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lunes, 17 de febrero de 2025

VV.AA.: Bronwyn y el monstruo de cuatro cabezas

Idioma original: Español
Año de publicación: 2019
Valoración: Curioso

Mayo del 2018. Dani, Bea, Albert y Tamara inician un encierro de tres días en una casa de una aldea de Lleida. Su objetivo es invocar una historia que gire alrededor de la cacería de brujas que asoló la región en el pasado. Para escribirla deben turnarse en dos ordenadores portátiles.

Esta es tanto la premisa de Bronwyn y el monstruo de cuatro cabezas como la metodología que se empleó a la hora de parir este breve artefacto repleto de creatividad, camadarería y bizarro que mezcla ficción, autoficción y metaliteratura. 

Personalmente, lo he disfrutado mucho. En primer lugar, porque salió de cuatro escritores cuyo estilo me gusta: Manuela Buriel (uno de los pseudónimos de Dani), Beatriz GarcíaAlbert Kadmon y Tamara Romero.

También porque tiene un planteamiento y estructura moderadamente originales, alberga varias ideas refrescantes en su excentricidad, presenta una atmósfera muy lograda, sus personajes experimentan cierto crecimiento y contiene imágenes potentísimas que oscilan entre el fantástico de Tamara (más cercano al realismo mágico) y el de Albert (más "splatter").

El hecho de haber leído anteriormente a los cuatro escritores de Bronwyn y el monstruo de cuatro cabezas (e incluso conocer en persona a algunos de ellos) puede haber contribuido a que esta novela corta me sedujera. Y es que reconocía la voz de Dani y Albert en sus respectivos capítulos, o la personalidad autoral de Beatriz y Tamara en los suyos. 

Pero no os penséis que esta obra aportará poco a un lector menos familiarizado con sus autores, pues, como he comentado antes, presenta múltiples virtudes. Además, aunque se adscribe al bizarro, un género bastante minoritario, resulta fácil seguir su argumento, y a la postre deja el regusto satisfactorio de toda literatura colectiva y lúdica.

Ah, por si la gestación de Bronwyn y el monstruo de cuatro cabezas no fuera lo suficientemente interesante, dejad que os diga que su presentación sucedió en un antro (ojo, no uso esta palabra con connotaciones negativas) BDSM, en el que los cuatro escritores realizaron distintas performances por separado.​

domingo, 10 de noviembre de 2024

Pedro Antonio de Alarcón: Narraciones inverosímiles. Selección

Idioma original: Español
Año de publicación: 1882
Valoración: Curioso

Pedro Antonio de Alarcón (1833-1891) fundó y colaboró con diversas publicaciones literarias, se batió en duelo con un venezolano que le acabó perdonando la vida, incursionó en política, fue nombrado académico y escribió tanto artículos periodísticos, relatos y novelas como diatribas contra la Corona, la Monarquía y la Iglesia.

De su ecléctica bibliografía narrativa, agrupada en tres tomos titulados respectivamente Cuentos amatorios, Historietas nacionales y Cuentos inverosímiles, destacaré algunos de los relatos de éste último volumen, que han sido rescatados por ediciones Insomnes en su particular Selección. Analicémoslos uno a uno: 

"El año en Spitzberg" nos presenta a un hombre que, tras matar a un rival amoroso, es abandonado a su suerte en una isla deshabitada y helada. La premisa y desarrollo de este relato de supervivencia son harto lineales, pero recomiendo leerlo sólo por la belleza de sus descripciones paisajísticas y por el atinado retrato psicológico que hace de un protagonista atormentado por el miedo a la muerte, la soledad y el tedio.

"El amigo de la muerte" narra el delirante encuentro de un zapatero con ésta última. Su extensión (que quizá rebasa la de un relato convencional para adentrarse en la de una novela breve) lastra un poco el ritmo del conjunto, pues por momentos parece que la idea central se estira en demasía. Aun así, resulta una lectura curiosa que hará las delicias a los amantes de la literatura de corte fantástico de la época.

"Los ojos negros" combina toques trágicos (adulterio, venganza...) con aventuras (duelos, batallas navales, naufragios...). Tildada de «historia escandinava imaginada por un andaluz» por el propio Alarcón, es francamente entretenida y satisfactoriamente intensa.

"La mujer alta" es un «cuento de miedo» típicamente decimonónico, en el cual una vieja horrenda preludia la muerte de los seres queridos de un ingeniero. La imaginería grotesca de su esperpéntica antagonista está muy conseguida, así como el suspenso y la tensión que logran alcanzar un par de escenas.

Como veis, los relatos compilados en estos Cuentos inverosímiles. Selección no tienen los personajes más memorables ni los argumentos más complejos. A eso hay que sumarle que su prosa, aunque a todas luces correcta, acusa algunos de los vicios de la literatura decimonónica; a saber, un estilo moroso y reiterativo. Sin embargo, la antología funciona e incluso constituye una lectura más fluida de lo que uno podría imaginar a priori. Además, relatos tan interesantes como "La mujer alta" conviene leerlos al menos una vez en la vida.

Por último querría alabar la labor de Insomnes. Y es que el mimo y oficio que la editorial ha depositado en Narraciones inverosímiles. Selección resulta asombroso. Para empezar destacaría el apartado gráfico del libro; sobre todo esas imágenes en blanco y negro acompañan a los relatos de Alarcón. También me gustan los paratextos que complementan el volumen, una introducción y un apéndice, pues contextualizan adecuadamente a la obra y el autor sin llegar a saturar al profano.

sábado, 26 de octubre de 2024

Georges Bataille: Madame Edwarda

Idioma original: francés

Título original: Madame Edwarda

Traducción: Salvador Elizondo

Año de publicación: 1937

Valoración: Rarito, curioso


Mira que en general me gustan los libros raros, me atraen, y en este blog hay algunos ejemplos, cosas que se han escrito para romper moldes, buscar caminos sin explorar. Pues puedo afirmar que este Madame Edwarda podría entrar en el top 10 de los textos más extraños que he leído nunca.

Es raro mi ejemplar, el libro físico, comprado a un vendedor de viejo (aclaro que no es el de la imagen). Edición mexicana de 1977, tiene setenta y una páginas, de las que treinta y siete las ocupan un prólogo de Salvador Elizondo, siempre metido en estas movidas, y un prefacio del propio Bataille dirigido a Pierre Angélique, el seudónimo que utilizó para esquivar la polémica en las primeras ediciones. Es decir, quedan para el relato apenas treinta y cuatro páginas, ninguna de las cuales llegará a quedar ocupada siquiera en su mitad. Por si fuera poco, cuenta mi pequeño volumen con un exlibris del puño y letra del pintor Vicente Roscubas, aunque le faltan, ya sería la leche, los varios grabados que nada menos que René Magritte elaboró para este texto.

Extraño es también el autor, Georges Bataille, de cuya filosofía dice Elizondo que es imposible una exposición razonada, lo cual es algo tranquilizador, aunque se esfuerza el escritor mexicano en aportar algunas ideas. Bataille es uno de esos tipos de principios del siglo XX que tocaba los asuntos más sensibles, o mejor, los destripaba sin cortarse ni un poco: el misticismo, el sexo y la muerte iban en el mismo lote, y hasta parece que quiso fundar una especie de secta en la que se pretendían ofrecer sacrificios humanos. La verdad es que estos tres campos, aunque en una medida algo más civilizada, también los vemos relacionados en algunos otros autores, desde el marqués de Sade hasta gente mucho más moderna pero, visto el panorama, tampoco creo que sea cuestión de intentar profundizar más por ese camino.

Con estos antecedentes, el texto en sí de Madame Edwarda tampoco le va a la zaga en materia de rareza. Con esas treintaypocas páginas mediadas podríamos hablar de un relato corto, pero es más bien un esbozo, que el mismo narrador duda de si tendrá continuidad. La madame que aporta el título regenta un prostíbulo y el narrador es su cliente, que le elige entre la oferta disponible. El tipo parece en principio algo descolocado aunque es evidente que visita con frecuencia locales parecidos. Tras alguna escena de sexo explícito más bien turbio, identifica a Edwarda con Dios, no se sabe si movido por el éxtasis o por algún tipo de mortificación, pero en todo caso parece que bastante en línea con algunas de las ideas erótico-místicas que profesa el autor. 

Si me extiendo un poco más acabaría reproduciendo el contenido completo, porque tampoco hay mucho más, aparte de una escena final algo más larga y también de alto voltaje sobre la que, si no tenemos nada mejor que hacer, se podría elucubrar un rato. Naturalmente, no es una narración normal, sino una sucesión de flashes, alguno de los cuales, no muchos, pueden sonarnos a surrealismo, ideas a medio formular sobre el placer y el dolor, e imágenes a veces sugerentes, a veces brutales, en las que la temperatura se mantiene siempre en el nivel de ebullición. 

