Edición: 1ª ed.
Descripción física: 520 p.; 24 cm.
ISBN: 978-84-8365-685-3
CDU: 821.134.2-31"19"
Signatura: N NOG pin
Precio: 17,50 euros en la Casa del Libro.
LAS PINTORAS DE ESTRELLAS ESTÁN EN TODAS PARTES
Me acabo de dar cuenta de que dentro de pocos días hará ya un año que os hablé de la presentación de esta novela en Madrid, y por fin le ha llegado el turno para que os cuente mis impresiones sobre ella que, como sospechaba, han sido muy positivas. Y es que desde que conocí, de forma totalmente casual, a Amelia y a su novela Escrita en tu nombre, me enamoré de su prosa y de su forma de contar historias, hecho que se confirmó cuando algo más tarde volví a leer otro de sus libros, La marca de la luna.
Argumento y personajes
La historia comienza con Violeta, que desde hace años sufre malos tratos por parte de Álvaro, su marido; ella es perfectamente consciente de que nadie debería maltratar a nadie por amor (y de hecho esta frase se repetirá unas cuantas veces a lo largo de toda la novela), pero esa es la excusa que siempre le pone él: la quiere demasiado y por eso a veces pierde el control. Como suele ocurrir normalmente en el caso de mujeres maltratadas, llegan a anularse tanto que incluso piensan que la culpa es de ellas, y esto mismo es lo que le pasa a Violeta cuando intenta engañarse a sí misma dando por hecho que quizá debería cambiar su comportamiento para no provocar esos ataques de ira en su marido. Pero un día nuestra protagonista abrirá los ojos, cuando descubre que está embarazada y, después de una paliza más de tantas, decidirá huir de su marido, ya no sólo por ella sino para proteger a su futuro hijo.
Diego, el abuelo de Violeta, ha sido quien la crió desde que murió su madre, y los dos tienen una relación muy especial; Violeta sabe que junto a su abuelo siempre estará protegida y por eso es a su casa a donde huye, a un pueblo de la sierra madrileña. Aunque en realidad su nieta no le confiesa el auténtico motivo de presentarse allí después de mucho tiempo sin haberle hecho visitas, Diego sospecha que está pasando algo; sin embargo decidirá dejar que las cosas fluyan y que sea su propia nieta la que le acabe contando todo; él también tiene secretos que aún no le ha contado a su nieta, y espera poder aprovechar esta situación para hacerlo. Al mismo tiempo, Diego nos servirá de hilo conductor entre esta historia, que se desarrolla en el presente durante un par de semanas, y otra más antigua, que tiene lugar en España durante los años previos a la Guerra Civil y se alarga durante unos diez años; y nosotros, como lectores, iremos dando saltos en el tiempo entre estas dos historias.
Tanto Diego como Elisa y Martín son amigos desde niños, al igual que anteriormente lo fueron sus padres. Los tres viven con sus respectivas familias en un pueblo de Asturias y desde allí van conociendo detalles sobre la delicada situación política que se está viviendo en España; parece que será inevitable que estalle una guerra civil, así que las tres familias deciden trasladarse a París, donde además de tener ya a algunos familiares más, la situación es más segura y por lo tanto intuyen que sus hijos podrán tener un futuro mejor. Una vez en París Elisa, animada por Clara, su madre, podrá cumplir su sueño de estudiar Bellas Artes y acabará uniéndose a Diego, con un amor que los dos han sentido el uno por el otro desde que eran niños; pero esto desesperará a Martín, que se siente atraído por Elisa, y también a Anna, prima de Diego, que está encaprichada con él. Elisa además acabará conociendo a una importante galerista, Danielle, que le facilitará su primera exposición y con la que colaborará en algo que, junto con la ocupación de Francia por parte de los nazis, cambiará la vida de todos.
Mis impresiones
Siempre que he leído una novela de Amelia me ha quedado la sensación de que no sólo sabe escribir historias sino que, en ellas, una de las cosas más importantes son sus personajes. Ya decía antes que no he leído aún todas sus historias, pero hasta ahora siempre se ha dado que los personajes estaban perfectamente descritos, hasta tal punto que es casi imposible no identificarse con alguno de ellos. Y en este caso, desde el primer momento no he podido evitar sentirme identificada con Diego; sus conversaciones con Violeta y cómo la llama "pajarito", su forma de ser, lo mucho que quiere a su nieta... Cuanto más iba conociendo a Diego, más me acordaba de mi abuelo; aunque por desgracia él a mí me dejó demasiado pronto y fue una pena porque hubo conversaciones que nunca pudimos llegar a tener.
