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domingo, 30 de junio de 2024

José Eduardo Agualusa: Un extraño en Goa

Idioma original: Portugués
Título original: Um estranho em Goa
Traducción: Claudia Solans
Año de publicación: 2000
Valoración: Recomendable

¡Pues anda que no habremos hablado veces de las expectativas y las ideas preconcebidas! Toca volver a ellas porque lo primero que pensé cuando tuve en las manos Un extraño en Goa, aun a sabiendas de que esta es una novela, fue en Ryszard Kapuscinki, en su Un día más con vida y en el comandante Farrusco.

Tampoco me parece algo descabellado. Al fin y al cabo, la contracubierta del libro habla de un escritor que parte en busca de una leyenda, de un excomandante de la guerrilla en Angola que pudo ser un agente portugués infiltrado. (Ahora que lo pienso, también podría haber hablado de Cesárea Tinajero y Los detectives salvajes, no?)

Bueno, el caso es que la novela, o la trama propiamente novelesca, es relativamente escueta. Sin embargo, y creo que esto es casi más interesante, el libro se abre a otros caminos y se convierte en ensayo histórico y/o antropológico, libro de viajes, thriller, crónica periodística, etc. Todo lo anterior gracias a un narrador escéptico y a la confusa memoria de unos días en la provincia india (y antigua colonia portuguesa) de Goa en la que el mundo real parece muy lejano. 

Creo que la principal virtud del libro radica en esa atmósfera extraña en la que nos envuelve el autor. Y es extraña en dos sentidos: en el puramente físico o sensorial y en el social. Por un lado, el calor húmedo, el paisaje y su sensualidad  dejan una sensación pegajosa; por otro, las iglesias católicas en plena India, los descendientes de portugueses que añoran una patria en la que nunca estuvieron, etc dejan una sensación de desubicación y extranjería que nos lleva a reflexionar acerca de la identidad y la memoria.

Todo ello, eso sí, con la sombra de Plácido Domingo / Comandante Maciel sobrevolando la novela. Es este un personaje oscuro, construido a partir de sus silencios y de sus elipsis, una especie de Coronel Kurz lusoparlante.

Termino poniendo en relación esta reseña con la de otros dos libros de Agualusa ya reseñados y que tienen una valoración de lo más dispar. Yo me situaré en el lugar del equidistante, en un "recomendable" en el que lo "periodístico / ensayístico" funciona como contrapeso de una trama novelesca que queda, en mi humilde opinión, en algo casi anecdótico.

También de José Eduardo Agualusa en ULAD: A feira dos assombrados,  Teoría general del olvido y El vendedor de pasados

martes, 17 de enero de 2023

Djaimilia Pereira de Almeida: "Luanda Lisboa Paraíso"


Idioma original:
portugués
Título original: Luanda Lisboa Paraíso
Año de publicación: 2018
Valoración: Muy recomendable

El nombre de Djaimilia Pereira de Almeida no debe de ser familiar para casi ninguno de los lectores de Un libro al día; de hecho, ninguna de sus obras se ha traducido todavía al español (sí al catalán: su primera novela, Esse cabelo, apareció como Els meus cabells en Lletra Impresa Edicions, con traducción de Sebastià Bennasar). Sin embargo, cualquier persona atenta a las nuevas voces de la narrativa portuguesa contemporánea se cruza inevitablemente con su nombre, porque es ya una de las escritoras más consolidadas de su generación, con una obra que incluye una decena de títulos, y géneros como la novela, el relato, el libro artístico (hecho con collages fundamentalmente) o un ensayo-diario-libro-fotográfico de cuarentena, Regras de isolamento, en colaboración con su pareja, Humberto Brito. Además, la lista de premios y distinciones que ha recibido por estas obras es ya larga, y todo indica que se va a seguir ampliándose en los próximos tiempos.

