Tengo una compañera de trabajo,
suiza, que habla español muy bien y que dice que su madre es de Madriz, con
zeta al final, signo inequívoco de que dice la verdad. Yo le insisto en que
Madrid empieza con “M” y termina con “t”.
Cuando voy a la capital de España
algún fin de semana, no dispongo de mucho tiempo, así que he aprovechado las
vacaciones de Navidad para, además de estar con la familia y los amigos, pasear
por el Parque del Retiro, visitar exposiciones y ver mucho, mucho cine.
La mañana
del 27 de diciembre amaneció espléndida, y no era cuestión de desaprovecharla.
Me reencontré con este alcahuete, originario de México, y posiblemente el árbol
más antiguo de Madrid.
Está en
uno de los laterales del parterre, y mide unos 25 metros de alto. Se cree que
fue plantado en 1630, así que se trata de un hermano menor del famoso Santa
María del Tule, del que ya os hablaré en otra ocasión.
Todo el
mundo estaba en el centro, de compras navideñas, de modo que el estanque lucía
más tranquilo que nunca, con los árboles aún cubiertos de hojas de un marrón
intenso.
Mi
destino era el Palacio de Velázquez, pero en vista de que hacía sol, decidí
acercarme primero al Palacio de Cristal, ese bello edificio en el que se
empeñan en acoger exposiciones imposibles.
Frente al palacio encontramos algunos
ejemplares de cipreses de los pantanos, una de las pocas coníferas que pueden
vivir dentro del agua. Provienen del sudeste de Estados Unidos y son el árbol
oficial de Luisiana. Sus raíces aéreas sólo pueden verse cuando baja el nivel
del agua.
El Palacio fue construido en 1887 con motivo de la
Exposición de Islas Filipinas, inspirado en otro palacio de cristal que se
encuentra en Londres, en Hyde Park. La decoración cerámica de los frisos es
obra de Daniel Zuloaga. (Wikipedia).
Con las
fotos en el zurrón, encaminé mis pasos al cercano Palacio de Velázquez, donde
pude ver una exposición de Andrzej Wróblewski que me había recomendado Nélida
G.A.
Nacido en
la actual Lituania, era de nacionalidad polaca, y falleció por un accidente de
montañismo cuando no había cumplido los treinta años. No obstante, nos dejó un
buen legado de obras, algunas figurativas, otras abstractas, en las que nos
muestra los terribles sucesos de la ocupación alemana de Polonia durante la Segunda
Guerra Mundial.
No es que sus cuadros estén pintados
boca abajo, sino que utilizó a menudo las dos caras del lienzo, algo que, lejos
de tener causas económicas, respondía a su intención de representar las
contradicciones de la vida del momento.
Contrasta el colorido de sus obras
con los temas tan brutales que tratan.
Otro día os hablaré de las películas
que pude ver.