Francia, 2010
Directora: Isild Le Besco
Reparto: Valérie Nataf, Ginger Romàn y Noémie Le Carrer
Cliente: Subtitula'm
Pudo verse en: Mostra de Valencia 2011
Una psicópata adolescente con sobrepeso; su hermana menor, rayana en la subnormalidad, y la golfilla de extrarradio que la primera usa tanto de amante como de felpudo. Tales son los mimbres con los que la -también bastante raruna- actriz y directora Isild Le Besco teje una película de marcado carácter experimental que no dejó a nadie indiferente en la última edición de la Mostra de Valencia.
Inspirada en un hecho real, pero con trama y personajes totalmente ficticios, la película es pura carne de festival, como muy bien describió una de las actrices durante la presentación de la cinta. Para generar un mal rollo que impregna obligatoriamente el patio de butacas, Le Besco emplea una recreación de la sordidez que en ocasiones resulta demasiado deliberada, pero funciona: la peli es desagradable a más no poder, especialmente en la primera parte.
La jefa del clan se pasa el día echada en la cama, bebiendo, viendo pelis porno e imponiendo su ley a grito pelado y hostia limpia. Su hermana asea (es un decir) la casa, se atiborra a chucherías y le hace los recados. La única productiva es la amante, que trabaja limpiando en una empresa. Acabada su jornada laboral, vuelve a casa para compartir una opípara cena de raviolis en lata comidos directamente de la lata y con las manos. Por aquello de "si éramos pocos, parió la abuela", la tontita no tiene mejor ocurrencia que mangarle un perro de presa a un paseante a punta de escopeta y llevárselo al piso, sin ninguna intención aparente de bajarlo a hacer sus necesidades (imagínense el resto).
Todo esto no podía tener un final feliz, y un acto de violencia que parece inevitable desencadena la caída del particular santuario de mugre y furia que se habían montado las tres prendas. Ya sé que parece que esta peli, que no traduje pero sí sincronicé, no me haya gustado. La verdad, en el primer pase -para prensa, a media mañana- sí salí de la sala un poco asqueado. Pero en el segundo, por la noche, ya preparado para lo que me esperaba, me centré en su lado arty y le pillé el rollo. Total, una de las cosas buenas de la cinta es su duración: 68 minutos. De haber llegado al estándar de 90, creo que habría sido demasiado sofocante y no habría aportado mucho más a lo que ya se transmite.