Y una de las obras que más ha contribuido a engrosar esa lista de premios es, precisamente, Luanda Lisboa Paraíso, la que fue su tercera novela, publicada en 2018. Y personalmente, puedo comprender su éxito, no solo porque está maravillosamente escrita, sino porque además trata temas que están en el centro de muchos de los debates y reflexiones actuales, dentro y fuera de la academia: la migración, el (des)enraizamiento, la integración de culturas, la exclusión social. 

La novela gira en torno a dos personajes, padre e hijo, Cartola (que significa "chistera") y Aquiles. Ambos viajan desde Luanda a Lisboa, para que Aquiles puede someterse a un tratamiento para corregir una deformidad en su tobillo izquierdo. Solo que lo que debería haber sido un viaje temporal, pronto se hace evidente que se va a tratar de un viaje sin retorno. Comienza así un proceso de desarraigamiento, de integración o de supervivencia, de (auto)conocimiento mutuo, de descubrimiento de la soledad y la solidaridad, la dignidad y la desolación. 
 
Se trata de un viaje marcado por las tres coordenadas geográficas que indica el título: Luanda, de donde parten, y donde queda una parte de la familia (la mujer, retenida en una cama, y la hija, retenida como cuidadora de su madre); Lisboa, la ciudad soñada y que demostrará ser más hostil de lo esperado; y Paraíso, un (ficticio) barrio de chabolas en la periferia de la capital portuguesa, en la que Cartola y Aquiles encontrarán por primera vez una comunidad que los acoja y los proteja.

Además de, como decía, plantear temas centrales en la literatura, la cultura e incluso la política contemporáneas, Luanda, Lisboa, Paraíso es una novela preciosa, maravillosamente escrita. Con ideas importantes y buenas intenciones se pueden escribir novelas horribles. No es el caso. Con un estilo limpio, poético, que aúna la belleza con la crudeza, Djaimilia Pereira de Almeida nos acerca a la vida cotidiana de los personajes, a sus pensamientos, sentimientos, memorias y biografías, mientras su vida transcurre en pensiones inmundas o en chabolas decrépitas, en autobuses abarrotados, en obras que les consumen el cuerpo y el espíritu. 
 
Además, la novela consigue navegar, con éxito en mi opinión, por la delgada línea que separa la necesaria defensa de la solidaridad entre los excluidos y los derrotados, de la romantización de la pobreza. Así, si por una parte se nos muestra la amistad entre Cartola y Pepe el gallego como una forma (prácticamente la única) de fraternidad a través de la cual es posible encontrar esperanza, tampoco se nos ocultan las condiciones trágicas, misérrimas de vida ni los peligros a los que constantemente están expuestos los personajes. Por otra parte, es también notable la forma como se presenta el proceso de desenraizamiento, la tensión entre querer comenzar una nueva vida cargada de sueños y posibilidades, y las memorias y las personas que quedaron atrás, y que tiran de los personajes como una raíz o una cuerda tensa. 

Solo cabe esperar que dentro de no demasiado tiempo esta novela de Djaimilia Pereira de Almeida, u otras como Esse cabelo o Maremoto, se publiquen también en español, para que podáis comprobar por vosotros mismos esto que digo. ¡Crucemos los dedos!

jueves, 10 de mayo de 2018

José Eduardo Agualusa: El vendedor de pasados


Idioma original: portugués
Título original: O vendedor de passados
Año de publicación: 2009
Traducción: Rosa Martínez Alfaro
Valoración: está bien

Para que luego alguien dude de la utilidad de este epatante y bienaventurado blog: yo, por ejemplo, no tenía ni idea sobre ningún escritor angoleño en lengua portuguesa (bueno, ni africano en lengua portuguesa y sobre  pocos en lengua portuguesa, en general), hasta que nuestro compañero Santi, a quien la Audiencia Nacional salvaguarde muchos años, reseñó hace no mucho una novela de José Eduardo Agualusa; como tenía a mano otro libro del susodicho y tenía buena pinta, pues ahí que me lancé, a ver qué tal...

