Mostrando entradas con la etiqueta Falcon Studio. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Falcon Studio. Mostrar todas las entradas

febrero 17, 2012

Señor Louie Gohmert;

Me dirijo a usted a raíz de las declaraciones que ha hecho en las que dice que el matrimonio igualitario falta el respeto al espermatozoide y al óvulo. Espero que estas líneas sean de su agrado y le ayuden a comprender nuestro mundo, el de los espermatozoides.

Desde que tengo uso de razón, y he sido uno de los espermatozoides más listos de mi quinta, he crecido con la idea de que uno vive para buscar a su óvulo perfecto. Así nos entrenaron, con esa ideología, durante intensas jornadas de actividades forzosas -y al parecer, placenteras-, en las que no podía evitar ver cómo muchos de mis compañeros se iban para no volver jamás. Pánico corría por el lugar cada vez que la temperatura subía -y no era lo único que se izaba- y se nos informaba que el sujeto en el que vivíamos había conseguido quedarse sólo en casa y estaba a punto de ver un vídeo de Falcon Studios, que vaya usted a saber qué diantres es eso. El caso es que cada vez que ocurría, por los informes que manejamos podemos aventurarnos a decir que solía ser de noche, millones de nuestros camaradas se iban en búsqueda de un óvulo que nunca encontrarían. Y así, durante largos años de adolescencia. ¿Quién rinde homenaje a los espermatozoides caídos en batalla de esta manera? Nadie se atreve a alzar un cenotafio conmemorativo. Aquí se levantan muchas cosas, pero de respeto encontramos muy poco. Prosigamos.

Momentos antes de perder
a compañeros espermatozoides
Los oscuros tiempos que llamamos como periodo negro o adolescente -por lo "dolescente" de la situación que se repetía a menudo- dieron lugar a una época más sosegada, llamada juventud. Es en esta época en la que las jornadas informativas y las charlas educativas se sucedían con mayor regularidad. Yo mismo incluso acudí a varios congresos, como "hacer feliz a un óvulo es fácil si sabes cómo" y "ovulo 3.0. El futuro ovulístico en tus manos". Sin embargo un día, el pater spermatozoidus, el chamán de la tribu, el líder de la manada, el sargento de nuestros días (creo que ya queda claro que era el espermatozoide que manejaba el cotarro) nos dijo, con mucho pesar, que nosotros no íbamos a encontrar un óvulo. Nunca. Muchos de mis compañeros no soportaron la noticia, deseaban suicidarse y provocaban alzamientos populares para salir al exterior lo antes posible y así dejar de ser espermatozoides vivitos y coleando. Pero nos tocaba ser fuertes y asumirlo. Después de todo, como decía una cantante llamada Lana, monárquica como ella sola, que últimamente escuchábamos bastante en el campamento, we were born to die.

Pero todo cambió. Llegó un día en el que descubrimos que realmente, no todos los espermatozoides habíamos sido engendrados para buscar un óvulo. Que era cruel la intensa batalla que librábamos nosotros y nuestros hermanos por conseguir alcanzar un óvulo que, a veces, incluso nos ninguneaba. Empezamos a escuchar canciones como "I will survive", empezamos a hacernos fans del spermbook de Donna Summer y a salir por el ambiente cada fin de semana. Nos dimos cuenta de que nuestro destino era el mismo que aquellos que buscaban un óvulo, pero visto desde un ángulo diferente. Aprendimos a vestir mejor y dominamos todas las tonalidades de blanco como si nuestro mentor hubiera sido Jasper Jones. Éramos espermatozoides a la última. Y los demás nos envidiaban, nos temían, nos repudiaban, aunque nosotros no sabíamos por qué. ¿Quién respetaba entonces nuestras decisiones? 



Causantes de muchas bajas en combate
Descubrimos que muchos óvulos de los que nos ninguneaban lo hacían porque nosotros, los espermis, no les atraíamos nada. Querían estar con otros óvulos. Rollo bollóvulo. ¡Qué genial! No estábamos sólos. Incluso uno de los espermas de nuestro grupo de amigos, el Josua, nos confesó que él se sentía MariJose. ¿Y qué hicimos nosotros? ¡Apoyarle, faltaría más! Poco a poco descubrimos que de nada de respeto, sino más bien de mentira. Habíamos vivido en una gran mentira que nos inculcaba una sola y única visión de un mundo complejo y plural. 

Volviendo a lo que nos ocupa, señor Louie Gohmert, se cree usted que es el abanderado para defender nuestro respeto. Deje de defendernos y apóyenos. Apoye el derecho de todo espermatozoide y óvulo a hacer lo que quiera. A todo tío y tía (los recipientes en los que nos encontramos) a disfrutar del sexo con quien quiera y a vivir su vida feliz. El día en el que ustedes nos respeten como deben, ese día será uno de los más felices de nuestras vidas. Y aunque en ello nos vaya la vida, lo celebraremos con una gran corrida. Aunque sea la última cosa que hagamos. Pero la habremos hecho de forma consciente y feliz. 

Atentamente
Un espermatozoide maricón.

P.S. Ahora somos tan felices que hasta protagonizamos carteles de películas aclamadas por la crítica cinematográfica. ¡Toma que toma que tomatá!

DB22