sábado, enero 31

 
Organización!!!
Dios, otro fin de semana por delante. No sé si seré capaz de aguantarlo. A pesar de lo que cruzo los brazos para sujetarme. Me estoy especializando en hacer un ovillo con mi propio cuerpo. En inmovilizarme. Y creo que tengo tantas ganas de salir de mí, que tropiezo con mis propios pensamientos.

miércoles, enero 28

 
A veces, aunque estés rodeado de gente, te sientes solo. Tan solo, como cuando no te comprendes a ti mismo. Y te refugias en lo único que crees que te ayudará a eludir la realidad: un libro. Pero mientras lees, te ves tan reflejado en cada personaje y en cada historia, que lejos de evadirte, te hundes un poco más en tu propia verdad. Como en la butaca de un cine ante la película de tu vida. Y te parece tan patética, que te partes, supongo que por no llorar. (Y estaba yo tan feliz en ese preciso instante, cuando un niño me ha dado tres toques en el hombro para decirme que ese libro debe ser buenísimo, porque hacía mucho que no me veía reir). Y el mundo desaparece a tus pies. como si caminaras por la cuerda floja. A punto de perder el equilibrio. De caer al vacío. A pesar de lo bien que creias tener los pies pegados al suelo.





Words, like violence, break the silence. Come crashing in, into my little world.

All I ever wanted, all I ever needed, is here: in my arms.


sábado, enero 24

 
Hoy he tenido una conversación de lo más profunda con mi padre. Dice que me escondo. Y aunque hace tiempo que no quepo en el armario, quizás tenga razón. En cualquier caso, yo ya decidí hace tiempo no llevarle la contraria. En fín.
Por otra parte, cambiando de tema, después de un mes de lectura frenética, he decidido que la fenomenología es una tomadura de pelo. Al contrario de lo que las pinturas siempre han despertado en mí (esa especie de sentimiento próximo al síncope que se experimenta al contemplar algo perfecto), la fenomenología me repatea el hígado cuando rinde homenaje a algo que no existe. Acosa mi excepticismo. Algo que sólo pueden soportar los gatos, que para eso tienen siete vidas. Me niego a creer que se haya desperdiciado tanta inteligencia y tanta neurona brillante (y con clase) a una causa tan vana y estéril. Pero bueno, eso, como yo, y todo lo que me rodea, es sólo una opinión.

martes, enero 20

 
He estado toda la mañana trabajando con un fichero de excel, concentradísimo, con muchas ganas de acabar. Pero justo cuando lo tenía ya casi listo, lo he borrado sin querer. Y luego me he pasado el resto del día intentando rescatarlo sin éxito de entre las tripas de mi ordenador. Quédesastrepordios. Total, que he llegado a la siguiente conclusión: el día que aprenda a hacer algo tan bien como se me da borrar archivos, me darán el premio Nobel. Avisados estais.