Una vez leído este El vendedor de pasados, el caso es que no sé muy bien qué decir. Había pensado pergeñar un discurso más o menos aparente sobre el fondo, la forma y el estilo que le viniera al pelo a esta reseña y le dotara de un cierto empaque teórico, pero me temo que no seré capaz... Aunque, bueno, tira que te va: por de pronto, sobre el estilo cabe señalar que Agualusa, sin llegar a ser un virtuoso, "escribe bonito"; un pelín abarrocado, si se quiere, pero algún exceso florido le viene bien a una historia que se desarrolla en la tropical Luanda y en un escenario -una vieja casa abarrotada de libros y recuerdos- cuyo ambiente tira a cierta decadencia.

Además, en principio el estilo parece adecuarse bien a una novela en la que encontramos elementos que podemos adscribir, más o menos,  al "realismo mágico": desde la propia figura del narrador -no diré aquí de quién se trata, aunque tampoco es un misterio que se mantenga mucho rato-, la frecuente alusión al mundo  onírico o el personaje que da título al libro, Félix Ventura, un albino adoptado por un librero y que tiene como curioso oficio inventarse para sus clientes pasados y ancestros ilustres o al menos resultones. Bien mirado, esta dedicación más parece sacado de un relato de Borges -de hecho, la novela se abre con una cita de este autor-; es más, frente a la exuberancia argumental que cabría esperar, pronto la historia se revela como la relación casi geométrica entre unos pocos personajes, cuatro sin contar con el testigo-narrador, que componen una trama casi abstracta, una jugada de billar francés (sí, ya sé que se juega sólo con tres bolas...), que funcionaría con independencia del lugar donde se encontrase ambientada: es Angola, pero podría ser en la España post-franquista, en la Yugoslavia de ahora mismo o en Argentina tras la dictadura militar... 

De ahí mi despiste: un estilo barroco y tropical no parece lo más adecuado para una historia que resulta más apta para un drama teatral stridbergiano. Sin embargo, también debo decir que la impresión final no es negativa: de algún modo se impone la calidad de la prosa sobre esta disociación que puede haber (o no, no deja de ser una impresión subjetiva) entre el fondo y la forma. Eso sí, cierto desconcierto no lo he podido evitar.


Más títulos de José Eduardo Agualusa reseñados en Un Libro Al Día: A feira dos assombrados, Teoría general del olvidoUn extraño en Goa

sábado, 17 de febrero de 2018

José Eduardo Agualusa: Teoría general del olvido

Idioma original: portugués
Título original: Teoria geral do esquecimento
Año de publicación: 2012
Valoración: Muy recomendable

En la Uladcentada de 2012 hablaba de cómo vivir en Portugal me había permitido acceder no solo a la literatura portuguesa, sino al mundo de la cultura lusófona (Brasil, Angola, Mozambique...). Lo ejemplificaba, entonces, con Joaquim Lopes Vieira, que no existe, pero si hubiera estado hablando en serio podría haberlo ejemplificado con Eduardo Agualusa, que sí existe, y que probablemente es el segundo autor más reconocido de las literaturas africanas lusófonas después de Mia Couto. Ya hace años reseñé una obra quizás menor, A feira dos assombrados, y vuelvo a la carga ahora con una de sus novelas más aclamadas, esta Teoría general del olvido, que en portugués (Teoría geral do esquecimento) suena mucho más poético.

La novela gira, fundamentalmente, en torno a Ludo, una mujer de origen portugués traumatizada por una experiencia del pasado que decide encerrarse y barricarse en su propia casa, ante las turbulencias violentas que rodearon la independencia del país y la guerra civil que le siguió, con intervención de diversas potencias internacionales, repartidas todavía en los ejes de la Guerra Fría. La vida de Ludo se reduce a la mera supervivencia y a la lucha por la cordura, encerrada en un exilio interior voluntario, con un perro, unas gallinas y un jardín como única compañía. Sin embargo, la realidad externa se abre poco a poco paso, e irrumpen en la trama innumerables personajes unidos de distintas formas al devenir de Angola y también entre sí, aunque sea a veces de forma tenue o accesoria.