No sé si esto es un juego o la representación plástica de la peculiar filosofía del señor Bataille, y tengo la duda, que espero que Oriol me pueda aclarar, de si esto puede considerarse bizarro en sentido literario. Es extraño, es diferente, puede hacer reír o dar cierto repelús, son unos minutos de inmersión en el mundo de este autor, que perfectamente se puede calificar de sórdido, pero al que también se le pueden encontrar algunas lecturas más. Pero ojo, veamos la advertencia inicial, algo que podría ser una poesía, una amenaza o una broma:

‘Si tienes miedo de todo, lee este libro, pero, antes que nada, escúchame: si ríes, es que tienes miedo. Te parece que un libro es una cosa inerte. Es posible. ¿Y sin embargo, como suele suceder, tú no sabes leer? ¿Deberías temer…? ¿Estás solo? ¿tienes frío? ¿sabes hasta qué punto el hombre es ‘tu mismo’? ¿imbécil? ¿y desnudo?'

Se podrían dedicar horas a pensar, debatir y escribir muchas cosas sobre lo que Bataille esconde tras el pequeño disparate de este librito, probablemente haya quien lo ha hecho. Por mi parte me limitaré a dejar constancia de que existe y de que también es bueno echar de vez en cuando un vistazo a cosas que se salen de lo normal.

Ah, y acabo de enterarme de que allá por los 80 hubo un grupo japonés que rulaba bajo este nombre, Madame Edwarda, en plan after-punk o cosa parecida, bastante en la línea.

También de Georges Bataille en ULADHistoria del ojo

lunes, 24 de junio de 2024

Carlo M. Cipolla: Las leyes fundamentales de la estupidez humana

 


Idioma original:
inglés
Título original: The Basic Laws of Human Stupidity
Traducción: Maria Pons
Año de publicación: 2013.
Valoración: curioso

Aclaro acerca de la valoración; recomiendo mucho leer este libro e incluso adquirirlo para consultarlo de manera frecuente. Haceos con él en la biblioteca y ved si este pequeño volumen tiene un rincón mientras decidís si una obra, cuyo rimbombante título (y portada ad-hoc) ya previene de su funcionalidad, os cuadra entre vuestras colecciones. Quede claro que no se trata de una obra básica sino más bien un complemento algo asonante a una biblioteca personal. Os puedo asegurar que el futuro os deparará más de un pretexto para hojearlo de nuevo.

Que es de lo que se trata, y en el fondo lo que ha causado que lo lea. Quim Monzó lo mencionaba en recientes entrevistas  a raíz de una de sus últimas colecciones de artículos (a cuenta de la reiterada inclusión del término idiota) en ellos y debo reconocer que llegúe algo tarde a reseñar el Breviario de idiotas, otra referencia y curiosamente también de un autor italiano, por lo que ante la frescura y la asequibilidad (una hora escasa si decides una lectura atenta, pero en media hora se despacha si se va al grano), decido reseñar algo que, por encima de todo, es un artefacto ligeramente provocativo o manifiestamente subversivo. Porque quede claro que nadie quiere sentirse aludido ante estos términos. Idiota, estúpido. Creo recordar que incluso había definiciones en función del C.I. para estas palabras. Que naturalmente hoy serían objeto de rechazo y cancelación, aunque la humanidad en su conjunto, y quizás precisamente por ello, se haya empeñado en que este texto disfrute de una vigencia conceptual absoluta. Y los ejemplos se me ocurren a montones, pero estamos ya en el verano occidental y se trata de reseñar algo ligero. Aunque voy a ceder a la tentación: estos últimos días leía en prensa que se vendían productos pirotécnicos sin efectos sonoros de ningún tipo, para prevenir el malestar animal que estos provocan. O sea, petardos que explotan en silencio.

En todo caso, Cipolla había publicado ya bastantes textos de un perfil más serio en su condición de historiador y éste podría considerarse como un colofón sin estridencias, como una conclusión, una vez observado el comportamiento colectivo o incluso aquel guiado por mandatarios y gobernantes, que pasarían (...) por ser los miembros más válidos o reputados de las sociedades que los designan. Para un texto tan escueto el mero intento de una sinopsis o incluso un resumen representaría un futil intento de otorgarle una solemnidad que se evita a conciencia. Enumerar esas leyes, aludir a las ilustraciones de tonos naïf, a las curiosas gráficas que intentan calcular o limitar las ideas que se despliegan, a eso me limitaré antes de alertar severamente: esta pudiera parecer una lectura frívola, un experimento de desdramatización de las carencias colectivas e individuales de las sociedades, pero resulta que sus ideas básicas son trágicamente ciertas y basta una rápida consulta a la prensa - no hace falta ir mucho más allá de los titulares - para apreciar su vigencia.

sábado, 19 de agosto de 2023

H. P. Lovecraft: Cuaderno de ideas

Idioma original: Inglés
Título original: Commonplace Book
Año de publicación: 1938
Traducción: Juan Andrés García Román / Carmen Ibáñez Berganza
Valoración: Curioso (aunque recomendable, lo que se dice recomendable, sólo para fans, estudiosos y completistas de Lovecraft)

La figura de H. P. Lovecraft suscita, a día de hoy, muchísimo interés. Prueba de ello son su popularidad creciente entre el gran público, los homenajes, guiños, referencias e incluso parodias que le dedican otros creadores, las adaptaciones de su literatura a distintos formatos, las constantes reediciones de su narrativa o la publicación de sus libros menos comerciales de ensayos, cartas y notas. 

Cuaderno de ideas vendría a ser uno de estos libros menos comerciales de Lovecraft que, no obstante, se publican en la actualidad. Su autor lo definió como un compilatorio de «ideas, imágenes y citas anotadas a vuelapluma para su posible uso futuro en ficciones de misterio.» Inmediatamente añadía que, de dichas ideas, «Solamente unas pocas son (…) tramas desarrolladas; la mayor parte consiste en meras sugerencias o en impresiones arbitrarias destinadas a mantener en activo la memoria o la imaginación. Sus fuentes son diversas: sueños, lecturas, encuentros casuales, divagaciones, etcétera.»

Huelga advertir que semejante volumen tiene un interés muy acotado. Sólo le sacarán provecho los fans incondicionales de Lovecraft o los académicos que le estudian. Dejará algo fríos al resto de lectores, pues en estas páginas no hay reflexiones profundas o pasajes estilísticamente memorables. Sea como fuere, insisto en que Cuaderno de ideas hará las delicias a aquellos que amamos la obra de Lovecraft. Aunque es una lástima que la edición de Periférica no esté anotada, porque eso nos hubiera regalado un contexto impagable. 

Pero volvamos al meollo: buena parte del contenido de Cuaderno de ideas son premisas para narraciones fantásticas, de terror o de ciencia ficción. Entre estas premisas, que por lo general son apenas un boceto espontáneo, hay historias de corte onírico, góticas, sobrenaturales, de horror cósmico o de extraterrestres; hay mundos pretéritos, monstruos indescriptibles, linajes ancestrales, poblaciones abandonadas, castillos ruinosos, ciénagas y mares tiznados por la luz de la luna, sueños increíbles o libros prohibidos.   

Algunas de estas premisas son demasiado esquemáticas como para que podamos valorar en qué clase de relatos o novelas acabarían germinando. Otras son insípidas o carecen de originalidad; sin embargo, unas pocas apuntan maneras y, ejecutadas correctamente, podrían transformarse en ficciones reivindicables. Para muestra, un botón: «Un hombre reta a su peor enemigo. Muere. Su cuerpo asiste al duelo.» ¿Verdad que de aquí saldría un delicioso relato de fantasmas canónico? ¿Qué hay de esta: «Una criatura de alas negras entra en tu casa por la noche. No consigues encontrarlo ni saber lo que es. Se producirán cambios sutiles.»? Mola para un texto tenuemente inquietante o abiertamente bizarro, ¿verdad? 

Además de premisas, Cuaderno de ideas alberga también ocurrencias varias, imágenes proclives a un terror enfáticamente adjetivado, pinceladas atmosféricas y citas que dan cuenta de la erudición de Lovecraft. Y no olvidemos esos pasajes inclasificables, casi impresionistas; pongo uno de ejemplo: «Un día perdido de invierno. Quedarse dormido. Veinte años después. Dormirse en una silla una noche de verano. Falso amanecer. Paisaje y sensaciones antiguas. Frío. Personas de antes hoy y muertas. Horror. ¿Congelación?»


También de H. P. Lovecraft en ULAD: Aquí

jueves, 29 de junio de 2023

Luis Gusmán: El frasquito

Idioma original: Español 
Año de publicación: 1973
Valoración: Curioso (aunque no para todo el mundo)

Ubiquémonos: El frasquito, debut de Luis Gusmán, es una novela corta sumamente rara, densa, turbia, violenta y pornográfica. Es más legible que otros artefactos literarios similares, pero aun así resulta exigente e incómoda, y casi que recomendaría que se contextualizara siempre con un prólogo. Presenta un argumento tenue, una estructura fragmentaria, una prosa deliberadamente opaca y temas a cual más escabroso. Produce, según se tercie, una sensación de perplejidad, fascinación, extrañeza y asco.

Trata (si es que puede decirse que trate sobre algo) de la rivalidad entre un padre y su hijo, del deseo de ese mismo hijo por poseer a su madre y de las dinámicas de una familia tan pobre como desestructurada. 

Aunque puede parecer que su objetivo sea escandalizar, y algo de eso hay, emplea la provocación como medio, y no como fin. Así pues, cuando habla de la forma más explícita, directa e irreverente posible acerca de familias desestructuradas, sexo sórdido, prostitución, violaciones, abortos, drogas, brutalidad policial, religión o espiritismo, se adivina una intención reflexiva detrás de la mera voluntad de epatar. 

