller: Cerco

Idioma original: noruego
Título original: Innsirkling
Traducción: Cristina Gómez-Baggethun
Año de publicación: 2007
Valoración: recomendable

En los últimos tiempos se viene asociando la literatura nórdica con el género policíaco. Pero afortunadamente, la irrupción en poco tiempo de gran variedad de autores de novela negra que han expandido su obra fuera de su país, también ha permitido que se conozcan otros autores pertenecientes a esos lares de estilo muy alejado de la literatura negra. Este sería el caso, por poner ejemplos, de Knausgaard, Per Peterson o más recientemente Carl Frode Tiller que nos llega traducido al castellano de la mano de la editorial Sajalín.

En este primer volumen de la trilogía del mismo nombre ("Insirkling" en su versión original), Carl Frode Tiller nos propone una novela coral. De tal manera, nos encontramos con David, protagonista central aunque ausente de la historia y una serie de personajes que formaron parte de su pasado. La sinopsis se resume con pocas palabras: debido a la pérdida de memoria de David, el médico que le trata pide a sus allegados que le escriban cartas recordando quién era, para ver si a través de estos recuerdos David puede recuperar la memoria para saber quién es y cuál fue su pasado.

De este modo, el propio título de la novela ya apunta a lo que será su objetivo: Cerco hace referencia a la delimitación de la personalidad de David, se establece un círculo alrededor de él como perímetro dentro del cual se cerca su personalidad. Estableciendo estos límites, la aportación de los recuerdos de su amigo de la infancia Jon, su padrastro Arvid y su primer amor Silje conformarán, al menos en este primer volumen, los puntos de vista a partir de los cuales recuperar la memoria de David. Así, el libro parte de un personaje central al que nos aproximamos desde estos 3 diferentes puntos de vista y es a partir de los recuerdos de tres personas clave en su adolescencia como vamos recomponiendo la vida y figura de David, sus inquietudes, temores, amores y preocupaciones para llegar a descubrir su personalidad al completo, teniendo en cuenta que no todas las versiones tienen por qué coincidir de manera exacta ya que cada uno percibe las cosas de distinta forma. 

Sin embargo, esta novela abarca más que conocer quien es David, y es aquí donde se encuentra la pluralidad y la riqueza de este libro ya que para completar el paisaje sociológico del mundo formado por ellos, se narran también el presente de las vidas de los tres personajes. Así, no solo conoceremos a David a través de lo que nos cuentan los personajes que formaron parte de su pasado, sino también conoceremos la historia de cada uno de ellos puesto que el autor intercala la vida en presente de los diferentes personajes con las cartas que envían a David. De este modo, alternando presente y pasado, vemos para cada personaje dos narraciones con el mismo peso para cada uno de ellas. Esta variedad de personajes enrique el texto ya que la retrospectiva y revisión del personaje de David es común a los tres pero el presente es independiente e inconexo con el resto ya que no interaccionan entre ellos. Este hecho permite abrir el abanico de temas tratados.

Con todos estos elementos sería fácil elaborar una historia complicada donde perder el hilo de la narración, ya que en novelas corales puede resultar complejo evitar marear al lector entre tanto personaje, tiempo narrativo, etc., pero en este caso el autor salva hábilmente este escollo marcando claramente tres partes en el libro en tres grandes bloques, uno para cada uno de los personajes.  De esta forma se tratan secuencialmente los tres personajes facilitando su lectura y comprensión y convirtiéndola en muy amena al utilizar además un vocabulario sencillo. 

De esta forma, la novela no pretende ser un rompecabezas sino un análisis de como la forma de ser una persona es rica en matices, compleja y a la vez percibida de forma diferente según el punto de vista de cada una de las personas con las que se interactúa. Con esta idea, la cuestión que queda siempre en el aire es ¿quien somos en realidad? ¿Puede alguien afirmar que nos conoce completamente? Este es el elemento nuclear de la novela: tratar de conocer la vida de una persona mediante los que la rodean. Es con este propósito con el cuál se construye esta novela, tratar sobre las relaciones entre familiares, amigos, parejas, y como en todas estas relaciones aparecen dudas, momentos de culpabilidad, emociones, tristezas, muerte, falsedades y el resto de aspectos que conforman nuestro día a día. Estos temas, digamos que recurrentes en la literatura más introspectiva, son tratados en este libro de forma que cada personaje trata únicamente alguno de estos asuntos de forma que, si los tomamos en conjunto, se tratan todos los elementos que forman parte de la vida.

