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"SON COMO CADENAS QUE ME INMOVILIZAN Y ME IMPIDEN DESARROLLARME, SON LOS FANTASMAS DEL PASADO"
Normalmente la experiencia es algo que enriquece a la persona, que nos suele dar seguridad y aplomo, y que nos hace crecer personalmente.
Sin embargo, existen algunas experiencias que por el contrario nos impiden desarrollarnos, nos hacen sentirnos inseguros y apocados, vulnerables y nos aferran al pasado reviviéndolo una y otra vez haciéndonos chocar contra él como una mosca con el cristal de la ventana.
Como autómatas cometemos los mismos errores una y otra vez cayendo en la trampa que continuamente nos pone nuestra propia historia. Experiencias traumáticas del pasado nos hipotecan el futuro, tan sólo porque de ese pasado se derivan ciertas etiquetas, impuestas o auto impuestas, que asumimos como propias y con las cuales llegamos a identificarnos de tal manera que condicionan nuestro presente y nuestro futuro : “ Yo sé que no le suelo caer bien a la gente” ó “ no se me dan bien las matemáticas “ ó “ soy feo y físicamente desfavorecido “ ó “ jamás podré superar una entrevista de trabajo, me moriría de vergüenza y haría el ridículo “ ó “ Se que soy débil psicológicamente y todo me afecta”. Y muchas etiquetas más que proceden del pasado, de la infancia o adolescencia y que asumimos, no nos engañemos, porque aunque nos quejemos, en el fondo nos ayudan a evadir enfrentarnos a ciertos problemas del presente, acomodándonos ciegamente en el engaño y tropezando una y otra vez en la misma piedra.
Ejemplo de ello es la persona que una vez tras otra fracasa en su empeño de mantener por tiempo un trabajo, o aquella persona que igualmente a lo largo de su vida ha ido fracasando en todas las relaciones de pareja en que se ha involucrado, sin intentar cambiar su comportamiento.
La persona que como antes comentaba, tropieza una y otra vez en la misma piedra, debe preguntarse por fin:
¿Que estoy haciendo mal? ¿Que pautas de comportamiento estoy repitiendo una y otra vez que puedan ser inadecuadas? ¿Que debo hacer para cambiar esta inercia de comportamientos inadaptativos?
Es obvio que algo no estamos haciendo bien, en algo fallamos, y algo debemos de cambiar para conseguir superarnos y no fracasar de nuevo.
Y el primer paso después de reconocer esto, supone no culpar sistemáticamente a los demás por nuestros errores y no refugiarse en sus etiquetas del pasado: Como “yo soy así “, “esta es mi forma de ser y no puedo cambiar “.
Porque de esta manera, lo que está diciendo y asumiendo es que está condenado a fracasar en esta u otras empresas o proyectos de vida, que no quiere cambiar o no sabe que tiene que cambiar y cómo hacerlo. Y que es mucho más sencillo negar la realidad y refugiarse en esa incapacidad para no enfrentarse a la vida, para no seguir desarrollándose como persona y continuar negándose con falsos motivos a enfrentarse a sus problemas del presente. Todo ello, culpando como lo ha hecho siempre a sus padres por como le educaron, profesores o amigos por como le trataron, achacando su vulnerabilidad presente a los fantasmas del pasado.
Hay quien se cree tan débil y vulnerable, por esas etiquetas, repito, impuestas o auto impuestas, que ante el mínimo estrés o problema se apoca y se siente tan inseguro que responde de forma exagerada con ansiedad, huyendo de la situación o cometiendo los mismos errores de siempre, pero sin conciencia de ello.
La única salida posible es dejar esos fantasmas en donde le corresponde, en el pasado, y enfrentar la vida conforme nos viene, poniendo en marcha nuestros recurso ya oxidados, pero al fin y al cabo nuestros recursos, que en poco tiempo estarán perfectamente engrasados y listos para servirnos, así como a la vez ir poniendo al día nuestras etiquetas, de forma más realista y de acuerdo a los resultados del presente. Con ello, veremos como esos fantasmas del pasado cada vez van quedando más lejanos y obsoletos.
