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miércoles, 6 de noviembre de 2024

Juan Marsé: La gran desilusión

Idioma original: español
Año de publicación: 2004.
Valoración: recomendable.

Un poco difícil emitir valoraciones sobre libros como éste. Se trata de un curioso experimento literario que solo tiene sentido si reconocemos previamente a Juan Marsé y su obra, de la cual hemos dado cuenta en este blog, como la descomunal influencia que representan en la literatura en español. Un escritor militante y comprometido, de opiniones polémicas y no siempre bien procesadas, pero, que, a tenor de lo leído aquí, fueron coherentes hasta el final y poco serviles - cosa que le procuró algún problema - con el poder establecido. En este sentido, Marsé mantuvo una línea inapelable de reivindicación de dos cuestiones fundamentales: esencia literaria asociada a la realidad y a los entornos que pisaba y conocía, reivindicación del origen , de la condición de clase aún cuando el éxito podía hacer tambalear los principios.
Entonces, no a cualquier escritor se le tienta con que haga una semblanza a posteriori de dos décadas, los años 30 y los 40, de enorme trascendencia en la historia de la humanidad. No a cualquiera se le deja libertad absoluta para que haga de eso, que parecería un cauteloso homenaje otoñal, una atractiva elección de anécdotas, hechos sociales y políticos, elementos culturales de un extenso abanico - aquí se habla de Concha Piquer y se habla de Faulkner - y, por supuesto, porque Marsé es básicamente un cronista social en el sentido estricto, y eso le aporta un matiz político que no por subliminal deja de ser demoledor. Por tanto, como lectores, no siempre disponemos - me viene Chaves Nogales a la cabeza - de la posibilidad de una narración de la historia hecha con la suficiente objetividad y a la vez con el estilo de Marsé, tan esquivo con andarse con las ramas, tan directo y preciso. El valor de La gran desilusión, al margen de que cualquier completista de Marsé pueda necesitar leerlo o cualquier lector esporádico acuda por curiosidad, es esa posibilidad de diálogo directo con su autor sin personaje o trama interpuesta. Marsé escribiendo, porque ese es el ineludible tema central y el nudo argumental no solo de este libro sino de la inentrañable historia de la humanidad de la época, sobre el auge del totalitarismo, sobre el nazismo, el fascismo y el franquismo, la Guerra Civil española, la II Guerra Mundial, sin caer ni en demagogia ni, por un momento, en la mínima sospecha de idolatría por otra cosa que no sean iconos culturales. Sin restar importancia a todo lo que sucedía. Marsé hablando de sus recuerdos de esa época es, simplemente, otra manera de disfrutar de su escritura.

Otras obras de Juan Marsé reseñadas en ULAD: aquí

domingo, 22 de septiembre de 2024

Quim Monzó: Cómo triunfar en la vida. Edición de Julià Guillamon


Idioma original:
 catalán

Título original: Com triomfar a la vida

Año de publicación: 2009

Valoración: muy recomendable

Hace muy pocos días que Quim Monzó anunció su intención, parece que definitiva ('me he hartado"), de dejar de publicar sus colaboraciones en prensa, sus artículos, un puñado al mes, donde desplegaba su análisis punzante y su verborrea suavemente corrosiva y que, en muchas ocasiones eran de lo que más valía la pena en muchas ediciones diarias. De hecho, el grueso de su obra más reciente pasaría por ser una recopilación de sus textos en corto formato todavía inexistente y los incondicionales habremos de conformarnos con esa rememoración, con mantener la esperanza de que ese retiro permita que se decida a acometer nuevos relatos o, ya sería la caraba, una novela.

Cómo triunfar en la vida no funciona nada mal como paño de lágrimas. Para los mitómanos, es un excelente acercamiento a todo el hábitat que gestó al autor. Es un libro repleto de material gráfico del más distinto pelaje. Se reproducen desde algunas cartillas escolares con sus notas, hasta algo de su trabajo como diseñador gráfico antes de que centrara su existencia en la escritura, disponemos de imágenes de ese corpulento joven greñudo, un kumbayà ligeramente disidente como ha demostrado, y por supuesto el texto, lleno de profusas colaboraciones de distintas personalidades que, más que ensalzar su obra - cosa no necesaria - desmenuzan su chispeante trayectoria como personaje público omnipresente en los medios catalanes, deteníéndose por supuesto en una de sus facetas más brillantes: la capacidad de reírse de uno mismo, a nivel individual y colectivo. Muy importante que uno pueda ver sus propios actos y pueda definir algunos como patéticos. Muchos deberían aprender y no me hagáis decir nombres. En este sentido, aunque a alguno se le escape el tono panegírico - hace quince años, imaginaos ahora - todos convienen en alejarse de la adulación excesiva. Aún hoy, de su actividad en Twitter puede deducirse que Monzó puede haber echado el freno en cierto nivel de producción, pero que su cabeza es una locomotora desbocada que absorbe y procesa información de lo que sucede a su alrededor.

Hay extractos de sus obra de referencia, hay amagos de críticas a la evolución de su estilo, de sus actitudes hacia el mundo, de ese desvergonzado reconocimiento de ciertos excesos que han empujado a su parte creativa a mantener esa actitud (de la que veo parangón en muy pocos escritores) ácida y mordaz con todo quisqui. Si te gustaba Monzó, Cómo triunfar en la vida es una orgía para los sentidos. Si no lo conocías, es una descabellada invitación a curiosear (¡palabra pentavocálica!) en su obra. Si hasta ahora no te gustaba, pues bueno, pues adiós.

Otras obras de Quim Monzño reseñadas en ULAD: aquí

sábado, 25 de febrero de 2023

Magius: Primavera para Madrid

Idioma: español

Año de publicación: 2020

Valoración: más que recomendable

Érase una vez, un país muy, muy lejano donde reinaba un rey de lo más campechano, mujeriego y aficionado a cazar elefantes y cuyo príncipe heredero, algo panoli, estaba casado con una princesa un tanto lagarta, practicante de yoga. Por su capital, villa y corte, pululaban toda clase de personajes, desde políticos castizamente corruptos a periodistas manipuladores, a sueldo de constructores que presiden equipos de fútbol; policías que realizan trabajitos "especiales"; amantes reales demasiado ambiciosas e incluso el propio nieto del rey, un joven atolondrado y juerguista, proclive a pegarse tiros en el pie y que sabe que nunca reinará...

Entre toda esta fauna variopinta, tampoco faltan pícaros y buscavidas; como muestra y botón, este cuento se centra en dos trayectorias trepadoras  paralelas, aunque partiendo de diferentes posiciones: las figuras de Lobo Madrid, directivo de una de las principales empresas del país y yerno de su dueño, el constructor Cipriano Luna, además de amigo íntimo del príncipe -y luego rey- Fernando y "compiyogui" de su esposa la princesa Carolina. El otro personaje que merece nuestra atención es un joven petimetre, ansioso por codearse con los poderosos, conocido como "El pequeño Nico..." perdón, quiero decir "El gran Fede", quien comienza organizando francachelas para los vástagos de la clase alta y acaba metido en asuntos de las cloacas del Estado o incluso en los embrollos de la Monarquía.

Todo cuento necesita al cronista o juglar adecuado y éste
lo ha encontrado en Magius, un diestro maestro iluminador que domina con aparente facilidad los secretos del dibujo y aún más, de la sutil caricatura, al que sabe aplicar un engañoso aire espontáneo, lleno de ingenio y frescura. Asimismo, cuento tan ejemplarizante, si bien jocoso, tan elevada historia que nos habla de reyes y reinas, príncipes y cortesanos, necesitaba un pergamino a la altura de su distinción y en esto la empresa editora, Autsaider Cómics, ha tirado la casa por la ventana imprimiéndola en un papel no ya gualda (como bien podría ser), sino dorado cual doblón con la efigie del monarca, dotado de un aúreo fulgor que hace brillar a los personajes y convierte su peripecia en una fábula, más adecuada imposible, sobre el poder, el dinero y el sexo.