Adjunto a continuación un par de ejemplos que demuestran que, en El frasquito, lo obsceno, morboso e inmoral sirve a propósitos elevados. El primer fragmento, sacado de las páginas 66 y 67, indaga en torno a la pobreza: «No me suelto de la mano de la abuela porque si me suelto me dijo que me iba a dejar empeñado como dejó la cadenita de oro, el traje de comunión, el anillo del abuelo y se fueron a remate y no los pudo rescatar nunca. / La madrecita dice que ya no sabe qué empeñar, que hasta el culo tiene empeñado, que cualquier día de estos se va a tener que empeñar ella.»

El segundo, de la página 97, también: «Milanesa, pedazo tras pedazo el paraguayo va comiéndosela, cojiéndosela a la madrecita noche tras noche, besandoselá pedazo tras pedazo, ella gime de placer, él come con placer las doradas milanesas, mientras nosotros famélicos esperamos que nos tire algún pedazo. Él sólo abre la boca y mastica, el resto lo hace la madrecita que corta la milanesa en pequeños bocados a los que recubre con puré y los lleva a la boca abierta del paraguayo. Nosotros miramos.»
  
Además de una intención reflexiva, a El frasquito lo dignifican también ciertos hallazgos formales: la furia que traspira el lenguaje empleado, el ritmo frenético que imprime la narración, la intuición de sus recursos expresivos o la plasticidad de los pasajes de corte onírico. 

Dejad que transcriba un párrafo torrencial de las páginas 87 y 88, que da buena cuenta de la voz, tono y registros que caracterizan a El frasquito: «Casi nunca hablamos, madrecita, un beso, un saludo, un regalo para el cumpleaños. Te miro, tenés un callito en el mismo dedo que yo, y los mismos huesitos puntiagudos donde terminan las clavículas (…). Será verdad que en la cama sos extraordinaria como dice papá, me acuerdo cuando dormía en la pieza de al lado de ustedes y cada vez que él venía se encerraban y yo oía gemir y gritar, pero nosotros teníamos prohibido entrar a molestar, o cuando tenía quince años, que fui a dormir a tu cama porque tenía miedo de los espíritus y te desnudaste delante mío y te quedaste con todas las tetas al aire, yo te miraba de reojo por el espejo y me puse todo colorado, porque se me paraba. Quizá por eso, ese silencio hostil, esa barrera de piel que nos separa, habría que llevar esto hasta las últimas-primeras consecuencias, acostarme a tu lado, apoyar mi cabeza sobre tu barriga que una vez llené con mi cuerpecito, volver a mamar de tus tetitas (…). Antes de ser mujer se es madre, pero habría que invertir los órdenes, (…) antes de ser madre se es mujer, mujer tirada en el patio tomando el sol, mujer con olor a bronceador, piel dorada, tus cabellos negros descienden por tu espalda de oro, (…) te tiro de los pelitos y casi se me ve la mano por allí por donde nací, (…) meter la cabeza ahí, todo el cuerpo ahí, zambullirme adentro como si fuera una pileta de natación (…).»

En el lado menos positivo, destacaría que el contenido de esta novela oscurece en ocasiones al resto de apartados. Asimismo, tengo la impresión de que unas cuantas de las obsesiones del autor aquí presentes, aunque interesantes en sí mismas, apenas se esbozan (los sueños, los mellizos...).
 
Si bien se le puede aplicar una lectura freudiana y marxista a El frasquito, como sugirió Piglia en uno de los muchos prólogos que han acompañado a la novela, ésta incita otras interpretaciones: estéticas, autobiográficas...     

Resulta curioso, por cierto, que Gusmán, quien ha reescrito varias de sus novelas, haya decidido no modificar El frasquito. Seguramente podría pulirla muchísimo más, pero quizá tema arrebatarle su esencia imperfecta, espontánea y alucinada. 

En fin: entiendo que El frasquito se considere una obra de culto, dados los debates que ha inspirado desde su publicación y las reacciones que ha suscitado en el público. A título personal, agradezco sus múltiples hallazgos y jamás osaría reprocharle ni sus temas ni la crudeza con que los aborda. Pese a todo, y aunque creo que su valor trasciende lo meramente experimental, vanguardista e histórico, tampoco me parece una novela intrínsecamente extraordinaria en lo literario. 

Para terminar esta reseña, destacaré que yo he leído El frasquito en la edición conmemorativa de Contrabando. Valoro especialmente el prólogo en ella ofrecido, porque ayuda a contextualizar la obra sin condicionar excesivamente su lectura; también da información relevante que de otro modo igual pasaría desapercibida acerca de los paralelos entre esta ficción y la vida del propio Gusmán, o sus influencias, genealogía e impacto.


También de Luis Gusmán en ULAD: Tennessee

domingo, 30 de abril de 2023

Nick Cave: Más extraño que la bondad

Idioma original: inglés

Título original: Stranger than Kindness

Traducción: Mariano Peyrou

Año de publicación: 2022

Valoración: Recomendable para fans, Curioso para el resto


No me contaría del todo entre esos fans para los que pienso que es recomendable el libro. Nick Cave me parece un artista interesante, le he visto en algunos conciertos, cuando era más gótico y salvaje (Cave, no yo), menos crooner, sé que ha escrito algún libro y que es un personaje algo extraño que tuvo su época de problemas con las drogas (eufemismo). No mucho más. 

El libro es ya sorprendente por su presentación, formato grande, tapas duras y más de kilo y medio de peso, que es una característica que no se suele tener en cuenta en un libro pero en este caso sí que es digna de mención. Por no hablar de la cubierta, con la reproducción de una pintura sumamente inquietante con dos Caves, que parecen padre e hijo pero solo por el tamaño y el ademán, porque vienen a tener una edad parecida, además de un aspecto que tiene más bien poco de humano, podrían ser muñecos de cera o replicantes de los modelos más primitivos. Por lo que dicen los créditos finales, parece que el libro está relacionado con cierta exposición celebrada en Copenhague en torno a este músico.

Iba a decir que el libro tiene dos partes, pero no sería correcto, en realidad solo tiene una: una amplia colección de fotos de objetos que tuvieron o tienen algún significado en la creación artística del autor australiano: dibujos y cuadros pintados por él mismo (algunos con su propia sangre) o por amigos o amantes; objetos encontrados o comprados en mercadillos, sobre todo figuras de índole religiosa (vírgenes, cristos); libretas hechas por el propio Cave o encargadas exprofeso para tomar anotaciones para sus canciones; fotografías personales, unas pocas de la infancia o de sus padres, otras de sus parejas o amigos; y sobre todo, un buen número de papeles con letras de canciones, casi siempre, claro está, garabateadas o llenas de tachaduras.

Con todo este material se va haciendo el lector una idea aproximada de la personalidad de este caballero, como supongo que es lo que se pretende. Parece un tipo excesivo en casi todo, con un punto maníaco y tanta necesidad de crear, de asimilar y expresar como de respirar. Sorprenden los diferentes rasgos de su escritura, el esperable caos de las anotaciones y la pulcritud con la que, una vez concluidas, pasaba a máquina las letras de las canciones y las pegaba en la misma libreta junto al borrador. Pero sobre todo llama la atención esa extraña mezcla entre la actitud punk y la religión que recorre todo el muestrario. No es solo la imaginería, vemos páginas de la Biblia subrayadas y frecuentes referencias en sus canciones a Dios o a la muerte, hay como una angustia por querer entender los mensajes, una obsesión por ese mundo de la fe al que él no pertenece pero que le atrae y le perturba. Una aleación que podemos detectar en otros artistas, pero que en este caso no presenta atisbo de broma o de ironía, sino que es como un fuego interior que uno puede apreciar escuchándole interpretar From Her to Eternity o Your funeral, my Trial, por ejemplo. Y es que Cave, cuando canta, es como un predicador, no sé si más furioso que atormentado o al revés.

Pero volviendo al libro, lo que las imágenes inspiran o sugieren lo confirma el escaso pero sobresaliente texto, un muy interesante ensayo firmado por Darcey Steinke titulado Dios está en casa. Sitúa la atracción de Cave por el mundo bíblico en paralelo a la influencia religiosa que recibió Elvis (uno de sus ídolos) en su juventud, incide en la presencia del mal, el perdón o los ángeles en la música y los libros de Cave y, sobre todo, disecciona pasajes de sus canciones y de sus dos extrañas novelas, la relación con los grupos de los que formó parte (fundamentalmente, The Birthday Party y The Bad Seeds, últimamente Grinderman), siempre desde una perspectiva casi filosófica, absolutamente alejada de la simple historieta del músico y sus andanzas. Un texto de mucho nivel en el que podemos encontrar referencias a Chéjov, Barthes, E.T.A. Hoffmann o William Blake, por poner algunos ejemplos. Aunque las imágenes que se nos muestran no nos interesasen en absoluto, este texto merece realmente la pena solo por sí mismo.

A tener también en cuenta (y no saltarse) las notas finales con comentarios a las distintas ilustraciones, que nos ponen un poco en situación sobre el momento o las circunstancias en que aparecieron.

Hay que reconocer que el conjunto es algo bastante extraño, desproporcionado como el propio protagonista del material, quizá poco comprensible para quien no conozca de nada a Nick Cave, pero a poco que nos atraiga el personaje o su entorno, o por mera curiosidad, el libro bien merece al menos un vistazo.

