lunes, 11 de enero de 2016

Zug antes de Navidad

Zug se vacía durante los fines de semana. Muchos expatriados marchan a conocer otros lugares, o simplemente a Zúrich o Lucerna, mientras que los locales están siempre en la montaña, esquiando si hay nieve, o haciendo senderismo.

Imaginaos cómo estaba la ciudad justo antes de Navidad; no había ni un alma.

La niebla, que siempre nos acompaña a principios del otoño, se hizo de rogar el año pasado, pero ahí estaba, envolviéndolo todo. El viernes había quedado a cenar con otro español, un serbio y un italiano, como en los chistes malos, y los alrededores del lago estaban un pelín oscuros. Menos mal que aquí el único riesgo que hay es el de caer al agua.


El domingo vencí la pereza y caminé junto al lago. Ya os he enseñado muchas fotos de este recorrido, generalmente al atardecer. Hoy os traigo otras; es por la mañana y sólo me cruzo con un par de ciclistas y con este valiente, que ha salido a correr.


Sé que el lago está ahí mismo, pero no lo veo. Un poco más adelante puedo entrever esta caseta y estos reflejos.






A mediodía, la niebla levanta y nos queda un día precioso, pero me quedo en casa. Más tarde, miro a qué hora es el ocaso y descubro que me queda apenas media hora. Agarro la cámara y llego justo a tiempo de sacar un par de fotos del atardecer.



El Pilatus, aún sin nieve destaca sobre el cielo naranja.



Mi banco está ocupado, pero hace demasiado fresco para quedarse a leer.




La niebla avanza rauda sobre las aguas del lago y en pocos minutos volvemos a tenerla encima.


Anochece pronto en esta época del año, pero yo me llevo a casa todo un botín de fotos. Hay quien dice que se aburre, pero no es mi caso.