  
Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado. Porque las cosas que se cuentan en Primavera para Madrid ya no ocurren en ese reino muy, muy lejano... ¿verdad? ¿VERDAD?

Nota post... lo que sea: como se suele decir, la realidad supera la ficción, amiguis, y más en el caso de este cómic, en el que prácticamente todos los acontecimientos y personajes que aparecen tienen su reflejo en las hemerotecas de la prensa española... Pero he aquí que, además, este libro ganó el premio Nacional de Cómic de 2021, que se entregó este pasado día 20 en Zaragoza por... los mismísimos reyes Fernando y Carolina... quiero decir Felipe y Letizia... Un momento impagable.


La imagen de tan regio y epustuflante evento. Hay que señalar que SS.MM. tienen cara de no haberles hecho gracia el cómic (bueno, a ella, igual un poco sí... ; )

 

También de Magius y reseñado en Un Libro Al Día: El método Gemini

miércoles, 3 de agosto de 2022

Dr. Alderete & Mariana Enriquez: El año de la rata

 Idioma: español

Año de publicación: 2021

Valoración: recomendable (e incluso más que eso para los amantes del bizarro)

La cosa sucedió así, al parecer: el ilustrador argentino Dr. Alderete, enfebrecido y confinado  durante la pandemia en su casa de México, realizó una serie de dibujos en su colorido estilo pop en los que plasmó toda una serie de temas más o menos recurrentes que configuraban, de una extraña forma coherente, un universo particular: mujeres desnudas en extrañas situaciones, imaginería fetichista y bondage, máscaras, mutaciones, soles negros, monumentos mejicanos... todo con un firme trazo negro y con apenas un puñado de colores saturados: blanco, verde, rojo, fucsia... Luego le envió estas ilustraciones, que resultaron algo delirantes (o no) a su compatriota la escritora Mariana Enriquez (huelga la presentación) y ésta pergeño todas una serie de historias basándose en ellas, pequeños relatos en principio independientes, pero relacionados entre sí y que configuran una suerte de distopía anclada en la realidad de nuestros días y, sobre todo, de una pandemia que nadie pensó antes que viviría -aunque no es, en absoluto, un libro sobre la pandemia de COVID, por más que se mencione de vez en cuando-; un mundo ¿alternativo? que recoge rumores, conspiranoias, fake-news o leyendas urbanas, da igual como se les denomine, recogidas, en parte, de esa especie de mitología popular de nuestra época, en parte de personajes o sucesos relaes, cuyas circunstancias la autora se ha limitado a transcribir, y en parte de la imaginación... digamos un tanto retorcida de la Enriquez, luminosa, más que oscura en este caso, pero no menos inquietante que el resto de sus libros...


Relatos e ilustraciones que constituyen un conjunto fascinante y perturbador, una realidad alternativa (o no) en la que conviven bellas alienígenas llegadas del planeta Riley, las llamadas "daianas" (aquí ha estado usted muy bien, doña Mariana, me quito el sombrero), espectáculos de variedades de lo más bizarrescos, un Museo Itinerante de los Placeres Raros, extrañas epidemias y envenenamientos masivos, misteriosas instagramers, ominosos vehículos mensajeros de la muerte, alteraciones de todo tipo en la realidad que nos circunda... Todo esto y más, porque el libro es un festival de lo insólito, que provoca una mirada alucinada, llena de fascinación o desasosiego (o ambas cosas) según cada cual...

Para entendernos. un libro que, aunque solo sea por su bella factura, merece la pena y que complacerá a los amigos de lo bizarro, como nuestro compañero Oriol o, sin duda, de la obra de Mariana Enriquez, como el compañero Koldo... Al resto de lectores, les recomiendo que le echen un vistazo, siquiera sea para vislumbrar que hay otros mundos, ahí fuera...; )


Otros títulos de Dr. Alderete reseñados en Un Libro Al Día: Black is Beltza


miércoles, 8 de enero de 2020

Seth: Ventiladores Clyde

Idioma original: inglés
Título original: Clyde Fans
Año de publicación: 2019
Traducción: Esther Cruz Santaella
Valoración: recomendable

Leo esta última novela gráfica de Seth (nom de plume del canadiense Gregory Gallant) con el recuerdo aún fresco, pero más bien tibio, de su primera obra, La vida es buena si no te rindes, publicada originalmente entre 1993 y 1996. Sin embargo, pese a los veintitrés años transcurridos entre aquel libro y este Ventiladores Clyde, pienso que ambos podían haber sido escritos y dibujados de forma consecutiva, porque el estilo característico de Seth no ha cambiado sustancialmente: viñetas a tres tintas -negro, gris y un azul grisáceo... además del blanco, claro-, muchas de ellas sin diálogo, digamos "ambientales" -panoramas de calles, edificios, parques...-; detenimiento casi morboso en los detalles, sobre todo en objetos vintage, de los años 30, 40 ó 50 del siglo XX: bibelots, fotos, carteles...; recreación de zonas del Viejo Toronto y otras ciudades de Ontario... En realidad, como explica el autor en el epílogo, hay una razón para esta apariencia de continuidad: Ventiladores Clyde debía ser su segundo libro, pues lo comenzó justo después de terminar el primero; sólo que éste ha tardado más de veinte años en acabarlo. Eso también explica cierta evolución del dibujo dentro de la misma obra: de los trazos más finos y detallados del comienzo a otros más gruesos y de aire algo descuidado, pero también más resolutivos, del final.

Los personajes protagonistas guardan asimismo una cierta semejanza  con el de aquella otra novela:  son también individuos tristes, un poco o un bastante misántropos, o simplemente poco adaptados al trato con sus semejantes; aunque en este caso no se trata (por fortuna, creo yo) de otro dibujante de cómics, trasunto del propio Seth, sino de dos hermanos, Abe y Simon Matchcard, que han llevado durante años -y también a la ruina-, la empresa fundada por su padre, Ventiladores Clyde. Hay diferencias entre ellos, no obstante: mientras Abraham o Abe se ha visto obligado a ser más sociable debido a su trabajo de comercial para la empresa y ha llevado una existencia más o menos "normal" -viajes, matrimonio, múltiples aventuras con mujeres-, Simon es mucho más misántropo, o tal vez sólo víctima de una timidez enfermiza, por no decir patológica... La mayor parte de su vida, frustrado su intento de seguir los pasos de su hermano, los ha pasado encerrado en el edificio donde vive, y también está la oficina de la empresa de ventiladores, sin apenas contacto con el resto del mundo, cuidando de su madre y coleccionando unas postales humorísticas, de moda varias décadas atrás. la relación entre ambos hermanos, entre la dependencia y el rencor mutuo, supone, claro está, uno de los motores de la narración, quizá el principal, de hecho. pero también están la relación de Simon con su madre y el resquemor de Abe hacia su padre, que abandonó a la familia sin dar explicaciones. Los lazos familiares, por tanto, sus obligaciones y agravios, son el gran tema del libro, pero también las relaciones humanas en general -amorosas, comerciales- y la falta de ellas: la soledad, que causa un tormento indecible en quien la sufre, incluso cuando la ha elegido de forma, en apariencia, voluntaria. La necesidad que tenemos del prójimo, pero también de alejarnos de él. El fracaso y la entropía como destino inevitable de la existencia humana, así como de las ciudades y paisajes, de los tiempos... de todo lo que parece entrañable y acogedor.



