Las novelas relacionadas con la segunda guerra mundial han formado en la práctica un subgénero literario. Existe una gran cantidad de libros ambientados en ese período. Es muy difícil descubrir un texto que nos sorprenda o que aporte algo nuevo. Es por esta razón que el libro de Laurent Binet ha sido tan apreciado. En Francia fue galardonado en 2010 con el premio Goncourt de primera novela.
El título se debe a una frase en alemán: Himmlers Hirn heisst Heydrich, "El cerebro de Himmler se llama Heydrich". Durante la segunda guerra mundial, Reinhard Heidrich se convirtió en uno de los hombres más reconocidos del partido nazi. Como mano derecha de Himmler, contribuyó a la formación de las SS, una de las organizaciones político-militares más temidas. También formó parte del grupo de personas que diseñó la solución final. Heidrich fue destinado en 1941 a Checoslovaquia, donde ejerció en la práctica como jefe del territorio. Durante su gestión los nazis descabezaron a la resistencia y reprimieron con dureza a la población.
El gobierno checoslovaco en el exilio deseaba dar un golpe de efecto para ser tomado en cuenta en futuras negociaciones después de la guerra. Decidieron entrenar en Inglaterra a dos de sus mejores hombres, Jan Kubis (checo) y Joseph Gabcik (eslovaco), para que asesinaran a Heidrich. Luego de lanzarlos en paracaídas junto con otros soldados que efectuarían distintas tareas en la resistencia, Kubis y Gabcik se dirigieron a Praga. Fue en esa ciudad donde planearon el atentado. Varias familias los escondieron y alimentaron durante los meses que precedieron al ataque.
El aspecto más atractivo de la novela es su estructura. Fue escrita a modo de diario de viaje. Me explico: Binet nos confía que se siente muy atraído por los países que antes formaban Checoslovaquia. Conoce buena parte de la historia de esa región. Fue en uno de sus paseos por Praga donde visitó la iglesia donde se dieron algunos de los hechos que recoge en su libro. Conforme avanza en la narración comprendemos sus motivaciones, la energía que debe ser liberada. Nos hace comentarios de los libros y películas que hablan del mismo tema, nos adentramos en la mente del escritor a medida que las páginas se acumulan. Lo vemos recriminarse porque cree que no hace justicia a los hechos con los diálogos que ha compuesto. Porque no está tratando con personajes imaginarios, sino con personas que existieron en la realidad y que sufrieron los horrores del nazismo.
Binet nos permite acompañarlo por un viaje tortuoso, a lo largo del cual ha escrito un diario. A él le gustaría que todas las personas que participaron en la conjura sean reconocidas. En especial, quiere que no olvidemos a los que murieron debido a la represión posterior al atentado. Fueron cientos los que fallecieron víctimas de la venganza. Kubis y Gabcik son recordados hoy como héroes, pero hay muchas más personas que nadie recuerda, que estuvieron en la segunda línea y que merecen igual pompa. Esta es también la historia de esos héroes olvidados.