Una entrada larga
con la que os dejo unas semanas porque me voy de vacaciones, así que tomárosla
con calma.
Ya entrados en
septiembre, teníamos la sensación de que los días soleados y limpios de nubes
habían tocado a su fin; no nos equivocamos, porque aunque hayamos tenido algún
otro día soleado, el verano se fue hace casi un mes.
La del
Pilatus es la excursión total. Tren a Lucerna, autobús hasta la primera parte
del ascenso, que se hace en góndola y que dura una media hora, para tomar luego
un teleférico que nos lleve hasta la cumbre. Bueno, el último tramo hay que
hacerlo andando. Todos salvo Unjubilado, claro está.
Antes de tomar el
teleférico hay una explanada con estas vistas donde algunas personas hacen
tirolina.
El recorrido en
teleférico es más empinado y sensiblemente más corto.
Cerca de la cumbre
hay una plataforma con varios miradores, un restaurante y algunas tiendas de
recuerdos.
Nosotros anduvimos por varios caminos, visitando los
miradores y admirando las vistas. La montaña está horadada por varios túneles y
lo mismo se ve una vertiente que otra. ¡Lástima que el día no fuese muy claro!
Las nubes nos han
alcanzado y por momentos lo cubren todo.
Y para bajar, un
tren cremallera (no os perdáis la pendiente que muestra la foto), barco hasta
Lucerna y tren de vuelta a Zug. Nos faltaron algunos medios de transporte, como
el avión el burro y el globo aerostático.
Pero al llegar al
embarcadero éste estaba vacío. Apenas son las cinco y media de la tarde y el
último barco del día ha zarpado hace rato. Parece que la organización suiza
también es falible. Tuvimos que conformarnos con regresar a casa en tren.
¡Nos vemos a la
vuelta de mis vacaciones!