He mencionado el edificio en el que están las oficinas de la empresa y también la vivienda de Simon y su madre -y luego, de Abe-, porque además, en verdad resulta ser casi un personaje más de la narración. o sin casi: detenido en el tiempo, laberíntico, incluso algo claustrofóbico... los dos hermanos deambulan por él sin cesar, de habitaciones a pasillos, de sótanos a la oficina, de la coina al almacén de material, desgranando sus historias y la de su familia. Incluso los objetos que se acumulan en la casa tienen no poca relevancia: a modo casi de una novela del Nouveau Roman o de Georges Perec, nos encontramos -en un libro de historietas ya de por sí bastante tocho y algo agotador- con, por ejemplo, cinco páginas repletas de pequeñas viñetas donde se detallan todos los objetos que se encontraban en el tocador y el resto del cuarto de la madre de los dos hermanos. U otra, ocupada por un catálogo de todos los modelos de ventilador que vendía la firma. En fin, cosas de ese tipo...

Por acabar: si alguien ha leído la reseña que escribí de la primera obra de Seth, La vida... etc., se habrá dado cuenta del cambio en mi tono, no sólo en la valoración. la causa es que si la otra novela gráfica me pareció algo interesante, sí, pero sobre todo una muestra máss de ese onanismo narrativo que constituye en el peor (y más frecuente, por desgracia) de los casos la llamada "autoficción", ventiladores Clyde, en cambio, resulta una novela madura y profunda , absorvente (ya digo que incluso un poco agotadora), y cuya historia y personajes, sin duda, merecerían una mayor repercusión si se tratara de una novela "tradicional" que hubiese salido de la pluma de un Franzen o un Richard Ford o cualquiera de los novelistas norteamericanos actuales más señeros.

Y antes de que lo olvide, el libro en sí, un volumen tocho, como he comentado antes, está esplendidamente editado, e inserto dentro de una curiosa "caja-faja" que, pese a mi aversión (compartida por muchos lectores y libreros, me consta) hacia esos adminículos deleznables al servicio de la autopromociónmás cutre, en este caso aporta un embalaje apropiado al tamaño del libro y de un buen gusto divertido y sorprendente. A cada cual, lo suyo.

Otras obras de este autor reseñadas en Un Libro Al DíaLa vida es buena si no te rindes

lunes, 30 de diciembre de 2019

Varios autores: ALTAÏR magazine. Contar(nos) el mundo


Idioma original: español
Año de publicación: 2019
Valoración: muy recomendable

Dejadme que empiece primero por dejar paso a mi reprimida vena fetichista. Este libro es un objeto precioso. Con su tapa dura, su maquetación, lleno a reventar de ilustraciones y detalles gráficos de todo tipo, que revelan el mimo empleado en su confección. Con ese olor a tinta que tanto nos gusta a algunos, con una primorosa presentación pendiente de cada detalle. Ya la gente de Altaïr hizo que me saltara hace tiempo una norma (con su número sobre el desierto de Sonora), pero aquí me lo han puesto más sencillo aún: aunque ponga magazine hablamos de un libro, de 200 páginas en gran formato, y como su portada proclama recoge 32 miradas sobre la cultura y el viaje. Y estas 32 miradas incluyen a Martín Caparrós, a Jorge Carrión, Leila Guerriero, Jon Lee Anderson, Ander Izagirre o Rodrigo Fresán. Poca broma, entonces, y tened la completa seguridad de que no solo tenéis en las manos algo objetivamente bello, sino el resultado de un planteamiento muy serio y muy respetuoso, no solo con el concepto de la revista, la crónica, sino con su resultado en términos literarios. 
Y aquí hay textos de mucho valor. Crónicas en el término canónico del término, ejercicios más despojados de una estructura clásica. Con el pretexto del viaje, con la presencia del escritor en entornos que en principio le son ajenos, aquí nos encontraremos interesantes aportaciones con mayor o menor aporte visual, más extensas y bordeando la ficción algunas, otras puros textos de denuncia sobre situaciones particulares y, aunque se haya escapado algún texto algo escorado hacia la modalidad "perfil de destino de vacaciones", en la mayoría de los casos los autores van más allá del puro detalle de andanzas en viaje, indagan, informan, detallan, toman ese papel tan fascinante del ojo objetivo que muestra las cosas para que cada lector adopte su visión subjetiva.
Aquí se habla del Irán de la decidida apertura, de Irlanda, del Perú amazónico, de Tenerife, de las duras condiciones de extracción del azufre en Indonesia, de Venecia, de las reservas indias en Estados Unidos, de Alaska, y diría yo que es una lectura particularmente apropiada para aquellas personas que recortarían un reportaje interesante pero se olvidan y acaban tirando la revista. Echo de menos a autores que encajarían perfectamente aquí como Juan Villoro, Álvaro Colomer o Valeria Luiselli, pero el nivel es desde luego muy notable, esto, queridos lectores, es un libro con todas las de la ley, una obra consistente, cohesionada, tan homogénea en el fondo como heterogenea en la fonda, un disfrute lector y visual de mucho valor, y os recomiendo, si os interesa, que le echéis un vistazo, si lo tenéis en las manos no os vais a poder resistir.
Porque encima queda la mar de bien sobre la mesa de centro.

lunes, 2 de septiembre de 2019

Enric Jardí: Así se hace un libro

Idioma original: castellano
Año de publicación: 2019
Valoración: Curioso

Supongo que se habrán fijado bien en el título: 'Así se hace un libro', y no 'Así se escribe', lo cual hubiese sido algo bastante aterrador ¿se imaginan? De modo que hablamos de un libro sobre libros, esa materia que a veces hemos etiquetado el libro como objeto, el libro con su texto –unas manchitas de tinta sobre papel blanco-, sus hojas, sus tapas, esa cosa que algunos tenemos cada día, o casi, en las manos, y sentimos su peso, su tacto, colocamos con más o menos mimo o descuido en la estantería, a veces anotamos, subrayamos o le doblamos la esquina a una de sus páginas.

Hablamos por tanto de ese libro físico, y conocemos a través de Enric Jardí cómo se compone, qué hay que tener en cuenta para hacerlo bonito y legible, cómodo para el usuario y con  formato preferiblemente coherente con su contenido o su tono. En el curso de las explicaciones van apareciendo conceptos que nos resultan familiares y que quizá no siempre manejamos correctamente, como esas cubiertas con las que pasamos tan buenos ratos en este blog, las solapas y las guardas, los pliegos, portadas y anteportadas, los créditos (no, no habla de esas fajas promocionales que tanto irritan a muchos, o a casi todos los lectores). Jardí aclara términos y se detiene en las diferentes tipografías y estilos adecuados a estas partes introductorias. 

Como lo hace, y con abundancia de detalles, cuando entramos en el cuerpo del texto: la mancha y los márgenes, justificación, interlineado e interletraje, tipos, grosor, altura de mayúsculas y minúsculas, versalitas, números elzevirianos y capitales, ligaduras. Sí, muchos conceptos en los que, como lectores, normalmente no reparamos a no ser que nos enfrentemos a una de esas ediciones antiguas de bolsillo que nos hacen bizquear con su letruja microscópica, o que no podemos sujetar debidamente porque apenas tiene márgenes, o cuya tripa se desgaja como los pétalos de una flor delicada. Bueno, está bien, también hay que reconocer que a veces sí se disfruta manejando una edición de calidad (normalmente, de precio acorde con ella), en la que el libro completo, forma y contenido, expresa armonía, buen gusto y un trabajo hecho con cariño y profesionalidad.

