CUENTO FERROVIARIO DE NAVIDAD.
ITINERARIO ALTERNATIVO
Pelayo y Covadonga salieron de Madrid hacia Asturias el día
de Nochebuena en el último tren. No habían estrenado todavía la variante de
Pajares y les hacía ilusión conocerla y atravesarla.
El tren circulaba de acuerdo con el horario previsto hasta
que, algo antes de llegar a León, anunciaron por la megafonía que el itinerario
previsto iba a sufrir una alteración. Por algún problema técnico que no
especificaron (nunca se especifica) el tren avanzaría hacia Asturias por los
carriles de siempre.
No se alarmaron demasiado al pensar que, de todas formas,
llegarían a tiempo para la cena. Si no surgía ningún nuevo inconveniente,
claro. De momento, no poder tomar esa última copa previa no les molestaba
demasiado. Lo asumieron con espíritu navideño. Y, por lo menos, estaban juntos.
La tripulación del tren contaba con un plan B para amenizar
el viaje ante una eventualidad así. De viva voz les contarían algunas
curiosidades de la rampa de Pajares.
“Ahora vamos a pasar por la estación de Villamanín, con su afamado
restaurante Casa Ezequiel, que se empeñó en conseguir una parada del AVE
y va camino de lograrlo, al menos para días como hoy”.
“Señores viajeros, estamos pasando por Busdongo, patria chica
de Amancio Ortega. Puede que muchos viajeros vistan sus prendas. Entramos ya en
el túnel de la Perruca, que nada tiene que ver con ninguna perra, sino con la
piedra del entorno, porque…”
-
Cova,
nunca había oído esa versión.
-
Pues
parece verosímil, Pelayo, pero calla, que van a contar algo más.
“Estamos pasando por El Mayéu l’Estudiante, en honor de un
estudiante de Arbas muerto de frío…”
“Llegamos a La Calera. Si pasáramos de día veríamos cerca una
ladera blanquecina…”
-
Cova,
se me está haciendo entretenido este viaje pese a todo.
-
Ya
lo creo, Pelayo, a mí también.
“A lo largo de la ruta podrán ver muchas estrellas, a veces
en los pueblos, a veces en medio del monte. En el día de Nochebuena se iluminan
misteriosamente encima de las iglesias o de las más modestas capillas. Incluso brilla
una estrella, con su estela, en descampados o pueblos en los que alguna vez se
levantó allí una ermita. Veremos una cuando pasemos encima de La Romía. Lo
anunciaremos oportunamente”.
“Señores viajeros, si miran abajo a la izquierda verán cuatro
pueblos. Sus nombres son fáciles de recordar memorizando este dicho popular: “San
Miguel, Santa Marina, El Nocíu y La Malvea/ son los cuatro puebliquinos/ por
donde mi amada pasea”. Y un poco más adelante LLanos de Somerón, famosa por ser
cuna del matador de osos Toribión, que se enfrentaba a pecho descubierto a los
plantígrados; y también por los arbeyos, cuya fama traspasó la frontera
pirenaica”.
“Acabamos de entrar en el túnel de Las Nieves. Habrán visto
al fondo la estrella luminosa encima de la ermita del mismo nombre”.
“Los siguientes túneles reciben los nombres de Pandoto, El
Romerón, El Topeal y La Pisona. Después La Raigosa…”
-
Por
cierto, Cova, ¡mucho tengo ido a la hierba de guaje a Pandoto y a La Pisona.
-
¿Y
eso?
-
Tenía
unos parientes con algo de ganado, y había que echar una mano. Conozco algo la
zona. Dentro de nada veremos al fondo la iglesia de Cabezón, que tiene una
particularidad: en su cementerio no hay nichos. Todos son sepulturas,
literalmente. ¿Lo sabías?
“Atravesaremos en silencio el túnel de Valdecales, después el
de La Sorda, que seguramente no se refiere a ninguna discapacidad, sino a un
terreno sórdido, oscuro…”
-
¿Te
fijaste, Cova, que en este túnel que pasamos tan despacio, había un gran número
de cruces luminosas?
-
Sí,
ya puestos, esperaba alguna explicación, pero…
“Acabamos de pasar, en silencio, como dijimos, el túnel de
Valdecales, en homenaje a las víctimas producidas durante la construcción de la
rampa. En 1884 el túnel en construcción se hundió atrapando mortalmente a todo
el relevo de trabajadores. Algunos cadáveres no se pudieron rescatar hasta pasados
quince días. Más adelante volveremos a cruzar, también en silencio, el túnel de
Congostinas, en recuerdo a las siete víctimas del tren que ardió en 1978. Siete
cruces luminosas dentro del túnel para no olvidar la tragedia. Hubo más accidentes,
pero estos fueron los más graves. Vaya un recuerdo para todos los que perdieron
su vida en el puerto”.
“Vamos a atravesar ahora el pueblo de Casorvía. El maquinista
reducirá un poco la velocidad para disfrutar de la original decoración
navideña. No pierdan la calma porque ese tiempo se recupera fácilmente. Ahora
contemplen el curioso despliegue de luces. Y si pudiéramos abrir las ventanas, oiríamos
los villancicos”.
“Después de los túneles de La Parra y Orria, y antes del
Batán veremos abajo tres estrellas, que corresponden a las ermitas de San Francisco,
San Bartolo y San Martín de Las Puentes. Estamos llegando a Puente de los
Fierros, de gran importancia ferroviaria hace un siglo. Su estación primitiva
se quemó en 1961 en circunstancias nunca del todo aclaradas”.
“Próxima parada Pola de Lena…”
-
Ya
estamos llegando a La Pola, Cova, pero, espera un poco, mira a la izquierda qué
guapa está Renueva con sus luces navideñas.
-
Veo
que todos los años se superan, Pelayo.
“Esperamos que el viaje, pese a su duración, les haya
resultado entretenido. Hemos intentado explicar características y anécdotas del
trazado, pero hay una para la que no encontramos explicación: en los refugios
de todos los túneles de la rampa (esos pequeños cobijos construidos en su día
para que los obreros se protegieran ante la proximidad de los trenes) encontramos,
alternativamente, en todos, absolutamente en todos, un árbol de navidad y un
nacimiento. Esto no estaba previsto en el guion. Quizá la prensa de mañana o de
pasado diga algo, si consiguen averiguar el motivo”.
-
Será
la magia de la Navidad, dijo Cova en voz baja.
“La tripulación del tren desea a Covadonga y Pelayo, que se
apean en Pola de Lena, unas felices fiestas y espera que el viaje haya sido de
su agrado”.
-
Pelayo,
¿cómo es que no sabíamos nada de esto que nos contaron?
-
No
sé, Cova, a veces tenemos que perder algo para valorarlo como se merece.
Al apearse, entre los aplausos de los viajeros, sus amigos y
familiares les hicieron pasar bajo un arco luminoso con un breve rótulo: “Cova
y Pelayo, bienvenidos. Feliz Navidad”.