Hace mucho que no me preparo los viajes como solía hacer antes; mi trabajo absorbe demasiado tiempo y energías como para prestar atención a los detalles logísticos, y como tampoco puedo leer demasiado sobre el destino en cuestión, todo termina recayendo en una agencia de viajes. A pesar de ello, buscamos rutas personalizadas, hechas a medida, para aprovechar mejor el tiempo y adecuar la experiencia a nuestros gustos, lo que no es suficiente en mi opinión.
Ese año le tocaba a mi amiga elegir destino, y nos presentamos en Vietnam como hacen la inmensa mayoría de los turistas, con una cámara en la mano y escasas ideas en una cabeza que está llena de lugares comunes sobre la historia del país y sobre sus gentes. Los guías que tuvimos durante el viaje eran muy buenos, pero por mucho que se quiera profundizar, es poco lo que se puede aprender en dos semanas, porque si bien el bombardeo de información es continuo, incesante, ellos tampoco hablan con libertad después de tantos años de dictadura.
En 2021, en esa pausa obligada por la Covid, he podido empaparme de la historia de esta esquina de Asia. Leo muy despacio porque tomo notas, consulto Internet a menudo y busco varias fuentes de información mientras los temas se dispersan como las ramas de un inmenso árbol, pero ello me permite ir encajando las piezas que en su momento quedaron dispersas.
El libro de Hastings no deja títere con cabeza, y eso me gusta. Lo compré fiándome de algunas reseñas, sin saber cuál era la orientación política del autor y lo cierto es que reparte estopa que da gusto. Siempre he sido reacio a creer las historias oficiales, esas que vienen cargadas de respuestas fáciles y asignan los papeles de buenos y malos absolutos. Más si cabe, cuando hablamos de una guerra de orígenes tan complejos como esta de Vietnam.
Como es lógico, la inmensa mayoría de la información proviene del Vietnam del Sur y de los EEUU, ya que el Vietnam comunista siempre fue mucho más hermético. Como digo, hay críticas para todos los bandos, pero son se reparten de forma equidistante.Caminando por las montañas de Sapa, en temporada seca, pero imaginando lo que sería cargar con una mochila y armas bajo el diluvio, entendí por qué EEUU fue incapaz de llevar al Sur a la victoria a pesar de todo su poderío militar. Leyendo el libro quedan patentes otras dos cosas: los americanos nunca entendieron a una población local que no deseaba una democracia que nunca conoció. Por otro lado, en América, tampoco comprendían por qué tenían que luchar tan lejos de su patria, defendiendo unas ideas que no podían tocar con las manos.
Si eres de los que se conforman con las explicaciones ramplonas y manipuladas de siempre, no hace falta que leas el libro. Rectifico, te haría falta, pero no te iba a gustar. Si, por el contrario, prefieres acercarte a la verdad (siempre relativa) como quien se arrima a un fuego para calentarse, entonces te recomiendo esta obra de 800 páginas que al principio parecen muchas y terminan resultando pocas. Descubrirás que los buenos no participaron en la guerra, pues habían sido enterrados mucho antes.
Esta entrada estaba pensada para ser publicada justo cuando decidí poner el blog en pausa, de ahí que las fechas no coincidan.