En realidad, desde el punto de vista que ahora estamos tratando, por mal que suene decirlo, el libro es un producto dirigido a un consumidor, y como todo producto, puede despacharse de cualquier manera para reducir costes, puede revestirse de ornamentos publicitarios para vender (la faja), o puede elaborarse, como decía, con profesionalidad y enfocándose a la satisfacción del cliente, eso de la experiencia que ahora tanto gusta. Porque, aunque obviamente lo más importante de un libro será siempre lo que en él se cuenta, una buena edición puede aumentar la satisfacción del lector o limitarla, incluso arruinarla.

En este sentido, el trabajo de Jardí rezuma seriedad y sentido común por todas partes, un cuidado exquisito en los detalles y conocimiento profundo de las necesidades del lector. Vamos, que si alguna vez me publican un libro me gustaría que lo diseñase don Enric. Otra cosa es que, en medio de esa perfección técnica, al libro le falta algo de alma. Es en su mayor parte una especie de manual en el que descubrimos, sí, una serie de cosas curiosas, pero que hubiera quedado mucho más atrayente dándole un poquito más de vuelo, no sé, salirse algo más del carril del diseñador y darle un matiz más intelectual, quizá más personal y subjetivo, menos informático. Hay algunas –muy escasas- referencias históricas sobre tipografía y, por ejemplo, una curiosa alusión a la afición anglosajona de escribir los lomos de arriba abajo. Se podrá decir que lo que echamos de menos no son más que anécdotas, chascarrillos o relleno, pero en un texto de este tipo entiendo que cosas así lo enriquecen, lo hacen más ameno y ofrecen una perspectiva más global y menos mecánica de un tema que de por sí no carece de cierto interés. 

viernes, 9 de febrero de 2018

VV.AA.: René Magritte

Idioma original: Castellano
Año de publicación: 2017
Valoración: Entre recomendable y está bien

El libro-objeto tiene un qué especial. A veces alberga retos intelectuales; de por sí contiene (o debería contener) todo tipo de promesas sensoriales. Invita a experimentar, a leer, a mirar, a oler, a palpar, a retroceder, a desplegar, a manipular y a sentir; en definitiva, el libro-objeto invita a jugar.

René Magritte aprovecha algunas de las características del libro-objeto. Ofrece formatos poco convencionales (entre ellos, libros acordeón y libros póster) y un contenido tanto lúdico como reflexivo. Quizás convenga comentar, eso sí, que descuida otras cualidades propias de tan peculiar formato. Por ejemplo, la combinación de disciplinas y lenguajes artísticos. O la posibilidad de ser un producto de tirada muy limitada con variaciones manuales que diferencian a cada una de las piezas. Pero bueno, las contadas carencias de este libro como objeto se ven compensadas por las virtudes de su contenido. 

Los seis autores participantes en René Magritte se llaman David B., Gabriella Giandelli, Éric Lambé, François Olislaeger, Miroslav Sekulic-Struja y Brecht Vandenbroucke y nos granjean relatos sobre la vida y obra del artista belga. Recurren más al aspecto visual que al literario (solamente dos obras contienen palabras), apropiándose en todos los casos de escenas e imágenes ideadas por el pintor surrealista al que rinden homenaje. Todos estos autores elaboran una historia: ya sea a modo de secuencia gráfica (a lo cómic) o gracias a una imagen única que incita a una lectura casi narrativa, como de bajorrelieve o pintura mural. 

Tengo la grata impresión que algunos de los dibujantes han comprendido y asimilado la obra de Magritte. Y esa es una tarea ardua. Ese conocimiento base les ha granjeado una cierta intimidad y comodidad con las que aproximarse a la biografía o a la producción del artista. 

El librito de François Olislaeger, titulado "personaje que rompe a reír", es la obra que más me ha gustado. El autor dialoga con un Magritte reacio a responder con claridad. Un Magritte que, en el fondo, no se muestra enigmático simplemente por sus convicciones sobre la realidad o el lenguaje (que también), sino que deja entrever inhibiciones inconfesables que le amordazan. El estilo de dibujo es sencillo, de gruesos trazos negros, rotundos y certeros. Las transiciones de las viñetas, altamente creativas.

También me parece francamente notable el libro póster que cierra René Magritte. Elaborado por Brecht Vandenbroucke, mezcla elementos y motivos de varios de los cuadros del pintor para establecer una especie de cotidianidad con tintes oníricos. Lástima que éste último, como otros de los autores recogidos por René Magritte, se haya quedado rozando la superficie. Con esto me refiero a que excluyen el pensamiento de Magritte de su interpretación, en vez de aprovecharlo a su favor, ya sea para cuestionarlo o para mostrarlo, como hacía "personaje que rompe a reír". Estos autores han acabado por ejecutar un producto donde prima lo estético, la forma por encima de la sustancia. Configuran una reunión en la que convergen varias de las obras del surrealista, sin entrar en muchos detalles de las mismas o de su creador. Lo cual es bonito, pero ya está.   

Nada más puedo decir de esta obra. Es de esas que, si se quiere saber algo al respecto, hay que experimentar. Literalmente. Cosas de los libro-objeto, ¿sabéis? 

domingo, 24 de diciembre de 2017

El libro y su momento

Como seguramente he comentado alguna vez, creo que el libro tiene interés desde varios puntos de vista. Por ejemplo, como objeto físico, con su formato y peso determinados, el ejemplar que tenemos entre manos, junto con la forma en que ha llegado a nosotros (compra, regalo, préstamo), posee sustantividad propia, que forma una unidad con su contenido. Quizá por eso tengo tan poca afición al el libro electrónico, en el que todo esto queda bastante diluido, y solo el texto en sí conserva su importancia.  

De la misma forma, tal vez con mayor intensidad, el hecho de leer en un momento y lugar determinados le añade al libro características subjetivas que, si son suficientemente potentes, quedan fundidas con aquello que recibimos del autor. A veces tanto reseñistas como visitantes del blog hemos aludido a alguna de estas circunstancias, y se ha recordado la ocasión, el lugar o el momento
preciso en que se ha leído un libro concreto. Son recuerdos muchas veces intensos y nítidos que siempre me traen a la memoria situaciones similares que he vivido, libros leídos en circunstancias singulares, que han quedado para siempre indisolublemente unidas a aquellas lecturas. Y me voy a permitir contar algunas de ellas. 

Sin lugar a dudas, mi experiencia más intensa con un libro tuvo como protagonista 'El ruido y la furia' de William Faulkner. Edición Bruguera de bolsillo, en color gris, titulada más literalmente ‘El sonido y la furia’. Lo leí en lo que probablemente era el entorno menos apropiado, o tal vez todo lo contrario: acompañando a una persona muy querida durante interminables noches en un hospital. Yo era muy joven, y la combinación de la atmósfera irrespirable de los pueblos polvorientos y los personajes desquiciados de Faulkner con la angustia ante la enfermedad y el dolor, resultó demoledora. Muchos años después me siento estremecer con el recuerdo, y hoy es el día en que soy incapaz de volver a abrir aquel libro, casi de tocarlo. La idea de releerlo me atrae, pero estoy seguro de que nunca lo haré.

En un tono desde luego mucho menos dramático, me viene a la memoria otro par de títulos directamente asociados a algunas otras dolencias, esta vez propias: 'El nombre de la rosa' (virus pillado por una imprudencia en la ruta del Cares) y una parte de la Biblia, leída a trozos durante bastante tiempo. En este último caso, no es tanto la enfermedad en sí lo que asocio al libro, sino la presencia de mi padre durante horas, en silencio, en un sofá junto a mi cama. Entiéndase que nuestra peculiar relación no daba mucha ocasión a escenas semejantes y, mientras leía los Salmos o las atrocidades de la época de David, no sé, me sorprendía en aquel cuadro familiar tan insólito.

