Hasta pronto.

Simplemente... Perdió la gracia, el sabor. Tanto camino río arriba, tanta montaña admirada, tanto amor, tantos desencuentros.
Ya no puedo jugar a ser quien soy, aparentar quien no soy, mentirme, admirarme, creerme, inventarme, tatuarme, volverme a reinventar. Mirar atrás, releer y sentir.

Si.
Perdí la libertad.

Quiero volver a ser un soñador que al nadie le escribe, y a ese mismo nadie admira. Que me lea quien no me conozca, quien no sea hermano, amigo, amante que se pierde o actual motivo de desvelo.

Quiero ser nadie para todos, y volver a sentir esa libertad de escribir LO QUE QUIERA, sin consecuencias.

Vos te fuiste, perdiste. ¿Que importa lo que hago ahora?
Vos lo entendiste tarde.
Y vos, simplemente lo utilizás como herramienta en mi contra.

Este blog perdió el sentido.

Pero lo que más me molesta, perdió su libertad.

Cuando vuelva a escribir, será como antes. De anónimo a anónimo, de admiraciones abstractas y secretos, muy secretos, compartidos, que queden solo... entre nosotros.
Extraño esa complicidad.

Hasta pronto.

... Que lindo fue haber pasado por acá, y haberlos conocido.


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Crecer en tu ombligo

No se logra detener el relój entre el vientre y su extensión. No se logra cortar el lazo de la sangre compartida, tu latir en mis orejas, tu respiración en mis pies, tu voz en la piel. No se puede olvidar el crecer en tu ombligo ni el nadar en tu cintura, que el cantar haga burbújas y bailar te haga reír... No se puede evitar compartir nuestra locura. Nacemos, respiramos, lloramos, y lo pactamos al mirarnos.
Inmóvil quedó el colchón, no más sabanas que alguna vez fueron mantel, no más risas, sombras alegrías ni canción en esa habitación. No hay gorrión que deje su nido sin temor en su mirada, no hay cigarra que anhele tanto el sol como para dejar su tierra como tampoco hay hijo que se despida sin lágrimas compartidas... (Por eso me escapé), volviste 3 horas 28 minutos después, ya me había ido. No hay mayor melancolía que la partida, del útero y su fruto, del corazón compartido, como vino y guitarra, do y mi bemol sostenido.
Difícil pacto de romper, solo valientes dejarán partir. Son cuatro palabras que dan alas a quien desee volar, dan viento a quien prefiera navegar y sombra a quien camine... Dará amparo al aquél solitario que se anime.
Cae abrupta la soledad al afrontar la eterna no compañía. Unos metros cuadrados, un colchón, un almohadón, un vino y un real adiós era todo lo que había. Gotas de vino pintan la trsiteza, los humos se condensan, copa vacía y ecos del nadie que camina. Todo esta en calma... hasta que sonó.
Está por amanecer, lo noto lo siento, es ese cálido frío matutino, humedecido de rocío. Leo, eterno pasuado, con angustiante alegría; "Sé que es tarde, pero quiero que sepas que te extraño mucho... Pero deseo que seas libre y sobre todo feliz". Miro buscando al nadie con quien compartirlo. No es fácil romper aquél pacto, aquél de almas unidas.
Inverosimíl vuelve la calma del tango escuchado hasta que otra vez sonó. Leo, tardé un poco más... "sos un gran hijo" y finalmente tomó valor, una a una resonó, el mayor pacto de amor que llegó (24 años después)... "Estoy orgullosa de vos, mamá".



