Que a pesar de que mi contrato terminara el 31 de diciembre yo siguiera empeñada en que el día 2 de enero vendría a trabajar, era algo que no todo el mundo entendía.
-Que sí, que en archiconocida-productora-de-televisión son así, que si no me han dicho nada es porque sigo. Además, el último día nos fuimos a tomar vino y todo parecía muy bonito y éramos todos muy amigos.
Y caras raras mirándome con lástima a mi alrededor.
Un buen día entré en la banca electrónica y miré los últimos movimientos de mi cuenta:
-¡Mira, papi! ¡Me han pagado! ¡Anda! ¡Y me han subido el sueldo! Yupiii, yupiii, yuuuuu. -Ehh... esto es el finiquito, Laura. Como se te acaba el contrato, te dan una pequeña indemnización y... esto... verás, ¿tú estás segura de que tienes que volver el día 2? -Repitoooo: que sí, que en archiconocida-productora-de-televisión son así, que si no me han dicho nada es porque sigo. Además, el último día nos fuimos a tomar vino y todo parecía muy bonito y éramos todos muy amigos.
Y su cara lastimera mirándome en plan "pobrecita, voy a tener que volver a darle la paga".
Cuando llegué el día 2, no había un lugar para mí. Pero literal: no estaba mi mesa, ni mis cajones con mis manzanas podridas por el paso del tiempo, ni mi cepillo de dientes. Tampoco estaba mi ordenador que tiene un lacito de regalo en el monitor, ni estaban mis gafas de rayos UVA (nunca se sabe cuándo te pueden hacer falta)
Finge normalidad, finge normalidad, finge normalidad. Lalalala, felicita el año a la gente, que no huelan tu miedo, lalala.
Poco después, una voz del más allá (es decir, del despacho) nos llamó a mí y a compañero-que-bebe-CocaCola-cuando-crea. Los dos estábamos en la misma situación (contrato que acaba en diciembre, nuevos, inexpertos...) así que entramos al despacho un poquito asustados (vamos, que nos estábamos cagando de miedo, con perdón)
-Sentaos. Aaaaaaaaay.
-Bueno... ¿qué pasa con vosotros? Uyyyyy.
-Que estáis aquí... SIN CONTRATO... ¡¡¡Noooooooo!!!
-Pero tranquilos, que la idea es que sigáis... Uffffffffffffffff. Y todo lo demás no lo entendí muy bien, porque al principio me dio la sensación de que mis funciones aquí iban a cambiar radicalmente pero luego me dio la impresión de que lo que tengo que hacer a partir de ahora es lo mismo que llevo haciendo seis meses... ¡Mejor, que tengo cambiosfobia!
¿Y la mesa, y el ordenador, y todo lo que no estaba en su sitio?, os preguntaréis... ¿Ha sido una licencia literaria para hacer más intrigante el post?, sospecharéis.
PUES NO... efectivamente, mi mesa desapareció, pero es lo que tienen las... ¡¡¡MUDANZAS!!! Año nuevo, sitio nuevo.
Y ya que estamos, aprovecho para felicitaros el nuevo año y desearos un día de Reyes cargado de regalitos. Por cierto, he progresado tanto con el taladro que el regalo de Navidad de mi padre han sido unos alicates. Persona-con-la-que-vivo ha empezado a llamarme "Laurito".
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