Es posible que esta sea la gran virtud de la novela: la forma en la que se vincula lo individual con lo colectivo (el fin del colonialismo, la independencia, la guerra). A lo primero corresponden los capítulos sobre la vida de Ludo, incluidos aquellos que reproducen los pensamientos y poemas que escribe, en papel primero, en las paredes de su casa después; a lo segundo, multitud de historias sobre mercenarios portugueses, soldados angolanos, pícaros, enfermeras, periodistas, pastores, palomas mensajeras... Tantas historias, en esta segunda parte coral, que en ocasiones cuesta seguirles el hilo a todas, hasta que convergen y se cierran sobre sí mismas.

Otro gran mérito de la obra, quizás entreligado con el anterior, es la mezcla de un duro realismo con un estilo en el que tiene cabida lo poético, y en el que también hay espacio para una imaginación próxima de lo mágico o de lo fantástico (como cuando se dice de un hombre que fue tragado por la tierra, y que solo quedó de él el sombrero, o como la historia, como de fábula o cuento tradicional, de las palomas mensajeras que contienen diamantes). Los poemas de Ludo, sus reflexiones, visiones, invenciones entre el hambre, la nostalgia y la soledad contribuyen también a enriquecer una novela que es mucho más que una crónica histórica.

¿Y qué visión se nos da de Angola y de su historia en este texto? Pues, en primer lugar, la historia de  los angolanos: la de quienes, independientemente de su origen, decidieron quedarse en el país después de la independencia, y hacer de él lo mejor que pudieron y supieron. Es, también, a pesar de todos los problemas presentes y pasados del país (que Agualusa sin duda conoce) una novela en la que hay más historias de redención que de venganza. Incluso Ludo, al final de la novela, parece reconocerse en este nuevo país: "no tengo otra tierra que esta", dice, casi ciega pero ya desemparedada.

Este mensaje hasta cierto punto esperanzador o redento de la novela quizás haya contribuido hasta cierto punto a su éxito internacional: sospecho que una obra más oscura o tremendista habría sido más difícil de digerir por el mercado internacional. Esto no es, naturalmente, una crítica a la novela, que es magnífica, hermosa y conmovedora; además, tenemos la suerte de que existe una traducción al español, realizada por Claudia Solan.

lunes, 17 de agosto de 2015

valter hugo mãe: la máquina de hacer españoles

Idioma original: portugués
Título original: a máquina de fazer espanhóis
Año de publicación: 2010
Valoración: recomendable

Aclaración inicial: la ausencia de mayúsculas en el título del autor y en el título no es cosa mía: es así como le gusta que se escriba al propio autor. Tampoco en el texto de la novela, con la excepción de unos pocos capítulos, se usan las mayúsculas. Manías de escritor, oye: a Juan Ramón Jiménez le gustaba escribirlo todo con jota y ganó el Nobel.

Dicho esto, paso a presentar a valter hugo mãe, al que sospecho que probablemente no conocerán la mayoría de los lectores españoles o hispanoamericanos que nos siguen. valter hugo mãe es uno de los escritores jóvenes (bueno, de mediana edad) mejor valorados de la literatura portuguesa actual. En realidad, más que un escritor es un hombre orquesta: es novelista, poeta, artista plástico, presentador de televisión, cantante... Su prestigio subió varios grados cuando en 2007 ganó el Premio Saramago por su novela o remorso de baltazar serapião. Después de eso ha seguido publicando novelas de relativo éxito, como la máquina de hacer españoles o la deshumanización.