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Cuenta regresiva

Diez veces te miré, igual te soñé. diez veces te pensé, y te imaginé. Real en mi mente, palpable en mis sabanas mantel de mis tostadas y algún café.
Nueve veces conté, los minutos para volverte a ver. Nueve lunas te pinté, en tu ayer, en tu canción, en tu pentagrama de ilusión.
Ocho jacarandás plantaría, uno en cada esquina de tu alegría, dando una violeta flor por cada risa que emborracha mi sabiduría.
Siete melodías te compondría, una por cada día. Un tango por tu melancolía, una zamba en tu cintura y un acústico en tu primer botón, siendo tu espalda un bandoneón.
Seis libros escribiría, empezando en tu nombre, recorriendo tus piernas, para terminar en tu ombligo. Sin final, sin prosa inmortal.
Cinco dedos mis pinceles, podría dibujar cada contorno en lienzo piel, cada lunar conté, y ese color de tus ojos en el sol del mediodía. Cinco veces te pintaría, tu retrato perfección, en mis pensamientos, tu voz.
Cuatro centimetros deberías acercarte, cuatro minutos ya pasaron. Contaré hasta tres. Acercate un poco más, preparate, no respires, que al llegar a uno... voy a besarte.

Tres...

Dos...
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Cerro de siete (mil) colores

¿Quién fue que te pintó? ¿Quién fue la musa de tu inspiración? ¿Quién fue el que mezcló en su paleta de color y difuminó el azul del cielo en tus raices y pintó de tierra tus cicatrices?
Montaña impar, acompañada en mar de tinte color, montaña colorida de serpientes con esquinas, avallasante cerro del encanto a quien con mochila camina, ¿Quién utilizó el pincel en tu consuelo?
Y me siento a admirarte, empiezo en tu sombra hasta escalar a tu encierro, hasta tu punta en vuelo, y cuento hasta llegar a siete, cerro de de hierro suelto, de flor en cardón. ¿Quien produjo tu destierro? Estrella cromática del rojo al mar, del verde al cantar, de celeste en tus bordes.
Me siento, te admiro, te suspiro, te obsrevo. ¿Quién fue la princesa en tu blacón? ¿Quién fue el dragón de tu entrada?. Y vuelvo a contar, a ver si el sol pinta en otros tonos color, por si la luna juega a la artesana de tus sombras entre plateados naranjas, azules ríos y blancos esmeralda. Si, son siete, distintos cada vez.












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Purmamarca - Jujuy
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Princesa


¿Que dicen tus labios, princesa? ¿Que callas, que misterio envuelve tu figura ilegal y las eternas magias a tu alrededor? Te ponés tu vestido, el prohibido, negros y blancos adornan los encantamientos que bailan a dispar atravesando tu cintura en diagonal mientras la luna llena se refleja entera en tus pupilas enmarcando tu verde marrón clara oscura mirada con esas gotitas de colores únicos confusos tras compartir alegrías embebidas en burbujas sostenidas. Dejas caer tu sonrisa por el túnel de tu espalda hasta llegar a tus pies, dejando ternura en cada huella de tus sandalias sueltas que hacen ecos de esos golpecitos en tu andar. Y vive, sosegado, eterno sereno el príncipe en su sombrío castillo llamado Buenos Aires, reino desencantado, donde los edificios rivalizan su gris con las nubes tormenta, el semáforo solo tres colores tiene, como la semana siete días y el reloj solo gira en una única dirección. Pero llegaste vos princesa, me tomaste de la mano y me invitaste a volar. Vemos atardeceres en aquellos lagos de nubes acarameladas donde los cisnes nadan hacia el sol, los arboles crecen de costado, los transeúntes bailan por Av. Santa Fe. mientras los niños hacen piruetas en sus globos por Callao, el naranjo nos regala jazmines y los botes flotan en tu ombligo. Las calles porteñas nos invitan a pasar a aquellos recovecos de tambores florecidos y músicas disparejas, bailamos sueltos, de la mano, para abajo, de costado, a veces hasta flotamos. Transformaste mi Lunes en Sábado, y las noches en conciertos. Gracias por romper mis esquemas, mi burbuja, mi existencia, mi estructura. Me regalaste pedacitos de tu magia compartida, y me llenaste de alegría. Hoy, solo vos sabes que dicen mis labios, que digo al callar y que canto al mirar.