A veces el libro adquiere ese estatus especial no por una sino por varias circunstancias anecdóticas que, todas juntas, forman un pequeño itinerario que se prolonga en el tiempo y hace que ese título, aunque de forma intermitente, mantenga una especie de presencia constante. Así me ocurre con 'Amaya o los vascos en el siglo VIII'. Era uno de los muchos volúmenes que lucían en la biblioteca de mis tíos que a mí, no sé si acertadamente, me parecía soberbia. En su momento no me atreví con aquel tocho, pero la renuncia quedó por ahí flotando, como una pequeña mancha. Bastantes años después me decidí, fue quizá el primer libro que leí en formato electrónico y tuvo además el honor (más bien lo tuve yo) de ser la primera colaboración que me publicaron los amables redactores de ULAD. Finalmente, como para completar el círculo, acabé comprándolo en papel en la honorable librería de viejo donde busco suministros desde hace mucho tiempo. 

Libros leídos durante enfermedades propias o ajenas, o cuando alguien se nos va, pero también en la playa, quizá durante un verano solitario, o no tanto, regresando en un tren de un viaje muy especial o coincidiendo con algún acontecimiento social o político, quizá en un país extranjero, cuando nos quedamos en paro o cambiamos de empleo, o de casa, o simplemente un fin de semana lluvioso que por alguna razón desconocida asociamos para siempre a aquella lectura. Libros dejados a medias, perdidos, robados o recuperados de un préstamo que parecía sin retorno. O, por qué no, un libro leído en una Nochebuena diferente. 

A veces el libro tiene un efecto medicinal, contrapesando un momento de dolor o de soledad, o puede sumar a la realidad amargura o desasosiego, quizá entusiasmo o tranquilidad. La mayor parte de las veces esas pequeñas historias pasan al olvido por intrascendentes, pero como lectores, queramos o no, algunos de esos libros no serán nunca solamente aquello que nos contaba su autor, sino ese mismo texto enredado para siempre con un trozo de nuestra vida, el objeto y la lectura que nos acompañó justamente en aquel momento. Seguro que nos ocurre a todos.

sábado, 25 de noviembre de 2017

Anónimo: El Manuscrito Voynich

Idioma original: ?????
Título original: No consta
Año de publicación: No se sabe
Traducción: No hay
Valoración: Qué queréis que os diga...

Por una vez, he de reconocer que no he leído el libro que ocupa la reseña de hoy (bueno, a decir verdad, tampoco sería la primera v... ejem); pero vamos, ni yo, ni nadie que se sepa en los últimos cinco siglos, por lo menos... La razón es que se trata del archifamoso Manuscrito Voynich, llamado así debido a su descubridor, el bibliófilo y anticuario de origen polaco Wilfrid M. Voynich y que debe su celebridad a estar escrito en un idioma desconocido y, aún más, en un alfabeto arcano, inextricable para todo el mundo, hasta el momento -vendría a ser algo así como una transcripción élfica de la lengua de Mordor, que no hemos de pronunciar aquí-: además, pasa por ser el único manuscrito medieval que aún no ha sido desentrañado. Casi nada, pues...


Se sabe, eso sí, gracias a la datación por métodos científicos, que fue escrito en la primera mitad del siglo XV, y por algunas pistas que nos proporcionan sus muchas ilustraciones, que su origen probablemente esté en el Norte de Italia, quizás en la ciudad de Milán. Por otro lado, las ilustraciones también nos dan una pista sobre la materia de la que puede tratar el libro, pues abundan las que reflejan plantas de diverso tipo -aunque parece que tampoco se ha llegado a determinar cuáles son todas ellas-, así como multitud de figuras desnudas, sobre todo femeninas, junto con una simbología de carácter aún más hermético. Esto ha dado pie a algunas de las interpretaciones más plausible sobre la naturaleza del manuscrito -aunque hay muchas otras, claro, que atribuyen su autoría desde a los inevitables cátaros o templarios hasta al no menos ubicuo Leonardo Da Vinci. Incluso  (no, no era del todo broma) que puede tratarse de un texto de una supuesta civilización élfica (!)-: la más reciente es de un investigador en temas históricos, Nicholas Gibbs, que sostiene que se trata de un "tratado médico sobre la salud de las mujeres", destinado, tal vez, a una dama de la alta sociedad de la época, y que el misterioso código en el que está escrito no es sino una forma abreviada del latín medieval. Puede ser cierto o no, pero el caso es que periódicamente han ido saliendo criptógrafos, historiadores y hasta matemáticos de diversos países que aseguran haber desentrañado el libro, siquiera parcialmente; sin embargo, parece que de momento tararí que te vi... todavía no hay una interpretación clara y aceptada por todo el mundo del mismo.


A estas alturas de la reseña, supongo que más de uno de sus hipóteticos lectores (si es que queda alguno) estará preguntándose a qué diantres viene reseñar un libro ilegible y del que además sólo existe un ejemplar, sito en la Biblioteca Beinecke de Libros Raros y Manuscritos de la Universidad de Yale (sitio bien curioso debe de ser, también). Hasta ahora era así, pero resulta que esa biblioteca encargó a la acreditada  editorial burgalesa Siloé, especializada en tales menesteres, que reprodujera el manuscrito en edición facsímil, cuidando hasta el último deterioro del mismo. El libro fue presentado en Burgos el pasado 10 del mes en curso (aquí) y aunque los ejemplares de la edición han sido sólo 898 y  cada uno cuesta una pastizara (además de que creo que la mayoría ya estarán adjudicados), el caso es que podemos decir que es un libro más a disposición del público -público no-lector, en este caso-, como cualquier otro de los reseñados en Un Libro Al Día. Aunque no podamos leerlo. En cualquier caso, si alguien le quiere echar un vistazo al original, puede hacerlo aquí

Una última reflexión (y prometo que ya acabo): antes o después, es probable que se acabe descubriendo el secreto del manuscrito Voynich. Cuando el mundo esté gobernado por un megasuperordenador, quizás, que elimine a todos los humanos de la faz de la Tierra y se dedique a entretenerse con jueguecitos intelectuales como desencriptar el lenguaje en el que alguien escribió este texto, hace casi seiscientos años. O tal vez lo haga pasado mañana una niña-prodigio autista o un viejo profesor oxfordiano... Ni idea; sólo sé que, en mi opinión, será una lástima cuando se averigüe lo que esconde, al igual que si se capturara al monstruo del lago Ness o al Yeti. Porque está bien que avance el conocimiento sobre lo que nos rodea, sí, pero tampoco está de más que nos dejen un espacio, aunque sea pequeño, para el misterio. Esto es, para la leyenda; esto es, la literatura.






domingo, 13 de agosto de 2017

Victoria Broackes, Geoffrey Marsh (Edit.): David Bowie IS


Idioma original: inglés
Título original: David Bowie IS
Año de publicación: 2016
Traducción: Ezequiel Martínez Llorente
Valoración: imprescindible

