Sigo con
el desfase entre entradas y excursiones. No paro quieto, y el blog no da abasto
para enseñaros todo lo que quiero, así que nos remontamos a una salida que
hicimos por Pizol, en el norte de Suiza, allá por el mes de octubre del año
pasado.
Como de
costumbre, tomamos un funicular para no cansarnos en la subida. Otros, más
madrugadores, ya iniciaron el descenso.
Nosotros
vamos tarde, pero ya volveré en otra ocasión, cuando no dependa de mis
“perezosos” amigos.
Ascendemos
pronto por encima de los 2.000 metros, y la vegetación desaparece. Pero nos
quedan estas vistas.
Un día así
en Suiza, con este cielo azul, es una joya.
Hay
varios lagos en esta zona, aunque no parece que estén bien indicados. Nosotros
nos tuvimos que conformar con éste, que era el que estaba más cerca.
Ganamos
algo de altura para verlo mejor.
Y nos
asomamos hacia la otra vertiente.
También
estuvimos experimentando con un efecto que había visto en la Red. Las fotos no
están trucadas ni han sido procesadas.
Yo estaba
sentado en el suelo, haciendo una panorámica lo más despacio posible mientras
mis amigos daban vueltas a mi alrededor. De esta forma conseguí sacarlos varias
veces en la misma toma. Importante: ellos corrían en dirección contraria, y se
paraban cuando yo les decía.
Pronto
regresamos para iniciar el descenso, ya que teníamos previsto darnos una vuelta
por Vaduz, capital de Liechtenstein. Se aprecia al fondo de la foto, a la
derecha.
No es que
sea gran cosa, pero me hacía ilusión añadir un país más a mi lista de lugares
visitados. Mientras esperábamos el teleférico vimos este anuncio en español.
¡Hasta la
vista Heidi!