 


viernes, 31 de marzo de 2023

VV.AA.: Manifiesto conspiracionista

Idioma original:
Francés
Título original: Manifeste conspiracioniste
Traducción: Emilio Ayllón Rull / Julio Monteverde 
Año de publicación: 2022
Valoración: Curioso

Vaya por delante que me parece razonable, incluso sensato, mostrarse escéptico, cuando no abiertamente desconfiado, ante el prójimo; sobre todo si ese prójimo detenta el poder, se oculta tras una institución o justifica su proceder con una ideología. Es por ello que siempre me he sentido cercano a los conspiranoicos. No a los más trasnochados, por supuesto, pero sí a esos que exhiben unas dosis de saludable recelo y misantropía. 

Espero que el resto os mostréis, también, abiertos a las ocurrencias conspiranoicas. O que, al menos, no entorpezcáis las que tienen sentido. Recordad que «El objetivo de la retórica anticonspiracionista es asegurar a los propietarios de este mundo el monopolio de la capacidad de conspirar.» (34) ¡De modo que no os interpongáis entre aquellos que pretenden «reapropiarse del arte de conspirar» y sus, ¿nuestros?, enemigos! (290)

Los autores, varios y anónimos, del Manifiesto conspiracionista pertenecen a la rama de conspiranoicos moderados. Esos que tiran de hilos tangibles y no se montan pajas mentales esquizofrénicas. Esos que, como ellos mismos insinúan en las páginas de este libro, se adscriben en el linaje de pensadores proclives a la sospecha, como por ejemplo Foucault, Hegel, Marx, Nietzsche, Freud o Adorno, entre otros.

La forma de abordar y recibir el COVID les ha alarmado. Aunque sus denuncias se remontan a periodos anteriores, estos últimos años de pandemia son los que más rechazo les producen; años en los que, según afirman, se ha llevado a cabo una campaña de «ingeniería social» y «biocontrol» para someter a los ciudadanos, restringir sus libertades y, encima, volverlos cómplices de lo anterior. (258-259)

Los conspiranoicos del Manifiesto conspiracionista, sin andarse con rodeos, abordan las críticas obvias que uno podría formularles. Por citar una bastante previsible: sí, el mundo es complejo, pero «Un mundo tan hostil como el que se vislumbra no se hace solo. Nos han hecho (…) un mundo a nuestras espaldas. (…) El solo hecho de que haya un mundo y no varios (…) es fruto de un esfuerzo concentrado.» (23)

Admito que los conspiranoicos de Manifiesto conspiracionista no están libres de defectos. Ni ellos en tanto que conspiranoicos ni sus argumentos para serlo. A veces desprenden un tufo a excepcionalismo que tira para atrás, establecen paralelismos algo forzados o mean fuera del tiesto. Sea como fuere, vale la pena leerlos. No sólo porque sueltan reflexiones que, aunque matizables o abiertamente discutibles, son bastante curiosas. También porque la prosa con que las comunican es deliciosamente torrencial y expresiva. Más próxima, en efecto, a la de un manifiesto que a la de un ensayo propiamente dicho. A veces peca de exaltada, cae en redundancias o dilata en exceso los capítulos, pero insisto en que para mí ha sido una gozada paladearla.

Personalmente, me ha encantado el rapapolvo que se lleva la izquierda en este Manifiesto conspiracionista. Yo, que me considero un izquierdista desencantado, aprecio declaraciones tan honestas y lúcidas acerca de la izquierda como las que siguen: 

«Se ha mostrado (…) irracional a fuerza de racionalismo, oscurantista a fuerza de cientifismo, insensible a fuerza de sensiblería, mórbida por higienista, odiosa por filantrópica, contrarrevolucionaria por progresista, estúpida por creerse cultivada y maléfica a fuerza de querer estar del lado del Bien.» (35-36) «De la derecha nunca ha habido nada que esperar, excepto la perpetuación de la injusticia heredada. Pero que, en el fondo, la izquierda ha estado siempre del lado de los vencedores, limitándose a ser su mala consciencia histérica, eso solo había aparecido a la vista de todos, a lo largo de la historia, en destellos que se olvidaban rápidamente. (…) Reactiva, embrollada, peso muerto, la izquierda ha sido siempre contrarrevolucionaria de la manera más eficaz en que podía serlo: pretendiendo “apoyar al movimiento”. Siempre ausente en el momento en que hay que estar ahí, vive solo en el futuro perfecto, para producir los relatos, los conceptos, las justificaciones que explican y ratifican la derrota.» (40)


PD: A los interesados en esto de las conspiraciones, les recomiendo indagar en aquella de la que nos alertaba Thomas Ligotti en La conspiración contra la especie humana. Esa es la verdadera conspiración. También recomiendo el ensayo de Donatella di Cesare, titulado El complot en el poder.

miércoles, 9 de noviembre de 2022

Georges Perec: Lo infraordinario

Idioma original: francés

Título original: L´infra-ordinaire

Traducción: Mercedes Cebrián

Año de publicación: 1989 (artículos sueltos de 1973 a 1981)

Valoración: Muy recomendable para interesados, al menos Curioso para el resto


Georges Perec es un escritor extraño. En absoluto difícil de leer pero sí quizá de entender por qué escribe lo que escribe. Si se entiende, o mejor, si se acepta lo que hace, resulta un autor estimulante, atrevido, rompedor. Si pretendemos leerle en base a parámetros normales puede resultar incomprensible, aburrido, hasta insoportable. Es como la música dodecafónica o ciertos tipos de pintura, no nos podemos aproximar a estas obras con los códigos de belleza o significado con que valoramos a Velázquez o a Verdi, hay que cambiar el chip, y no siempre podemos o queremos hacerlo. Así que, sin ponernos tampoco grandilocuentes, digamos que nuestro amigo Perec nos exige leer de otra forma. 

En lo que podemos apreciar en muy pequeñas dosis por ejemplo en este volumen (luego lo comento), Perec escribe muy bien, demuestra que sabe escribir cosas que podríamos llamar normales con la solvencia de otros muchos. La cuestión es que no quiere hacerlo así, prefiere proponer otras fórmulas, explorar los límites de la expresión escrita para contar, sugerir, evocar ideas que el lector debe luego procesar, si quiere. A veces se trata de sutilísimos juegos, como el de El secuestro, o de experimentos metaliterarios sobre los que ya se habló en aquel post dedicado al grupo OuLiPo del que formó parte. Pero siempre empuñando el arma del ingenio, la observación y la ausencia de prejuicios. La literatura consiste en narrar con mayor o menor destreza o acierto, pero a lo mejor se pueden hacer también otras cosas.

Lo infraordinario es una pequeña colección de textos breves que fueron publicados en distintos medios a lo largo de los años setenta del siglo pasado. El primero de ellos ¿Acercamiento a qué? parece funcionar como una especie de prólogo, aunque realmente no lo sea, porque es una especie de declaración de principios en torno a la realidad. Parece claro que la Historia y nuestra propia vida se van escribiendo en base a grandes acontecimientos que determinan su rumbo, pero ¿qué hay de las pequeñas acciones, nuestros ritmos, los objetos cotidianos que nos acompañan y que hacen posible que las cosas sean como sean? Perec propone fijarnos en este otro ámbito, como cambiar la óptica y aplicar la lupa a lo que se nos ocurra, lo que tengamos a la vista aun pasando casi siempre desapercibido . 

Este poderoso inicio enlaza directamente con Me acuerdo, donde Perec subrayaba precisamente la imagen fugaz, el nombre desconocido o el evento irrelevante que habían quedado en su memoria, en la suya y en la de casi nadie más (Hasta me atrevería a decir, pidiendo perdón a los puristas, que la idea de lo infraordinario tiene un lejano eco, en otra escala, del concepto unamuniano de intrahistoria). En esa línea se sitúan algunos de los textos que siguen, atentos: Doscientas cuarenta y tres postales de colores auténticos son otros tantos flashes de dos o tres líneas en las que alguien escribe telegráficamente las típicas banalidades sobre sus viajes de vacaciones. Tentativa de inventario de los alimentos líquidos y sólidos que engullí en el transcurso del año mil novecientos setenta y cuatro es justamente eso, una larga y detallada relación de lo que este buen señor consumió en ese año y que, con toda seguridad, había ido anotando en una libreta (o más bien varias). Evidentemente, la lectura de estos textos, en especial el primero que es más largo, se hace insufrible si pretendemos de ella otra cosa que lo que es: un listado a pelo de esos elementos tan presentes, tan cotidianos y repetitivos que no somos capaces de apreciar, pero que constituyen, quizá a nuestro pesar, parte fundamental de nuestro ser.

En un terreno parecido, aunque menos árido para el lector, se sitúa La rue Vilin, una secuencia de seis retratos de la calle donde vivió Perec, con descripciones de una objetividad radical, tomados en diferentes periodos, más o menos una al año. Con escrupulosa frialdad, vemos la evolución de esa vieja calle, sus edificios y establecimientos, en definitiva la historia de las cosas insignificantes que se proponía desde un principio. 

