When the time comes I'll sit on my lawn, brandy in hand and Thomas Tallis on my iPod. And then I'll shake hands with Death - Sir Terry Pratchett
En 2010, Terry Pratchett ha sido el elegido, convirtiéndose en el primer escritor en tener este privilegio. Ha sido un discurso precioso, y me comprometo a intentar tenerlo traducido en breve para poder compartirlo con la comunidad hispanohablante de fans de Pratchett. Pero hasta entonces, sí que se puede comentar lo que uno ha oído, y vaticinar que se abre una nueva era en la sociedad occidental: podríamos estar superando la obligatoriedad cristiana de preservar la vida (desde un punto de vista exclusivamente biológico, y siempre con el argumento de que sólo Dios nos la puede quitar). Y es que nuestra concepción convencional de la vida, así como su valor y su significado pueden estar en un momento clave en la historia, pueden estar redefiniéndose, principalmente por esa corriente de pensamiento que está cuestionando cada vez con más energía la escala de valores cristiana y que tiene en la vida y en la concepción uno de sus máximos argumentos frente al racionalismo o el ateísmo. Pero esto es otra historia muy diferente. Sigamos con Pratchett.
En primer lugar, el hecho de que no fueraTerry quien leyera el discurso, sino el actor Tony Robinson, aunque fuera ligeramente predecible, no deja de ser un elemento enternecedor. Es lógica esta decisión, puesto que, debido a su condición, Pratchett se ha visto anteriormente con ciertos problemas para leer en público (hay un vídeo circulando en Internet en el que aparece en una convención leyendo un fragmento de una de sus novelas, y reajustando una y otra vez el flexo que le ilumina. Finalmente admite que es una sombra que su cerebro está creando lo que le impide leer con claridad - aunque teniendo en cuenta de quién estamos hablando no sorprendería que esto fuera una forma de quitarle hierro al asunto).
En cualquier caso, el discurso, aunque no esté pronunciado por él, es inconfundible. El estilo está salpicado por no pocos juegos de palabras y por un sentido del humor que hacen de la tragedia algo aún más dulce si cabe. En ocasiones, su discurso ha sido realmente divertido, otras muchas conmovedor y, lo más difícil, acertado y adecuado. Difícilmente alguien podrá estar en contra de unos argumentos así esgrimidos por una persona que es capaz de expresar con palabras lo que muchos piensan y querrían leer. Y no olvidemos que es el creador de la reificación de la Muerte, y que ha convertido a este hecho en un personaje de ficción querido y admirado por millones de lectores en todo el mundo. Toda una proeza, tratándose de quien se trata. En defintiva, una delicia escucharlo, y fenomenalmente reproducido por Tony Robinson (actor que aparece en Hogfather, por ejemplo).
En Shaking Hands With Death, Pratchett nos habla, claro, de la Muerte (no sabía si escribirlo con mayúsculas o con minúsculas, me decanté por el primero al fin), de cómo vivió experiencias de este tipo con familiares cercanos, y cómo le inspiraron tanto la vida como la muerte de Richard Dimbleby. También dedica unos preciosos párrafos a la enfermedad de Alzheimer's, concretamente de la forma rara que le afecta, conocida en inglés como PCA.
Mientras sigue el discurso intercalando frases lapidarias y en ocasiones sentenciosas, el exquisito escritor desgrana los motivos por los que se posiciona claramente a favor de la eutanasia, eufemísiticamente conocida desde hace no mucho tiempo como muerte asistida. Además de sugerir la creación de tribunales específicos que determinen la idoneidad de mantener a un enfermo terminal con vida, también se ofrece como caso de prueba, mostrando una gran valentía, autoconfianza y determinación. Determinación en su pelea por vivir, pero desde luego no por sobrevivir.
Claramente, Terry Pratchett quiere vivir mucho, cuanto más mejor, pero también pide el derecho a poder escoger sobre cómo, dónde y con quién exhalamos nuestro último suspiro. La polémica está servida, y también un debate subyaciente en el que la religión, la ciencia, la moral y la ética se podrían liar a tortas durante mucho, mucho tiempo.
El discurso:
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