En sus palabras: "Miramos hacia delante, a un tiempo en el que no habrá analfabetismo en ninguna casa de pueblo, ningún iletrado en ningún hogar", estableciendo así por primera vez un sistema educativo obligatorio en Japón.
Denominándose así a la educación moral en este periodo: Shushin, que literalmente significa "autodisciplina", así el Shushin apareció en el Gakusei por primera vez de forma somera, como una de las 8 materias a enseñar a nivel de primaria.
A principios del periodo de la restauración Meiji, el enfoque del reformador fue pragmatico, que llamaba a la gente a deshacerse de las viejas costumbres e insistía en que "el conocimiento debe buscarse a través del mundo". Sin embargo, con el tiempo se empezaron a dar cuanta que ciertas ideas occidentales no encajaban bien con el ambiente japones.
Consecuentemente la educación moral basada en el confucianismo vino a ocupar una importante posición en el conjunto del sistema educativo.
El Kyogaku-taishi, el Objetivo Primario de Educación (1879), decía: "La tarea esencial de la educación es clarificar las virtudes de la humanidad, la justicia, la lealtad y la piedad filial, y permitirle a la mejora de su conocimiento y de varios talentos" (Takahashi, 1988).
Tras repetidas pruebas y errores, la educación moral alcanzó un sólido fundamento mediante la promulgación del Kyoiku-chokugo, el Edicto Imperial sobre Educación. Este documento es "probablemente la más reveladora fuente de la ideología subyacente en la educación japonesa, estableciendo los contornos básicos de ese sistema educativo" (Beauchamp, 1985. Pág. 8) hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. A continuación, la traducción del Edicto Imperial:
"Sabed, Nuestros Súbditos:
Nuestros ancestros Imperiales han fundado nuestro Imperio sobre una base amplia y duradera y han implantado firme y profundamente la virtud; Nuestros súbditos, siempre unidos en la lealtad y la piedad filial, han demostrado por generaciones la belleza de ello. Esta es la gloria del carácter fundamental de nuestro Imperio, y aquí yace también la fuente de Nuestra educación. Vosotros, Nuestros súbditos, honrad a vuestros padres, dad afecto a vuestros hermanos y hermanas; como maridos y esposas sed harmoniosos, como amigos, sinceros; conducíos con modestia y modernidad; extended vuestra benevolencia a todos, perseguid el aprendizaje y el cultivo de las artes, y por tanto, desarrollad las facultades intelectuales y perfeccionad los poderes morales; más aún, avanzad el bien público y promoved el interés común; respetad siempre la Constitución y observad las leyes; si la emergencia surgiese, respaldad con coraje al Estado; y así guardad y mantened la prosperidad de nuestro Trono Imperial, coevo con los cielos y la Tierra. Así pues, debéis no sólo ser Nuestros buenos y fieles súbditos, sino hacer ilustres las mejores tradiciones de vuestros predecesores.
El Camino establecido de aquí en adelante es en realidad la enseñanza legada por Nuestros Ancestros imperiales, que debe ser observada igual por sus Descendientes y los súbditos, infalible en todas las épocas y verdadera en todos los sitios. Es Nuestro deseo de todo corazón, en toda reverencia en común con vosotros, Nuestros súbditos, que alcancemos todos la misma virtud". (Passin, 1965; pág. 151).
Mientras el Edicto Imperial esperaba que la gente siguiese la ética tradicional confuciana, tales como lealtad, piedad filial, afecto, harmonía, confianza, modestia y demás, buscaba la observancia de la Constitución, junto con las leyes y deberes que eran parte del pensamiento occidental moderno. Desde entonces, el Edicto Imperial había sido considerado "sagrado", y el pilar espiritual de todo el sistema educativo.
Y aunque el Edicto fue invalidado en 1948, el impacto sobre la nación puede ser visto incluso hoy en día en el hecho de que hubo varios Primero Ministros y ministros de educación que expresaron su creencia en que el Edicto contenía valores morales universales.