Desde
hace unos años se venía colocando un belén en la oficina. Iba un poco contra
los nuevos tiempos laicos, pero seguramente no molestaría gran cosa. Los
promotores se daban por satisfechos si las figuras y el musgo eran capaces de suscitar
una sonrisa o de evocar algún recuerdo entrañable. Unos días antes de
Nochebuena, casi a la par que el sorteo de la lotería, se abrían unas botellas
de sidra gaseada que permitían dar más cómoda cuenta de los mazapanes, del
turrón y, si había suerte, de unas casadiellas caseras. También se entonaban, con
desigual afinación, unos villancicos populares.
Allí
estaba el cuentista, que desde tiempo atrás se entretenía escribiendo un cuento
de Navidad. Alguno se atrevió a preguntar qué pasaba con el tradicional cuento,
porque las fechas estaban ya encima. El cuentista dijo en voz baja que ese año
no había cuento.
-
¿Pasa algo? Estás
más callado que de costumbre.
-
No, simplemente
que no se me ocurría nada y decidí hacer un paréntesis. Solo pensar en alejarme
del ferrocarril, que tantos cuentos me inspiró, me dejó sin ideas.
-
Precisamente esta
Navidad, por ser tu última en activo, esperábamos algo diferente.
-
Pues ya veis, las
musas no me fueron propicias.
-
Al menos, podrías
recordar algún cuento de aquellos.
El
cuentista quedó pensativo unos instantes:
-
Bueno, se
intentará.
-
Recuerdo que un
año partieron de Gijón, en tren, claro, Maruja, Pepe y Juanín. Salieron casi
sin rumbo y se apearon en una estación al azar. No tenían dónde dormir y se
cobijaron en una iglesia que estaba a punto de venirse abajo, pero Pepe era
albañil y se encargó de reparar, no solo la iglesia, sino que se convirtió en
restaurador de los monumentos de los alrededores y allí se quedó la familia
para siempre.
-
Otro año volvió a
salir de Gijón una pareja, esta vez Juan y María, para recordar cómo unos lustros
atrás se habían conocido en un exprés en el puerto de Pajares una noche de
averías e insomnio. Finalmente el viaje
acabó en la estepa leonesa, concretamente en Calzada del Coto, en Tierra de
Campos, donde un sencillo belén adornaba los andenes de la estación, justamente
el año anterior a su derribo.
-
El año siguiente
coincidieron trabajando en un túnel de la Variante de Pajares Jandro, Jamín,
Pepo y Gelito, que habían montado un árbol y un nacimiento en un refugio del
túnel. En Nochebuena dejaron solo el tajo y el túnel, pero tuvieron que volver:
unos sensores habían detectado unos extraños sonidos, que solo eran la misteriosa
música de algún villancico.
-
En otra ocasión
los Reyes Magos se apearon de un tren remolcado por una máquina de vapor frente
a la iglesia de Puente de los Fierros. Amenizaba y solemnizaba la misa el
afamado Coro Reconquista, donde cantó el cuentista unos años inolvidables.
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En la Navidad
siguiente un grupo de amigos decidió pasar la nochevieja en Oviedo. Cogieron el
tren correo, pasaron por Veriña (donde el cuentista pasó cinco años abriendo y
cerrando señales), por Serín, hasta que quedó sin chispa en el túnel de
Villabona. Ahí les dio la medianoche y los amigos encendieron unas velas y
cantaron unos villancicos.
-
El invierno
siguiente el cuentista reunió en su pueblo natal a las estirpes asentadas allí desde
siglos atrás para despedir al último tren que saldría de la estación, que se clausuraba
el día siguiente. Allí se juntaron Barros,
Monteros, Bayones, Garcías, Moranes,
Requejos, Riveras, Maruganes y Urías. De las aldeas del contorno se acercaron
Fueyos, Abellas, Cacheros, Bernardos, Cienfuegos…
-
La siguiente
Navidad el protagonista fue Xuanín, desconsolado porque había oído decir al
Papa que no hubo ni mula ni buey en aquel Belén de hace dos mil años.
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Un año el
cuentista acababa de leer a Faulkner y se le ocurrió un complicado cuento
narrando dos historias navideñas en paralelo.
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Otro año, al hilo
de unas reñidas elecciones municipales, el cuentista dudó entre el árbol y el
nacimiento.
-
En el invierno
siguiente fueron las figuras de plástico o de barro del nacimiento las que relataron
cómo pasaban el año en despensas y trasteros hasta ser desempolvadas para las
próximas fiestas.
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En otra ocasión,
coincidiendo con una fusión ferroviaria, salieron simultáneamente un tren de
vía ancha de Pajares y otro de vía estrecha de Pola de Laviana, y al llegar trenes
y viajeros al unísono al túnel recién inaugurado de Gijón montaron un inaudito
nacimiento.
-
El último año
unos peregrinos partieron de Tierra de Campos, otra vez Tierra de Campos, para
llegar a los montes lenenses. Se asentaron en la campa de Bendueños, desde donde
podían divisar al oeste las vías del Pajares, al este la explanación para las
vías del Huerna.
Alguien
de la concurrencia preguntó con qué cuento se quedaba el cuentista.
Mintió:
-
No tengo
preferencia por ninguno, pero puedo asegurar que el que menos me gusta es el
último.
Le
desearon suerte. Quizá en la próxima Navidad nos cuente qué belén, qué árbol de
Navidad, qué esperanza, qué ilusión es capaz de atisbar mientras observa cómo
se cavan zanjas, cómo se mueven grúas, cómo se montan andamios, en fin, las
tareas propias de un jubilado ocioso y criticón.