Y camina el príncipe encantado hechizado en tu mirada, creyendo como siempre no saber amar, no saber abrazar, compartir ni hablar. Pero bebí la poción de tu amor hasta caer en tu trampa. La vida me dió solo hermanos varones, pero llega un punto donde aprendés que no hace falta sangre, cuando hay alma. Te amo, hermana.






Feliz cumpleaños, princesa.

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Pentagrama soledad


Doy todo a cada paso, sea eterno, sea sostenido, en intervalos continuos donde el cuerpo es escenario de mi boca guitarra en semitonos y tu cintura canción. Remo río arriba, a contracorriente y contratiempo, solo quiero acariciar sonrisas enmarcadas con tres dedos en últimas cuerdas de tus piernas, mientras bailan al compás las otras seis en improvisación de mis teclas en tu piano espalda donde cada lunar es un re bemol, y cada beso una clave de sol. Mi camino está cargado de hirientes promesas e hipocresías anunciadas en vacías partituras sobre un vals que canta mi pasado, navego al compás de barcos hacia el puerto olvido tras perderme en el vaivén de un furtivo bandoneón. Faltan valientes, con convicción, con ganas de vivir un sueño sea mayor, sea menor, de primera o siete octavas, como guitarra casi electrica de sol, sin cuerdas para un bello mi menor. Soltar las riendas del caballo al galopar, es la clave, soltar un estribo como tango atrevído, confiar tras amansar la bestia en libertad y afinar el sonido del silvido con diapasón al remontar contra el viento al ritmo en otra escala sin alteración del tiempo. La tinta en el tintero, el mar y su marea, la semi en corchea y semifusa, y el humano... Soledad, cual clave de sol sin nota en pentagrama. Si queres... te invito a pasar, no me daré a la fuga, soy tuyo, cambiame a pedal... Cruzá el puente en mi naríz, sin permiso, soy tu bossa, sé mi nova. ¿Donde está el reino de mi libertad, fantasía donde el sol sale a la par de la luna bajo acústicas estrellas? Y queda la melancolía de un piano no escuchado, ni gris ni oscuro, claves de luna y notas mudas de redonda con puntillo. Sin alma sin ritmo, sin canción sin melodía... En el pentagrama se dibujaron las notas de tu nombre. Empieza con la clave de sol, y le agrego edad. No hay mayor felicidad, que uno bien, consigo mismo. No necesitamos nada más.





Gracias a la música, amante fiel...




Y al vino tinto.




Salúd por mi.




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Tres llaves

Tu mitad:



Mi mitad:





Salió el nuevo cd de Ana Prada. Felíz.

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365 días

Calla... Así, ausente, con esa irónica eternidad distante y sostenida. Sin voz decime que pensas, sin abrir la boca susurrame tu sentir. Que tus ojos dibujen ausentes pentagramas en el espacio entre los dos, que el lenguaje sea -exclusivamente- corporal. Dibujame, moveme, tocame, rimame, arrimame. Ojos verdes con tintes tierra, uno rojizo cada tres oscuros, dispareja, suave discontinua. ¿Escuchás? Es el silencio entre mi boca y tu muda canción, entre tus ojos y mi arrítmico vaivén. Con seis colores subrayás tintas manchadas, entre puchos madrugadas, y fotos no colgadas en tu ausente pared. Sillón rojo, camuflado en blanco, paraíso donde un metro, un silencio embellece tu nariz. Calla, así, sin voz, sin pausas. No podría saborear otro momento igual, de tu nuca en mi cintura, y tu belleza al callar. Eterno distraído pasajero momento del silencio y su felicidad, del silencio y su compañía. ¿Habrá algo más bello que escuchar callar? Inverosímil queda el tiempo al pausar palabras mudas, eternos amantes del silencio, de aquellos instalados, al saber que cualquier palabra simplemente esta de más. A mi simplemente me enamora el callar.
Quedate así, sin voz, mirando para atrás. Quiero vencer ese metro sin interrumpir el silencio, estiro un brazo, pero encuentro una pared. Estiro el otro buscando tu figura en las sabanas de cuerpos muertos, y toco el olvido en su laurel. Sigo sin escuchar tu voz, pero hay un vacío entre los dos, el pentagrama con notas ciegas se desvaneció. Entiendo... estas sin voz, por que estoy sin vos. Y queda la melancolía de un sueño al despertar de un recuerdo, que terminó, hace 365 días atrás. Hoy todo es ruido al caminar, y extraño ese momento donde lo sublime estaba, simplemente, en callar.