Apuntaba antes que Perec sabe también escribir sujetándose al canon. De ello dan testimonio otros tres textos, seguramente escritos por encargo (los publicaron Vogue Hommes y Air France). Dos de ellos son una especie de breve guía turística, sobria pero no carente de alma, uno sobre el barrio parisino de Beaubourg-Les Halles, el otro sobre Londres. Magníficas, sobre todo la segunda. El tercero, pieza aparentemente típica de las revistas sobre el lujo, es un agudo acercamiento a la imagen que trasmite cada posible tipo de decoración de un despacho. 

En todos los casos resulta apabullante la doble capacidad de Perec para observar y describir lo visto. Sin necesidad de adjetivos ni valoraciones, el mero dibujo de un edificio, una mesa o una puerta son suficientes para llevar al lector a contemplar lo que el autor ve y cómo lo ve. Porque los objetos, sean importantes construcciones o las cosas triviales encontradas una estancia, dejan una huella precisa en quien los contempla y, aunque no lleguemos a detectarlo, conforman la historia del lugar y de sus habitantes.

Un poco de todo ello se encuentra en el último texto, Still life/Style leaf (otro juego de palabras), para mí el más brillante, donde vuelve a una simple pero exhaustiva descripción de objetos, incorporando un pequeño juego metaliterario, quizá no muy innovador pero casi emocionante por la sutileza y la sencillez con que lo resuelve. 

A lo mejor es conveniente liberarse de prejuicios y dedicar un rato a conocer cosas diferentes. No nos entretendrá mucho, no nos va a emocionar ni a transportarnos a situaciones interesantes, tampoco nos dará testimonio de nada importante (o tal vez sí). Simplemente nos va a pinchar un poquito para inducirnos a pensar en torno al arte de escribir, pero también el de observar, de narrar, de jugar con las palabras y mirar desde otra perspectiva.

miércoles, 14 de septiembre de 2022

​Rodney Garland: El corazón en el exilio

Idioma original: Inglés
Título original: The Heart in Exile
Traducción: Carlos Sanrune
Año de publicación: 1953
Valoración: Curioso

El corazón en el exilio, novela que el escritor húngaro Adam de Hegedus publicó bajo el muy británico pseudónimo de Rodney Garland, fue un "bestseller" en su época, pese a tocar un tema, el de la homosexualidad masculina, por entonces controvertido.

La historia aquí narrada es, hasta cierto punto, sencilla. El psiquiatra Tony Page investiga el suicidio de Julian Leclerc, con quien mantuvo un romance en la juventud y se introdujo en el mundo clandestino del Londres gay.

Como podéis intuir, esta premisa le debe mucho a la literatura detectivesca, por lo que entrega un misterio y suspense interesantes. Asimismo, permite al autor deleitarnos con una serie de caracterizaciones bastante logradas y un minucioso retrato del escenario.

A la obra de Garland sólo le reprocharía que en ocasiones se disgrega demasiado del argumento principal, que abusa del azar y la conveniencia (aunque esto último queda excusado, en cierto modo, al final del capítulo ocho) y que la trama del suicidio de Leclerc se cierra de forma algo anticlimática.

En resumen: El corazón en el exilio es una novela entretenida, con personajes trabajados y un subtexto rico. Si bien su visión está desfasada hoy día (de la homosexualidad, la moralidad, las relaciones entre hombres y mujeres o las diferencias de clases sociales), es un testimonio curioso y hasta cierto punto pionero que merece la pena conocer.

lunes, 21 de marzo de 2022

Antonio de Hoyos y Vinent: El martirio de San Sebastián

Idioma original: Castellano
Año de publicación: 1915
Valoración: Curioso

Antonio de Hoyos y Vinent (1884-1940), marqués español abiertamente homosexual, se adscribió de forma un tanto tardía al movimiento decadentista. Su literatura fue, durante algún tiempo, un éxito entre el público, aunque el grueso de la crítica de la época despreció su obra.

El martirio de San Sebastián es una de sus novelas breves más destacables. En la actualidad resulta, como poco, una curiosidad interesante, y recomiendo su lectura encarecidamente.

A mi juicio, sus virtudes son las siguientes: 

  • Su pionero subtexto homoerótico.
  • Su reinterpretación hagiográfica.
  • Su logrado escenario (un prostíbulo del barrio chino de la Barce­lona de principios del siglo XX).
  • Su honesto retrato de la maldad humana y las bajas pasiones que caracterizan a nuestra especie.
  • Su poderoso clímax (el cual, afortunadamente, no peca de moralista, pese a que pueda parecerlo en un inicio).
  • Su voluntad de narrar una historia tan sórdida como perversa, repleta de crueldad, violencia y sexualidad, sin andarse con chiquitas. 

Por otro lado, éstos son los defectillos que le he visto a El martirio de San Sebastián:

  • Su prosa se antoja anticuada, pues abusa de las referencias cultas y las descripciones ambientales.
  • Presenta a unos personajes excesivamente simples, aunque mentiría si dijera que no cumplen sus respectivos cometidos.

Nada más que añadir. Sólo repetir que recomiendo El martirio de San Sebastián, y que sus puntuales imperfecciones no impiden que se lea con placer y, por qué negarlo, morbo.

Ah, la edición de Amistades Particulares me parece excelente. Nos obsequia con un minucioso ensayo de Begoña Sáez Martínez que habla sobre la novela, el autor y su tiempo.

martes, 1 de marzo de 2022

Ilustres olvidados #2 Denis Diderot: Jacques el fatalista

Idioma original: Francés
Título original: Jacques le fataliste et son maître
Traducción: Fèlix de Azúa i Comell
Fecha de publicación: 1796
Valoración: Curioso, cuanto menos

El rupturismo artístico es, a estas alturas, prácticamente imposible. Creedme, casi todo está inventado. Y si no, que se lo digan a Denis Diderot, que en la segunda mitad del siglo XVIII concibió Jacques el fatalista.

Imaginaos, en plena Ilustración, a una obra empeñada en subvertir esquemas tanto formales como conceptuales. Una obra que no es sino el resultado de un mestizaje de géneros, cuya estructura desafía a cualquier molde establecido, cuyas caprichosas digresiones sabotean al argumento, que presenta a un narrador que interactúa constantemente con el lector, que exuda erudición pero al mismo tiempo no se toma en serio a sí misma. Una obra que adelanta multitud de estrategias metaliterarias, preñada de reflexiones morales y filosóficas, permeada por un ingenioso sentido del humor. Imaginaos, en suma, a «una insulsa retahíla de hechos reales e imaginarios, escritos sin gracia y distribuidos sin orden ni concierto» (Diderot dixit), que consigue, pese a todo, cautivarnos. 

En fin, ojalá os haya interesado en Jacques el fatalista. Sus defectillos, estoy seguro de que intencionados, no pueden eclipsar su modernidad y audacia. Con esta reseña me sumo a sus reivindicadores incondicionales, entre cuyas filas se encuentran nombres de la talla de Italo Calvino, José Saramago y Milan Kundera. Debéis conocer este texto; en especial, aquéllos que se creen innovadores.

sábado, 4 de septiembre de 2021

II Premio Ensada de Reseñas. Segunda Reseña Ganadora: Ángel Becerra: Nueve más cero

Idioma original: español
Año de publicación: 2016
Valoración: curioso



La poda es una práctica agrícola que consiste en recortar un árbol o arbusto para incrementar el rendimiento del fruto. De no producirse ésta, dicha planta ve cómo la proliferación de tallos o ramas redunda en una abundancia de frutos, pero de tamaño más bien reducido. Algún tijeretazo, pienso, le haría bien al libro que me propongo reseñar, a saber, el segundo tomo de relatos del onubense Ángel Francisco Becerra, Nueve más cero.

Está compuesto, como el propio título denota, por nueve cuentos, más una pequeña broma matemático-ontológica. Todas las historias son sustanciosas y amenas, se leen con agrado e interés, pero la mayoría pecan de sobreabundancia en las apariciones -no fantasmales- del narrador (a veces, del lector implícito), demasiado consciente de sí mismo. Un narrador sobreactuado puede hacer más rico el juego narrativo, pero solo para iniciados; la omnipresencia de éste distancia la lectura de la esencia de la historia que se cuenta y, sobre todo, distorsiona el relato. El autor posee, sin duda, una voz propia: lenguaje preñado de sentencias ("Con lo poco que le cuesta al pasado perseguirnos, encima le damos facilidades" / "Hay personas que confunden ser amables con ser inferiores" / "Había sido hija ilegítima y eso no te reconcilia con la verdad jamás") y de tropos (metáforas y prosopopeyas, principalmente), posee un don inestimable para manejar los diálogos (algún relato parece el germen de una obra dramática) y es, además, dueño de una cosmovisión que fructifica en las antes referidas jugosas sentencias. Sin embargo, se pierde en voces narrativas mezcladas, se hace demasiado visible como autor y... algo que pudiera enervar: está contaminado de cierto provincianismo. Desgrano, ahora, los relatos.

