Y en el momento de mi muerte seguiréis maldiciendo mi absurda existencia. Mis manías, mis caprichos, todas mis imperfecciones. No habrá nadie que pose rosas en mi tumba, ni siquiera sonará una marcha fúnebre en mis últimos suspiros. Volveré a estar solo, como en toda esta vida. Y seguiré maldiciendo los minutos perdidos, las palabras de más, las lágrimas junto a la almohada. Y discúlpenme, porque hay veces que mi vida ni siquiera merece la pena. _ _ _ _ _ Ni siquiera sientes la lágrima que precipita sobre mis mejillas. Ni siquiera sientes mis latidos, mis sueños y mis pasos perdidos. Ni entiendes mis bromas, ni aprietas mi mano estas noches frías. Te aburren ya mis rutinas, no sientes mis abrazos ni crees mis palabras. Pero soy yo, y estoy lleno de tu ausencia. _ _ Vértigo, euforia y coincidencias infinitas. Cansancio y sueño. Solo busco tu abrazo. Solo busco tu abrigo. Déjame morir… _ _