Aprovechemos que estamos en el fin de semana más vacacionado en el hemisferio Norte para darnos un pequeño descanso de eso que, urgh, llamamos, literatura pura. Sin dejar de ser fieles y coherentes con el título de este blog, por eso. Y esto es un libro, no os quepa duda. Un librazo en todos los sentidos porque pesa como dos kilos, bastante más que un laptop de última generación, porque su hábitat natural es la posición horizontal en una mesa de centro, y porque no requiere una lectura urgente de arriba a abajo, prestándose a ello pero admitiendo el típico hojeo displicente tan dado a estas calurosas épocas.
David Bowie IS podría pasar por ser un lujoso catálogo de la exposición de igual título que ahora se muestra al público en Barcelona, pero hay que aclarar que no es solo eso. No es solo un montón de páginas donde se da un exhaustivo repaso visual a toda la historia del músico británico. Un artista que, en todas sus épocas, pero muy particularmente en esas época dorada que se corta de forma algo brusca en Scary Monsters para renacer, bien entado el milenio y bien cercana su desaparición, con sus dos brillantes últimos discos. 
El aspecto visual, obvio, es apabullante; fotos de modelos usados en vídeos y conciertos, imágenes icónicas de sus discos y sus actuaciones, story-boards de su copioso material audiovisual, fotos de archivo desde las cuales asistimos a esa evolución pendular: el adolescente escorado a la imagen mod, el joven presa de todos los excesos, pelo naranja, cejas afeitadas, expresión a la vez ausente y acelerada, siempre con una actitud equidistante entre cierta flema innata y un evidente gusto por la provocación, de vuelta al hombre maduro sobrio y elegante, con una impensable aura narcisista llevada con una naturalidad sobrenatural.
Casi da grima pensar en el escaso peso e influencia (salvo contadísimos ejemplos,  ninguno de los cuales me viene a la mente) que la imagen de los artistas actuales de referencia en el mundo de la música tiene hacia sus legiones (ejem) de admiradores, y tenemos aquí un catálogo de distintas imágenes, de reinvenciones constantes en lo estético y en lo musical, de deglución de influencias y regurgitación, la mayoría de las veces, con pleno acierto. 
En fin: no corresponde a este blog hablar de la carrera musical de Bowie. Pero sí comentar este libro. Con un texto meticuloso y objetivo donde no se repara en detalles ni en juicios no siempre reverentes. Bowie fue un artista reptílico en todos los sentidos, capaz de recuperar una y otra vez su capacidad de sorpresa, y me da que su voraz curiosidad cultural tuvo mucho que ver. Curiosidad extendida a muchos aspectos de su vida, tal como los brillantes textos se ocupan de detallar sin ápice de pronunciación, sin dejes de admiración fanática. Porque, sobre todo entre los 90 y hasta 2010, Bowie quedó en un segundo plano y publicó bastantes discos intrascendentes. Pero en los 70... exploró en la música, en la cultura, en el sexo, en las drogas. Liberó a toda una generación de barreras y de cortapisas, de corsés de todo tipo y, como dijo una emocionada Annie Lennox en uno de los múltiples homenajes que se le rindió, demostró que estaba bien ser diferente.
Este libro es un espectáculo, incluso para ajenos por completo al círculo de incondicionales del músico. Es un lujo, un stendhaliano exceso visual. Uno puede, si es de ese tipo de personas, poseer montones de libros de fotografías. Mil rincones de New York, Fotos clásicas de Ferrari, 500 jardines de Japón. Pero ninguno como este.


lunes, 15 de mayo de 2017

Shaun Usher: Listas memorables


Idioma original: inglés
Título original: Lists of Note
Año de publicación: 2014
Traducción: Javier Guerrero
Valoración: muy recomendable

Listas. Uh. Menudo tema para tratar. La gente (mucha gente, y sí, el firmante de esta reseña se incluye y de forma muy entusiasta) ama las listas. Desde su forma conceptual (una manera de poner orden) hasta su estimulante misterio implícito. Cada uno tiene su lista de cosas y cada uno piensa que la suya es la mejor, quizás, pero seguro que es la única. Puede haber listas sobre todo y para todo, y bastante que me he parado y no he hecho una lista para ordenar mis listas favoritas. No nos vayamos muy lejos, aquí en este blog hemos organizado unas cuantas y la publicación de nuestras elecciones como libros del año se ha ido erigiendo en un pequeño acontecimiento.
¿Significa tener la costumbre de relacionar cosas en una lista (con orden o sin él) ser un obseso cuadriculado? Pues estaríamos bien, y leer (o consultar, más que leer) este libro solo haría que confirmar que, en cualquier caso, no estaríamos solos en esa, lo digo ya, sana y fascinante costumbre. Uno escribe lo que no quiere dejarse cuando prepara la maleta para viajar (puntos débiles: pijamas, zapatillas, cargadores de todos los gadgets  que hoy nos acompañan), los libros que querría leer (ejem), lo que ha de comprar, lo que ha de hacer, a quién ha de invitar,  a quién ha de enviar ese e-mail. Los pros y los contras de alguna decisión importante, las llamadas que ha de hacer en su jornada laboral, los ingredientes de algún plato de esos que son un reto (puntos débiles: esas especias de nombre extraño que no hay santa manera de encontrar).
Y Shaun Usher recopila un montón de listas en este libro que es un regalo para los sentidos, desde su generoso formato hasta el mimo de su maquetación, pero sobre todo que nos sume en una reflexión sobre esta costumbre y su arraigo, y de paso, menuda nadería, un recorrido panorámico por las cosas que han obsesionado a nuestros congéneres a lo largo de los tiempos. Aquí hay de todo y el mundo literario, como no podía ser, está muy bien representado (bueno, sobre todo el de habla inglesa). Listas de las cosas más extrañas y con los pretextos más curiosos, en un recorrido tan heterogéneo que abarca desde Einstein a Sid Vicious, pasando por Pérec, Newton, Houdini, Marilyn Monroe, Nick Cave, Edison o Borges, incluyendo un fascinante y obviamente anónimo Decálogo de la Mafia o una relación agotadora de regalos recibidos por un monarca o un listado de seres concebidos para las obras de Lovecraft o... qué desorden el mío. Hay varias listas de libros favoritos, claro. Más de 120 listas que abarcan, parece , toda época y mucha fobia y mucha filia de la humanidad. Hay una que enumera las ocho clases de ebriedad. Pero ya paro de saturar. Este libro es bastante más que una curiosidad que queda cuqui recostada horizontalmente en una mesa de centro. Es una especie de recorrido por el sentido de la inquietud intelectual, tan variado y tan inabarcable como lo ha sido la humanidad desde que ha dispuesto de la escritura, esa herramienta que sirve para perpetuarse. Quizás alguno lo vea como un juego o un entretenimiento, pero este libro es una cosa muy seria.

jueves, 31 de diciembre de 2015

Enrique Sánchez Abulí y Jordi Bernet: Torpedo 1936 (integral)

Idioma: español

Año de publicación: 2014

Valoración: imprescindible


Con permiso de los medios de comunicación, de la crítica especializada y, sobre todo, de Francesc Bon: ni las novelas de Houellebecq, ni Franzen, ni del rey que rabió... el acontecimiento editorial de este año  que acaba no ha sido otro que la edición integral -repito: INTEGRAL- de todas las historietas de Torpedo 1936, escritas por Enrique Sánchez Abulí y dibujadas magistralmente por el gran Jordi Bernet -las dos primeras, por Alex Toth-; un cómic ya mítico con uno de los personajes más negros, sucios y canallas que podemos encontrar en la historia del cómic mundial y no digamos ya del español: Luca Torelli, alias "Torpedo", siciliano que se gana la vida como asesino a sueldo en el Nueva York de los años 30. Un tipo al que no dudaría en calificarle como un hijo de la gran puta -con perdón- si no fuera porque nos queda claro en una de las historietas que quien era un auténtico cabrón era su padre... por no hablar del resto de su familia. Acompañado siempre, además, por su inseparable -aunque para nada fiel- Rascal, otro que tal...

