Mientras escribo esto, tengo delante la lista de mis propósitos del año pasado. Hago balance. De los 10 propósitos, 8 se han cumplido. Uno de los dos restantes no me parece ahora importante. Al otro, le hemos puesto fecha para después de vacaciones de Navidad. Lo que se me ocurre ahora al ver la lista es que 10 propósitos son muchísimos, demasiados. Creo que este año sólo habrá 5.
El año que se va deja cosas magníficas. Pasé más tiempo con la gente que me importa. Hubo planes de futuro, muchos de los cuales no se cumplen aún (pero lo maravilloso de los planes de futuro no es que se cumplan, sino tener alguien con quien compartirlos). Hubo paisajes nuevos y otros viejos. Hubo un libro que me llena de emoción, ¿Qué estás pensando? (Baladí) porque es lo más sincero y lo más personal que he escrito nunca. Cumplí 40 años. Escribí mi primera obra de teatro (¡qué atrevimiento, pardiez!), que espero ver algún día sobre un escenario. Hubo muchas horas de trabajo y escritura, pero con un resultado que me emociona mucho y que verá la luz en un trimestre. Y, lo más importante, hubo tranquilidad y silencio y cosas que no cambian.
Por todo ello quiero hoy brindar con vosotros, navegantes. Mañana pensaré muy en serio mis 5 propósitos para 2011 pero, mientras tanto, brindo por lo bueno y también por lo malo que nos dejó 2010. Que lo malo nos haga fuertes y lo bueno nos regale lo mejor que puede poseer un ser humano: buenos recuerdos. La certeza de que alguna vez fue feliz y supo apreciarlo.
FELIZ AÑO NUEVO