Sin embargo, existen algunas experiencias que por el contrario nos impiden desarrollarnos, nos hacen sentirnos inseguros y apocados, vulnerables y nos aferran al pasado reviviéndolo una y otra vez haciéndonos chocar contra él como una mosca con el cristal de la ventana.
Como autómatas cometemos los mismos errores una y otra vez cayendo en la trampa que continuamente nos pone nuestra propia historia. Experiencias traumáticas del pasado nos hipotecan el futuro, tan sólo porque de ese pasado se derivan ciertas etiquetas, impuestas o auto impuestas, que asumimos como propias y con las cuales llegamos a identificarnos de tal manera que condicionan nuestro presente y nuestro futuro : “ Yo sé que no le suelo caer bien a la gente” ó “ no se me dan bien las matemáticas “ ó “ soy feo y físicamente desfavorecido “ ó “ jamás podré superar una entrevista de trabajo, me moriría de vergüenza y haría el ridículo “ ó “ Se que soy débil psicológicamente y todo me afecta”. Y muchas etiquetas más que proceden del pasado, de la infancia o adolescencia y que asumimos, no nos engañemos, porque aunque nos quejemos, en el fondo nos ayudan a evadir enfrentarnos a ciertos problemas del presente, acomodándonos ciegamente en el engaño y tropezando una y otra vez en la misma piedra.
Ejemplo de ello es la persona que una vez tras otra fracasa en su empeño de mantener por tiempo un trabajo, o aquella persona que igualmente a lo largo de su vida ha ido fracasando en todas las relaciones de pareja en que se ha involucrado, sin intentar cambiar su comportamiento.
La persona que como antes comentaba, tropieza una y otra vez en la misma piedra, debe preguntarse por fin:
¿Que estoy haciendo mal? ¿Que pautas de comportamiento estoy repitiendo una y otra vez que puedan ser inadecuadas? ¿Que debo hacer para cambiar esta inercia de comportamientos inadaptativos?
Es obvio que algo no estamos haciendo bien, en algo fallamos, y algo debemos de cambiar para conseguir superarnos y no fracasar de nuevo.
Y el primer paso después de reconocer esto, supone no culpar sistemáticamente a los demás por nuestros errores y no refugiarse en sus etiquetas del pasado: Como “yo soy así “, “esta es mi forma de ser y no puedo cambiar “.
Porque de esta manera, lo que está diciendo y asumiendo es que está condenado a fracasar en esta u otras empresas o proyectos de vida, que no quiere cambiar o no sabe que tiene que cambiar y cómo hacerlo. Y que es mucho más sencillo negar la realidad y refugiarse en esa incapacidad para no enfrentarse a la vida, para no seguir desarrollándose como persona y continuar negándose con falsos motivos a enfrentarse a sus problemas del presente. Todo ello, culpando como lo ha hecho siempre a sus padres por como le educaron, profesores o amigos por como le trataron, achacando su vulnerabilidad presente a los fantasmas del pasado.
Hay quien se cree tan débil y vulnerable, por esas etiquetas, repito, impuestas o auto impuestas, que ante el mínimo estrés o problema se apoca y se siente tan inseguro que responde de forma exagerada con ansiedad, huyendo de la situación o cometiendo los mismos errores de siempre, pero sin conciencia de ello.
La única salida posible es dejar esos fantasmas en donde le corresponde, en el pasado, y enfrentar la vida conforme nos viene, poniendo en marcha nuestros recurso ya oxidados, pero al fin y al cabo nuestros recursos, que en poco tiempo estarán perfectamente engrasados y listos para servirnos, así como a la vez ir poniendo al día nuestras etiquetas, de forma más realista y de acuerdo a los resultados del presente. Con ello, veremos como esos fantasmas del pasado cada vez van quedando más lejanos y obsoletos.