El libro comienza con "Las nieblas de Belén", el texto más largo del volumen. A mi entender, el autor busca enganchar al lector con una intriga histórico-detectivesca en una línea transitada ya con demasiada frecuencia por la narrativa moderna, desde aquel lejano El nombre de la rosa; al que se añaden elementos informáticos recientes, con ecos de Stieg Larsson. La relación entre los personajes principales: Numera, un hacker, y la monja vengativa es potente, pero hay una línea paralela filológico-documental sobrante.
  • "Firmado... Silvia Acosta" se basa en una historia emotiva y romántica sita en la bella Italia, en la que se hace patente esa malquerencia del autor por la mezcla de voces narrativas, en este caso, las intromisiones de la sobrina de un cartero, el cual busca denodadamente una particular Muerte en Florencia.
  • "El asuntillo" es un texto directamente prescindible, si no fuera porque incluye un sabroso diálogo bodeguero que, como he dicho más arriba, testimonia las dotes del escritor en materia dialogística y que incluye un tema que posteriormente se va a repetir en otro cuento: la egoísta motivación de nuestros actos. El relato se articula como diatriba contra los ayuntamientos y sus próceres mayores.
  • "Aquí" muestra las dificultades en la búsqueda de la propia identidad. Buena historia lastrada por una mezcla de voces narrativas.
  • "Las caenas del amor" rinde tributo, de una manera demasiado extensa e hiperbólica, al éxtasis musical en la carne de una pareja que parece recordar a Lole y Manuel y que da fe de una visión neoplatónica de la existencia, que me inclino a considerar como base del pensamiento del escritor.
  • "Provecta Figueredo" no pasa de ser un divertimento local antroponímico.
  • "Nunca Sevilla", loa a un Tenorio fantasmal, se convierte en un epítome de esa característica de la narrativa del autor arriba criticada: mezcla de tiempos y narradores e injerencias del narrador.
  • "Sin sueños de Ámsterdam" obliga al lector a una segunda lectura para la recta comprensión de un texto nutrido de misterio y que tiene un macguffin más propio de la ciencia ficción.
  • "Cemento, arena y el agua" es la obra más cuajada del libro, o la que más se adapta a los gustos del que esto escribe: y es que el narrador se muestra menos. Arribismo sin escrúpulos, altruismo y venganza, en sabia mezcolanza.
En definitiva, una lectura recomendable, sobre todo, para letraheridos, y que da testimonio cabal de la idiosincrasia del autor.

Autor: Ángel María Arribas

sábado, 17 de julio de 2021

Clementina Black: Revolucionario

Idioma original:
Inglés
Título original: An agitator
Año de publicación: 1894
Traducción: Gonzalo Gómez Montoro
Valoración: Curioso

Revolucionario es una novela de finales del siglo XIX. La escribió Clementina Black (1853-1922), quien era, además de narradora, sindicalista y feminista. Refleja la sociedad inglesa de la década de 1880 y tiene un alto contenido político y de crítica social.

La protagoniza Christopher (Kit) Brand, un hombre de treinta y dos años que lucha por los derechos de los trabajadores. Brand es inteligente, un buen orador y tiene madera de líder, aunque peca de idealista. Podríamos considerarlo un héroe trágico porque, pese a sus numerosas cualidades, se ve asediado por sus propios fantasmas. A saber: su condición de hijo ilegítimo, las tentaciones que le provocan puntualmente el dinero y el éxito fácil o el distanciamiento que, por varias razones, experimenta con respecto a sus semejantes.

Revolucionario no destaca especialmente por su argumento o sus personajes. En ese sentido, hay que abordar este texto desde la óptica de la literatura de ideas, y no en tanto que ficción ortodoxa. Su autora explora en él temas complejos: la coherencia entre pensamiento y acción, la doctrina socialista, la implicación postiza de ciertos sectores en la lucha de clases, la cautela que hay que adoptar frente a aquéllos que sólo quieren medrar, la necesidad de autocrítica, la falta de credibilidad de la prensa... Resumiendo, podríamos decir que la obra de Black funciona mejor como ventana a cierta época y convicciones que como narración al uso. Aun así, resulta entretenido asomarse también a las tribulaciones de Brand y experimentar su desarrollo.

domingo, 27 de junio de 2021

Zoran Nikolić: Atlas de fronteras insólitas

Idioma original: inglés

Título original: The Atlas of Unusual Borders

Traducción: Jorge García, Sigrid Guitart

Año de publicación: 2020

Valoración: Curioso


Un bonito libro para regalar, así, un regalito de compromiso, lucido (presentación cuidada, páginas recuadradas en rojo, mapas de los que luego hablaré), para algún aficionado a la geografía sin mucho afán, una cosa ligerita para quedar bien. Eso es este libro, agradable para quien disfrute de estas curiosidades sin ánimo de profundizar mucho, o casi nada. Realmente, hay un montón de textos como este, algunos claramente mejores, otros parecidos.

Esto de las fronteras extravagantes, los enclaves y contraenclaves, las tierras de nadie y las ciudades partidas por la mitad, es una de las muchas cosas llamativas de la geografía, pero a la hora de escribir un libro presenta dos problemas importantes, que son uno mismo. Partimos de que estas circunstancias geográficas que podríamos llamar anomalías las hay a miles, por supuesto a lo largo del planeta entero, pero aquí mismo, a unos pocos kilómetros de nuestra casa, seguro que tenemos algunos buenos ejemplos. Y al haber tantos el autor se encuentra, supongo, ante una disyuntiva obvia: o incluye muchos de estos ejemplos, con lo que necesariamente se quedará en un repaso superficial, o selecciona unos pocos para profundizar un poco más sobre sus peculiaridades. Es decir, hay que elegir entre cantidad y calidad, un repertorio muy amplio, o una relación menos extensa para dedicarle más atención a cada caso expuesto.

Seguro que han adivinado que nuestro libro de hoy ha optado bastante claramente por la primera alternativa, es decir, muchas realidades (47, para ser exactos) de países separados por límites aparentemente caprichosos, a los que apenas se dedica una página y un mapa, una página más bien pequeñita y un mapa injustificada y proporcionalmente grande, y además bastante malo: colores deplorables, información casi nula, un adorno que apenas aporta verdadera información.

La verdad es que me da bastante envidia cuando las reseñas de mis compañeros suscitan el entusiasmo de los lectores, que corren a la librería a hacerse con esos títulos magníficos recién descubiertos. Así que voy a intentarlo un poco y, a pesar de lo dicho y solventada la parte crítica, a ver si puedo explicar por qué el libro no es del todo malo. Sí, son muchos, demasiados, los casos que Nikolić presenta, y escasita y superficial la información que suministra, pero para alguien no muy exigente el repertorio resulta bastante curioso, y hasta llamativo para quien no se haya parado a pensar en situaciones tan peculiares. En un repaso random hablaríamos de ciudades ubicadas en dos continentes distintos (Estambul), enclaves rodeados de países enemigos (varios en el Cáucaso) o excluidos de la Unión Europea pese a formar parte de un país miembro (hasta tiempos muy recientes, claro, varias pequeñas islas británicas, aunque nominalmente son dependencias de la Corona, en fin), fronteras que separan dos lados de una calle o que atraviesan casas (ahora no recuerdo dónde), extraños condominios, o países teóricamente gobernados por autoridades extranjeras (algunas muy atípicas, miremos a Andorra), fronteras que forman estrechos corredores en busca de accesos imposibles a ríos o mares…

Siempre estamos ante el producto de caprichos de la Historia, muchos de ellos consecuencia de guerras o tratados, otras veces de orígenes feudales, de raíz religiosa o derivados de procesos de descolonización arbitrarios y muchas veces absurdos. Son situaciones casi siempre interesantes que hubiera requerido algo más de profundidad, como apuntaba antes, y respecto de las cuales el libro nos deja por tanto un poco a medias, pero el nivel de satisfacción dependerá de lo que el lector exija al texto. Si nos vale con unas pinceladas para despertar un poco la curiosidad, pues la cosa va bastante bien.

Parece obligado hablar de mis preferidas entre esas píldoras repartidas por el amplio catálogo de Nikolić. Al ser tantos los casos expuestos mi memoria no alcanza a retener un número suficientemente apreciable pero, al margen de complicadas rotulaciones que se enredan entre montañas, puertos y ciudades, quizá me quedaría con algunos de los de origen más reciente, y también de efectos de mayor crudeza. Por ejemplo, la partición de Chipre en dos comunidades, turca y griega que, con medio siglo de existencia, ha dado lugar no solo a dos países diferenciados, sino a una complicada frontera, una zona de exclusión supervisada por la ONU y algunas ciudades de antiguo esplendor turístico reducidas a una gran urbe desierta. O la llamada línea verde, larga franja en la antigua frontera entre las dos Alemanias que, a fuerza de quedar ajena a cualquier actividad humana, se ha transformado en una zona virgen que ahora se quiere recuperar como espacio natural (léase cómo la naturaleza recupera su terreno a poco que el hombre se retire de la circulación).

También me gustan los relatos sobre ciudades fantasma, como Kolmanskop (Namibia), abandonada al agotarse las vetas de diamantes, o Centralia (EE.UU.), en cuyo subsuelo se  mantiene un incendio que persiste desde hace medio siglo, y tardará al menos otro tanto en extinguirse. Cosas realmente sorprendentes y que hacen grata la lectura aunque, eso sí, no tienen mucho que ver con las fronteras.


lunes, 15 de marzo de 2021

Roque Larraquy y Diego Ontivero: Informe sobre ectoplasma animal

Idioma original: Español
Año de publicación: 2014
Valoración: Curioso y recomendable

Pues es este un libro muy breve, de apenas 80 páginas, que contiene 23 "microhistorias" y 21 ilustraciones que tienen como nexo común la loca historia de la Sociedad Ectográfica Argentina. Estructurados a su vez en cuatro partes - apariciones, teoría ectográfica (y alguna que otra anomalía), breve historia de la ectofotografía e "intrahistoria" de la Sociedad - los textos se sirven de diferentes materiales y de diferentes géneros para construir un volumen a medio camino entre el absurdo y el delirio.