La situación de Violeta no he llegado a vivirla nunca; me refiero al maltrato físico, que no he experimentado nunca, pero sí me he identificado con ella en muchos de los momentos en los que su marido la menosprecia llamándola de todo. La escena que da comienzo a la novela es brutal, con la paliza que recibe Violeta y que a mí personalmente me hizo pasar muy mal rato. Pero, igual que ella, nos sentiremos más seguros al ver que decide marcharse a casa de su abuelo. Una vez allí, Diego será consciente de que él no va a vivir para siempre, y hay algunas cosas que quiere dejar hechas antes de marcharse, no sólo por él mismo sino también por Violeta. Juntos harán un viaje que los llevará a Asturias, la tierra que vio nacer a Diego y a la que él no había vuelto desde que se exilió a Francia; y también juntos aunque en cierto modo cada uno por su lado, irán poniendo en orden sus ideas, sus recuerdos, sus planes para el futuro... Y también les ocurrirá algo inesperado. Así, de la mano de Violeta conoceremos más detalles sobre su vida, cómo conoció a su marido y acabó casándose con él, cómo la relación se fue deteriorando (aunque en realidad hubo cosas que Violeta intuyó desde el principio pero no quiso verlas), y cómo por fin abrió los ojos y decidió abandonarlo, aunque sin tener en un principio muy claro si realmente desea un hijo de él, ese hijo que ya viene en camino. Y de la mano de Diego, y sobre todo también a través de los cuadros de Elisa y de algunos de los dibujos de Clara, conoceremos cómo era la vida en la Asturias (concretamente en la localidad de Villaviciosa) de los años anteriores a la Guerra Civil, cómo la situación se fue haciendo más tensa hasta que todos se vieron obligados a emigrar, y cómo el París, que en un primer momento les ofrecía un futuro prometedor, se convirtió en una ciudad ocupada, triste y gris, en la que siempre y por encima de todo brilla el amor: el que Diego y Elisa sienten el uno por el otro, el que Elisa, su madre y Danielle sienten por el arte, el que sienten Anna y Martín, que llega a ser incluso destructivo... A lo largo de la novela tendremos ocasión de conocer las más variadas vertientes del amor en todas sus facetas.
Descubriremos también que Diego guarda un montón de secretos que aún no ha compartido con Violeta; pero esa es precisamente una de las causas por las que decide volver a su tierra natal: allí recuperará para su nieta todos esos recuerdos, que al mismo tiempo serán su legado para ella. Es muy bonito y a la vez muy emocionante ir conociendo detalles de la historia a través de los recuerdos de Diego, de las pinturas de Elisa, de la relación que tiene ella con su madre, que también pinta y a la que su marido, Jaime, adora... Y en menor medida también conoceremos la historia a través de los ojos de Martín y de Anna. Otro personaje que también me encandiló, y por el que sentí una mezcla muy especial entre ternura y tristeza, fue precisamente Clara, la madre de Elisa; es quien anima a su hija a dedicarse a la pintura, ya que ella también pinta aunque no tiene su talento; pero disfrutará de ver feliz a su hija dedicándose a lo que más le gusta, aunque llegará un momento en el que veremos que Clara esconde un terrible secreto que jamás ha compartido con nadie y que acabará pasándole factura.
Una cosa que me suele gustar mucho en los libros que leo es el hecho de que la acción transcurra en sitios que conozco; por supuesto a veces también me gusta descubrir sitios desconocidos de la mano de un autor, sobre todo si después tengo ocasión de ver esos sitios en directo; pero en este caso se ha dado la casualidad de que conozco tanto el pueblo de la sierra madrileña, Los Molinos, como el que vio nacer a Diego, Villaviciosa, y también Nueva York. Sigo teniendo pendiente conocer París, pero leer esta novela y recorrerlo en mi imaginación de la mano de Amelia ha sido todo uno; además se lee perfectamente cómo, en el caso de esta última, la ciudad sufre una transformación desde el París luminoso y alegre, tan diferente del ambiente que hay en España en aquellos años, ese París que conocemos cuando los protagonistas se exilian allí, hasta el que es finalmente ocupado por los nazis y vemos que se va deteriorando poco a poco. Amelia es capaz incluso de transmitirnos esas sensaciones.
Puede parecer que la protagonista de la historia serán Violeta y ese dolor, ese miedo, ese complejo de inferioridad que siempre la acompañan. Pero en realidad el protagonista absoluto es Diego, aunque nos cuente no sólo su historia sino principalmente la de Elisa. Por supuesto Violeta también contará la suya, incluso a través de una especie de diario que decide empezar a escribir para narrar sus sensaciones; pero poco a poco iremos descubriendo todas esas cosas que Diego siempre había mantenido ocultas y que volverán a abrir unas heridas que parecía que ya estaban cerradas. En cuanto a los saltos en el tiempo, serán continuos durante toda la novela pero eso no impide que en todo momento sepamos quién está contando la historia o dónde nos encontramos; y no me refiero sólo a que al principio de cada capítulo se indique la fecha y en algunos casos incluso la hora. Voy más allá, y es que la novela está escrita de manera que a pesar de los saltos temporales y de los cambios en los tiempos verbales, en todo momento sabremos cuándo y dónde nos encontramos, y cuál de los protagonistas es el que está narrando los hechos.
Y aunque en esta historia el amor está presente por encima de todo, también toca otros temas muy diferentes que a su vez podrían ser otras historias; aparece el amor en muy variadas formas, sí, pero también están presentes el maltrato (tanto físico como psicológico), la guerra (y sus terribles consecuencias), el arte (y de lo que es capaz una persona con tal de salvarlo)... Todo un conjunto de sentimientos y vivencias que desde luego no nos dejará indiferentes.
Conclusión
Ni que decir tiene que, como ya sospechaba antes de leerla, y después de hacerlo se confirmó, esta novela de Amelia también me ha gustado muchísimo. Como siempre, los personajes están muy bien perfilados, nos cuenta una historia perfectamente creíble (y no sólo porque haya hechos históricos reales), consigue que nos metamos en la piel de los personajes, tiene una forma preciosa de escribir... Si aún hay alguien que no lo haya hecho, creo que debería plantearse darle una oportunidad a esta autora tan genial. Y me aplico el cuento a mí misma, que sé que todavía me quedan unas cuantas novelas suyas más por leer...