Esta bruma alrededor de mis muñecas.
El preludio de las toneladas de silencio que enraízan en la garganta.
El paisaje hablando un idioma encriptado de ancianos y ventanas
que nunca entenderé mientras conserve mis ojos.
Mientras la distancia pueda seguir midiéndose.
Tu mirada es una guerra donde el tiempo ha quedado parapléjico.
Ni oportunidad. Ni rendición. Ni trinchera.
Anclo mi cuerpo al suelo y me quedo inmóvil,
como todas esas noches,
en las que lo único que cabe entre tus piernas
es la voz
de
Tom
Waits
.