Esta novela, la máquina de hacer españoles, tiene un planteamiento prometedor: el protagonista, Antonio Silva (perdón, antonio silva) se queda viudo y es internado en una residencia de ancianos, donde conoce a un conjunto de personajes singulares y, en general, entrañables: "esteves sin metafísica", que dice ser el mismo Esteves que aparece en el famoso poema "Tabacaria" de Fernando Pessoa; la señora marta, que espera siempre las cartas de amor de un marido que la ha dejado tirada en la residencia; un "portugués de badajoz"...

Lo mejor de la novela es, quizás, la sensibilidad con la que están retratados los personajes: seres complejos, abandonados pero que, en la mayoría de los casos, consiguen mantener una actitud de rebeldía ante la vejez o la muerte que los acechan. No son ancianos ideales, los sabios de la tribu a los que la sociedad ha tratado injustamente: pueden ser cariñosos, ingeniosos y soñadores, pero también egoístas, violentos, repulsivos. Se cagan encima, se vuelven seniles, se putean unos a otros, se engañan, se mueren.

Son, en fin, ancianos con toda la complejidad fisiológica, mental y moral que eso entraña, y que reflejan también a un país arruinado social y moralmente por años de régimen salazarista. Todos los grandes símbolos del régimen (la virgen de Fátima, el Benfica de Eusebio, la policía secreta o PIDE) pasean por la memoria de estos viejos, que ven cómo su país se ha convertido en una "máquina de hacer españoles" (siendo España en su imaginario un lugar más moderno, más próspero, más vivo).

Y quizás lo peor de la novela sea su deuda evidente con Saramago. (Recordemos que en 2007 valter hugo mãe recibió el Premio Saramago de manos del propio Saramago). No se trata solo de la cuestión meramente tipográfica (la falta de signos que indiquen los diálogos, el uso de comas donde normalmente se esperarían puntos, etc.), sino de un estilo, de una forma de tratar a los pesonajes, sus voces y sus pensamientos, una mezcla de descripción realista y reflexión presentada como si fuese banal. Si quiero leer a Saramago, ya tengo a Saramago, que es mejor Saramago que cualquiera de sus posibles continuadores.

Dicho esto, la máquina de hacer españoles es una novela que gana con el paso de las páginas: los personajes adquieren mayor profundidad y escapan del estereotipo, y uno llega a cogerles cariño a estos ancianos que se agarran a la vida con la fuerza y la esperanza que les queda. En este momento no sé decir si valter hugo mãe merece el hype que hay a su alrededor en Portugal; creo que tendré que seguir leyéndole para averiguarlo.

sábado, 8 de febrero de 2014

Gonçalo M. Tavares: El señor Brecht

Idioma original: portugués
Año de publicación: 2004
Título original: O Senhor Brecht
Traducción: Rita Da Costa
Valoración: está bien

Empiezo aclarando que leo este libro como entremés de otra lectura de Tavares. La mera curiosidad me lleva a este librito  que no llega a las 70 páginas las cuales, encima, se trata en algunos casos de un par de frases que no van más allá del mero apunte ya no de trama (este no es un libro con personajes) sino de pura idea a desarrollar. Y no es que la lectura me decepcione hasta el punto de descartar acometer una novela de más de 400 páginas. Pero sí me deja muy descolocado. 
Un texto que se despacha en apenas media horita al que el autor (y, por supuesto, la editorial) ya otorga la consideración de libro, el precio de libro, la entidad de libro. Un poco osado para la escasa enjundia. Ideas centrales (pues parece que todo va un poco en relación con la figura de Bertoldt Brecht, que debo admitir que no conozco demasiado) serían un poco la relación del individuo con el poder, la desesperación, y alguna cosilla que se me habrá escapado (pero no voy a incidir en una segunda lectura), todo con un tono surrealista, algo proclive a lo cruel (curioso como hay cierta reincidencia en el trueque de miembros), en una dinámica de generar desconcierto en el lector parecida a la de la brillante pero extraña obra Ultraviolencia de Miguel Noguera. Pero, en cualquier caso, un bagaje que encuentro algo rácano dada la, dicen, buena fama del autor. Supongo que la cuestión de la publicación de un libro o no es un acuerdo entre dos partes, pero El señor Brecht acaba pareciéndome algo más cercano al experimento, a la antología ya no de artículos sino de retazos, no a un todo sino a una parte. Si el contenido estuviera encuadrado en un volumen, acompañado de textos con otros perfiles y estilos, seguro que mi sensación sería distinta. Pero no puedo evitarlo: aislado en su austeridad, este libro no llega en ningún momento a ser memorable.
Dudo, por la insistencia que leo en otros medios sobre el autor, que sea representativo y vamos a otorgarle, ya no solo por su escaso número de páginas, la generosa y condescendiente consideración de obra menor.