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Compartir... Partir

Años atrás se fusionaron la paz y la locura, la razón sin su cordura y la eternidad contenida en su jamás compartido. El hablaba cuando así lo creía, ella callaba solo cuando sobre el dormía. Antagonistas por naturaleza, sal, ríos y mar. El de miradas sostenidas, ella ríe. El habla, ella calla, el la acaricia, ella duerme, el mundo se detiene suavemente en su ombligo. Caminaban por el sendero inmortal entre únicas metas: Amar... Compartir. Y pensar que su fantasía sería, lentamente, destruída, la muerte esperaba impaciente en la vulnerable esquina. El vivía entre paredes blancas de tintes gris hospital entre anuncios parlantes de muerte silenciada, ella empezó a contar los días, el comenzó a restar, ellos aprendieron a llorar. A el le quedaban 10 meses de vida. ¿Y que queda si tu vida tiene un final anunciado? Queda disfrutar, aprender, vivir, sonreir, reir... -Te quedan 6 meses de vida. Abrazar, añorar, compartir, sin privilegios de soñar. -Te quedan dos meses de vida... Ella dejó de cantar, dejó de reír, ella calla, pero sobre el no está dormida. El intenta hablar, jamás se quejará, jamás admitirá sentir dolor. El dice estar bien, pero el solitario espectador ve una lágrima que cae con bandera dolor pensando, a cada segundo, que no los verá crecer. Y entre horas mal resueltas y cuerpos débiles, llega la hora, su hora. Después de compartir, queda partir. -Te quedan 3 días de vida. Yo estoy con ella y con el aferrando una mano que se va... La gota que brindó el frío rocío madrugada en la ventana dejó su zigzag, la hoja dejó aireosa de caer y el reloj detuvo su tic-tac, todo se detuvo cuando el dejó de respirar. Ella queda en la nada, el se transforma en alma, ella lo besa pero el ya no lo siente. Fue un padre, un padre que se fue. Ella aún no vuelve a reír y el jamás volvió a mirar. Fui testigo del amor más puro hasta su final, y entre llanto interrumpido ella dice, gracias, gracias por amar, pero el ya no lo puede escuchar.

Poco tiempo atrás se cruzó el placer y lo perdido, sembraron flores, cosecharon miedo, disfrutaron cielo. Eran paz en sus locuras, eran eterna criatura, al hablar calla, al sonreír vuelve a callar, y al callar, mirar. Era su sol, su do re mayor. Eran luna y su reflejo, eran tarde sin melancolía. El te ama, y yo soy testigo. Con tus manos tocó el laurel, con tu boca olvidó el ayer, con vos estaba su mañana. El creía en amores pasajeros, hasta que tus raíces sembraron piel en su querer, hoy el es olmo en pie, sauce que aprendió a llorar. Cayó en el abismo del sentir, Cayó, creyó, aprendió, se soñó, con vos, su mañana tu canción, su mi fa sol. Pero algo cambiaría, por incierto cruel destino, debes partir hacia el olvido, la muerte de su amor esperaba en la esquina. Le quedan 2 meses de amor. ¿Como amar? ¿Como seguir cuando el sabe que te vas? Tanto vivido, compartido, asumido, tanta felicidad, tantos últimos besos. Le quedan 3 semanas de amor. Tanto miedo, tanta lágrima, tanto último abrazo sentido. Le quedan 3 días de amor... Tanto, tanto dolor. Hoy, callado casi ausente, te miró mientras guardás resabios del amor que de el te quedó en tu valija marrón. Te vas, dejás todo atrás. Después de compartir, queda partir. Lo mirás, y llorás. El te mira, paciente, atento, eterno... Te abraza firme, te susurra -Gracias por haber sido parte de mi vida. Te abrazó más y lloró, y eso que es hombre sin lágrimas compartidas. El te ama, te pierde, el te besa y se despierta, el te sueña... hoy en su ayer. Y está acá, frente al monitor, escribiendo su último adiós en su blog. Te veo partir, te veo mirar atrás, y yo camino, con la ilusión que corras a mí a cada segundo. Partís lejos de mí, te vas, me quitás mi sentir, derramas mi pasión, arrebatas mi ilusión pero vos... vos me enseñaste lo que es el amor.

