LECTURA DE LA PRENSA. DESGANA. Y RENCORES HASTA EL AÑO 2.105 POR LO MENOS.
Desgana parece un término demasiado tibio para expresar la sensación que uno siente ante el inicio de la guerra en Ucrania, pero es desgana de escribir de no sé qué tontería de una partida presupuestaria municipal, de no sé qué tibios aplausos a Casado, de no sé qué rifirrafes en el Parlamento Asturiano, de la Virgen del Carbayu que parece volver por la puerta de atrás a Langreo, de unos cómics de la batalla de Lepanto.
Uno dedicó poco tiempo a informarse de la crisis de Ucrania porque pasa muy por encima por las noticias internacionales, salvo que sean muy relevantes, pero resulta que cuando son muy relevantes le pillan a uno sin criterio por no haberles prestado atención previa.
Uno querría tener una opinión propia sobre la guerra de Ucrania, no alinearse por sistema con los que parecen buenos ni denostar acríticamente a los que pasan por malos, cuyos nombres en castellano no les favorecen nada. No sabe uno por dónde empezar a ilustrarse, porque desconfía de todas las fuentes, pero alguna estará más próxima a la verdad o a la objetividad, que en este caso son lo mismo. Intentará uno dar con ella.
A ver.
Lo malo son los muertos y los rencores, que estarán presentes por lo menos hasta el año 2.105, y no pone uno la cifra al azar, ya que es el resultado de restar 1.939 de 2.022 y sumar la diferencia (83) al año en curso.
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LECTURA DE LA PRENSA. CONTRADICCIONES
No a la guerra. Sí. No a la guerra, pero ¿a quien dirigimos ese mensaje, esa pancarta, ese grito? El ya clásico grito de ‘No a la guerra’ se dirigió en su momento a los nuestros, a nuestros dirigentes, alineados con los imperialistas, con los malos. Uno no concibe que una manifestación en Roma se dirija contra los austríacos, ni una manifestación en Paris contra los alemanes, ni una manifestación en Londres contra los españoles. Las concentraciones se dirigen contra el propio gobierno, o al menos para que el propio gobierno haga algo, si el enemigo es exterior, pero no se manifiesta uno contra el enemigo exterior. Con (contra) el enemigo exterior se pelea. En esta guerra las concentraciones fueron muy tibias, quizá no dio tiempo, pero uno las ve un tanto desenfocadas. Y ahora, ¿qué? Una vez que la guerra empezó, decir ‘no a la guerra’ es avalar los avances de quién la entamó.
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Los grandes periódicos nacionales dedican páginas a la guerra, pero uno se fijó especialmente en otros medios, regionales, deportivos, económicos.
No es el mejor gráfico que uno encontró sobre la guerra, pero cuelga, por lo significativo, el del Diario deportivo As, que dedicó la portada y varias páginas al conflicto y a las consecuencias deportivas. Por ejemplo el Shalke 04 y el Manchester City rompieron sus acuerdos de patrocinio con empresas rusas. Vettel no correrá en Moscú, etc. etc.
De todas las viñetas, uno se queda con la de La Nueva España, por encima de las del resto de diarios nacionales.
El mejor resumen lo encontró uno en el Diario económico Expansión, que no se queda en las consecuencias económicas, sino que resume la geopolítica.
Las sanciones económicas aplicadas por el Reino Unido las explica con precisión El País. Boris Johnson empieza a caernos bien.
Entre toda la marabunta de declaraciones, parece que todas en el mismo sentido, uno valora la finura de La Voz de Galicia para el matiz cuando titula que la clase política española condena la agresión, la derecha reclama apoyarse en la OTAN y la izquierda en la ONU, pero como señala un editorial de El País, de la ONU poco se puede esperar teniendo en cuenta que Rusia tiene derecho de veto en el Consejo de Seguridad.
Diversos líderes de la izquierda aprovecharon para insistir en el carácter belicista e imperialista de la OTAN.
Si en las posiciones de los partidos españoles hay que rascar para dar con un matiz diferenciador, Venezuela, Nicaragua y Cuba cierran filas en apoyo a Putin, lo que quizá oriente a algunos seguidores españoles que no tenga claro de qué lado decantarse. China tampoco condena la invasión porque la ve como una oportunidad para ampliar relaciones comerciales con Rusia si el bloque occidental se las cierra.
Desde Rusia las cuestiones se ven de otra manera. En una encuesta reciente, el 48% de los rusos culpa a la OTAN de la tensión en Ucrania, y un 20% responsabiliza a Kiev. Caló el mensaje repetido estos años de que la Alianza Atlántica se expandió como un ejército hacia Rusia. La invasión se justifica con la petición de ayuda de las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk. El 73% de los rusos apoyó el reconocimiento ruso de estos territorios.
El exministro popular Piqué afirma: “Ante regímenes dispuestos a utilizar la fuerza militar sin complejos para cubrir sus intereses y objetivos, no bastan ni la diplomacia ni la disuasión militar. Las sanciones que Occidente implementa en estos momentos, siendo realmente costosas para Rusia, Putin y su entorno, no han generado la retirada de la amenaza, ni tan siquiera la distensión. Sin embargo, hay una diferencia. Mientras Rusia es una autocracia con un control totalitario creciente de la población, los occidentales son regímenes de opinión pública libre y menos proclives a asumir las consecuencias económicas y sociales -incluida la masiva llegada de refugiados- derivadas de las sanciones y, por añadidura, nada dispuestos a una confrontación militar. Rusia quería la guerra y la está haciendo, y su cálculo sobre la insuficiente reacción de Occidente, por desgracia, está siendo acertado. Al menos a corto plazo“.
En cuanto a ciertas simpatías hispanas con los rusos, Ana Palacio, otra exministra de Exteriores del PP, las explica por el sentimiento de que no corremos peligro y por tener enraizada una idea romántica de Rusia a raíz de la Guerra Civil y los niños de la guerra. Se sigue viendo a Rusia a través de la lente de ‘Doctor Zhivago’, ‘Guerra y Paz’ o Tchaikovsky.
Torreblanca, en El Mundo, sostiene que Putin se promociona alegando haber liberado a los rusos de unas élites prooccidentales que los habían engañado con falsas promesas: seguramente piense que los ucranianos están deseando ser liberados. Craso error porque hay muchos ucranianos menores de 35 años que disfrutaron de un régimen de libertad, pese a que la lengua y los lazos rusos están omnipresentes en Ucrania y es un factor importante de integración.
Interesante artículo de Pere Vilanova en El País que establece notables paralelismos entre Hitler y Putin, con una explicación de los llamados Estados de facto.
La experiencia de miles de años confirma que desgraciadamente es iluso acabar con las guerras. Dice Juan Gaitán: “Si la guerra fuese la solución definitiva a algún problema, solo hubiese habido una y, sin embargo ahí está la historia inacabablemente llena de conflictos eternamente repetidos”. Dice Julio Llamazares citando al japonés Kobo Abe: “La paz como antítesis radical de la guerra no existe, solo es una ilusión porque la paz significaría el vaciamiento absoluto de las pasiones”.
¿Puede alguien alegrarse de este conflicto? ¿Empresas y trabajadores de la industria armamentista por ejemplo?