Para que nadie se llame a engaño: quien se atreva con este volumen tendrá que vérselas con más de 700 páginas tamaño DIN a-4, tres kilos y medio en canal de papel y tinta repletos de sexo en crudo -no siempre recomendable ni consentido-, violencia extrema -nunca consentida-, engaños, traiciones, vilezas y jugarretas de todo tipo; un compendio, en suma, de todo lo negativo y ruin de que es capaz el ser humano. Conoceremos todo un repertorio de mafiosos, asesinos, timadores, fulanas y sinvergüenzas de variado pelaje... y nuestro protagonista  no les va a zaga, precisamente... Por resumir: leer este libro ha de suponer, con seguridad, la comisión de un pecado mortal; pregúntenle a un sacerdote y verán.

Todo ello, eso sí, narrado con insuperable maestría gráfica por el glorioso tenebrismo de Jordi Bernet, heredero de la mejor cómiquera y cinematográfica en blanco y negro. Y adereceda con un sentido del humor sarcástico y expeditivo, pero sumamente eficaz. Todo un clásico de la época anterior a que las historietas pasaran a ser "novelas gráficas"; en el caso de Torpedo 1936, además, creo que deberíamos hablar de pulp fiction, todo lo más... y ni falta que hace otra cosa. Un volumen éste que es, por otra parte, una joya que guardar para dejar a los nietos... aunque tal vez lo más recomendable sea esperar a que estén crecidos para enseñárselo. Muy creciditos, a ser posible...

Un momento, objetará quizás alguno de nuestros avispados seguidores, ¿cómo es eso de que este libro es el acontecimiento editorial del año si resulta que fue editado en el 2014?

Bien, ¿y qué? Yo me lo he agenciado en el 2015. Además, el año que viene también lo voy a poner como acontecimiento editorial más destacado, así que... ; )



miércoles, 1 de abril de 2015

Santi Pérez Isasi y Ainize Santos: Ilustre Ruritania Ilustrada / Irudizko Ruritania Irudiztatua

Idioma original: castellano o euskera (a elegir)
Año de publicación: 2015
Valoración: lamentabl... perdón, quiero decir imprescindible

To suck up or not not to suck up, this is the question… (es decir, pelotear o no pelotear…)
Humm… ¿Y a qué viene semejante pendejada?, se preguntará, desdeñoso, más de un lector de ULAD.  Pues me explicaré: resulta que el libro cuya reseña nos ocupa hoy es obra, al menos en lo que a la parte escrita se refiere, de un joven pero acreditado autor; ingenioso, elegante y sutil, de prodigiosa técnica narrativa e imaginación desbordante, que…  Sí, vaya –sonreirá algún otro lector, con sorna-, ni que fuera de Bilbao… Pues exactamente,  del mismísimo centro de Bilbao, con los pies metidos en la ría, como quien dice: Santi Pérez Isasi  jauna;  para más señas, nuestro CEU, el boss  o incluso el capofamiglia de este exclusivo blog de reseñas conocido por Un libro al día (él se presenta humildemente como co-coordinador, pero lo hace por modestia…y tal vez por algún asunto fiscal…ejem).
¿Qué, comprenden ustedes ahora mi dilema? ¿Debo respetar el código ético del gremio de reseñistas, nuestro Juramento Hipócrita, y respetar la verdad a la que nos debemos o puedo mentir como un bellaco para conservar mi puesto en este blog y, sobre todo, los espléndidos emolumentos que conlleva, amén de las suculentas dietas, prebendas y sobresueldos en cajas de puros con los que somos recompensados? Sin olvidar el prestigio social y, por qué negarlo, el magnetismo sexual que conlleva pertenecer a tan prestigiosa institución… Lo confieso: no sé qué hacer…
¡Ya está: publicaré dos reseñas, para que cada cual elija su preferida y, de paso, cubrirme las espaldas! Je, je… ahí va:
-Modo Peloteo On: Ilustre Ruritania Ilustrada es un libro divertido, emocionante, imaginativo; una obra inscrita en la mejor tradición utópica y ucrónica; una delicatesse literaria que garantiza a cualquier lector pasar un buen rato disfrutando dde unos regocijantes textos y unas no menos fascinantes ilustraciones: En suma, una pequeña joya que nadie debe perderse.
¿Vale? Y ahora:
-Modo Peloteo Off: Ilustre Ruritania Ilustrada es un libro divertido, emocionante, imaginativo; una obra inscrita en la mejor tradición utópica y ucrónica; una delicatesse literaria que garantiza a cualquier lector pasar un buen rato disfrutando de unos regocijantes textos y unas no menos fascinantes ilustraciones: En suma, una pequeña joya que nadie debe perderse.
¿Eh? ¿Pero qué broma es ésta?, tal vez pregunte el lector de antes (u otro. O todos). Pues no, no es ninguna broma. Resulta que, en este caso, no tengo por qué mentir y quebrantar mi Juramento Hipotenuso de reseñista: Ilustre Ruritania Ilustrada es exactamente lo que señalo en las dos versiones, a elegir, un libro delicioso y lleno de imaginación que retrata, con ininterrumpido buen humor la geografía, Historia, etnografía y leyendas de ese país, ignoto e ignorado, situado en algún lugar indeterminado de Europa y que ni siquiera existe ya, si es que existió alguna vez (cosa que yo no pongo en duda. O quizá sí). Un país de fronteras imprecisas, de bandera venticolor, de himno nacional espléndidamente desconfiado (“En fin, Ruritania, tú misma/ tú verás lo que haces/ tú sabrás./ Vete con cuidadito”, advierten sus últimos versos ). Un país sin victorias –ni derrotas- militares de las que vanagloriarse… Ciertamente, casi le dan a uno envidia los nativos de Ruritania… si no fuera porque los ruritanos se caracterizan por sus pies grandes, peludos y malolientes y sus ocas grandes y no menos malolientes. Y porque no parecen demasiado espabilados, a decir verdad… aunque también nos hacen parecer tontos a los demás. En fin, un país que, si no existe, debería existir, y que merece, sin duda, un cronista tan brillante, irónico y benévolo como Santi.
Y, por supuesto, una ilustradora como Ainize Santos, que sabe expresar en imágenes todo el humor y la inventiva del texto, y enriquece con una visión –aún más- surrealista u onírica las ya de por sí bastantes surreales noticias, semblanzas y remembranzas de esta improbable –o no- y pasmosa Ruritania.
Un libro –y en serio que no exagero- que bebe de tan ilustre fuentes como Las ciudades invisibles de Calvino, las geografías imaginarias de Borges o el humor, aparentemente blanco pero invulnerable, de Gianni Rodari. O el no tan blanco, pero igual de desarmante, de Jonathan Swift. Y, por supuesto, de Anthony Hope, el primer viajero que visitó tierras ruritanas…
Un libro, además, bárbaramente editado (en el mejor sentido de la palabra, se entiende) por /las ediciones bárbaras/. Muy bonito, de verdad (ésa a la que me debo por mi Juramente Hipotético).
Un libro, repito, que nadie se debe perder… Hagan lo que sea por conseguirlo: vendan sus órganos que no utilicen, engañen a sus cuñados, prevariquen… lo que sea con tal de conseguirlo, ¡pero ya!
(Háganlo, por favor, que mi futuro está en juego…)






Otros libros de Santi Pérez Isasi reseñados en Un Libro Al Día: Imposibles impensables

martes, 30 de diciembre de 2014

Mark Z. Danielewski: La espada de los cincuenta años

Idioma original: inglés
Título original: The Fifty Year Sword
Año de publicación: 2005
Traducción: Javier Calvo
Valoración: decepcionante

