un diario posible: mayo 2014

miércoles, 21 de mayo de 2014

Escribir

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Escribir con eso que está como una piedra entre el pecho y la garganta, con esa injusticia que sale en lágrimas porque está prohibido decirla. Escribir paréntesis que se abren gruesos en mis párpados y se cierran negros debajo de mis ojos, y que los más cercanos me digan "No te preocupes", y que los desconocidos más perceptivos pregunten "¿Estás resfriada?" y yo conteste "Si".

domingo, 18 de mayo de 2014

Mujeres de dos ciudades

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Esto lo encontré en el facebook de Elsa Manuel. Lo guardo acá para que no se me pierda,


"Todas las mujeres tejían. Tejían cosas sin valor, pero el trabajo mecánico era un sustituto mecánico de comer y beber : las manos se movían en lugar de las mandíbulas y del aparato digestivo. Si los huesudos dedos se hubieran quedado quietos el hambre habría apretado aún más .”


Charles Dickens

A Tale of Two Cities

sábado, 17 de mayo de 2014

Tiempo

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Aquel día lejano en que Sergio Raimondi anotó una invitación mía a tomar el té en el final de una lista enorme de obligaciones garrapateadas con letra minúscula dejó de ser mi amigo. Lástima, yo lo quería.

Quijota

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Lloro de indignación, de impotencia, por querer atrapar, por querer solucionar todo lo que no está en mis manos. Escribir, tejer está en mis manos, tal vez consista en eso una precaria felicidad, en entregarme humildemente a las cosas que fui hecha para hacer. 

Después de un recital de poesía.

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Tengo que entrar en mi huevo cósmico donde leo y escribo, escribo y tejo, tengo que aquietar el parloteo, las protestas por causas perdidas, tengo que ponerme a dieta de redes sociales.

La poesía, la música, el sol, el tejido abrigan, comunican, ligan, guarecen. El parloteo, el enojo, las peleas, la envidia, la vanidad, la codicia de un poder o de un dinero totalmente efímero aíslan, empobrecen, entristecen.

Un gran poeta, un poeta sensible, amoroso, preciso, en su versión de hombre civilizado me aconsejó que trabajara más en el mundo productivo. Yo trabajo lo estrictamente necesario, el resto del tiempo lo necesito para seguir aprendiendo cómo vivir, cómo seguir riéndome y llorando y enojándome como cuando tenía 5 años, como cuando tenía 15, cómo ser adulta sin transformarme en una persona seria, en una persona triste, en una persona aburrida, en una persona encadenada, cómo tener la libertad que no es ir demasiado lejos, sino caminar por donde se me cante, y que una nube rosa del atardecer sea un acontecimiento casi imposible de describir, y no la palabra nube que lleva a hablar del clima a poetas de menos de 30 años.


Si quiero ser poeta no puedo andar distraída por la vida, del clima hablo con la vecina en el ascensor si ella se siente demasiado incómoda como para pasar unos segundos sin hablar. Tengo que aprender a quedarme callada, a escuchar lo que se escucha cuando la mente está quieta, cuando el corazón está quieto, cuando la boca está cerrada. Tengo que aprender a amar el silencio. Ese silencio de cuatro bordadoras concentradas que están en compañía, que se reconocen, se quieren y se admiran, pero sólo intercambian frases cortas como pedir una tijera.

viernes, 9 de mayo de 2014

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Sentada sobre el mar,
sobre arenas movedizas
tejo al crochet
granny squares.
Juntos van a abrigar a alguien
separados me abrigan a mí
me dan la seguridad de lo monótono
de lo que está en mis manos
en medio de tanta incertidumbre.
La aguja va
de derecha a izquierda;
en lucha silenciosa con las agujas del reloj
detiene el tiempo.