Y acá estoy, en mares de pocas alegrías añorando miradas sostenidas, alimentando crudos miedos. Ver morir, ver partir. Sintiendo últimos alientos, sintiendo últimos besos. Entre amores de finales anunciados, temo al cálculo racional. Un gen acá, más otro gen allá. Nunca salteó una generación y... son diez años menos cada vez... Del perder queda sumar, añorar, valorar, detener el reloj e inmortalizar cada mirada, cada abrazo, cada amanecer. Perdés y creces, perdés y aprendes a disfrutar cada querer y amar a pura piel. Y nos transformarnos en viajeros solitarios y ausentes espectadores, silenciosos admiradores del mundo ajeno que nos rodea. Embellecés lo cotidiano, te sumergís en lo sublime, admiras lo sencillo, valoras lo simple. Y los ves a ellos, discutiendo, cosechando un mal pasar, uno se enoja, el otro se enoja más, ilusos... Se creen inmortal. Escuchas a ella, interiorizando amarguras por no pedir disculpas, y lo ves a el, discutiendo con sus padres como si el mañana estuviera asegurado en algún contrato fiel. ¿Hace falta un final anunciado para disfrutar cada pasar? ¿Como sería vivir tu vida si te dicen que mañana se termina? ¿Si a quien amas le queda 1 día de vida? De la experiencia... Elegí vivir. Aprendí que desde que nacemos, empezamos a morir. Desde que nos encontramos, empezamos a perdernos. Pero entendí... No tengo miedo a morir, tengo miedo a no vivir...
Regalale una rosa a tu madre, abrazá en silencios a tu padre, invita a cenar a quien te ama, decile a el que lo amás... ¿Como sería tu vida... si mañana se termina? Hoy es temprano, mañana puede ser tarde.


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Hay momentos...

Hay momentos en que el nudo en la garganta simplemente no puede desatarse.
Hay momentos donde el cuerpo desnudo se viste de melancolía.
Otros donde respirar cuesto solo un poco más
Otros donde se hace imposible.
Caemos
Crecemos
Añoramos, olvidamos, recordamos, amamos
Y dejamos partir.

Y hay otros en los que nos perdemos y simplemente...

No podemos escribir.



Pero volveré

Cuando me reencuentre conmigo mismo, algún día, algún día volveré.

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Inocencia soledad - Parte I

Camino, viajero solitario, acompañado de mi ya absurda soledad por los senderos olvidados en pueblo perdido de diez cuadras a dispar. ¿Donde estoy? No había cartel de bienvenida, no había asfalto, no hay nadie por acá, pero sentía que había llegado "La caldera, Salta".



