El día que estuvimos cancheando por la maravillosa Sierra de Ubrique junto a
guardamos esta impresionante imagen, en el "cajón de pendientes", para el día que publicáramos la entrada de hoy. Por otro lado, el servicio meteorológico vaticinó lluvia para antes de la feria de nuestro pueblo. Aunque eso sea un hecho impensable porque las primeras precipitaciones siempre han acudido a aliviar la sed de nuestra roca caliza y nuestras plantas, durante o después de las celebraciones de septiembre, es un hecho consumado que ha llovido en agosto, dejándonos en la duda de si salir a la calle en bañador o con un paraguas.
A pesar de ello, sigue haciendo el lógico calor veraniego
Estas premisas nos han dado que pensar y nos hemos preguntado...
¿Y si Ubrique en verde saca del cajón de fotos (que ahora se le da por llamar Dropbox)
una refrescante y nueva incursión que hicimos a Vega Redonda,
en un día calmo entre otros muchos lluviosos, de esta ya vivida y hermosa primavera?
A pesar de ello, sigue haciendo el lógico calor veraniego
Estas premisas nos han dado que pensar y nos hemos preguntado...
¿Y si Ubrique en verde saca del cajón de fotos (que ahora se le da por llamar Dropbox)
una refrescante y nueva incursión que hicimos a Vega Redonda,
en un día calmo entre otros muchos lluviosos, de esta ya vivida y hermosa primavera?
El coincidir con Cristóbal Pérez con su pesada carga al hombro; asumir esa entereza que lo dignifica y esa fortaleza que lo caracteriza, siempre nos recuerda el sitio donde se dirige...
Vega Redonda.
Saludarlo por enésima vez de esa guisa y
verlo repechar por la calle Jazmín, nos animó.
Saludarlo por enésima vez de esa guisa y
verlo repechar por la calle Jazmín, nos animó.
Aquel día le dijimos que iríamos por la tarde a ver si encontrábamos por fin,
la chorrera que antaño habíamos visto pero que le habíamos perdido la pista.
la chorrera que antaño habíamos visto pero que le habíamos perdido la pista.
Así lo hicimos.
La tarde estaba cerradita pero llevábamos un paraguas viejo, a modo de bastón.
Por el camino de Ronda que ya lo conocemos, de momento llegamos a la Calera,
La tarde estaba cerradita pero llevábamos un paraguas viejo, a modo de bastón.
Por el camino de Ronda que ya lo conocemos, de momento llegamos a la Calera,
con la "malla jurásica" delante y el impresionante Tajo del Moro a nuestro alcance.
La ancha vereda empedrada antaño para favorecer el ingente tráfico de personas y animales, bajaba chorreando agua cual arroyo...
y la fuente de la Calera rebosaba de líquido elemento.
En su interior estaban nadando unas maravillas naturales nacidas de diminutos huevos pero...
En su interior estaban nadando unas maravillas naturales nacidas de diminutos huevos pero...
para esta foto, este humilde blog, esperará los comentarios de nuestros amigos de excepción que nos explicarán con sus comentarios, si es su deseo, quienes son estos bichitos.
La Piedra del Agua por supuesto, exaltaba su bien acertado nombre.
Dichas afloraciones están catalogadas en el proyecto "Manantiales y Fuentes de Andalucía" con las que hemos conseguido la certificación para Ubrique como
la "Villa de las Cien Fuentes".
la "Villa de las Cien Fuentes".
Una tarde afortunada, pues tuvimos un grato encuentro; parte del camino,
contamos con la compañía de un ya, protagonista de Ubrique en verde....
Cristóbal Venegas, el experto veterano cuidador de la Majada de las Cabras
en la dehesa del Herrizo. Es un placer poder conversar de nuevo con él;
una persona de campo, naturalmente inteligente.
Le preguntamos por sus hijos y como no, por las cabrillas payoyas.
La lógica de sus comentarios es sencillamente aplastante.
-"¡Buena suerte en la vida, Cristóbal! ¡Hasta pronto!"
Mientras el buen hombre continuaba su camino hasta su casa de Benaocaz,
después de haber dejado a los animales dispuestos para pasar la noche en su hábitat natural, saltamos el incipiente Arroyo del Búho que ronronea hasta aquí suave
desde la fuente de Aguanueva y...¡otra sorpresa!