En la primera parte de "Informe sobre ectoplasma animal" se nos presentan en forma de microrrelatos una serie de apariciones (un mono albino en Montevideo 1940, un pato en un mingitorio de una confitería bonaerense en 1952, todo un océano que cubría la Pampa...) que sitúan los textos entre el terror, la ciencia-ficción y el humor surrealista.  

En la segunda parte, cuatro breves textos sirven para presentar aspectos de la teoría ectográfica ya insinuados en los microrrelatos anteriores. Esta parte emparenta con la posterior historia de la ectofotografia y de la Sociedad Ectográfica Argentina, en la que Larraquy detalla principios y definiciones, técnicas y descubrimientos  obtenidos de fragmentos del diario del fundador de la Sociedad, un tal Severo Solpe.

Cierra el libro la que quizá sea la parte más interesante del mismo, esa en la que se mezclan la búsqueda de financiación, la búsqueda del reconocimiento de la ectografía como ciencia y su uso para fines político-militares con el contexto político del momento (el Golpe de Estado de Uriburu, etc). Para esto, el autor abandona el campo del microrrelato al uso y se sirve de las cartas que el ya citado Solpe envía a un senador de la República, Por otra parte, y si alguien ha leído la magnífica "La comemadre", este parte final de "Informe sobre ectoplasma animal" emparenta con aquella en tiempos, lugares, obsesiones y ciertas refinadas y no tan refinadas crueldades.

En cuanto a las ilustraciones de Diego Ontivero, y un poco en la línea de lo que podéis ver en la fotografía de la cubierta, predomina la geometría y la abstracción con imágenes cercanas, en ocasiones, al cubismo. No siempre la relación con los textos a los que acompañan en clara al 100%, aunque constituyen un acompañamiento de lo más curioso.

Y por lo que respecta a los textos, resultan estos sorprendentes y divertidos, completamente locos algunos, pero me queda la sensación de que la historia de esta Sociedad Ectográfica Argentina podría ser el punto de partida de una gran novela en manos de un Roque Larraquy que ya dejó en "La comemadre" un muy buen ejemplo de lo que es capaz de hacer. 

También de Roque Larraquy en ULAD: La comemadre

miércoles, 13 de mayo de 2020

Rafael Courtoisie: El libro de la desobediencia


Idioma original: Español
Año de publicación: 2017
Valoración: Curioso

El libro de la desobediencia transcurre en el Japón medieval. Lo protagonizan un grupo de lesbianas, al mismo tiempo poetas y guerreras. Miniki, su líder, secuestra a Tanoshi, la favorita del Emperador. Éste, por supuesto, pondrá todos los medios a su alcance en perseguirla. Osos telepáticos montados por fieros samuráis incluidos.

Que no os engañe semejante premisa: El libro de la desobediencia no es una novela histórica plagada de aventuras. Bueno, sí lo es, pero hay otros aspectos a resaltar en ella. Y no me refiero únicamente a los elementos fantásticos que la engalanan (¡osos telepáticos, pardiez!), que también. Me refiero, especialmente, a su enfoque metaliterario.

A fin de cuentas, esta ficción realiza extravagantes acrobacias. Hasta tres autores (o quizás sea un autor tricéfalo) la van escribiendo o traduciendo en paralelo; los personajes que la transitan forman parte tanto del plano real como narrativo; cobija en su interior otras obras, en plan "matrioshka" rusa. ¿Sigo?

Además de por su enfoque metaliterario, El libro de la desobediencia destaca por sus temas. La desobediencia es uno de ellos, como bien indica su título. Por ejemplo: Okoshi Oshura, viejo poeta que narra esta historia, se opone (veladamente al inicio, abiertamente después) al «Poder». También la ya mentada Miniki se enfrenta al «Poder», pese a que su caso no tenga connotaciones políticas.

Lo que me ha gustado de esta novela son sus reflexiones en torno al concepto de la desobediencia. Rafael Courtoisie logra ahondar temática y casi diría que filosóficamente en él con pasmosa facilidad. Y lo hace, dicho sea de paso, de formas la mar de creativas. Para muestra, un botón: «La desobediencia es, antes que nada, una gran tentación. / Dictada una ley, sobrevienen las ganas de transgredirla. / Toda frontera, todo límite es una invitación a la transgresión, al pasaje clandestino (...). / Toda barrera u obstáculo constituye una puerta abierta para la desobediencia. / (...) Toda puerta cerrada es una puerta abierta para la desobediencia.» O: «La muerte es una desobediencia. / Pero la vida es una desobediencia mayor, de otro grado, casi absoluta. / Aunque uno vaya a morir, haber desobedecido por un instante es haber desobedecido toda la eternidad: la muerte se desobedece cada día, con cada respiración, con cada línea que se escribe. / La poesía es una desobediencia.»

Quizás lastran a este texto su carácter episódico, la resolución algo abrupta (y a veces tramposa) de varios de sus conflictos, la caracterización pobre de sus personajes y, sobre todo, su final anti-climático. Pero gracias a que, en general, no se toma muy en serio a sí mismo, estas imperfecciones son fácilmente perdonables. En ocasiones, incluso, atribuibles al desparpajo de esta propuesta.

Me sorprende que en ninguna de las reseñas que he leído de El libro de la desobediencia se mencione sus similitudes con la obra de Alberto Laiseca. A continuación, os dejo las características que este trabajo de Courtoisie comparte con muchas de las creaciones del argentino:

  • Su cualidad híbrida (esa mezcla de fantasía, acción, política, prosa y verso...).   
  • Su enfoque, entre desmitificador y respetuoso, de Oriente. 
  • Su fabulación histórica, situada en un mundo que es y no es el nuestro.
  • Su colorido eclectismo. 
  • Su voz narrativa, que oscila entre la ordinariez y la sensibilidad poética, rompe constantemente la cuarta pared y está dispuesta a jugar con las expectativas del lector.  
  • Sus personajes. Es innegable que el Emperador, sus aduladores y concubinas, recuerdan poderosamente al Monitor y su corte.  
  • La abundancia de magia, erotismo, violencia y torturas que hay en estas páginas.  
  • Su humor, ora sofisticado, ora gamberro. 
  • Sus destellos metaliterarios.
  • Sus caprichosas digresiones, que interrumpen la trama sin pudor alguno, incluso cuando dinamitan adrede una escena intensa. 
  • Sus múltiples homenajes (que a veces rozan la parodia) a otras obras de ficción. En el caso de El libro de la desobediencia, Courtoisie alude a Ryonosuke Akutagawa, Yukio Mishima o Haruki Murakami, entre otros. 

En definitiva, recomiendo El libro de la desobediencia a todo aquel que guste de la narrativa experimental; a todo aquel que ya se haya zampado la bibliografía de Laiseca pero siga teniendo ganas de juerga; a todo aquel que disfrute con la violencia hiperbólica y estilizada de Quentin Tarantino; a todo aquel que aprecie las virtudes de Japón y, asimismo, sea capaz de reírse de sus conmovedores defectos. Por una vez y sin que sirva de precedente, obedeced mi recomendación y leed esta pequeña joya de la metaliteratura más lúdica y desprejuiciada que, pese a su engañoso desparpajo, es capaz de vehicular reflexiones trascendentes.

lunes, 21 de octubre de 2019

Antonio Orejudo: La nave

Idioma original: castellano
Año de publicación: 2003
Valoración: Curioso, tal vez

Mira que andaba yo con ganas de leer algo de Antonio Orejudo, a quien mis compañeros han valorado en general tan alto: dos Imprescindibles, un Muy, un Recomendable y sólo uno de esos tibios Está bien. Así que investigo un poco y veo que toda la obra de ficción de este buen señor está ya reseñada (S.E.u O.). Mal asunto, porque no quiero quedarme sin catar lo que con tanto éxito pasa el exigente tamiz de mis colegas y por otra parte, aunque mis derechos de imagen están a salvo gestionados por una Sociedad holding, mi contrato millonario con el blog me obliga a un ritmo de reseñas casi inhumano. ¿Cómo leer a Orejudo y poder reseñarlo, cuando todo está ya visto? Pues sigo escarbando un poco más y me encuentro con La nave.

Se trata de una narración muy cortita que citaba ya Juan en su reseña de Grandes éxitos, y efectivamente se encuentra en la bibliografía de este autor, aunque muy escondidica, como algo anecdótico, publicado en 2003 por la Junta de Andalucía (¿?) y actualmente imposible de encontrar. ¿Imposible? Pues será en papel, porque en internet se encuentra en formato Word sin ninguna dificultad. No solo eso, sino que el propio autor se presta a leernos, muy serio él, el primer capítulo, con lo que inauguramos en ULAD la era del video-libro. Vean:


Tuve suerte al encontrar el video, porque al poco de empezar a leer se abatió sobre mí la sospecha de si no estaría siendo víctima de una de esas bromitas de la red, una especie de fake-book, podríamos decir. Ya lo han oído ustedes si se han molestado en mirar el video: año 25890, la ingestión de unas lechugas en mal estado procedentes de fruteros piratas provocan una epidemia de esterilidad poco menos que universal. A partir de ahí todo sigue la misma tónica: los basureros forman un lobby que impone su ley, la Coca-cola esponsoriza las misas católicas, un socio muerto (asesinado) al comer un boquerón y, entre un sinfín de disparates parecidos, la aparición de La Nave (industrial), un local de copas, o gastro-bar, o no se sabe bien qué, que ejercerá una suerte de contrapoder hasta que… En fin, que si sigo un poco más termino contándolo todo.