jueves, 16 de mayo de 2013

Ondjaki: Los de mi calle

Idioma original: portugués
Título original: Os da minha rua
Año de publicación: 2007
Valoración: Muy recomendable

Leyendo Os da minha rua de Ondjaki, me resultaba inevitable pensar en otros dos libros ya reseñados aquí: Miguel Street de V. S. Naipaul y Mi planta de naranja lima de José Mauro de Vasconcelos: los tres comparten una misma mirada infantil, asombrada y soñadora (recreada, claro está, desde una edad adulta que recuerda con cierta nostalgia) hacia una realidad a veces dura, otras veces entrañable y siempre sorprendente. En comparación con estos dos grandes libros, Los de mi calle queda un punto, solo un punto, por debajo.

Ondjaki (seudónimo del escritor angoleño Ndalu de Almeida) recrea en esta obra, a través de pequeños relatos de dos o tres páginas, episodios de su infancia en Luanda, una Luanda post-independencia en la que hay profesores cubanos y camiones soviéticos, proclamas nacionalistas y viajes a Portugal para comprar gafas nuevas. La mayoría de los relatos se refieren a la familia del escritor o a sus compañeros de juegos: recuerdos de la escuela, de la primera televisión en colores, de la experiencia de ver cine en el cine o del primer beso.

El comienzo del libro es deslumbrante: con un lenguaje sencillo, como corresponde a la perspectiva infantil, y con la inclusión de algunas expresiones características del portugués de Angola (para el que lo lea en el original, claro), el narrador nos consigue trasladar inmediatamente a su mundo, visto con una inocencia y con una luminosidad cautivadoras. Aunque los años 80 fuesen años convulsos en Angola, un país con un papel significativo en la Guerra Fría, el niño que entonces era Ndalu no percibía estas cuestiones sino de una forma muy lejana y nada problemática, de manera que parece habitar un mundo sin más conflictos que los pequeños conflictos domésticos o escolares.

Pero lo que hace que este libro quede un poco por debajo de Miguel Street o de Mi planta de naranja lima, como decía, es su falta de evolución, su estatismo. A diferencia de Miguel Street, los personajes y los conflictos no se desarrollan: los relatos de Os da minha rua están en el orden en que están, pero podrían haber estado en casi cualquier otro, y poco habría importado. El tono, algo saudosista y, se sospecha, algo idelizante, se mantiene constante a lo largo de todo el libro, y llega a empalagar ligeramente. Parece que el lector espera, después de leída una decena de relatos, que el tono o el contenido cambie, que se abandone el costumbrismo de lo exótico y se desarrolle una historia que nos atrape, como pasaba en Mi planta de naranja lima.