El objeto, otra vez. ¿Habrán tenido alguna vez los de Alpha Decay, o los de Pálido Fuego, aquella famosa edición limitada que hicieron los Pet Shop Boys de su disco Very? Naranja, casi liso, y con una especie de puntitos. Un packaging muy impactante, todo un gancho para el fetichista. La posesión del objeto como una finalidad. Completamente legítimo, por eso, que eso sea un argumento. Para la compra, contra la piratería, vamos, si apuramos, hasta para convertir la lectura en una experiencia pluri-disciplinar, multi-sensorial, extra-literaria, lo que sea. Pues claro: y, como La casa de hojas, la presencia visual de La espada de los cincuenta años es impecable, atractiva a más no poder. Uno disfruta de la textura del granulado de su portada, enseña a los amigos la curiosa disposición de su texto -solo en hojas pares- y se solaza en solitario de la joya que tiene entre las manos. Esos gráficos, esas hojas en blanco, esas hojas en negro, ese despliegue gráfico que uno piensa que tiene sentido en función del contenido del libro. Mmm, el olor del libro nuevo, de la tinta fresca de sus ilustraciones que, wow, son reproducciones de los bordados, sí, bordados, que una limitadísima edición inicial del libro presentaba. Madre mía, ¿encontraré alguna en Ebay? Vamos, eso sí es una inversión, vamos, eso, en un tiempo, la de pasta.
Stop.
Porque los libros también hay que leerlos. Y esa experiencia debería ser la primordial. Sí, empleemos infecto lenguaje empresarial para decir que el core-business de un libro ha de ser disfrutar con su lectura. O sufrir. O ser perturbados. ¿Y cual de estos efectos nos depara leer La espada de los cincuenta años? A mí: indiferencia, desorientación y, al final, un persistente cabreo. Persistente con que mi voluntad de coherencia me impida responder a la amable cesión del libro por parte de Alpha Decay con un pronunciamiento más complaciente. Persistente, porque hasta el más insignificante complemento visual o escrito de todos los que acompañaban La casa de hojas tenía más sustancia que estas engañosas 270 páginas (solo la mitad con texto, muchas de ellas con apenas unas frases, la gran mayoría con un texto en formato poesía visual: media hora de lectura). Poco persistente, lo que sucede aquí: al lado del suntuoso derroche de tramas de La casa de hojas, de la cual este libro acaba siendo la mejor propaganda, como una especie de perverso antagonista, la historia aquí es una especie de fábula estirada e incomprensible; el mérito de extraer para el texto de la solapa algo con un mínimo de atisbo de coherencia es algo muy notable. Yo lo intento, para que no se diga. Una chica de nombre muy raro queda al cargo de cinco huérfanos de nombres muy raros (¿serán anagramas?) y convoca a un cuentacuentos que les explica una serie de cosas a los niños que les incitan a abrir unas cajas o no sé qué y pasa algo con una espada que está como predestinada (¿como las varitas de Harry Potter?) y a lo mejor hay una moraleja o un mensaje oculto o esas claves tan raritas de poner comillas de colorines significan que hay una lectura alternativa o algún código que lo desencripta todo y le otorga, no sé, un sentido.
Mientras, no negaré que tocar el libro, sostenerlo en las manos, observar su cuidadosa maquetación, hasta especular con cómo de fascinante podría ser su historia, es de lo más gratificante. Igual ese es su valor: esquivar la tentación de leerlo y especular acerca de lo que contiene. Pero a mí no me sirve, y dudo que a otros sí.

También de Danielewski, una inúsita doble reseña a La casa de hojas: aquí y aquí

jueves, 2 de octubre de 2014

José Saramago: Alabardas

Idioma original: portugués
Título original: Alabardas, alabardas, Espingardas, espingardas
Año de publicación: 2014
Valoración: recomendable como objeto de culto

Viviendo en Lisboa, dedicándome a la literatura y siendo un admirador de Saramago como figura pública y como escritor (sobre todo, debo confesarlo, de sus primeras obras), era casi obligatorio que me comprase Alabardas (en el original el título completo es Alabardas, alabardas, Espingardas, espingardas, que es un verso de una obra de teatro de Gil Vicente). Y mi conclusión después de leerlo (se lee en dos tardes) es que estamos más ante un objeto de culto que ante una obra literaria: Alabardas, tal y como se nos presenta -y probablemente no se nos podía presentar de otra forma- es un homenaje de los amigos de Saramago a la memoria del escritor, antes que la novela que podría haber llegado a ser si Saramago hubiera tenido el tiempo y las fuerzas para terminarla.

Porque el volumen Alabardas contiene, efectivamente, los tres primeros capítulos de la novela inacabada de Saramago (traducidos, en la edición española, por su viuda Pilar del Río), a la que se añaden unas notas del escritor en relación con la redacción de la novela; unas ilustraciones de Günter Grass que aunque no se relacionan de una forma muy evidente con el texto, contribuyen a realzarlo; y además otros dos textos de Fernando Gómez Aguilera (que se limita prácticamente a glosar las notas del propio Saramago), y de Roberto Saviano, que hace una elocuente defensa de la honestidad ética, aplicable y necesaria tanto para los escritores como para cualquier otra profesión.

Ese es (o podría haber llegado a ser) uno de los temas centrales de la novela Alabardas: el protagonista, Artur Paz Semedo trabaja en una fábrica de armamento y está enamorado de su trabajo: de hecho, su único deseo es ascender en la empresa y llegar a ocuparse de la sección de armamento pesado. Esta pasión por las armas ha provocado su separación de su pacifista mujer Letícia, con la que sin embargo mantiene una buena relación. Todo su mundo cambia cuando descubre en una película de Malraux (L'Espoir, o Sierra de Teruel en español) que durante la Guerra Civil española hubo trabajadores de la industria armamentística que sabotearon los obuses destinados a bombardear España, en solidaridad con los soldados y obreros de la República.

A partir de este descubrimiento, y tomando en cuenta las notas del propio Saramago, se intuye cuál era el desarrollo que Saramago pretendía para la novela: Artur Paz Semedo se sumerge en el archivo de la empresa, donde descubre historias sobre su pasado que le hacen replantearse su vocación. Así comprende que existen siempre diferentes opciones y que cada persona realiza elecciones éticas fundamentales que repercuten en la vida de los demás. Eso habría llevado, según las notas de Saramago, a una reaproximación con Letícia, que se habría visto truncada cuando la empresa consigue volver a seducir a Artur y atraérselo al lado oscuro, ascendiéndolo a su soñada posición en el departamento de armas pesadas. La novela terminaría así con una nota negativa, con Letícia abandonando nuevamente a Artur y despidiéndose con un sonoro "Vete a la mierda" (que recuerda, inevitablemente, al "Mierda" con el que termina El coronel no tiene quien le escriba).

Pero todo esto son especulaciones sobre lo que podría haber llegado a ser, porque lo que tenemos son, efectivamente, tres capítulos no demasiado largos (veinte páginas de manuscrito, alargadas hasta ocupar 70 en el volumen publicado), que dan para percibir algunas de las intenciones del autor, pero no su desarrollo ni el nivel de profundidad al que habría podido llevar cada uno de estos temas. Así pues, Alabardas es un objeto de culto, un bonito libro preparado con evidente cuidado, un homenaje cariñoso que los amantes de Saramago sabrán apreciar; pero no es en sí mismo un texto literario completo, ni quizás deba considerarse como perteneciente al canon de la obra del Premio Nobel portugués.

Otros libros de José Saramago reseñados en ULADCaínLa cavernaEl evangelio según JesucristoEl hombre duplicadoEl año de la muerte de Ricardo ReisEnsayo sobre la ceguera