El librito es así desde el principio hasta el final (un final que llega enseguida, ya digo), una sucesión de ocurrencias que yo, la verdad, reconozco que no soy capaz de valorar. A veces parece la redacción escolar de un alumno imaginativo (como aquel que, en plena crisis de la austeridad, dibujaba un monstruo al que dio el nombre de Invasor Merkel). Otras me viene a la cabeza aquella estupenda distopía de los residuos llamada Wall-E, pero también se dejan ver algunos, o muchos, manotazos hacia algunos de los arquetipos más reconocibles de la sociedad políticamente correcta. E indudablemente asoman rasgos de una creatividad rotunda y brillante, como esa fantástica y un poco angustiosa partida de ajedrez con todas las piezas del mismo color.

Todo con un ritmo endiablado, todo fluidez, como escrito en menos tiempo del que me está llevando componer esta ¿reseña?, y para ocupar un espacio que, si no termino pronto, va a ser más breve que estas modestas líneas. ¿Un simple pasatiempo? ¿Una loca incursión en lo fantástico que oculta más capas de las que he podido detectar?

El reseñista se rinde. Pero ustedes, lectores todos, lo tienen muy fácil: no les llevará más de media hora, se lo leen y completan lo que yo no he sido capaz.

Todas las reseñas de Antonio Orejudo en ULAD: aquí


lunes, 2 de septiembre de 2019

Enric Jardí: Así se hace un libro

Idioma original: castellano
Año de publicación: 2019
Valoración: Curioso

Supongo que se habrán fijado bien en el título: 'Así se hace un libro', y no 'Así se escribe', lo cual hubiese sido algo bastante aterrador ¿se imaginan? De modo que hablamos de un libro sobre libros, esa materia que a veces hemos etiquetado el libro como objeto, el libro con su texto –unas manchitas de tinta sobre papel blanco-, sus hojas, sus tapas, esa cosa que algunos tenemos cada día, o casi, en las manos, y sentimos su peso, su tacto, colocamos con más o menos mimo o descuido en la estantería, a veces anotamos, subrayamos o le doblamos la esquina a una de sus páginas.

Hablamos por tanto de ese libro físico, y conocemos a través de Enric Jardí cómo se compone, qué hay que tener en cuenta para hacerlo bonito y legible, cómodo para el usuario y con  formato preferiblemente coherente con su contenido o su tono. En el curso de las explicaciones van apareciendo conceptos que nos resultan familiares y que quizá no siempre manejamos correctamente, como esas cubiertas con las que pasamos tan buenos ratos en este blog, las solapas y las guardas, los pliegos, portadas y anteportadas, los créditos (no, no habla de esas fajas promocionales que tanto irritan a muchos, o a casi todos los lectores). Jardí aclara términos y se detiene en las diferentes tipografías y estilos adecuados a estas partes introductorias. 

Como lo hace, y con abundancia de detalles, cuando entramos en el cuerpo del texto: la mancha y los márgenes, justificación, interlineado e interletraje, tipos, grosor, altura de mayúsculas y minúsculas, versalitas, números elzevirianos y capitales, ligaduras. Sí, muchos conceptos en los que, como lectores, normalmente no reparamos a no ser que nos enfrentemos a una de esas ediciones antiguas de bolsillo que nos hacen bizquear con su letruja microscópica, o que no podemos sujetar debidamente porque apenas tiene márgenes, o cuya tripa se desgaja como los pétalos de una flor delicada. Bueno, está bien, también hay que reconocer que a veces sí se disfruta manejando una edición de calidad (normalmente, de precio acorde con ella), en la que el libro completo, forma y contenido, expresa armonía, buen gusto y un trabajo hecho con cariño y profesionalidad.

En realidad, desde el punto de vista que ahora estamos tratando, por mal que suene decirlo, el libro es un producto dirigido a un consumidor, y como todo producto, puede despacharse de cualquier manera para reducir costes, puede revestirse de ornamentos publicitarios para vender (la faja), o puede elaborarse, como decía, con profesionalidad y enfocándose a la satisfacción del cliente, eso de la experiencia que ahora tanto gusta. Porque, aunque obviamente lo más importante de un libro será siempre lo que en él se cuenta, una buena edición puede aumentar la satisfacción del lector o limitarla, incluso arruinarla.

En este sentido, el trabajo de Jardí rezuma seriedad y sentido común por todas partes, un cuidado exquisito en los detalles y conocimiento profundo de las necesidades del lector. Vamos, que si alguna vez me publican un libro me gustaría que lo diseñase don Enric. Otra cosa es que, en medio de esa perfección técnica, al libro le falta algo de alma. Es en su mayor parte una especie de manual en el que descubrimos, sí, una serie de cosas curiosas, pero que hubiera quedado mucho más atrayente dándole un poquito más de vuelo, no sé, salirse algo más del carril del diseñador y darle un matiz más intelectual, quizá más personal y subjetivo, menos informático. Hay algunas –muy escasas- referencias históricas sobre tipografía y, por ejemplo, una curiosa alusión a la afición anglosajona de escribir los lomos de arriba abajo. Se podrá decir que lo que echamos de menos no son más que anécdotas, chascarrillos o relleno, pero en un texto de este tipo entiendo que cosas así lo enriquecen, lo hacen más ameno y ofrecen una perspectiva más global y menos mecánica de un tema que de por sí no carece de cierto interés. 

sábado, 1 de junio de 2019

Louisa May Alcott: Fruitlands. Una experiencia trascendental

Idioma original: Inglés
Título original: Trascendental Wild Oats and excerpts from the Fruitlands Diary
Traducción: Consuelo Rubio Alcover
Año de publicación: 1873
Valoración: Curioso y recomendable

El abandono de la "civilización" y el acercamiento a la Naturaleza en busca de lo que podríamos calificar como una "vida más pura" forman una parte importante de la cultura y de la literatura estadounidense del siglo XIX. El ejemplo que a la mayoría le vendrá a la cabeza será el Walden de Thoreau, pero lo que pocos sabrán es que la célebre autora de "Mujercitas" también estuvo metida en estos inventos, aunque fuera cuando apenas contaba con diez años de edad y lo hiciera llevada por sus padres, el filósofo trascendentalista (e íntimo amigo de Ralph Waldo Emerson) Amos Bronson Alcott y la trabajadora social Abba May.

El "invento" de la familia Alcott - May fue la comuna utópica y trascendentalista de Fruitlands, la cual se regía por una teórica asignación de tareas según los intereses y capacidades de cada cual y por una a priori igualitaria distribución de recursos. Algunos de los principios que regulaban la vida de Fruitlands fueron, por ejemplo, el pacifismo, el veganismo, el rechazo frontal al dinero (raíz de todo mal) y al producto del trabajo "esclavo", etc. No parece mal idea, ¿verdad? 

El caso es que, como tantas otras experiencias similares, "Fruitlands" terminó en un estrepitoso fracaso. Y es que el entusiasmo inicial chocó violentamente con la ausencia de recursos (económicos, laborales, etc) y  con la cruda realidad, esa que tozudamente nos demuestra que la suma de individuos imperfectos da como resultado una sociedad imperfecta.

La estancia de la familia Alcott - May en la comuna utópica y trascendentalista apenas duró un año y debió marcar tanto a la pequeña Louisa como para escribir, 30 años después, un relato narrando la estancia de la familia en la comuna de Fruitlands. El relato, de apenas 40 páginas, muestra esa tozuda realidad, los errores y aciertos y los defectos y virtudes de los pioneros. Es, por tanto, un relato pasado por el tamiz de la distancia que da el tiempo, lo que contribuye a su objetividad y al sentido crítico del mismo. La única pega que se le puede poner es su brevedad. Creo que el tema daría para una novela "de las gordas". Quizá fueron las estrecheces económicas por las que la autora atravesó durante toda su vida lo que lo impidieron, aunque esto es solo una hipótesis.

Acompañan al relato una serie de "anexos", a cual más curioso.  Destacan, por encima de todo, los breves diarios escritos por la propia May Alcott durante su estancia en Fruitlands. Pese a su carácter infantil (He ido a clase como de costumbre y he estado jugando hasta la comida...), en algunos fragmentos deja entrever una llamativa capacidad de observación para descubrir grietas en el mundo de los adultos. No menos interesantes son las cartas escritas por Amos Bronson Alcott y Charles Lane, dos de los "líderes" de la comuna, en las que explican sus objetivos y principios y la introducción y el posfacio, escritos por Julia García Felipe y Pilar Adón, que cumplen la doble función de introducirnos en la vida, obra y pensamiento de una autora cuyo legado va mucho más allá de la archiconocida "Mujercitas".

También de Louisa May Alcott en ULAD: Detrás de la máscara