Pero eso no pasa, el libro continúa y uno se queda con la sensación de haber disfrutado de un bonito volumen de memorias infantiles, que quizás podría haber llegado a ser algo más.

viernes, 28 de diciembre de 2012

Joaquim Lopes Vieira: El reflejo verde del agua

Idioma original: portugués
Título original: O reflexo verde da água
Año de publicación: 1934-1982
Valoración: Muy recomendable

Es verdad lo que dicen de que entrar en contacto con una cultura distinta te abre las puertas a todo un mundo. En mi caso, por ejemplo, irme a vivir a Portugal me ha abierto las puertas no solo a la cultura de este país, sino a toda la "lusofonía" (Brasil, Angola, Mozambique, Goa...) que en España es prácticamente desconocida.

Así, entre conversaciones informales y visitas a la Biblioteca Nacional de Portugal, hace poco descubrí la existencia de Joaquim Lopes Vieira (sin relación con el poeta portugués Alfonso Lopes Vieira), un escritor angoleño cuya obra se reduce a una sola novela, El reflejo verde del agua, publicada originalmente en 1934 y reescrita una y otra vez (diecinueve versiones en total) hasta su muerte en 1982. Se trataba, según declaró Lopes Vieira, de recuperar el modo de transmisión de la literatura oral, en la que el núcleo de la obra se mantiene, pero los detalles mudan, mutan, se multiplican en boca de los sucesivos narradores. "Como el agua de un río que es siempre distinta, aunque el río sea el mismo y tenga siempre el mismo nombre".

La primera versión de El reflejo verde del agua es una novela breve (entre 110 y 125 páginas, según ediciones), clasificable como bildungsroman o novela de aprendizaje, sobre un joven campesino angoleño que se traslada a la capital en busca de mejores condiciones de vida. (Lopes Vieira tenía en aquel momento veinte años, y sin duda este argumento reflejaba sus propias inquietudes e inseguridades). En la versión "definitiva" de 1982, el tema del viaje de la periferia al centro se mantiene, pero extendido de modo casi fractal en todas las direcciones imaginables: estamos hablando de una obra de 822 páginas en la que cuesta reconocer el librito original del que nació.

Un estudio de las distintas versiones de El reflejo verde del agua (yo he leído completas cuatro, y hojeado todas las demás menos la de 1972, que parece haberse perdido definitivamente) permite advertir cómo se llega a tales extremos. Por ejemplo, la tercera versión, la de 1938, es la primera en incorporar un personaje femenino fuerte, el de la hermosa Ana Maria, que ganará aún más relevancia en las siguientes versiones de 1940 y 1942. A medida que pasan las décadas, se advierte también una mayor interrelación entre la aventura individual del protagonista y el destino colectivo de Angola: así, las versiones de 1965 y 1968 son las más decididamente nacionalistas y anticoloniales, mientras que las de 1980 y 1982 muestran ya un desencanto por los gobiernos post-independencia, al estilo de las obras de Chinua Achebe.

Por supuesto, una obra de este tipo plantea cuestiones críticas interesantes. Por ejemplo, ¿debemos respetar las modificaciones del autor y considerar El reflejo verde del agua (1982) como el texto "definitivo", aun sabiendo que de haber vivido algunos años más Lopes Vieira habría publicado una nueva versión de la novela? ¿O debería considerarse que, a pesar de tener el mismo título, cada nueva versión de El reflejo verde... es una obra distinta? Y si se tratase de editar la obra, ¿qué versión se debería elegir? ¿La última? ¿La primera? ¿Todas ellas en paralelo, aun a riesgo de crear un mamotreto inmanejable? ¿Alguna de las intermedias (la que el editor de turno considere "la mejor de todas")?

Esta última opción nos lleva, por otro lado, al terreno de las valoraciones cualitativas: ¿puede hablarse de "progreso" o simplemente de "transformación" en el paso de El reflejo verde del agua (1934) a El reflejo verde del agua (1982)? ¿Mejora el libro con cada nueva modificación de su autor? ¿Es necesariamente superior el escritor maduro y políticamente comprometido de El reflejo verde del agua (1968) que el joven idealista de El reflejo verde del agua (1942)? Es indudable que con el paso de los años la novela gana en profundidad, ambición y riqueza; pero también pierde frescura y dinamismo, así como, esto es indudable, la capacidad para enganchar a un lector medio más interesado en la trama que en las intrincadas relaciones geopolíticas del colonialismo.

