Hace tiempo que no escribo en Tokio Azul...No es porque quisiera abandonarlo, ni mucho menos. Tampoco porque se me hayan acabado las palabras...Es solo que he dedicado todo este tiempo a las palabras de otros. A leerlas una y otra vez. A soñar que esas palabras volaban desde mis dedos al teclado, hasta los labios susurrantes de miles de lectores que las leerían...Imaginaba que la pantalla del ordenador se convertía en una botella y dentro de ella guardaba un mensaje. El primer mensaje, El destino de las palabras, ya está en el mar.