Un día deje ir mi paz entre las manos del orgullo, un día la luz se desvaneció como lluvia antes de caer al suelo, tan pálido, tan vacío, tan solo y tan frio, me senté a escribir y de esta misma manera sin darme cuenta comencé a ver mas allá de mi, sin embargo en esos momentos parecía fácil morir eternamente, con los sentidos congelados, mirando lo oscuro del cielo, ahí estaba yo, entre líneas, observando cada estrella sin entender el real significado de cada una de ellas y pasaron horas, días, semanas, meses, años y aunque para mi no existía consejo que tuviese valor, entre las estrellas escuchaba una voz: "
aunque hoy no sabes de que hablo, algún día aprenderás", continué escribiendo y decidí caminar, ‘’nada me podía derribar’’ y mientras avanzaba volví a escuchar esa voz una vez
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"siente, entiende y aprende", yo no quería escuchar, tan terco, tan cerrado, tan indiferente seguí avanzando y avanzando nada mas, entonces en el momento menos esperado me vine abajo, me toco caer, me toco sangrar como nunca antes, llore y yo que pensaba que era inmune a todo eso, en ese instante apreté mis dientes fuertemente y busque desesperadamente un refugio mirando hacia atrás, eran millas que había avanzado, millas donde sin darme cuenta dejaba piedras, polvo y memorias que no pude guardar y no podía recuperar, quise volver y mientras el viento golpeaba mi cara y las nubes se vestían de negro, antes de ponerme de pie me dije a mi mismo… "es el camino mas fácil, pero camino contrario al mañana, siente entiende y aprende’’ y es cuando con mi escrito en mano, consiguiendo lo añejo del papel, levanto la cabeza al cielo y me pongo de pie.
Todos vivimos bajo le mismo cielo y a veces pedimos demasiado, yo no perdí la razón, me toco cambiar, me toco darme cuanta que no soy el único, me toco madurar, apreciar lo que esta a mi alrededor, cada cosa pequeña que para mi no tenia valor y no sentirme avergonzado por sentir temor, poder llorar o pedir perdón.
Texto: Andrés Miles © All rights reserved