Tal vez precisamente por estas complejidades críticas y editoriales, Joaquim Lopes Vieira no ha alcanzado todavía el lugar que merece en el canon literario internacional. Aunque en Angola fue una celebridad prácticamente desde su juventud, en el resto del mundo, también en Portugal, su prestigio se sitúa muy por debajo de otros escritores angoleños de menor mérito. Por no tener, no tiene ni siquiera un artículo en la Wikipedia en portugués, y su obra es difícil de encontrar incluso en las librerías de segunda mano de Lisboa.
Esperemos que esta breve reseña de su obra, única pero múltiple, sirva para que sea mínimamente (re)conocido.

domingo, 25 de septiembre de 2011

José Eduardo Agualusa: A Feira dos Assombrados

Idioma original: portugués
Título original: A Feira dos assombrados
Año de publicación: 1992
Valoración: Recomendable


Creo que con esta reseña estoy incumpliendo una de las normas implícitas de ULAD (mea culpa, mea culpa, mea culpa) al reseñar un libro que, hasta donde he podido averiguar, no ha sido todavía traducido al español (y debería: editores a la caza de buenos libros, esta es vuestra oportunidad). Por eso, también, no me atrevo a poner un título en español en el encabezamiento, porque ¿qué pasaría si pongo uno, y luego la traducción española pone otro? Quedaría poco serio. Y ULAD, si es algo, es la seriedad personalizada, o mejor, bloguizada. Además, la palabra "assombrados" del título no significa, como podría pensarse, "asombrados", sino más bien "embrujados, hechizados, encantados"... A saber por cuál van a optar los futuros traductores (o editores) españoles... Mejor dejarlo como está, por si acaso...

Pero bueno, vamos al contenido: A Feira dos Assombrados es una mezcla de Miguel Street, de Naipaul, y casi cualquier relato de García Márquez (por ejemplo "Un señor muy viejo con unas alas enormes"). Creo que el realismo mágico latinoamericano tiene aquí su contrapunto africano; no digo que Agualusa copie a los maestros del boom, sino que quizás sus realidades americana y angoleña, y el modo en que esas realidades son interpretadas, tienen elementos comunes que se trasladan a la literatura. En el caso de Agualusa, el mensaje (ya desde el subtítulo "y otras historias verdaderas e inverosímiles") es bastante evidente: no importa tanto lo que realmente suceda o haya sucedido, como la narración de los hechos (narrar es explicar y dominar al mismo tiempo) que se construya y que consiga perdurar.

En esta novela -o ciclo de relatos con un escenario común, la aldea de Dondo, en Angola, en pleno cambio del siglo XIX al siglo XX-, lo maravilloso se inicia con la aparición en el río de una serie de cadáveres cada vez menos humanos, que el sacerdote del pueblo se niega a enterrar en suelo sagrado. Los capítulos dedicados a los cadáveres-pez se entrelazan con otros dedicados a los habitantes del pueblo: el niño criado por monos; el cacique enamorado de la muchacha más bonita; el hipnotizador milagroso... Todo ello (no es por repetirme, pero: como en el realismo mágico latinoamericano o, por qué no, en Kafka) contado con el mismo estilo desapasionado y rutinario con que contaría que alguien sale a comprar el periódico en cualquier ciudad europea una mañana de miércoles.

A los relatos que componen el núcleo principal del libro se añaden todavía cuatro o cinco fragmentos narrativos independientes que, tal y como yo lo interpreto, insisten en la misma idea general: no importa la verdad de los hechos, sino la narración de los hechos. Quien controla la memoria y sus construcciones, tiene el poder.