El imperio Inca - conocido también como tawantinsuyo - se dividía en cuatro grandes regiones. La correspondiente al sur se llamaba Kollasuyo y a ella se anexó mediante conquista la parte oeste de las actuales provincias argentinas de Catamarca, Tucumán, Salta, Jujuy, La Rioja y San Juan, además del norte de Mendoza.
Tras una breve resistencia de los pueblos autóctonos (diaguitas, atacamas y huarpes, entre otros) los incas al mando de Tupac Yupanqui finalmente los dominaron. Aprovechando muchas de las estructuras arquitectónicas de estos pueblos, los incas construyeron centros agrícolas, collcas, tambos y las fortalezas militares conocidas como pucarás.
A su vez, el territorio inca en la Argentina se dividió en cuatro regiones. Chicoana comprendía la puna de Atacama, parte de los valles Calchaquíes y parte de las provincias de Jujuy y Salta. Quire-Quire, o también Kiri-Kiri, ocupaba también parte de los valles Calchaquíes, Santa María y los valles de Andalgalá. Otra de las provincias era Tucma, que luego derivó a Tucumán. La misma nucleaba las sierras subandinas, llegando hasta Talima, en Bolivia. Finalmente, Cuyo o Kuyun comprendía el norte de la actual Mendoza, llegando hasta Chili (Chile).
Uno de los legados más importantes que han dejado los incas tras su presencia en territorio argentino, además de los vestigios arquitectónicos, ha sido la lengua Quechua o más precisamente, su rama sureña.
Fuente: Wikipedia.
25 de abril de 2008
Los incas en Argentina.
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22 de abril de 2008
El fraude del Hombre de Piltdown.
En el año 1912 Charles Dawson, buscador de fósiles aficionado, dio con fragmentos de un cráneo humano y una mandíbula con los molares desgastados. Estos restos fueron bautizados como El Primer Inglés u Hombre de Piltdown, dada la locación de la cueva dentro de la cual descubrió dichos vestigios.
El Hombre de Piltdown representó una revolución en su momento: parecía poseer una de las características más importantes, un cráneo desarrollado y un maxilar de cualidades simiescas.
Para la misma época, en Sudáfrica, el investigador Raymond Dart había descubierto un cráneo de australopithecus africanus, pero la comunidad científica de ese entonces le dio más crédito a Dawson. Su descubrimiento corría con ventaja al tratarse de un espécimen europeo.
Hoy en día, se sabe que el Hombre de Piltdown fue un gran fraude científico, que además de arruinar la carrera de Raymond Dart, engañó a miles de personas. Para el año 1953, se demostró que el cráneo no era antiguo y había sido coloreado, y la mandíbula pertenecía a un orangután.
Además de ser Dawson un estafador, la culpa también recayó sobre Arthur Smith Woodward, del British Museum de Londres, que había afirmado que los restos sudafricanos encontrados por Dart no tenían ningún rol en la evolución de los homínidos.
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