Es una foto de contrastes: al juez de línea algo le olía mal y si un aficionado arrojaba el plátano, otros dibujaron unas letras en una pancarta en recuerdo del fallecido Tito Vilanova. Por cierto, la foto está sacada de Libertad Digital y no echarías un cuarto a espadas por lo que pueda opinar el periódico o sus lectores sobre la superioridad de algunas razas o sobre la conveniencia de su permanencia entre nosotros.
Alves tuvo reflejos y suerte, dos características que le vienen acompañando a lo largo de su trayectoria deportiva. Los reflejos se suponen en un defensa, de la suerte no se puede quejar. Cuando plantó cara al Sevilla porque quería marcharse al Barcelona, la jugada le salió bien, pero le podía haber salido mal.
Si en esta ocasión el público se le hubiera echado encima por entender que comer el plátano era una provocación, a lo mejor ahora era él el objeto del Comité de Disciplina Deportiva y no el desgraciado e inconsciente lanzador de plátanos. ¿Quién inició los aplausos del público al gesto de Alves? Ese tiene madera de líder, del buen líder, el que arrastra a las masas hacia una buena causa.