Pudimos saludar al fornido porteador de sacos al hombro desde Ubrique hasta estos lares; morador de esta maravilla natural que nos regaló la Madre en plena sierra.
después de haber dejado a los animales dispuestos para pasar la noche en su hábitat natural, saltamos el incipiente Arroyo del Búho que ronronea hasta aquí suave
desde la fuente de Aguanueva y...¡otra sorpresa!
Pudimos saludar al fornido porteador de sacos al hombro desde Ubrique hasta estos lares; morador de esta maravilla natural que nos regaló la Madre en plena sierra.
Metido en faena, "sorprendimos" fotográficamente esta vez, con su autorización...
al hermano Pérez que no quiso figurar para Ubrique en verde en la anterior entrega.
Él, como ciertamente siente, adolece de cualquier tipo de protagonismo;
el aislado ambiente puro en que está envuelto, es lo que le da la vida.
En otro tiempo probó el trabajo de una petaquería en Ubrique y
el humo de los tubos de escape de los coches...
¡Y no le gustó!
Como opción... vivir de y para la naturaleza.
Aquí lo vimos recolectando alimento para sus animales.
Debajo de ese aspecto tan serrano y pegado a la tierra, existe una arraigada personalidad con una humilde y sabia experiencia de la vida. Su visión particular del mundo puede llegar a enseñarnos muy mucho, a los que andamos atosigados y ajetreados
con el batiburrillo social en el que estamos inmersos día a día.
Antes de continuar la búsqueda de nuestra añorada chorrera, le preguntamos...
con el batiburrillo social en el que estamos inmersos día a día.
Antes de continuar la búsqueda de nuestra añorada chorrera, le preguntamos...
-"¿Y tu hermano José, dónde anda?"
-"¡Por ahí, haciendo algunas cosillas!"
Vega Redonda, la maravillosa dolina regalo de la Madre, también alardea de su encomienda natural que es la de recoger agua caída entre las rocas que
conforman nuestra sierra y filtrarla hacia los sugerentes manantiales.
Allí arriba permanece el trocado intento que fue el Hotel de Aguanueva.
conforman nuestra sierra y filtrarla hacia los sugerentes manantiales.
Allí arriba permanece el trocado intento que fue el Hotel de Aguanueva.
Rodeamos lo que una vez fuese campo de fútbol, con los ojos bien abiertos.
Pasamos al otro lado, desde donde obtuvimos esta toma del cancho del Búho.
Pudimos ver a un chivo negro postrado de hinojos en medio del llano,
"¿rezando de rodillas?"
"¿rezando de rodillas?"
Por allí nos encontramos restos de antiguas edificaciones...
y agua burbujeante por doquier . Algo nos llamó la atención...
Bastante agua que corría a sus anchas por la zona, había sido canalizada.
Aquello nos intrigó.
Aquello nos intrigó.
El transparente elemento surcaba una especie de "atagea"
fabricada con piedras del entorno, ¡cómo, si no! y dirigida hasta...
fabricada con piedras del entorno, ¡cómo, si no! y dirigida hasta...
un simancón natural.
Una diaclasa que a todas luces se veía que ya no podía "tragar" mucho más.
Una diaclasa que a todas luces se veía que ya no podía "tragar" mucho más.
El sentido era simple... intentar desviar los arroyones copiosos debidos a la pluviosidad esporádica y persistente para que no llegasen a alagar (formar lagos)
en demasía los pastos de la Vega. ¡Curioso!
en demasía los pastos de la Vega. ¡Curioso!
¡Pero de la Chorrera, nada de nada!
-"¿Dónde fue que la vimos antaño?"
Echamos un vistazo en la parte de atrás de la dolina,
llegando por veredas casi perdidas, hasta el fin.
Sólo faltaba el cartel indicador de "¡Aquí se acaba Vega Redonda!"
Desde la cornisa escarpada se presenciaba una maravillosa vista del Rano
(en los mapas le llaman "Manga de Ubrique" pero aquí,
todo el mundo sabe que eso, es el Rano)...
con sus cabritas montesas discurriendo entre afiladas aristas,
un majestuoso silencio...
y preciosas largas lenguas de agua que afloraban bajo los tajos.
Una de ellas pasando por un puente romano del "Camino Benocá".
Esa surgencia, llamada manantial de la Cabeza el Toro, suma sus aguas al arroyo Seco, haciendo su entrada triunfal en Ubrique,
Una de ellas pasando por un puente romano del "Camino Benocá".
