La importancia de internet para
las masas es compleja, ha sido ponderada una y otra vez, sobre ella abundan los
ensayos y artículos. Hay una especial, que a primera vista no tiene profundidad
pero observada con detalle representa un triunfo nunca alcanzado por las masas
populares, y es satisfacer la necesidad
de decir que tienen gran porcentaje de esas masas. Decir queriendo, decir sentido, decir pensado, decir lógico, decir instintivo, decir banal, decir
complejo, decir divulgativo, en fin, decir por decir, han sido deseos
volcánicos de los que tienen un mínimo de facilidad, mal o bien, de escribir y
todos nos nutrimos de todos. Situación desconocida por el género humano, al
menos en la dimensión que estamos disfrutando desde finales del siglo pasado.
En un comentario, editado para
subirlo como entrada, hecho en un blog amigo, digo lo siguiente.
La posibilidad de encontrar
material de primera mano, no únicamente el convencional, como el que nos
brindan los blogs es impensable sin internet. Con el tiempo, el conocimiento brindado
en las escuelas y academias preparó a miles de millones de personas, logro
maravilloso del siglo XX; la radio y la televisión, juntamente con el teléfono,
generaron expectativas en las mentalidades de decenas de millones de personas
que, sintiéndose capacitados para regalar -no vender- a los demás un poquito de
ese cúmulo de datos, informaciones y conocimiento, que no pudieron ser
descargadas de sus cerebros, perjudicando a la propia humanidad de todo ese
amazonas maravilloso confinado al mundo de las ideas de cada uno de los que lo
poseían, y lo peor, muriendo con ellas, atrapados en la imposibilidad de
comunicarse como querían ¿Culpa de la sociedad? No; falta de herramientas a
mano, que se pudieran aplicar en esos momentos en los que, llegados a la casa,
luego de un día agotador, nos ayudaran a canalizar toda la energía que nuestro
pensamiento creativo posee.
Para crear, las masas teníamos cerebro, papel y
lápiz, que acumulado de cierta forma construía el cuaderno. Pero no bastaba
¿Conocen las personas interesadas por los temas que yo cultivo esas partecitas
del alma embarradas en la burda evolución del papiro? Ah, la pregunta eterna,
malvada, torturadora, en cada una de las cabezas de los que tenían necesidad de
decir… y de ser escuchados. Publicar un libro nunca dejó de ser lujo para los
bolsillos de los más. Mi medio, en el que rudamente me cultivé, es buen
ejemplo; hasta hace pocos años, tan pocos que ni puedo creerlo, no presentaba
ni remotamente posibilidad a la vista para poder relacionarse, no importa el
grado de esa relación, con personas como las que encontramos en blogs y foros,
con inquietudes intelectuales y pasión similar por el conocimiento, dueños de
bitácoras en las que publican y reciben comentarios en algunos casos con la
humildad intelectual –y el tiempo- de responderlos casi todos, lo que hace que
el blog funcione no únicamente como un lugar de publicación, también como una
peña, o como centro de debates de ideas y esto solo es posible por la red. La necesidad de decir tiene una herramienta
prodigiosa llamada internet, porque aquí somos escuchados.