¿Qué he hecho durante este tiempo? Ahí va un resumen.
-VINO MI MAMI A MADRID.
Aunque pueda parecerlo por su extraña y escalonada forma de venir a verme, mis padres se quieren mucho. Peeerooo... son como el Rey y el Príncipe: no pueden viajar los dos en el mismo transporte...
Siempre ponen la misma excusa:
-Es que tenemos que cuidar al animalillo.
Lo que no sé es si se refieren a mi perra... o a mi hermana :p
El caso es que mi madre lo pasó muy bien en Madrid y acabó enganchándose (como mi padre) a nuestro-bar-favorito-de-toda-la-ciudad.
Lo que al principio era un constante "uy, qué rollo, se puede fumar", "uy, la música está muy alta", "uy, no hay sitio para sentarse", derivó en un: ¡¡¡Vamos hoy también al sitio ese!!! ¡Y hoy! ¡Y hoy!
Madres...
-FUI A VALENCIA A QUITARME LOS PUNTOS MOLARES.
Lo que me obligó a faltar un día al trabajo. Hasta aquí bien, son gente comprensiva. El problema fue que aproveché que estaba por tierras levantinas para hacerle una visitilla a mi amigo Mediterráneo, y claro... volví tostadita por el sol. Así que el jefe me dijo:
-Ajá, muy bien... ¿tú dónde te has quitado los puntos, en Ibiza?
¡Jo! Pero los puntos me los quitaron, ¡lo juro! ¡Y encima los médicos querían reírse de mí!
Cuando la doctora terminó de descoser la lana de oveja que cubría mi encía y con la que bien podría haberme hecho una bufanda para el próximo invierno, dijo: "muy bien, ahora enjuágate".
-Peeerooo... perooooo... ¡voy a tirarlo por la nariz!, dije yo.
-Eso quiero ver, añadió ella.
¿¿¿Qué??? ¿Y me lo dices así?
Sácate las palomitas, si eso...Mi madre, presente en aquella sala, tendría que haber gritado aquello de: "¡
MI LAURITA NO ES UN MONO DE FERIA!", pero en lugar de eso optó por contemplar la escena con expectación.
Así que delante de la doctora, las enfermeras, un señor que no sé quién era y mi madre, llevé el agua de un lado hacia otro de mi boca y...
¡No pasó nada! ¡Tomaaaaa! Ahora os quedáis sin vídeo divertido para subir a Youtube, listos.
-HE ESTADO EN SAN SEBASTIÁNPara celebrar que volvía a ser un sujeto normal al que se podía sacar a la calle, persona-con-la-que-vivo y yo decidimos irnos hasta el norte porque nos habían dicho que
se comía muuuuyyy bien había unos paisajes preciosos.
Las dos cosas son ciertas y no he podido volver más encantada de la ciudad -ni más empachada-.
Pensándolo bien, no hubiera estado mal que siguiera expulsando líquidos por la nariz,
porque así el txacolí de la primera noche no se hubiera quedado en mi cuerpo provocándome una simpática pero adolescente borrachera... El caso es que nos conocían más en los bares que en el hotel.
-¡
Cuánto tiempo!, nos decía con retintín el camarero del bar que más frecuéntabamos...
¡Yo no tengo la culpa de que todos nuestros paseos turísticos terminaran allí! La culpa la tiene el txampi con foi y suave salsa de allioli, mmmmmmmmmm...