Cabe decir, que el autor no deja mucho espacio a alegrías o positivismo, la mayoría del libro es desesperanzador aunque en ningún caso se trata de un libro triste por lo que no llega a impactarte de forma contundente ni te remueve la consciencia. El lector sobrevive a su lectura sin que le deje secuelas.

Con resultado desigual entre las diferentes partes y personajes, me quedo con las que hablan de David (en retrospectiva) y la historia del padrastro Arvid. En cualquier caso, esta obra de Tiller despierta el interés por los diferentes puntos de vista de los personajes y tiene un final que te atrapa, dejándote con ganas de continuar con la trilogía. Esperemos que no tarden en publicarla. Estaremos pendientes.

sábado, 15 de diciembre de 2018

Stig Sæterbakken: Siamés

Idioma original: noruego
Título original: Siamesisk
Traducción: Øyvind Fossan y Cristina Gómez-Baggethun
Año de publicación: 1997
Valoración: bastante recomendable

Los que me hayáis ido siguiendo en ULAD desde hace un tiempo, sabréis que tengo cierta debilidad por la literatura nórdica y es comprensible pues en ella encontramos no únicamente a grandes autores recientes como Karl Ove Knausgård (vale... me gusta provocar un poco) y Frode Tiller, sino también a clásicos como Hamsun, Ibsen o Strindberg. Pero siempre quedan grandes autores escondidos, menos conocidos, pero que por casualidad o acierto, aparecen de golpe en el mercado literario.  Este es un claro ejemplo de ello, pues descubrí a Sæterbakken el año pasado con su «A través de la noche» y supuso mi calificación directa de mejor libro del año. Y ahora, Mármara Ediciones se ha lanzado con la edición de un nuevo libro del autor, y esto siempre es motivo de celebración.

El argumento de esta novela es breve, brevísimo. Tenemos a Edwin y Erna, matrimonio de avanzada edad que vive de manera bastante aislada del mundo exterior. Él, ciego y aquejado de una enfermedad que le tiene postrado en una mecedora; ella, con una grave deficiencia auditiva. Solo se tienen el uno al otro y poco más, y aun así, casi ni eso, porque lo que Sæterbakken nos cuenta es la historia de esta pareja de ancianos, una relación desgastada tras años de relación, y en los que la salud (especialmente la de él, tras su pérdida de visión) influye de manera directa, y provoca que aumente el deterioro en el afecto entre ellos, erosiona su vida conjunta  y mina la relación; una relación forjada a través de los años, pero en la que el paso del tiempo hace mella, pesa, desgasta y carcome.

Así, y aunque centrando la novela en sus dos protagonistas, la narración se decanta especialmente hacia Edwin; en él el tiempo avanza de manera inexorable y deteriora irremediablemente su salud, y con ello también su manera de ser, pues su carácter se va agriando con el paso del tiempo; su salud se empobrece y las horas sentado en su mecedora le aburren hasta el hastío; y su ceguera no ayuda, pues cada vez se muestra más desconfiado hacia su mujer, por no cuidarle lo suficiente, por dejarlo apartado en la negritud de su ceguera, en la solitud de su oscuridad; tal es así que llega a afirmar que «me molesta su ausencia tanto como su presencia». Así, cada uno vive el paso del tiempo de manera diferente, siendo para él algo únicamente inevitable, afirmando que «para ella son días divididos en horas y horas divididas en minutos, pero para mí no es más que una apestosa oscuridad.» o también sentenciando que «mi futuro es la oscuridad». Así, la oscuridad no únicamente viene dada por su condición física sino también anímica y mental, una oscuridad de la que no puede salir ni tan siquiera saber su final, pues ha perdido consciencia de toda noción del tiempo. Sin ver los días pasar, sin tener otras distracciones que las propias ocupaciones mentales, las tinieblas se ciernen sobre él esperando que llegue, inexorablemente, la noche definitiva. La soledad que experimenta el protagonista encerrado en su ceguera es tal que llega a desear una enfermedad grave para que se acuerden de él, hablen de él, se preocupen por él; tal es la desesperación y el aburrimiento que desea enfermar gravemente para así apartar los nimios pensamientos que ocupan su mente y con ello poder reemplazarlos por algo más grave, más profundo.  Así, el tono del libro arrastra al protagonista hacia la decadencia humana, hasta los límites de la desesperación, hacia la decrepitud más intensa que lo conduzca de manera inexorable por el camino del hartazgo hasta el destino final.