sábado, enero 17

 
02:20:30
El 17 de Enero del año 2009, exactamente a las 02 horas, 20 minutos y treinta segundos, una mosca verde, de la familia de las Lucilia, capaz de batir las alas 14,000 veces por minuto, y de portar hasta 16 enfermedades infecciosas (dos de ellas venéreas), se posaba sobre un columpio de madera que acababa de ocupar un niño, en una ciudad al sur de Australia. En ese preciso instante, en un pueblo de Japón, una niña jugaba a ponerse las gafas de aumento de su padre. Y justo en ese mismo momento, en América, alguien extendía una serpentina de color rojo celebrando su cumpleaños (para desplegar una serpentina, no hay más que acercarla a los labios y soplar con fuerza). Y fue en ese justo lapso de tiempo, cuando un logopeda ayudaba a un señor mayor (que de repente olvidó el significado de las letras) a declamar que su mamá lo mimaba, aunque los dos sabían que eso no era del todo cierto. Instante en que, como un santiamén, una carpa roja partía río abajo, creyendo (ilusa) ser libre. Minuto en que alguien desataba su vena artística retratando nubes con una instamatic, mientras su madre se derrumbaba ante la tele y una botella de ron. También se dice que alguna persona, quizás más de uno (incluyendo a mi vecina, por lo que se ha oido) tuvo un orgasmo. Y que algún que otro militar, paladeando su momento de gloria, dijo que nunca podría ser una planta, porque hasta las alcachofas tienen corazón. Mientras, un escritor bebía en un bar, con aire distraido, y escribía en una servilleta de papel: "mi vida es el borrador de una novela que nunca nadie leerá". En ese momento, una abuela pensaba que quien fuera capaz de recitar todos sus refranes, no podía ser mala persona. Y alguien se quedaba sin levadura para su tarta. Otros lloraban. Algunos comían. Hasta había quien se manchaba. Otros, tocaban un piano que sólo sonaba en su interior. Y quien no podía soportar los golpes de la vida, intentaba proteger su corazón aislándolo de todo, sin darse cuenta de que eso sólo conseguiría volverlo más seco. Quebradizo. Más frágil. Porque hay horas en que todo se vuelve así: frágil, seco y quebradizo. Como los corazones protegidos.

miércoles, enero 14

 
A veces, algo me enciende, y de improviso estallo. Y luego me arrepiento, porque me cuesta un buen rato reunir todos mis pedazos y volverme a recomponer.

domingo, enero 11

 
Bebiendo tu ausencia.
Te encuentro como siempre, boca abajo, durmiendo, respirando lenta y suavemente. Doblo la manta, acariciando sin querer tu espalda. Me acerco a ti y me tumbo a tu lado, muy cerca, con el sigilo del ladrón que no quiere romper el silencio, la tranquilidad. La rutina, tu calma. Adoro la música que imprime en mi cuerpo el compás de tu respiración. Te acaricio el pelo con la boca y no puedo evitar el roce de tus hombros en mi pecho, espero que no te despiertes. Te mueves, pero sigues igual. Me aprieto contra ti. Hueles a dulce, a sueño, a lento despertar de bella durmiente que vivirá sumida en su sueño eternamente. Paseo mis labios por tu espalda y te das la vuelta para buscarme. Sigues dormida. Y me abrigo en tu cuerpo. Al cobijo una efímera eternidad que lleva tatuada, desde su origen, un código de barras de brevedad. De levedad infinita. De caducidad que nunca termina.


miércoles, enero 7

 
Desde que leí La Elegancia Del Erizo, me he enganchado a Guerra y Paz. Cada noche lo abro y cada noche aprendo. Del frio, de la lluvia, de la nieve, de los miedos. De las fiestas. De la nobleza. Y de que, nada ni nadie, ha cambiado mucho en 200 años.
Otro tema, creo que mi vecina, la lesbiana, intenta olvidar que la han dejado, sumergiéndose en vodka (hoy hemos coincidido en el contenedor, clasificando basura, y nos hemos dado un abrazo de año nuevo. Su beso sabía a vodka de marca. Lo de que he adivinado por su aliento que se trataba de vodka de marca, es un farol, obviamente. Por la vodka muere el pez -perdón por la tontería, pero no he podido resistir la tentación-. No tengo el olfato tan sutil -de hecho, ni el olfato, ni nada-, es que la he visto tirar las botellas. Y había unas cuantas. Mañana me llevo una tónica y hielo, a ver si aprovecho los culillos. Y si no, con un par de hilillos de saliva bastará).
Me ha contado que su ex no sabía lo que quería, que comía para luego vomitar. Que qué suerte que por fín se haya largado y la haya dejado en paz. Pero sus ojos decían lo contrario. Es tan bonito charlar, reir, abrazarse, pero sin contar lo que realmente sentimos. Sin que nadie sepa nada acerca de los demás. Disimulando. Supongo que nada ni nadie ha cambiado mucho en 200 años. Bueno, nadie, excepto Carmen Sevilla, que ahora tiene hasta colonia propia. Me pregunto si olerá a fiambre.

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