Caminante sin brújula, perdido despistado, acampo a metros de un arroyo que corta el monte en su mitád, la soledad se presenta como nunca lo hizo, extrema. Estoy yo (Conmigo mismo) soy mi aliado (mi rival), mi solitaria compañía. Al unísono de arroyos galopantes y polvos levantados en cada paso camino entre tierras rojizas y erectos eucaliptos adornados hacia la plaza central, olvidada, vacía vestida de extrema melancolía soledad. Cae la noche y se ilumina un pequeño cartel donde vendían comida al nadie hambriento, puesto que da a la calle olvido





-Hola... Hola, ¿Hay alguien?. Y apareció, una revelación, una ilusión, la dueña de mi destino. Mujer de cabellera tupida, llamativamente azabache pero no tanto como sus ojos negros, penetrante, donde veo mi reflejo y ella me sonríe dando bienvenidas. Su rosto era papel con líneas pintadas de batallas perdidas, mirada triste de dulzuras distantes, sin maquillaje, tan norteña, tan argentina, (Acá no hay lugar para falsos rubios ni adornos de platería), su mejor vestido... Su piel... -¿Podría ser un sándwich por favor?.
-¿Por que llora ustéd, hermosa mujer?



¿Quien iba a decir, que lo que pasó después, cambiaría mi vida? (para siempre).


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Parte tres: El final (De mi querer).

Y tuviste que romper las magias del avallasante silencio sentido en las sombras de tu cama y ese delicioso sabor a soledad... me miraste y en privados susurros lo dijiste. -Te quiero. Y fumamos pipas de vainilla entre aceitunas y maravillas, tachaste una fecha escondida en calendario para renovarla sin permiso, gracias te dije, de mil y una formas distintas te besé, te abracé (Y no solté), y te lo tuve que decir. -Yo también. Se destapan las estrellas a la par de las inquietas sabanas en mi pierna mientras mi cama se vuelve campo de batalla para mis pensamientos repentinos. ¿Que es el querer? Cuentan los cuentos, las prosas del poeta, de ese infinito querer, de esas lunas embellecidas por ser solo compartidas. ¿Es acaso un ciclo? Nacer para morir. ¿En su meta está el final?. Tantos te quiero malgastados gastados, compartidos partidos, tanta canción, ilusión, confusión contenida en dos no inocentes palabras donde no existe juicio a la razón, dos palabras de un viaje de ida a la felicidad... O al dolor. Es eterno dicen los inocentes, efímero los realistas, obsesivo los cobardes, un error los heridos... De por vida los valientes. ¿Y yo? Hoy volví a caer... Hoy tengo una confesión. Llego el final de mi querer. Simplemente pasó, te he dejado de querer sin prosa inmortal en su final que embellezca la verdad. No podría pedirte perdón, uno arriesga esquivando el miedo, sumando otra cicatriz del sentir. Soy así, preguntá y te dirán. Quiero querer, pero entre estación y estación muere mi sentir, jamás fui pasajero en este tren que algún poeta llamó amor... Tantas veces lo intenté, tantas veces fallé. Y vuelvo a repetir la rutina del final de mi sentir, no quisiera contar cuantos te quiero enterré en la tierra del tiempo, cuantos sentimientos derramé en camas soledad, cuantos te quiero rechacé, a cuantas palabras le escapé. Me jacto de ser hombre en libertad y animal sin dueño, me jacto de ser poseedor de mi destino y fiel amante de la soledad. No te advertí; a veces creo no saber sentir. Y ahí estás, abrazando mi imperfección y valorando las rosas que jamás te regalé, besando mi torpeza, adorando mi lunar. Pero te quise, en su momento fue real y hoy es verdad, te dejé de querer...





Por que me empecé a enamorar.






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fin.

Parte dos: La cicatriz.