Esa surgencia, llamada manantial de la Cabeza el Toro, suma sus aguas al arroyo Seco, haciendo su entrada triunfal en Ubrique,
agenciándose las aguas de la fuente Potacho y ya en el pueblo, las del Benalfil .
En lontananza se notaba que iba a liarse parda y que la tarde,
nubosa pero calma, trocaría en breve en lluvia torrencial.
nubosa pero calma, trocaría en breve en lluvia torrencial.
-"¡Y nosotros aquí arriba cancheando!
¡Veremos a ver!
¡Menos mal que contamos con el paraguas bastón!"
¡De la chorrera, ni rastro...!
La memoria se disipa en el tiempo y los detalles naturales se olvidan.
Todo cambia y puede llegar a despistar.
Ese árbol abatido por los temporales y que creció justo encima de una gran roca,
ya es una nueva referencia.
Otra jornada propicia para ello y la asunción de la conformidad de no encontrarla una vez más acude a nuestra mente. De pronto, a nuestra espalda, una voz familiar nos ilumina el rostro.
Era José Pérez, el hermano mayor que había terminado sus faenas y
nos preguntaba si queríamos ver la Chorrera de Vega Redonda.
Su hermano Cristóbal le había informado sobre nuestra infructuosa búsqueda.
Con la amabilidad y la sonrisa que caracteriza a la gente sana,
de su boca surgió lo que ansiábamos escuchar...
. -"¡Yo sé donde está! ¡Vamos!"
En una zona determinada y recóndita, el agua chorreaba deslizándose
sobre una roca descomunal.
sobre una roca descomunal.
Un rinconcito propio de cuento mágico de elfos.
¡La Misión Rescate de un sueño anidado en la memoria, cumplida!
Siempre hay nostalgia en las despedidas pero desearle a los entrañables hermanos un...
¡suerte y hasta pronto! albergó la esperanza de volver en un nuevo y refrescante,
futuro lluvioso.
futuro lluvioso.
Al menos volvemos a recordar la ubicación de nuestra delicia acuosa.
Pero hay que volver a la realidad.
No habíamos estado en nuestro deambular investigador, muy desacertados con la ubicación.
¡Estuvimos muy cerca!
Pero hizo falta la ayuda imprescindible de aquél cuyo modus vivendi es precisamente
ese que muchos añoramos mientras desarrollamos nuestra vida
entre muros de ladrillo enlucido y suelos de alquitrán.
La Chorrera de Vega Redonda maravillosa,
esa que sólo puede disfrutarse cuando llueve copiosamente,
estaba al alcance de nuestro objetivo; esta vez, cumplido.
¡Bello lugar!
¡Bello lugar!
Al paso por la peculiar angarilla que impide el trasiego de animales,
no se nos olvidó volver a echar el vetusto cierre.
La ley de los caminos es así.
Pero no habían acabado las sorpresas de esa maravillosa tarde.
Unos graznidos acapararon nuestra atención y mirando tras un muro de piedras,
no nos dio tiempo de ajustar suficientemente el objetivo de la cámara
y poder plasmar nítido el ajetreo...
de un grupo de buitres leonados posados que huyeron despavoridos ante nuestra presencia...
elevando su magistral vuelo, dejando las faldas del Torero como sierra-telón de fondo.
La vista de la encina de la Era de la Calera, nos anuncia que ya estamos cerca de la realidad.
Esa realidad que supone lo de allí abajo.
Lugar donde algunos quisieran que estuviesen los que viven aquí arriba.
Por lo visto algunas opiniones optan por ver que no está normalizado formalmente
la vida agreste que han elegido nuestros envidiables amigos José y Cristóbal,
junto a la Chorrera de Vega Redonda.
Esa realidad que supone lo de allí abajo.
Lugar donde algunos quisieran que estuviesen los que viven aquí arriba.
Por lo visto algunas opiniones optan por ver que no está normalizado formalmente
la vida agreste que han elegido nuestros envidiables amigos José y Cristóbal,
junto a la Chorrera de Vega Redonda.
¡Ah!
¡Al final, las nubes eligieron otro camino y no nos llovió!
Nuestro artilugio de doble uso, acabó solamente como bastón
pero hay que lamentar que acabó partido en dos.
..