Estructuralmente, la narración es un acierto, pues alterna la narración entre los dos protagonistas y nos permite ver, de esta manera, ambos puntos de vista. También el autor acierta en la extensión, pues el argumento es muy simple en cuanto a los hechos, sobre lo que sucede, y el número de páginas que el autor le dedica es suficiente para meternos en la historia sin que se haga cuesta arriba o monótona. Sæterbakken sabe calibrar perfectamente el ritmo, evitando caer en redundancias o pesadez lectora por reiteración de situaciones.

Estilísticamente, el libro sorprende, pues, aunque ya conocíamos la calidad de la prosa del autor por su anterior obra «A través de la noche», en este caso el estilo es bastante diferente. El autor sostiene durante todo el relato un estilo seco, de tono desconfiado, duro, pesimista, que recuerda en gran parte a Strindberg (autor publicado por la misma editorial), pero también a Hamsun, por la manera de tratar las relaciones humanas, por la solitud que desprende y por la incomprensión profesada. Así, el autor desprende mucha agonía en este relato, pues no únicamente la ceguera aísla a Edwin, sino también la desconfianza hacia su mujer, que le aparta de cualquier mundo exterior; la animadversión hacia ella crece a medida que pasa el tiempo, llegando incluso a dudar sobre si finge la sordera porque la favorece, y le permite hacer ver que no oye lo que no le interesa oír, pero a la vez, reconoce que es atenta con él, «¿Qué haría yo sin ella? Siento la necesidad de agradecérselo, pero sé que nunca seré capaz de hacerlo…». En esta extraña, pero constante dualidad afectiva, el autor se mueve perfectamente retratando un matrimonio que llega al límite como pareja, pero también a nivel individual.

Así, en esta novela, el autor nos habla de la soledad, y de cómo el paso del tiempo va haciendo mella en un matrimonio que, sin apenas diversiones o sin poder salir de casa, engulle cualquier atisbo de cariño hasta convertir las personas en alguien extraño, como si la persona que tienen enfrente fuera alguien totalmente diferente, ajeno a su pasado, ajeno a los sentimientos que les despertaron tiempo atrás. La pareja se convierte en una carga, y la rutina se impone a la voluntad o al deseo. Con esta idea Edwin afirma que «estando casado con una mujer te conviertes en un mentiroso, te sientes obligado a mentir constantemente. Si no lo hicieras, la convivencia sería imposible».

Con esta novela, Sæterbakken nos hace partícipes de la decadencia humana, como seres individuales, pero también en las relaciones, arrastrándonos a un viaje vital en el que no hay salida posible, no hay una luz al final del túnel, únicamente hay un negro abismo que nos tienta y nos absorbe hasta acabar con cualquier motivo que nos empuje a desear seguir un día más. El libro retrata de manera dura y directa el paso del tiempo y el deterioro en la salud, propia y de pareja, arrastrando el alma de un ser hacia su propia devastación, aborreciendo su vida y su cuerpo, dando vía libre a una espiral de autodestrucción que le lleva a desear la muerte y pensar en ella, en todas las maneras posibles, hasta llegar a considerar una victoria el fin de la vida.

También de Sæterbakken  en ULAD: A través de la noche

martes, 11 de abril de 2017

Stig Sæterbakken: A través de la noche

Idioma original: noruego
Título original: Gjennom natten
Traducción: Cristina Gómez-Baggethun y Øyvind Fossan
Año de publicación: 2011
Valoración: muy recomendable

En un mundo literario como el actual, con novedades que se suceden de forma continua y envueltas de grandes promociones, sorprende que aún haya joyas por descubrir, que prácticamente hayan pasado desapercibidas y no estén magnificadas por los medios. Ocurre pocas veces, acontece de forma muy puntual, pero cuando sucede, te genera un sentimiento de alegría interior, controlada y que disfrutas íntimamente. El pequeño, pero no menospreciable placer, de encontrar algo casi inaudito. Esto es lo que ocurre con la publicación de esta novela de Stig Sæterbakken, primera traducción al castellano de la mano siempre hábil de Kirsti Baggethun (que ya tradujo previamente escritores noruegos de la talla de Hamsun, Carl Frode Tiller y el mismísimo Knausgaard).

