Library Bar - Copenhague
Uno de los más bellos cafés del mundo
.
.
UN CAFÉ
Un disparo retinal
hirió mi discernimiento
y confundí lunes con sábado.
Se presentaron impúdicas
las palabras
para que yo descubriese
la clave de su misterio
y el misterio me absorbió.
Cerré con fiera contundencia
sus manos
y respondió con un abrazo
que trascendió
el lugar y el momento.
Cuando quise darme cuenta
el café había discurrido
por el estrecho cauce
tan rápidamente
que su embate en el lago
de las sensaciones
hizo que las alas se inclinaran,
escorando las mariposas
con tanto ímpetu
que la retina distinguió
con claridad la oscuridad del día,
el misterio del verbo se resolvió
con una facilidad abúlica
y el abrazo apareció de súbito
como el saludo convencional
en una convención.
No hay mirada que mantenga
su hechizo para siempre
ni palabras que conserven
la misma fuerza
del primer instante,
ni roces de piel que pervivan
eternamente.
Un simple café corta
las alas a un sueño
que soñaba ser eterno.
Un disparo retinal
hirió mi discernimiento
y confundí lunes con sábado.
Se presentaron impúdicas
las palabras
para que yo descubriese
la clave de su misterio
y el misterio me absorbió.
Cerré con fiera contundencia
sus manos
y respondió con un abrazo
que trascendió
el lugar y el momento.
Cuando quise darme cuenta
el café había discurrido
por el estrecho cauce
tan rápidamente
que su embate en el lago
de las sensaciones
hizo que las alas se inclinaran,
escorando las mariposas
con tanto ímpetu
que la retina distinguió
con claridad la oscuridad del día,
el misterio del verbo se resolvió
con una facilidad abúlica
y el abrazo apareció de súbito
como el saludo convencional
en una convención.
No hay mirada que mantenga
su hechizo para siempre
ni palabras que conserven
la misma fuerza
del primer instante,
ni roces de piel que pervivan
eternamente.
Un simple café corta
las alas a un sueño
que soñaba ser eterno.
.
.
.