Y ahí estabas, llegaste con magias de lunas compartidas y miradas sostenidas, y volví a cruzar el túnel de tu espalda entre risas recordadas y palabras pentagrama. Cerveza fiel acompaña charla desvelada y flores sin color adornan risas ya entonadas entre pausas para recordar y otras tantas para retomar temas con dejos de tinte olvido. Suenan las tres y una mujer empezó a cantar cuando detuvimos el mundo en mis ojos tu nariz, duró un segundo sin escala de tiempo donde las burbujas dejaron de morir y el aire condensado de fluir. Interrumpí nuestro silencio con pregunta de obvia respuesta (Tan fijamente me mirabas). -¿En que estás pensando?... No disfracemos de inocencia lo prohibido, no ocultemos el sentir... Y así bailó tu hermosa cicatriz al compás de lo sutíl. Viene y va, no deja de rimar, de bailar, no deja de cantar. Cicatriz. Estigma imborrable del vivir y del sentir, correr para caer, blancos tintos o espumante para entender, flor para volar. No perdamos nuestra identidad por querer ocultarlas, aliviarlas, sanarlas sumergiéndonos en pieles no propias, no son mar, no somos huella con arena. Somos pasado y presente, somos lo que hicimos y lo que hacemos una marca dejará. Vivimos pretendiendo esquivar el dolor no aceptando el sendero desandado. La vida es una guerra, sus marcas el sobrevivir. Y decidimos jugar a sortear la noche soledad y ser par en tal vez otra noche del hasta luego jamás. Cerrar los ojos y sentir, abrir los brazos y caer... cuerpo lienzo, manos pincel. Y vuelvo a besar la cicatriz de tu labio superior. Jugamos a la seducción, al limite de tu mano en mi brazo y mi mano en tu cintura. Avanzar para retroceder, besar parar volver. Pero hay cicatrices que no se ven (pero se sienten)... Dame tu mano, sentime... Este soy yo, quien vivió, quien sufrió hombre dolor. Esta cicatriz fue de un amor, esta un desamor. En esta de acá perdí, esta un anhelo aún deseado. Esta cuando caí, en esta pretendí, ¿Y la de acá? El padre que perdí, ¿Y esta otra? esta es por vivir. Algo distinto hay en esta madrugada. Acá me tenés como siempre, ya desnudé mi cuerpo. Acá me tenés como nunca... ya desnudé mi piel. Y colonizamos con bandera pasión tu nuca mi espalda, mi ombligo tu vaivén, mi brazo tu pierna, mi boca... Tu cicatriz. Guerra, piel, sentir sentir, calma y volver a respirar, y todo llega a su final -Hermosa criatura, me tengo que ir...

Hasta luego. (¿Jamás?)...
Creo que volveré a caer



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Parte I: El miedo.

Y que sembrar pasado en gargantas sin papel no sea frágil como el envés paralelo a tu mirada que no fue mientras el pasado se plaga de sombras que hacen eco en los retratos vacíos colgados en paredes del ayer. Soy mitad, soy soledad, soy Junio que muere en mantel circular. Cuento en mi interior hasta llegar a mi, somos seis, somos impar, como Junio en su mitád. Seis copas, una vacía. Vinos tintos y un vaivén. Dos son mitad en sintonía, tres son risas sinfonía ¿Y yo?, autor en soledad. Bailan sin compás las sombras de las velas riendo en tu nariz mientras espío tu sonrisa... Una canción y una nueva despedida guardada en el rincón de mi creada libertad. Pero quedó encendido un hilo en llama y abierto nuestro pronto adiós. Y lo pensé, quiero volverte a ver. Dudo. ¿Que nos perdemos por temor de la mirada que (creemos) nos observa? vivir calculando acciones cotidianas encerrados en la mirada ajena, vivir en un eterno circulo del que dirán. Pero el miedo está como aquel sauce que renace en primavera tras el amague de morir en grises soledades. Miedo a caer, miedo a conocer, al rechazo... Al querer. El miedo a la vulnerabilidad y a volver a caminar los mismos pasos desandados del dolor. Todos somos presos de nuestra propia libertad vivida. El miedo paraliza... Y te fuiste. Por cobarde no te hablé, por miedo me alejé. Pero alguna melodía quedó resonando en tu sonrisa y volví a caer en los abismos de tu mirada. ¿Porque no aprender a gritar lo que sentimos? Callar ¿Nos protege? Que valiente dicen el que no deja caer sus lágrimas. Transformemos el miedo en aventura, no hizo falta desnudar la belleza de una flor para decidir vivir (Y te invité) -¿Querés... Querés ir al cine en la semana?...



Incertidumbre... tic-tac tic-tac tic-tac tic-tac


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