Muy al estilo "knausgaardiano" (¿existirá ya este término?), en este libro Sæterbakken nos narra la historia de Karl Meyer, quien de forma honesta, triste y descarnada nos cuenta ya en un primer magnífico párrafo que su hijo Ole-Jakob está muerto. La forma en que lo explica, cómo lo vive y lo transmite ya nos indica que los sentimientos y el dolor están muy presentes. Y nos describirá cómo siente la pérdida sin edulcorarlo, sin endulzarlo, lo hará con el corazón aún compungido y una falta de aliento descontrolada que la angustia y el desaliento por la pérdida le provocan. La tragedia envuelve a Karl arrastrándolo a un abismo emocional y él nos arrastra hacia ese abismo hasta poder sentirlo, como se puede apreciar en el primer párrafo de la novela:

«La tristeza llega de muchas formas distintas. Es como una luz intermitente que se apaga y se enciende. Está ahí y es insoportable, porque es imposible tenerla ahí todo el tiempo. Te llena y te vacía. Mil veces al día se me olvidaba que Ole-Jakob había muerto. Mil veces al día, de pronto, lo recordaba. Y ambas cosas me resultaban insoportables. Olvidarlo era lo peor que podía hacer. Acordarme de él era lo peor que podía hacer. Era una sensación de frío que iba y venía, pero nunca de calor. Solo había frío y ausencia de frío. Era como estar de espaldas al mar. Se me helaban los talones cada vez que una ola rompía sobre ellos. Luego la ola se retiraba. Luego volvía.»

Así, con este primer párrafo brillante, el autor ya nos adelanta que el libro tratará sobre el dolor y la pérdida, sobre las decisiones tomadas, sobre quién somos realmente y por qué hacemos aquello que hacemos, aún y a sabiendas que probablemente no sean buenas elecciones. Hay aflicción, hay tormento, hay tristeza mezclada con momentos de euforia, hay descontrol y hay remordimientos. Hay mucha vida ahí, con episodios de entusiasmo en su parte más alegre, pero con muchos momentos de lo que es su parte menos bonita pero que de igual manera constituye nuestro ser. Y sí, como ya sucede con Knausgaard también hay cotidianidad, porque por mucho que intentemos ocultarlo, por más que intentemos luchas contra rutinas, es lo que ocupa la mayor parte de nuestra vida y no tiene sentido escribir un libro basado en la vida de una persona obviando que existe esta parte. Pero el autor sabe condensarlo, no necesita un gran número de páginas para detallarnos el escenario ni la personalidad de Karl, va directo al grano y pone el énfasis en la herida, donde la pérdida aún escuece, y donde la causa asoma y asusta. Stærbakken va directo al grano, no se anda con rodeos al expresar sus intenciones de forma análoga a como sentimos. Nuestros sentimientos llegan sin avisar y nos impactan de forma directa. El autor hace lo mismo al narrárnoslo para que lo sintamos de la manera más real posible.

También es cierto que el libro tiene alguna parte menos lograda, al menos así lo parece cuando uno llega a ella. Superada la primera mitad, de un nivel realmente elevado, hay cierto giro en el estilo que uno comprende cuando termina el libro. Así, ciertos tramos de la novela pueden confundir al lector donde se aprecia claramente ese cambio de registro, acercándose a las novelas de terror. Pero, aun así, el autor sale airoso también en esta parte llevando la oscuridad íntima al terreno físico, estableciendo un vínculo de forma muy lograda para llegar a un gran final donde todo encaja.

Aún días después de terminado el libro y siguiendo impactado por su lectura, constato que tenemos en nuestras manos un libro que debería dar que hablar y ser la primera de muchas traducciones de este autor al castellano. La calidad de la prosa y la visceralidad de las emociones sugieren que el resto de la obra no debe quedar en el olvido si amamos la buena literatura. Y mientras no llegue, tomemos aire y recuperémonos del viaje vital al que nos ha arrastrado Sæterbakken.